»De una tercera parte de lo que comemos se beneficia el cuerpo, de las otras dos partes el médico»
miércoles, 20 de septiembre de 2023
EL CUERPO COMO ESCUELA DE SALUD
domingo, 27 de agosto de 2023
Entrantes de verano con Miscelaneas
Como un potrillo de cebra
que ve el reflejo del agua
por primera vez,
sabrás que tienes que cruzar el rio.
Al perder el envoltorio del tiempo
perderás la cáscara de las palabras:
huérfana prudente amante torpe
acacia triste y corazón de ciervo
no querrán decir nada.
Tu vida no quedará
como libro olvidado
si supiste devolver
lo que de ella te vino.
Llegar será un deseo,
igual que deseamos
la voz de nuestra madre.
viernes, 21 de julio de 2023
AMIGOS DEL ALMA

A mis amigos les adeudo la ternura
y las palabras de aliento y el abrazo,
el compartir con todos ellos la factura
que nos presenta la vida paso a paso.
A mis amigos les adeudo la paciencia
de tolerarme mis espinas más agudas,
los arrebatos del humor, la negligencia
las vanidades, los temores y las dudas.
Un barco frágil de papel
parece a veces la amistad,
pero jamás puede con él
la más violenta tempestad.
Porque ese barco de papel
tiene aferrado a su timón,
por capitán y timonel.
¡un corazón!
A mis amigos les adeudo algún enfado
que perturbara sin querer nuestra armonía,
sabemos todos que no puede ser pecado
el discutir alguna vez por tonterías.
A mis amigos legaré cuando me muera
mi devoción en un acorde de guitarra,
y entre los versos olvidados de un poema
mi pobre alma incorregible de cigarra.
Amigo mío si esta copla como el viento
a donde quieras escucharla te reclama,
serás plural porque lo exige el sentimiento
cuando se llevan los amigos en el alma.
domingo, 2 de julio de 2023
MEDICINA CON ALMA
El médico que no entiende de almas no entenderá cuerpos. (José Narosky)
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Espero al final del verano poder contaros más de lo vivido por Moli en Zuhaizpe, y sobre todo espero en su pronta recuperación y en que toda la experiencia que va a vivir le dé claves y le ayude a conocerse más y mejor, para así enmendar errores y prevenirlos. Os recomiendo el libro Compartires recientemente publicado por la psicóloga y directora actual del centro Amalia Castro donde habla de todo este maravilloso proceso de trasformación y recuperación de la salud mediante la práctica de la medicina con alma.
El cuerpo es el soporte del alma que experimenta, cuando lo estresamos y lo dañamos, cuando lo ignoramos o no lo atendemos debidamente nos responde enfermando.
Elena Larruy
martes, 20 de junio de 2023
VIAJAR ES VIVIR
La aventura de viajar consiste en ser capaz de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana de otras gentes, en parajes lejanos a tu hogar.
Javier Reverte, escritor, viajero y periodista
domingo, 11 de junio de 2023
LA GRATITUD COMO ACTITUD
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla,
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.
Oliverio Girando,
agradecido
domingo, 4 de junio de 2023
AMARSE EN LOS DESCANSILLOS
miércoles, 31 de mayo de 2023
SON RISAS MIL SOBREVIVIENDO
La auténtica, la que no tiene doble cara, es LA SONRISA INTERIOR, la que ponemos cuando nadie nos mira y sale natural hacía afuera, como la mía ahora. No dejes que nada ni nadie te la amargue, querido lector.
miércoles, 24 de mayo de 2023
HAY PASADOS QUE NO TIENEN FUTURO
Conforme íbamos caminando, la conversación se entrelazaba con otros temas, en parte por kyara, la perra de Susana, un animal inteligente y sociable al que al parecer conocía media ciudad, pues todos la llamaban por su nombre al verla pasar, y la perra los iba saludando a todos y, esos todos saludaban a Susana y cruzaban palabras con ella. No se como fue, en referencia a una de esas personas con la que nos cruzamos, que Susana nos dijo: me gustan las personas así, directas, las que van al grano, me incomodan las que dan rodeos, las que dan vueltas a las cosas no me gustan, me confunden, nunca sabes donde quieren llegar, no las entiendo. Por más que me duela prefiero la verdad.
Susana no sabía mentir, cómo más tarde confesó. Yo iba de sorpresa en sorpresa, pues ya he dicho que no hacía tanto tiempo que conocía a Susana. En mi casa no se mentía nunca, nos confesó. Mis padres nos acostumbraron a mi y a mis hermanos a hablarlo todo en familia, cualquier tema, cualquier problema de cualquier tipo se debatía y se hablaba entre todos. Creció pensando que todas las personas eran así, que todas las familias hacían lo mismo. Eso explicaba que cuando su hija la insultaba o le hacía reproches, siempre a puerta cerrada, Susana la recibiera con la actitud natural de: vamos a hablar sobre lo qué te pasa hija, con la mejor de las intenciones y que la niña se negara, o no manifestara su malestar pues llevaba internamente muchos nudos muy fuertes de desatar, que requerían conocimientos y ayudas de profesionales expertos.
Susana escuchaba lo que la hija soltaba por la boca y lo interpretaba con horror y con error: al pie de la letra. Me contó que esa manera suya de entender las cosas, sin vueltas, literales, tal cual las escuchaba, le había ocasionado muchos problemas con las personas. En cierta ocasión, nos contó a modo de ejemplo: unas amistades que vivían en Nueva York me dijeron: ven cuando quieras a visitarnos Susana, siempre serás bien recibida, y así fue como un día le dio el arranque, cogió un vuelo sin avisar y se presentó en casa de los amigos, en Manhattan, quien al verla aparecer por la puerta sin previo aviso se quedaron a cuadros y, ella al darse cuenta quiso que la tierra la tragara. Así era Susana, una persona sin filtros, ni picardías, directa.
Yo iba de sorpresa en sorpresa. Ahora entendía cierto comportamiento de su falta de tacto, -que no de educación- que había mostrado en alguna ocasión conmigo, por supuesto sin ninguna maldad. Los humanos somos todos harto complicados, manuales dignos de ser estudiados y subrayados.
¿Me estás diciendo que no tienes picardía? le pregunté, y me contestó: cero. Bueno, estoy aprendiendo y lo mío me cuesta. A veces hay que mentir por no herir, le dije, para que alguien no se moleste, con pequeñas mentiras no premeditadas, sin maldad, hay que tener tacto. No me queda más remedio que aprender, estoy en ello, pero sigo prefiriendo la verdad, lo espontáneo, no me fio de los que dan vueltas y rodeos. Y esa misma verdad sin filtro ofensiva e hiriente, sin medida ni tacto que escupía su hija por la boca cuando discutían, ella la interpretaba tal cual la escuchaba, al pie de la letra.
Nunca acabamos de conocer a los otros, ¡qué fuente de riqueza y de extrañeza inagotable! pensé, no hay dos iguales. Me confunde y me gusta a la vez.
Al escucharla esa tarde entendí que en ese comportamiento suyo había una forma de pureza que la hacía verdad a mis ojos, se mostraba sin postureo alguno, a cara descubierta, su ignorancia era también la mía, todos somos de muchas maneras ignorantes.
La joven no quería trabajar, ni independizarse, quería seguir viviendo a la sopa boba, a costa de la madre. Las dos convenían cuando estaban bien, que era mejor el vivir independiente de cada una, tomar distancia emocional para una mejor relación, pero llegado el momento la joven se resistía a buscar trabajo, a irse de casa, de manera que el conflicto no cesaba.
Todo en la vida exige un equilibrio entre las partes, en formas y maneras. Susana no tenía destrezas sociales especiales, tener una buena educación no la hacía perfecta. Perdía la vida intentando que la razón le explicara, le argumentara comportamientos que ella pudiera entender, sacaba conclusiones con conocimientos pobres, viajaba a la India en busca de paz y la perdía en el camino de vuelta, quería entenderlo todo de forma académica y reglada con el discurso de una mente discursiva, dejando así que se le escapara la escucha esencial, aquella que pasa por los costados cuando estamos viviendo -no de frente- como cuando estamos subidos en un tren en marcha, con la mente y la mirada relajada y una vocecita amiga, a la que no interpelamos, aparece y nos habla, nos da las respuestas que andamos buscando mientras el tren está en marcha y nosotros en silencio, pero que olvidamos en la primera parada o cuando la noche pasa página.
Con el mismo propósito, empeño e insistencia que la vida nos plantea mil problemas de todo tipo, deberíamos nosotros insistir en aprender, pero no lo hacemos porque nos asalta la culpa, tenemos miedo al rechazo, a la confrontación, al fracaso. Sufrimos siempre por las mismas cosas, en el mismo sitio, con las mismas personas, a la misma hora. Leí en un ocasión algo de Paulo Coelho que decía algo así, cuando una cosa te pasa por primera vez, puede que nunca más te vuelva a pasar, cuando te pasa dos veces es muy probable que te pase una tercera. Ahí empieza nuestro periplo emocional de repeticiones y fracasos.
Una hija que ha superado la adolescencia, que ha recibido una buena educación, que tiene edad de entender, que cuenta con el apoyo familiar que siempre tuvo, ¿Qué más puede exigir? nada. Si acaso pedir ayuda, si acaso agradecer, si acaso llorar, si acaso perdonar, si acaso entender, si acaso aceptar, si acaso dejarse ayudar, si acaso respetar, si acaso seguir viviendo y dejando que los otros vivan.
Lo que no se puede arreglar, lo que no podemos atrapar ni está en nuestras manos hay que dejarlo pasar. "Hay pasados que no tienen futuro" si no hay empeño ni voluntad. Se ha de aprender a vivir con ello, con determinación y tirar para adelante.
Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre deja de existir -Leonardo da Vinci.
Vivir perturbados en la zozobra permanente, el temblor, el dolor y la angustia no es vivir.
Cada persona adulta ha de cuidar su vida, su casa y su jardín, para dar una mejor vida a los que quiere. Eso sí es vivir con autenticidad. También es heroísmo, no dejar que nadie apague tu luz.
domingo, 14 de mayo de 2023
ENTENDERSE MAS Y MEJOR CON EL MUNDO
Cuando me preguntan sobre qué escribo, contesto que sobre mi. Escribir pone en orden los pensamientos. Siempre escribo sobre mi, hasta cuando no lo parece. Orhan Pamuk "cree que escribir es descubrir, batallando con paciencia durante años, la segunda persona escondida en el interior de uno mismo, ese ser encerrado en una habitación y sentado a una mesa, que se repliega a si mismo, a solas, para soltar las palabras que hagan del mundo otra cosa diferente de lo que es sin ellas". Escribir sobre uno mismo es conocer universos. Fuente inagotable de auténtico saber.
Mientras que otros eligen la botánica, la fotografía, la jardinería, yo elijo conocerme más y mejor, saber quien soy en lo sustancial, ordenarme y poner letra a mi historia personal, a mis descubrimientos, a la música que suena en mi. Ocuparse de uno mismo implica responsabilidad, prestar atención a los cambios que se van produciendo, despertar la curiosidad de los otros, para que se interroguen y muevan su propio universo. Aprender a aceptar aquello que no podemos impedir, aquello que hay que dejar pasar, como dice el Budismo Zen. Quitarle al mundo retórica y gravedad, desvelar la mentira.
El conocimiento a veces produce malestar y dolor cuando nos aleja de los otros, cuando nos hace más críticos y sabedores. Porque el saber nos desplaza, al contrario de lo que dice el refrán, sí ocupa lugar, y mueve a las personas a lugares más confortable y seguros, más motivados, pues el conocimiento siempre está en acción, y nosotros con él. Hay personas que parecen estar siempre activas y sin embargo no van a ningún lugar, porque su manera de estar y sus ideas dan siempre vueltas en círculo, sin ascender, repitiendo hábitos y conductas, las mismas de siempre. Estas personas "de movimiento mecedora", no avanzan.
El saber conlleva reflexión, una corriente interna que nos mueva a ensanchar las ideas, a cuestionar las infinitas posibilidades de mejorarlas. Si no hay cambios no hay crecimiento, si no hay duda, no hay reflexión ni progresión. El hombre adulto, especialmente, tiene tendencia a repetir la información retenida, a circular siempre por las mismas vías de conocimiento. El pensamiento es circular y repetitivo, porque no despierta a la escucha de los cambios que se producen con las experiencias nuevas. Todo cambia y es cuestionable. Nadie es el mismo que ayer.
De la misma manera que corrijo y mejoro los textos que escribo, me esfuerzo por entender la vida que se renueva, y a ser posible mejorarla. Viajando se amplia la mirada, la visión de las cosas, de las personas, de la propia existencia. Nunca somos los mismos cuando regresamos de un viaje. Todo el mundo debería poder viajar a lugares distintos.
Hace apenas unos días que regresé de Zurich. Pasé allí dos semanas en casa de mi nieta. Estuvimos las dos solas. Nos adaptamos la una a la otra sin ninguna norma, de manera natural, nadie impuso ni dio ordenes a nadie: ni yo me puse a organizar el caos de su habitación -tentada estuve de hacerlo-, ni ella reprochó que yo no quisiera adaptarme a sus horarios suizos. "Allí donde fueres haz lo que vieres". Yo vi en ese espacio mi casa, -así me lo hizo sentir- hice lo que hago en la mía, convivir y compartir felizmente, de la misma manera que lo hacen dos saetas en el reloj, cada una a lo suyo.
Solo habían transcurrido dos escasas horas desde que me recogieron en el aeropuerto que ya estaba subida subida encima de un patinete eléctrico que mi nieta había alquilado. Me paseo por los alrededores de su casa a las afueras de la ciudad, primero, después me dejó sola y finalmente acabó ella subida detrás de mi, enganchada a mi cintura -a lo que queda de ella. Subir en patinete era algo que yo tenía pendiente desde hacía años, algo que pensaba que ya no iba a ocurrir a mis años. Ella conocía mis ganas y lo hizo posible. Fue una auténtica gozada, y una preciosa locura que nunca olvidaré. "Elena ya no tienes edad para estas cosas" me decía, y también "Ole tú". Recorrimos así, las dos subidas en el patinete, el trayecto de unos mil quinientos metros hasta el pie del funicular que nos subió a una montaña próxima, donde se podía disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad de Zúrich, y del impresionante lago de 90 kilómetros que atravesaba la ciudad. Al bajar iniciamos una caminata de noventa minutos que se convirtió en otro momento placentero, mientras íbamos conversando y poniéndonos al corriente de todas nuestras cosas. Pasamos por una granja donde nos dieron a probar leche recién ordeñada, previamente tratada claro, se podían comprar huevos que acababan de poner las gallinas. Nos hicimos fotos con los animales, un selfi con una vaca que se aproximó tanto a mi oreja que podía percibir su aliento. Curiosamente, también había alpacas y llamas que parecían vivir en su medio natural, como auténticas reinas en sus cabañas, rodeadas de hermosas lomas y prados verdes. Si hubiera aparecido Heidi en esos momentos le habría preguntado por su abuelo, nada extrañada.
De cada viaje uno siempre trae algo nuevo, por pequeño que sea. En mi anterior carta contaba cómo me sorprendió descubrir las escaleras para gatos en las paredes exteriores de las casas. !Algo tan fuera de lo común y extraordinario! como ver a los gatos subiendo a sus casas por las paredes exteriores de los edificios. Pues bien, otra de las cosas que más me impresionó de esta hermosa ciudad fue la rigurosa y pulcra organización que tienen con los horarios en los transportes públicos, siempre funcionando en hora, perfectamente coordinadas las conexiones, con precisión y exactitud. Me encanta la puntualidad suiza y la información extraordinaria de los servicios. No vi en ningún momento caos circulatorio, ni ruidos molestos, el sonido en el centro de la ciudad es del deslizamiento que hacen los tranvías discurriendo por los rieles de las vías. Eso sí es pacificar una ciudad y no lo que está sucediendo en estos momentos en la mía, Barcelona, donde las calles se colapsan en horas punta, y las vías principales se llenan de estrés circulatorio. Soy crítica con este tema, porque recojo el malestar y el enojo de muchos conductores que sufren las consecuencias de lo que la alcaldesa Ada Colau, responsable del proyecto, llama "pacificar la ciudad". En los últimos meses se han suprimido muchas vías y calles al tránsito de vehículos, convirtiéndolas en zonas peatonales, mejorando así barrios que sí han salido beneficiados y, cuya vecindad está muy satisfecha. Cambiar las estructuras viarias de una ciudad como Barcelona es harto difícil, son proyectos complejos que conllevan esfuerzos de todo tipo. Eso es comprensible, de lo que yo me quejo es de la poca información que tenemos los ciudadanos por un lado y por otro, el hecho de que cada vez que cambia el gobierno de una alcaldía cambian los proyectos, a veces de extremo a extremo. Los cambios urbanísticos de una ciudad han de ser pensados con mucha antelación y detalle, con extrema responsabilidad, para que las ciudades, efectivamente, sean más habitables y pacíficas para el bien de todos los ciudadanos, pero también para evitar al máximo las consecuencias de estos trabajos y no me refiero solo a las molestias que ocasionan, sino a los accidentes que se producen por los cambios, en este caso con los patinetes y la creación de vías nuevas por espacios donde antes transitaban peatones. Han ocurrido muchos accidentes, demasiados, incluso mortales. Así no se pacifica una ciudad. El fin no lo justifica cuando hay tanto a sacrificar. Se han de poner medios, implantar normas exigentes, bien estudiadas, y hacer que se cumplan. Cuando las cosas están bien hechas hay menos que lamentar.
Cuando uno va por el mundo, y visita otros países, no puedes dejar de comparar. De pensar lo hermoso que sería implantar lo mejor de cada uno en el nuestro. O por lo menos morir, metafóricamente hablando, en el intento. Si empezamos por cambiar nuestros pensamientos que convertiremos en hábitos y acciones nuevas, haremos lo mismo con nuestro entorno, nuestro barrio, nuestro espacio de trabajo, nuestra ciudad. Esa debería ser la actitud, no tanto utópica como pueda parecer, sino real. Como productos de una voluntad que el mundo necesita para mejorarlo, para dejarlo mejor que lo encontramos. Para desviar nuestra atención, secuestrada en lo mundano de los medios de comunicación, hacia una vida más justa y mejorada con el esfuerzo individual de cada uno de nosotros. Conociéndonos y actuando.
Elena Larruy