sábado, 29 de abril de 2017

LA UTILIDAD DE LA SOMBRA





Y en la sombra de los  inviernos
 acompañamos abrigados silencios,
-el tuyo y el mio-
 y en los amaneceres de cada día
 nos seguimos celebrando.
Elena


Canción de aniversario



Son
extrañamente hermosos todavía,
estos labios de hace ahora tres años
y me parece inédito
el gesto de tu beso,
este llegar aquí cada vez más tranquilo,
con la serenidad
del que tiene por cómplice la vida
y su rutina.

Hoy sabemos que entonces,
cuando tus veinte años y mi primer abrazo,
empezamos por ser
sobre todo indecisos: la tímida torpeza
de la primera noche
y la dificultad
con que dejar las manos
en el hábito infiel de nuestros vicios.

Ahora
extrañamente hermoso estar aquí,
demasiado a menudo y decididos,
incómodo
de no sentir el peso de los años
aprendiendo contigo la premeditación
y escribiendo en tu piel mi alevosía.

Porque suele haber bancos donde se espera siempre,
aceras que prefieres por costumbre
o líneas de autobús al mediodía.

Y sin embargo tú
reapareces inédita en tu gesto
para decirme hoy
que le conteste al tiempo y sus preguntas
el práctico saber que tienes de mi cuerpo


Luis Garcia Montero



viernes, 28 de abril de 2017

EN TIERRA IGNOTA


Obra de Eulalia Fábregas




DESNUDO DE MUJER



Para ti nunca fui más que un pedazo
de mármol. Esculpiste en él mi cuerpo,
un cuerpo de mujer blanco y hermoso,
en el que nunca viste más que piedra
y el orgullo, eso sí, de tu trabajo.
Jamás imaginaste que te amaba
y que me estremecía cuando, dulce,
moldeabas mis senos y mis hombros,
o alisabas mis muslos y mi vientre.
Hoy estoy en un parque, donde sufro
los rigores del frío en el invierno,
y en verano me abraso de tal modo
que ni siquiera los gorriones vienen
a posarse en mis manos porque queman.
Pero, de todo, lo que más me duele
Es bajar la cabeza y ver la placa:
“Desnudo de mujer”, como otras muchas.
Ni de ponerme un nombre te acordaste

Amalia Bautista


jueves, 27 de abril de 2017

LA VERDAD DEL SOMBRERO



Está bien tener sombrero por si Se presenta una buena ocasión para quitárselo. Joaquin Sabina




ES VERDAD


¡Ay que trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
Por tu amor me duele el aire,
el corazón y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!

...

Federico Garcia Lorca







lunes, 24 de abril de 2017

VIVE COMO LAS FLORES


Imagen Elena Larruy


VÍVE COMO LAS FLORES 



Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.

¡Pues, vive como las flores! Advirtió el maestro.

Y ¿cómo es vivir como las flores? Preguntó el discípulo.

Pon atención a esas flores -continuo el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín. Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas.
Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden.
Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos.
Y si no son suyos, no hay motivo para molestarse .
Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera.
Esto, es vivir como las flores.






¡El cómo disfrutar el presente depende de ti!

martes, 18 de abril de 2017

HEROES Y HEROICIDADES DE LA BONDAD


La bondad como la belleza está presente en la naturaleza de todos los seres y de todas las cosas. Hay bondad en las anémonas de un cuadro, en la mano que las pinta, en los ojos que las contemplan.Todo lo hermoso implica una forma de bondad. 



Henri Matisse


Hace muy pocos días estuve en una ceremonia religiosa y escuche las palabras que una novia le dedicaba al que iba a ser su esposo: me enamoró de ti Ferrán tu bondad y tu manera de querer, de cuidar de tu familia y de tus amigos...
Por un momento pensé que eran palabras que pertenecían a otra época, como si hablar de la bondad y la familia de manera tan expuesta y abierta estuviera en desuso, como si la bondad fuera una cualidad humana desvalorizada o de la que mejor no hablar por miedo a mostrar debilidad. Lejos de toda apariencia Anna y Ferran se mostraron tan sinceros como sencillos en su amor y su manera de expresarlo, así como en sus actos, y a mi me pareció que eran un pareja de jóvenes sanos y buenos y sobre todo no exentos de valentía y fortaleza.










Unos días antes un buen amigo me hizo llegar esta frase  "LA BASE DE UN CEREBRO SANO ES LA BONDAD, Y SE PUEDE ENTRENAR"
Estaba tomadas de una entrevista en la La Vanguardia a Richard Davidson, doctor en Neuropsicología, investigador en neurociencia afectiva. Y decía cosas como estas:


"Una de las cosas más interesantes que he descubierto sobre la amabilidad y la ternura es que se pueden entrenar a cualquier edad"

Durante muchos años he podido comprobar en mi entorno y "sus alrededores" como perros, gatos y por supuesto niños  han sido los máximos benefactores de esa ternura expresada en palabras y caricias, que una mayoría de adultos no saben o sabemos expresar o no nos atrevemos a  decirnos a la cara lo mucho que nos queremos, y hacerlo con ternura. Lo cual no significa no querer o querer mal, pero se echa de menos, los adultos necesitamos de ese estímulo y en algunos casos con urgencia ... 


"Los estudios nos dicen que estimulando la ternura, los seres humanos mejoran su bienestar emocinal y su salud"


"He visto que la base de un cerebro sano es la bondad" 




Resulta esperanzador oír hablar de la bondad a la comunidad científica, aunque solo sea por cuestiones prácticas: Freud lo hizo... 


"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas" 



Una frase que me gusta recordar  del gran humanista,  economista y escritor, José Luis Sampedro es esta: "tenemos el deber de mejorar la vida" . Él lo hizo con su inteligencia y su bondad. Fue un hombre comprometido y coherente, de vida ejemplar. Nunca dejó de sonreír y de hablar alto y claro, denunciando las tropelías -como el decía- que los poderosos ejercían y ejercen sobre los ciudadanos y su libre pensamiento. Hombre cercano, de juicio sano y un gran ejemplo de hombre bueno.













Otra excelencia de la bondad la encontramos en la música con su carácter universal. Escuchar música eleva y expande el espíritu  de formas infinitas, intensifica y libera sentimientos que necesitan ser rescatados, nos hace vibrar, sin necesitad de  la palabra. ¡Ohhh... que sublimes momentos de placer y santificación!
La armonía en El aleluya de Leonard Cohen es una de ellas: se cuela en el corazón, como el agua en la arena, mientras un delicioso cosquilleo de miles de diminutas patitas hormiguean en cada milímetro de la piel para cubrirla de una manto sedoso de bondad y humanidad. Comprobadlo...  




No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad.
 Ludwig Van Beethoven

 

También en la poesía hay música... sus versos, la voz reveladora por excelencia que descubre, encuentra y reencuentra: bondad y verdad.



Tantos son los poetas ... tantos los que podría nombrar




Gerardo Diego decía refiriendose a Machado:
  «hablaba en verso y vivía en poesía»


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, 

pero mi verso brota de manantial sereno; 
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, 
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Antonio Machado





Divino y Humano, Marck Chagall el pintor poeta. El soñador. Cierro los ojos y me imagino volando de su mano por encima de los tejados de mi ciudad. Podría vivir tendida en uno de sus lienzos durante largo tiempo. Me deleitan todas sus formas amables, sensuales, color, dulzura, sueño, sensibilidad...  









Pero si de escoger se tratara,  la obra que mejor representa el sentimiento de  bondad -con mi manera de mirar- sin duda serían los retratos de Amadeo Modigliani. Desde muy pequeña siento una respetuosa y especial atracción por la docilidad de sus caras, asentadas en largos cuellos a modo de columnas que aguantan delicadas esculturas . Me gustan los ojos nocturnos de esas mujeres cuyas almas se intuyen apacibles y necesitadas, de inocente apariencia de fragilidad, bondad y pureza. El primer libro de pintura y el primer cuadro que pinté, fueron de este gran artista: el retrato de Alice. Creo que el enamoramiento es recíproco, hasta ahí llega mi aprecio y lealtad.










Y si hay bondades que enamoran, que ya hemos visto que sí, yo lo estoy de los poemas de esta mujer poeta, polaca, Wislawa Szymborska, premio Novel de Literatura 1996.




Todos mis poemas nacen del amor. Diría incluso que todos los poemas nacen del amor; incluso aquéllos que transmiten el mal, tienen en el fondo una forma de amor hacia el mundo. Estoy totalmente convencida... Y si no es así, lo siento por esos poetas. 




P O S I B I L I D A D E S


Prefiero el cine. 
Prefiero los gatos. 
Prefiero los robles a orillas del Warta. 
Prefiero Dickens a Dostoievski. 
Prefiero que me guste la gente 
a amar a la humanidad. 
Prefiero tener a la mano hilo y aguja. 
Prefiero no afirmar 
que la razón es la culpable de todo. 
Prefiero las excepciones. 
Prefiero salir antes. 
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos. 
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas. 
Prefiero lo ridículo de escribir poemas 
a lo ridículo de no escribirlos. 
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos 
que se celebran todos los días. 
Prefiero a los moralistas 
que no me prometen nada. 
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula. 
Prefiero la tierra vestida de civil. 
Prefiero los países conquistados a los conquistadores. 
Prefiero tener reservas. 
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden. 
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico. 
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas. 
Prefiero los perros con la cola sin cortar. 
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros. 
Prefiero los cajones. 
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado 
a muchas otras tampoco mencionadas. 
Prefiero el cero solo 
al que hace cola en una cifra. 
Prefiero el tiempo insectil al estelar. 
Prefiero tocar madera. 
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo. 
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad 
de que el ser tiene su razón. 



...No imagino la poesía sin los seres que nos acompañan en la vida: los animales, las plantas... e incluso las piedras. Mi animal preferido es el mono. Me encantó un libro de Jane Goodall, A través de la ventana: treinta años estudiando a los chimpancés, en el que cuenta su investigación en Tanzania con los primates. No los estudió como un grupo, sino como individuos. Estuvo años siguiéndolos de uno en uno, investigando cada animal en concreto y descubrió que uno era individualista, otra era una mala madre, otra era muy cariñosa, otro era muy travieso... Se trataba de una forma de estudiar a los animales desde una perspectiva totalmente diferente. No me imagino otro enfoque distinto al del análisis individual. Todos somos un poco diferentes. El hombre se somete a diversas ideas de grupo y no siempre es bueno.









Si hago una buena obra, me siento bien. Y si obro mal, me encuentro mal.
 Esta es mi religión. Abraham Lincoln



Una prueba de la propia bondad está en confiar en la bondad de los demás. Michel E. De Montaigne



Y para acabar con este entrenamiento reflexivo sobre la bondad no puedo resistirme a dejaros otro poema de mi querida Wislawa. Su poesía me ha acompañado a lo largo de los dos últimos años y aunque podría apuntaros otros poetas, máximos exponentes de la misma, como Begoña Abad, mi último hallazgo, y que merece un capítulo a parte, hoy me quedo y os dejo  con la voz de esta gran mujer poeta de bondadosa inteligencia  y de estar sereno.




DESPEDIDA DE UN PAISAJE


No le reprocho a la primavera
que llegue de nuevo.
No me quejo de que cumpla
como todos los años
con sus obligaciones.

Comprendo que mi tristeza
no frenará la hierba.
Si los tallos vacilan
será sólo por el viento.

No me causa dolor
que los sotos de alisos
recuperen su murmullo.
Me doy por enterada
de que, como si vivieras,
la orilla de cierto lago
es tan bella como era.

No le guardo rencor
a la vista por la vista
de una bahía deslumbrante.

Puedo incluso imaginarme
que otros, no nosotros,
estén sentados ahora mismo
sobre el abedul derribado.

Respeto su derecho
a reír, a susurrar
y a quedarse felices en silencio.

Supongo incluso
que los une el amor
y que él la abraza a ella
con brazos llenos de vida.

Algo nuevo, como un trino,
comienza a gorgotear entre los juncos.
Sinceramente les deseo
que lo escuchen.

No exijo ningún cambio
de las olas a la orilla,
ligeras o perezosas,
pero nunca obedientes.


Nada le pido
a las aguas junto al bosque,
a veces esmeralda,
a veces zafiro,
a veces negras.

Una cosa no acepto.
Volver a ese lugar.
Renuncio al privilegio
de la presencia.
Te he sobrevivido suficiente
como para recordar desde lejos.

De "Fin y Principio" 1993



Confío que si habéis llegado hasta aquí hayáis  disfrutado de  la belleza y nobleza de la bondad, os animo a practicarla, sin miedo, en todos los actos de vuestra vida. No conozco ningún acto más heroico que La Bondad.
Siria, Afganistan, Corea del Norte, Irak, Libia, Ucrania y decenas de países más y sus víctimas  necesitan con urgencia HÉROES DE LA BONDAD





Si quieres algo bueno, búscalo en ti mismo. Epicteto


miércoles, 12 de abril de 2017

SIN IDEAL NI ESPERANZA DESDE LA BUHARDILLA DE PESSOA



























No soy nada

Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.




Ventanas de mi cuarto,
De mi cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe
quién es
(Y si supiesen, ¿qué sabrían?),
Dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
A una calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
Con la muerte que mancha de humedad las paredes y hace
blancos los cabellos de los hombres,
Con el Destino que conduce la carroza de todo por el camino de
nada.
Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si estuviese por morir,
Y no tuviese más hermandad con las cosas
Que la de una despedida, tornándose esta casa a este lado de la
calle
La hilera de vagones de un tren, y el silbido de una partida
Dentro de mi cabeza,
Y una sacudida de mis nervios y un chirriar de huesos al arrancar.
Estoy hoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó.
Estoy hoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Fallé en todo.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada.
El aprendizaje que me dieron,
Descendí por la ventana trasera de la casa.
Fui al campo con grandes propósitos.
Pero allí sólo encontré yerbas y árboles,
Y cuando había gente era igual a la otra.
Me retiro de la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de
pensar?
¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tanta cosa!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber
tantos!
¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se piensan en sueños genios como yo,
Y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno,
No habrá sino un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay tantos locos deschavetados con
tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
No, ni en mí…
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas—
Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—,
Y quién sabe si realizables,
¿Nunca verán la luz del sol real ni hallaran oídos de nadie?
El mundo es de quien nace para conquistarlo
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga
razón.
He soñado más que Napoleón.
He abrazado contra el pecho hipotético más humanidades que
Cristo.
Hice filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella;
Seré siempre el que no nació para esto,
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie
de una pared sin puerta,
Y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero,
Y escuchó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Que me derrame la Naturaleza sobre la cabeza ardiente
Su sol, su lluvia, el viento que me despeina,
Y lo demás que venga si viene o que tenga que venir, o que no
venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
Pero nos despertamos y él es opaco,
Nos levantamos y es ajeno,
Salimos de casa y es la tierra entera,
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolates, niña;
¡Come chocolates!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de los
chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, niña sucia, come!
¡Si pudiera yo comer chocolates con la misma verdad con que tú
los comes!
Pero yo pienso y, al quitarles el papel plateado, que es de estaño,
Arrojo todo al suelo, como tiré la vida.)
Pero queda al menos de la amargura de lo que nunca seré
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico hendido hacia lo Imposible.
Pero al menos dedico a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo
La ropa sucia que soy, sin motivo, para el decurso de las cosas,
Y me quedo en casa sin camisa.
(Tú que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
O diosa griega, concebida como estatua con vida,
O patricia romana, imposiblemente noble y nefasta,
O princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
O marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante,
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
O no sé qué moderno —no concibo bien qué—,
Todo eso, sea lo que fuera, lo que sea, si puede inspirar ¡qué
inspire!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco
Me invoco a mí mismo y nada encuentro.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan.
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me pesa como una condena al destierro,
Y todo esto es extranjero, como todo.)
Viví, estudié, amé y hasta creí,
Y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
En cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira,
Y pienso: tal vez nunca hayas vivido ni estudiado ni amado ni
creído
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer
nada de eso);
Tal vez hayas existido apenas, como un lagarto a quien cortan
la cola
Y que es cola más acá del lagarto que se retuerce.
Hice de mí lo que no supe,
Y lo que pude hacer de mí no lo hice.
Vestí un disfraz equivocado.
Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me
perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Cuando la arrojé y me vi en el espejo,
Ya había envejecido.
Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había
quitado.
Arrojé la mascara y dormí en el vestidor
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.
Esencia musical de mis versos inútiles,
quién pudiera encontrarte como cosas que yo hice,
Y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente,
Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
Como un tapete con el que tropieza un borracho
O la esterilla que los gitanos roban y no vale nada.
Pero el Dueño de la Tabaquería se asomó a la puerta y se quedó
en ella.
Lo miro con la incomodidad de la cabeza torcida
Y con la incomodidad de una alma que mal entiende.
Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
Y un día morirá el letrero y también mis versos.
Después morirá la calle donde estuvo el letrero,
Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como nosotros
Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de las
cosas como letreros,
Siempre una cosa frente a otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra.
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del
misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una ni la otra cosa.
Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿a comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como mi camino,
Y gozo, en un momento sensitivo y adecuado,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es la consecuencia de una
indisposición.
Después me reclino en la silla
Y sigo fumando.
Seguiré fumando hasta que el Destino me lo permita.
(Si me casase con la hija de mi lavandera
Tal vez sería feliz.)
Visto esto, me levanto de la silla. Me acerco a la ventana.
El hombre salió de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo
del pantalón?).
Ah, lo conozco: es Esteves sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino, Esteves se volvió y me vio.
Hizo una señal de adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo
Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la
Tabaquería sonrió.

Fernando Pessoa
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