domingo, 30 de diciembre de 2018

BENDITO SILENCIO

                                 



             

                                                 A Dionisio Cañas


Bendito sea Dios, porque inventó el silencio,
y el chirrido de la chicharra,
y el lagarto de fastuoso traje verde,
y la brasa hipnotizadora
(horizontal crepúsculo pudo haberla llamado
don Pedro Calderón de la Barca en el declive del Barroco).
Bendito sea Dios que inventó el agua
el agua sobre todo.

Bendito sea Dios porque inventó el amanecer
y el balido que lo poblaba.
Ahora vuelvo a escuchar aquella melodía.
El arroyo arpegiaba sobre cantos rodados,
hacía el contrapunto.
Suena el concierto en mi memoria.
O puede que se trate
de una música diferente:
la que escuchó, primero, entre los arrayanes de Granada
Federico García Lorca,
y luego aquí, rescatada,
en Columbia University.

Bendito sea Dios que inventó los prodigios
que contaba mi padre
perfumado de espliego y de tomillo.
Eran historias de ciudades mágicas
en las que el agua circulaba
por venas de metal, agua caliente y fría
(nos lo contaba al borde del regato,
helado en el invierno, seco en estío:
«Venga, a lavarse, coño, guarros».
Y obedecíamos).

Bendito sea Dios que inventó la cabra —la cabra
que rifaba por los pueblos—
mucho antes que Pablo Picasso,
con barriga de cesto de mimbre
y tetas como guantes de bronce.
Maldito sea Dios porque inventó el estaño
parpadeante del olivo,
ramas y tronco de Laoconte,
y aquella sombra trágica de catafalco y oro:
un rayo congelado en la mano siniestra
y en la diestra un crepúsculo.
Maldito sea Dios porque inventó a mi padre
colgado de una rama del olivo
poco después de recogerse la aceituna.
No puedo perdonárselo.
Pero eso fue más tarde.
Antes fueron los niños.
Bendito sea Dios que inventó aquellos niños,
vestidos como príncipes o pájaros.
Con voces de cristal, «Papá», decían a su padre.
Bendito sea Dios por inventar una palabra
milagrosa, jamás oída,
y su padre correspondía
con vaharadas de ternura.

Maldito sea Dios, porque yo quise
arrezagarme en la ternura
pronunciando la mágica palabra
entonces descubierta. «¿Papá?» «Mariconadas,
si te la vuelvo a oír te llevas una hostia».

Bendito sea Dios porque inventó los años,
1970, 1980, 1990...,
inventó el fuego, el oro viejo
de los arces de otoño,
y estos ríos profundos como penas,
largos como el olvido o el recuerdo,
hospitalarios, generosos,
por los que la ciudad va navegando
hasta la mar, que es el morir.

Bendito sea Dios que inventó libros sabios.
Se daba nombre en ellos
a lo que antes no lo tenía.
Bendito sea Dios porque inventó licenciaturas
masters, campus con risas y con marihuana,
laboratorios y celebraciones
con cantos en latín, gaudeamus igitur, ,
todo situado en niveles distintos del tiempo.

Bendito sea Dios que inventó la memoria
y que inventó el silencio de este lugar aséptico,
y las venas metálicas ocultas
en las que el agua espera
unas manos liberadoras que les devuelvan su canción.
Ahora sé que mi padre está vengado.
Mi padre, descolgado del olivo
pronuncia con mis labios las palabras totémicas,
y se estremece este recinto sagrado.
«Coño, joder, carajo, a lavarse la cara, hostias».
Y abro los grifos, lavabos, duchas, retretes,
se desbordan las aguas que él soñaba
en la choza de adobe y paja
cantan la gloria de la recuperación,
y mi padre navega por las aguas,
le provoco, gritándole desconsolado.
«¡Papá!». «Mariconadas», me contesta.
ahogado, recuperado,
navegante por los canales de oro,
vivo ya para siempre.

José Hierro



martes, 18 de diciembre de 2018

QUIÉREME

¿Deseas que te amen? No pierdas, pues, el rumbo de tu corazón. Solo aquello que eres has de ser y aquello que no eres, no. Así, en el mundo, tu modo sutil, tu gracia, tu bellísimo ser, serán objeto de elogio sin fin, y el amor… un sencillo deber. Edgar Allan Poe 


Dedicado a todos los que cuando llegan estas fechas Navideñas tienen más frío de lo normal; lo que no es de extrañar con tanto espíritu helado cercándonos la vida. La poesía y música de Aute incinera glaciares y  calienta corazones, toda una delicia. Disfrútala



Me dices que me quieres
y es todo lo que quiero oír.

Ray Bradbury


Letra de Quiéreme

Quiéreme, aunque sea de verdad,
quiéreme, y permíteme el exceso,
quiéreme, si es posible, sin piedad,
quiéreme, antes del último beso.

Quiéreme, haz que se incinere el mar,
quiéreme, como el vendaval que pasa
por el resto de una brasa
dentro de un glaciar.

Quiéreme, sin el mínimo pudor,
quiéreme, con la insidia de la fiera,
quiéreme, hasta el último temblor,
quiéreme, como quien ya nada espera.

Quiéreme, aunque no sepas fingir,
quiéreme, que de todas mis flaquezas
sacaré la fortaleza
para revivir.

Sabes bien
que jamás te lo he pedido
ni jamás te hice un reproche
por lo que esta vez te pido,
ya que no es cosa de dos,
que tú seas quien me quiera
como nunca me has querido
esta noche del adiós...

Quiéreme, ahora que llegó el final,
quiéreme, sin mas puntos suspensivos,
quiéreme, aunque venga el bien del mal,
quiéreme, como si estuviera vivo.

Quiéreme, que no entiendo qué hago aquí,
quiéreme, si no quieres que esté muerto,
porque todo es un desierto
fuera de ti.

Quiéreme, que ya empieza a anochecer,
quiéreme, aunque sólo sea un instante,
quiéreme, hazlo como otra mujer,
quiéreme, como si fuera otro amante.

Quiéreme, que mañana ya murió,
quiéreme, como si el mundo acabara,
como si nadie te amara
tanto como yo...

Sabes bien
que jamás te lo he pedido
y jamás te hice un reproche
por lo que esta vez te pido,
ya que no es cosa de dos,
que tu seas quien me quiera
como nunca me has querido
esta noche del adiós.

Quiéreme, quiéreme...

Luis Eduardo Aute

lunes, 10 de diciembre de 2018

LA BRAN BELLEZA





LA GRAN BELLEZA

No es la continuidad
del deseo y la sangre
bajo las grandes máquinas celestes

No es la lluvia que arrastra
sin cesar patrias, nombres, cosas muertas
hacia los muladares del olvido.

No es la luna sobre el mar
de un otoño perdido y reencontrado
(largamente perdido, apenas reencontrado
en ciertos lapsus, éxtasis y ausencias)

No es la noche del sur
posada en nuestros cuerpos insensibles,
guiándonos a través del laberinto
de espejos y mentiras que una vez
se extendió hasta los límites del mundo.

No es la erosión del sueño, la aspereza
de los párpados, el sabor a ruina
y a humillación en todas esas bocas,
ni el temblor presentido tras las voces
llenas de oro, veneno y sordidez.

Ni siquiera es tu imagen en la distancia
-remota, inalcanzable, demolida-
la que hace que me vaya de la fiesta, hacia la oscuridad.

No, no es la noche espesa de ficciones
la que me hace escapar de mis recuerdos
sin avisar a nadie ni anhelar despedidas
cargadas de nostalgias espectrales
según fórmulas huecas que parecen
dictadas por el miedo a la soledad próxima
y el filo tan violento de los años
ciegos, indiferentes, que no hemos compartido.

No, no es por nada de eso:
se trata del amor
y de la corrupción.
Se trata de la magia
y del oscuro hedor de la memoria:
así puedo explicar el sentimiento
de abrazar una sombra, la belleza absoluta
que dejamos atrás, el humo del pasado
cada vez más distante en la noche del sur.

José Martinez Ros
Poema ganador 
Concurso Poesía Otoño 2018
Zenda

lunes, 3 de diciembre de 2018

MUJER DE AGUA Y ESPINAS

"A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra,  ninguna indiferencia lo cansa."



"La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que yo sé me ha sido dado por el corazón"
Pensamientos de León Tostoy



Por el mero acto de vivir adquirí habilidades y escribí poesía, quién así se expresaba era el poeta Ángel González, el mismo que había sido adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, el que se acostumbró muy pronto a quejarse en voz baja, a maldecir para sus adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. De todo ello nos da buena cuenta su antología poética Palabra sobre palabra.

Este poema está inspirado en la poesía de Ángel González. Para él mi agradecimiento, admiración y cariño. 
También para Pepa, una vieja amiga, a la que me encontré hace unos días y al hilo de la conversación me dijo ¿Tu no crees Elena que estamos muy desaprovechadas? ¿No te pasa encontrarte en situaciones que tienes respuestas rápidas, solventes y acertadas  y has de esperar que algún incompetente, en teoría más apto, no te las de, o no las tenga, o sean malas.?  MUJER DE AGUA Y ESPINAS habla de eso, de cómo la sociedad retira la palabra, la mirada y la atención a la mujer valiosa y experta por el mero hecho de ser mayor. Triste y cautiva realidad.





M U J E R  D E   A G U A  Y  E S P I N A S



Los días pasan inexorables
inconmovibles al derrumbe de tus formas.
Cabe esperar de hoy
que sea lunes todo el día,
-con sabor a almendra amarga-
sin que un alma apuntale su caída.

Al sol la promesa, su intención.

Con la mirada puesta en el vacío
ajustarás cuentas
con el dios de Sabina,
en el paro,
y un cielo en liquidación.

Panzudas y perezosas las nubes
detendrán su vuelo cansado.
Sobre tu vieja casa
derramarán su llanto.

Y lloverá. Lloverá lluvia ácida y arena.

Abatida y húmeda,
tenderás al sol la esperanza,
como cada mañana,
como cada día de la semana
en un vano intento de rescatarla.

Iras a la compra, a la farmacia
darás los buenos días: mentirás,
freirás salmonetes para tu marido,
deshojaras el calendario y los días,
completarás las tardes de vacíos
y en sus intermedios estirarás las piernas
irás por harina para hacer un hojaldre.
Algún taller que otro entretendrá
tus tardes de hastío,
tu soledad, tu apatía.

Y esperarás,
mientras te abandona el día.
Esperarás las noticias de las nueve,
a consumir tu dosis de basura,
como ordenan los que mandan en tu mente,
en tu vida,
y te opinan.

Ganas tendrás de arremeter con furia
de gritar con rabia, sin medida,
de escapar de la ponzoña
de huir por la baranda,

pero no lo harás,
te irás a la cama con tus pastillas
y a la mañana siguiente
de una en una, bajarás las escaleras
obediente y pulcra.
Te cruzarás con los otros de tu quinta,
que nacieron mucho antes,
incompletos y grises,
con su receta en la mano
y su oferta de viaje.

Devaluados: medio vivos,
o medio muertos
que para el caso que nos ocupa
es lo mismo.

Es poco probable que mañana
sea martes,
todos los indicios apuntan
que este lunes durará dos días.

Mujer de aguas difusas
más sirena que pájara,
apta, convencida
convenientemente desaprovechada,
contracorriente,
oceánica
desencantada.

Por tu piel madura,
afluentes
por donde discurre la vida,

y se te escapa.

Elena


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