sábado, 30 de noviembre de 2019

VIVO EN CASA DE MI GATO

Una vez tuve una gata, se llamaba Nuca, era como describe el poema, pero mucho más traviesa que no cuento, y no fue la única, varios fueron los gatos y gatas que tuvimos cuando criábamos hijos. Los gatos murieron, los hijos se hicieron mayores y fueron dejando el hogar, luego vinieron los nietos, como caídos del cielo, el mejor de los regalo. Ellos, la música y los gatos abrigan los corazones en el invierno, cuando se siente el frío y la nieve blanca cae sobre la edad.



                                                                                                  
Para Mía Huguet la gatita que ya es una gata


PARAMIAHU
mi música predilecta.

Me gusta su distinción,
sus rasgos felinos
su trato justiciero
acariciar su pelo fino,

sus andares elegantes
su manera de esperarme
y ajustarse a mi regazo,
cuando a mi costado se tumba
y ronronea: me gusta,
o cuando se pone zalamero
y remolón
y para mi hace la croqueta
y de repente brinca
a esconderse
en el primer cajón que encuentra.

Me acomodo
a su vivir independiente,
lo mismo que él hace al mío,
nunca inoportuno,
al contrario, me gusta la caricia
que me dice:

¡tú me gustas!.

A veces es engreído
ufano y altanero,
así: también lo quiero.

De su higiene y de su pelo
se ocupa con esmero,
afila sus uñas en un madero.

Algo exquisito en la comida:
come bien y poco,
si se indigesta: toma hierba
en su maceta y ayuna.

Políticamente incorrecto,
inadecuado a las visitas,
no se anda con chiquitas:
si le gustas, te acaricia con su lomo
si no, huye sin titubeos.

Cuando el radar de su cola
lo pone en guardia,
porque atisba un peligro:
arquea el lomo
huyendo a toda prisa
con los pelos en punta
y un soplido muy
pero que muy furo.

Más si de amores se trata
visita otras casas
en busca de gatas.
Maltrecho y despeinado,
a su regreso
no hay reproches ni enfado
bajo este techo,
para este amor correspondido
que cuida y protege
que acompaña y abriga
que asiste y reconforta
en la mejor medida,

que me espera cada día
al volver a casa.

¡Créeme!
¡Hazme caso!:

Deja que te adopte un gato.

Elena Larruy

miércoles, 27 de noviembre de 2019

ECOS DE HORROR Y CÁNTICOS COTIDIANOS




Este poema es un trabajo que Sara, la profesora de literatura, nos pidió en el taller de poesía al que asisto. Propuso crear una poesía a partir del poemario Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, y así lo intenté, inspirándome en otra ciudad  Bangkok, de donde acababa de regresar de unas vacaciones y había observado el mismo feroz capitalismo y la misma explotación humana que el poeta Granadino vió en Nueva York. Después de horas de intento frustrado, de ensuciarlo con datos y hojarasca de escaso valor poético, acabé abandonándolo.
En otra sesión la propuesta era construir otro poema de carácter cotidiano, en un  lenguaje coloquial inspirado en el poema Un jueves telefónico, de otro García: Montero. Este parecía más fácil, o así me lo pareció. De manera que atendiendo las propuestas y la pauta sugerente que nos acababa de dar, en el sentido de que hiciéramos que los poemas dialogaran, me puse en ello.
Y como a menudo pasa componiendo, se parte de una idea y el poema toma el mando para llevarte donde él quiere. Así fue en esta ocasión, y no solo eso sino que al final concluí que estaba matando  "dos pájaros de un tiro", aunque yo diría que a uno más que matarlo lo herí: dando así por terminados mis dos trabajos, lo que se dice "un dos por uno".


ECOS DE HORROR Y CÁNTICOS COTIDIANOS

Sobre las seis y media me despierto
con una idea fija en la cabeza
"hacer que dialoguen los  poemas",
que nos dijo Sara en la clase.

Con trazo indolente
retomo el mío, a medio hacer.
Un río aceitoso lo atraviesa;
entre sus lodos mugrientos
mis versos náufragos, en Bangkok.

Al otro lado,
en un clic de pestaña:
otra frontera, otro estado, otro tiempo.
Federico me espera en Nueva York
a orillas del Hudson, atrincherado
con sus vacas patos y corderos.

Millones de insectos sin alas
de apariencia frágil y humana
circulan con atropello
por las calles de Bangkok:
cemento y rascacielos:
"en tres de ellos cabe mi pueblo"
que diría el de Fuente Vaqueros.
Con sangre de coco y arroz
colonias de hormigas
del mismo aspecto,
malviven en Tailandia,
en una vasta explotación
implacable y desalmada.
Rama X:
el dueño del gran hato,
el reyezuelo explotador
ambicioso y malvado,
que reduce cabezas,
y "hace argamasas de adobe gris
con los cuerpos"
con las que construye fortuna
y casas.

Mientras voy y vengo,
-entre desventura y desgana-,
enhebrando estrofas
y descosiendo versos,

por una ventana emergente
asoma Arturo: El Cid de las letras.
El periodista muestra
una historia que me atrapa:
le digo que sí,
que me voy con él a su casa.

Cuenta
que estando en Sevilla
y volviendo al Hotel
de Las Teresas, de tomar unas tapas,
se cruzó con Espartaco,
que los dos se fundieron
en un gran abrazo,
que sin ser amigos,
periodista y torero
se tenían  cariño:
que es hombre bueno
el de Espartinas,
humilde, cumplidor
y de buen trato.

Hace unos años
se enroló con su cuadrilla
dos semanas,       
para hacerle un reportaje.
Juntos recorrieron kilómetros,
por pueblos, ventas y plazas.
Una noche oscura
sentados en un porche,
el matador, al oído, le contó
una nefasta tarde de corrida:
de esas que en la plaza te gritan:
¡cobarde! ¡estafador! ¡sinvergüenza!

No lograba al toro, clavar el estoque.

En la barrera, la voz angustiada
de Alejandra, su hija,  en brazos de la madre
le gritaba al padre: ¡Vámonos a casa papá!

Una cortina de agua corría por sus ojos,
al astado morlaco no veía,
y se dijo: ¡o me mata o lo mato!

¡Y fue el toro el que derramó su sangre!
para que la hija volviera a casa
con el padre.

Conmovida por la historia
que acababa de leer
y antes del adiós
me cuenta Pérez Reverte
que le ha cambiado la mirada
que hace años que no pisa un tendido:
le mando mi ovación
desde la barrera de mi casa
y mientras aplaudo
oigo extrañada una voz
que al otro lado me grita:
 ¡traidora!
            ¡vuelve a casa conmigo
y acaba ya la faena! ¡Ingrata!

y me voy, me vuelvo,
me cambio ya de tendido,

me voy con Federico
al otro lado del Hudson.

Elena


El poema acabó siendo un relato vertical, que  me dejó la satisfacción del esfuerzo y del intento. Ese es mi mérito, y no otro. 
  



Poemas de referencia:

Un poeta en Nueva York de Federico García Lorca












Caricatura de Luis García Montero



martes, 19 de noviembre de 2019

JUEGA, NO PREGUNTES



SENTIR 

SOLTAR 

SONREÍR 

DISFRUTAR

Ahora entiendo que no soy yo. Me estoy dejando llevar. Todo se mueve. Permanezco todo el tiempo en contacto con la naturaleza, escuchando sus sonidos, privilegiando el diálogo con la noche y sus estrellas, el cultivo de todo tipo de plantas, la escalada a las montañas que parecieran ser besadas por las nubes, el escuchar los sonidos de las quebradas y dibujando las vivencias campesinas con la musa poética que emerge del todo y la nada, libre de análisis, de interpretaciones mensurables desde la mente que abunda en razones alimentadas por el pensamiento, que siempre intenta justificar el conocimiento desde el intelecto. Nos han hecho creer en la individualidad, en la fragmentación de la vida. Esa es una dimensión del conocimiento que ostentan los niveles de consciencia bañados de pensamiento razonado, pero carente de la naturaleza espiritual de las corrientes de vida que danzan en este plano y que ya empiezan a redescubrirse.

La vida contemplándose a sí misma
Héctor Rodríguez Orellana



miércoles, 13 de noviembre de 2019

CÓMO LEER POESÍA




Claves para la lectura de Poesía: CÓMO LEER POESÍA

Leer poesía es dar un salto a una realidad más sugestiva y más noble, con infinitas posibilidades. En casi todas las frases que cruzamos a diario hay palabras de más, en los poemas solo han de estar las estrictamente necesarias. Una premisa importantes a una buena  lectura de poesía es hacerlo  en voz alta. En poesía el sonido es importante. Si lo que queremos es conocer el poema,   ha de leerse  varias veces con atención, saber qué quiere trasmitir el autor. Leer Despacio es otra condición,  palabra por palabra, bien vocalizada,  respetando todos y cada uno de los signos de puntuación. Acelerando cuando lo que se dice es menos importante, y ralentizando cuando sí lo es. Lo más reseñable se dice lento. En poesía el que escucha procesa de maneras diferentes, ha de ver la imagen si es visual, escucharla con claridad si es auditivo y sentirla si su percepción es más sensitiva o kinestésica. Se ha de leer sin prisas.

El Tono en la comunicación hace que la lectura sea persuasiva y convincente; su vibración depende de si las cuerdas vocales  son cortas o largas, las cortas tienen mayor vibración y su tono es agudo, mientras que el tono de las largas es graven. Hay toda una gama vocal de tonos para ajustar la intención de la palabra o frase que se expresa. La entonación es  una regla primordial en la lectura.
El Timbre es la suma del sonido que sale de las cuerdas bocales y de la caja de resonancia. Boca nariz, fosas nasales: de su disposición y tamaño dependerá que el timbre cambie su sonido. Para obtener un buen resultado  se ha de abrir bien la boca.

La Intensidad es el volumen, y depende de nuestra respiración. Es la fuerza con que lanzamos el aire desde el diafragma  hacia las cuerdas vocales. Existen sencillos ejercicios de respiración y disposición que enseñan a adecuar y preparar la voz antes de la lectura.

Leer en voz alta, como ya he dicho,  es recomendable: engrandece el poema, incluso dramatizar, sin que eso signifique gritar ni exagerar. Las palabras tienen sentido y sonido; muchas veces no entendemos el sentido de un verso y es la musicalidad lo que despierta nuestro interés; el canto multiplica su fuerza lírica.
Os animo a leer buena poesía, a que lo hagáis en voz alta, a que disfrutéis de ella.

Elena


viernes, 8 de noviembre de 2019

LA MIRADA POÉTICA



La poesía es mucho más que un género literario. Se debe diferenciar entre poesía y poemas. Poesía es una forma de mirar el mundo; leemos poesía en las caras, en la naturaleza, en los objetos, en la música, en un cuadro. El poema puede ser o no valioso; la poesía y su valor creativo lo es siempre, porque nos lleva a una visión del mundo mucho más enriquecedora y expansiva.

En más de una ocasión ha llegado a mis oídos aquello de que la poesía no aporta nada a la sociedad ni al mundo, que las personas que viven con visión poética están fuera de la realidad, entendida como aquello que se puede tocar y medir, y que se sitúa  en el plano lineal de espacio tiempo. Sin embargo hay realidades mucho más extensas y profundas, campos de realidad desconocidos por la gran mayoría y por lo tanto no  explorados que enseñan al hombre conocimiento de si, que lo ayudan a evolucionar.

La visión poética es esencial en todo ejercicio de creatividad, es una vía de trascendencia que conecta al hombre con la fuente del ser -con la esencia- por un lado, y por otro, en su relación con lo que muchos entienden como "el mundo real", lo enriquece, le otorga luz y brillo con una interpretación más profunda que aumenta su valor.

¿Hay poesía en las matemáticas?: rotundamente sí. En las estructuras fractales hay auténticas formas y ritmos con contenido poético; en las formaciones geológicas hay poesía. En todo pensamiento científico siempre está presente un componente poético, no lo olvidemos. La poesía es una manera de mirar; afirmo que hay nata montada en el cielo: sí, y coliflores de agua creciendo en su huerto: también... no solo nubes panzudas cargadas de agua de lluvia.

Existe un sinfín de formas de entender la vida, de ver caminos donde otros no los ven. Deberíamos explorar más a fondo aquellos que nos proporcionan vías pacíficas y auténticas de evolución.

Elena


Otra forma de mirar el mundo por Gracia Iglesias


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...