sábado, 28 de noviembre de 2020

ASÍ SE CONSTRUYE EL HOMBRE


Pintura de Andrew Salgado

Nuestro verdadero Currículum Vítae, dice Félix Grande debería escribirse por las derrotas más que por la larga lista de éxitos y méritos académicos. La carta de presentación no deberían ser los logros obtenidos, ni los premios ganados ni las ediciones de libros vendidos. En nuestro rostro están  impresas  las noches sin dormir, los desvelos, las humillaciones recibidas, el esfuerzo, las renuncias, la cara del padre enterrado. Todo está ahí. La verdadera esencia de la hechura humana. Así su rostro, su gesto y su mirada. 

viernes, 20 de noviembre de 2020

ESTO ES AMOR


Louise Gluck



Un poema inspirado en otro de Louise Gluck,
Amor terrenal, de su libro Vita Nova




Las conveniencias del tiempo
los condenaron al fracaso,
exquisiteces comieron los primeros años,
al mundo aportaron tres hijos
cobijo y techo les dieron
alguna causa de peso
habría de tener toda esa farsa de:
"a-ti-me-uno-para-toda-la-vida"
"a-ciegas-me-la-juego-bajo-tu-techo".

Nosotros sin embargo
lo hicimos mejor,
lo nuestro no fue un convenio,
«lo nuestro era amor».

Unos y otros fuimos consagrados
en el altar de los sacrificios
de las mariposas que sueñan
ante un notario del cielo
y su escribano.

Los condenados del lazo
jurábamos todos lo mismo
en el mismo abismo eterno:
en el mismo libro

pura palabrería humana.

Ahora que sabemos
que la vida no iba en serio
podría decirse
que incluso la pena prometida valiera
que todo fuera crucial y humano
no importa si farsa, ilusión robada o engaño
para que unas mariposas consentidas
dieran lugar al feliz desenlace
de los años
cuando uno ya vivido
sabe
que quererse a uno
es condición indispensable
para entregarse
para amar
y ser amado

fuera de todo tiempo y artificio.

Elena Larruy



sábado, 14 de noviembre de 2020

AFORISMOS DE JESÚS AGUADO

La poesía es mucho más que un género literario. Se debe diferenciar entre poesía y poemas. Poesía es una forma de mirar el mundo; vemos, leemos, escuchamos  poesía en la naturaleza, en las caras, en los objetos, en la música, en una pintura... El poema puede ser o no valioso, edulcorado y timorato, pero es la buena poesía la que nos abre las puertas y tiende puentes hacia lo humano. Hay una necesidad de recibir palabras con las que entenderse, palabras que nos descubran y poder compartirlas con los otros. Tenemos verdadera necesidad de esa unión.
Aquí os dejo reflexiones y aforismos en torno a la poesía del gran poeta y maestro Jesús Aguado, extraídas de su libro HERIDAS QUE SE CURAN SOLAS. Deseo que os gusten.

           «La poesía es o debería ser una propuesta de felicidad universal» 

Marc Chagall



La poesía es la más completa caja de herramientas inventada por el ser humano para armarse una existencia bella y digna. Sirve para tantas cosas que a veces parece no sirve para nada. Es un diccionario, una madre, un destornillador, una caricia, una alfombra voladora, un interruptor: todo y nada, en efecto la nada que hace que todo tenga sentido, el vacío sobre el cual se sostiene el mundo. 


Las preguntas son por lo general fruto de la inteligencia y de la humanidad mientras que las respuestas son, con demasiada frecuencia, zancadillas que las teorías les hacen a las personas.

La tarea última de la poesía es rescatar las palabras de la irrelevancia, la insignificancia y la inexistencia donde las ha confinado nuestro mundo y devolverles su dignidad, su libertad y su sentido.

Aquí: Un latigazo este adverbio que hace correr, como caballos asustados, sustantivos, verbos, adjetivos, signos ortográficos y espacios en blanco, y que pone a temblar a lectores y poemas porque intuimos que ahí, "aquí", nos jugamos la vida.

Hay que tener una gran fuerza y mucha determinación para talar la gramática de los viles, para echar abajo su sintaxis de dominación, para hacer leña de sus palabras hipnóticamente engañosas.

Por cada poeta en activo hay tres o cuatro que han sido borrados de la pizarra, apartados a empujones de este infinito sendero de galaxias que se bifurcan, poetas a los que algo, alguien, lo que sea, ha robado los mapas y el astrolabio, el deseo y las ganas. 

A medida que uno avanza por ciertos libros le queda la sensación de que las palabras se evaporan, de que se van condensando a causa de un calor que ponen a medias el texto y el lector. Palabras que se fugan a su origen después de iluminarnos, palabras que desaparecen para dejarnos dormidos entre las sábanas de las páginas blancas. La razón de ser de cualquier poema.

Escribir es, o debería ser, negarse a aceptar las directrices del centro, exiliarse del centro, borrar el centro.

Cualquier escritor es una suerte de inmigrante: un mestizo que extrae de los sufrimientos que le provoca esa impertinencia a cualquier centro su fuerza expresiva, sus imágenes, sus ideas, sus temas o sus personajes. 

Llevarse bien con lo pequeño, con lo que pasa desapercibido, con lo que se esconde, con lo que vive ensimismado. Puro amor que acoja dentro de sí una a una, y con delicadeza, las piezas dispersas del gran puzle del universo. Pero no para recomponerlo sino para evitar que alguien o algo lo haga. 

es aquí abajo donde se encuentra lo más alto, que nunca lo es más que un niño, un palo, una raya en la arena, una rana, un gato, cualquier persona, cualquier objeto.

Llevarse bien con las palabras parea que se desentumezcan, se limpien, se cambien de ropa, se resignifiquen y se abran.  

Llevarse bien con la luz que camina saltando de sombra en sombra. Y con lo que se mueve cuando se queda quieto. Y con lo que es lo que es pero menos, sin darse importancia, casi a ragañadientes. 

La poesía más que nunca: para poner paz, para alimentarnos en medio de tanta miseria, para hacernos rama, araña, barro, avispas, para devolvernos al mundo y hacerlo palabra en nuestra boca.

Una vez desactivado el vértigo feroz desencadenado por un poema, descansar en el pequeño universo de lo cotidiano. Y al revés.

Lo que hace la buena poesía es salirse de las preguntas acerca de la realidad, zafarse, como por tanto, de la red de definiciones que los discursos le arrojan encima a uno constantemente; los discursos de la realidad son gladiadores incansables y la mejor manera de librarse de ellos será convirtiéndose en el albero del circo. 

Vivir atentos a lo que se borra, a lo que no dura, a lo que existe para desaparecer.

La poesía es vivir atento.

La poesía es no permitir que nuestra alma (y tampoco el alma del mundo) se evapore.

La poesía es felicidad o no es nada.



«A una isla desierta me llevaría tu libro de aforismos Jesús. Gracias»

                                                                                                                   Elena Larruy


miércoles, 4 de noviembre de 2020

NO ME FIO

 



NO ME FIO [2]


No me fío de los ocasos huyendo siempre con mi caja de pinturas.

No me fio de las sogas que no trenzan.

No me fio de los que quieren a medias, a calcetines a sudaderas de marca…

No me fio de los que dicen tenerla muy larga: no me fío un centímetro.

No me fio de la luz que arrojan los recibos de las eléctricas.

No me fío de los seguros a todo riesgo que no cubren las contingencias del corazón: ¡tan sensibles a ser dañados o robados...!

No me fío de “los mejores” «temporeros de las cumbres» cayendo de las torres más altas.

No me fío de los puentes, de los viaductos, de los rascacielos suicidas.

No me fío del que cuando viene no me encuentra, y cuando voy se ha ido.

No me fío del que nunca tiene tiempo y nunca se mueve de sí mismo.

No me fío del que para alejarse solo huye y no sabe quedarse quieto.

No me fío del que a todas horas pide perdón para seguir ofendiendo.

No me fio de los nombres predestinados a tener migrañas y jaquecas, como Dolores, o Armando, siempre a la gresca y aquellos que llamándose Amador siempre estén dispuestos a pasar la noche fuera.

No me fio de los que al pan llaman vino...y te invitan a su mesa.

No me fío de una cara que no me invita a quedarme.

No me fio de los sujetos brillantes con mala estrella.

No me fio de los torsos trenzados en los gimnasios.

No me fío de la gente edulcorada que me provoca caries.

No me fio de los que nunca se desmelenan. No me fío ni un pelo ni una pestaña.

No me fio de la soledad de los que se abandonan.

No me fio de los que adulan con exceso, en realidad están tomando tus medidas con dudosas intenciones

No me fío de los que dicen amar con locura. Me gustan los cuerdos que aman sin hipérboles ni ñoñerías.

No me fío del que teniendo solo da, y nunca las gracias, solo las espera.

No me fío de los que guardan lo inútil y no se deshacen de ello porque siempre lo tienen nuevo.

No me fío del que no se sabe mejorado, ni se lo exige, cada día que pasa.


                                      No me fío del amor sin dolor.

No me fio del dolor sin gozo.

                                                       No me fio de la alegría sin tristeza.


Ahora que todos llevamos puesta la mascarilla «No me fio de que en la mirada esté todo dicho».


                                                                                                                 Elena Larruy



Tema: VERDAD DE LA BUENA
 ALBERTO&GARCIA



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