Penso en tots vosaltres, mai he deixat de fer-ho, ni tampoc d´escriure.
Sóc feliç quan us recordo, m´agrada fer-vos un petó, una abraçada,
Molts petons i moltes abraçades.
Us envio amor, estrelles i jardins.
Les estrelles us les envio cada Nadal, el cel n´és ple,
Encara en queden, el cel les guarda.
Feliç Nadal i un molt bon Any Nou
Maria Josep Saus
Pienso en todos vosotros, nunca he dejado de hacerlo, ni tampoco de escribir. Muchos besos y muchos abrazos. os envío amor, estrellas y jardines. Las estrellas os las envío cada Navidad, el cielo está lleno, aún quedan, el cielo las guarda.
Querida amiga M.Josep, de entre las cosas más bonitas y entrañables que pasan cada Diciembre por nuestra casa, está tu felicitación de la Navidad. Gracias por tu recuerdo, tus besos y tus abrazos. Te recordamos siempre con cariño y te queremos. Tú si eres una estrella.
La Navidad presiona
en mi plexo.
Un grueso nudo lo atraviesa.
Faltan pocas horas
para la función.
Se han encendido las luces,
toca ser feliz, comer pavo,
el foie del malogrado pato
los turrones y el caba,
adornar el árbol, decir tonterías,
sonreír a la familia,
acordarse de los que ya no están,
intercambiar palmadas y abrazos,
recibir regalos,
y halagos.
Siempre habrá alguien nuevo
en la mesa, al que agasajar,
y ausencias naturales.
Las familias ya no son lo que eran,
dicen los más viejos,
ni nosotros somos los mismos.
El que cenaba a tu lado
ocupará un lugar, quizá, en otra mesa,
nuevas caras vendrán.
Pese a la alegría,
con amor confitado, de estos días
no tengo paz.
Vacío está mi corazón,
lleno mi plato,
sin otro apetito
que comerte a ti a bocados
cachito a cachito,
vida mia:
cuando me buscas
en la mesa
y te pides mi falda:
entonces, solo entonces
empieza
la Navidad,
lo que dentro de ti nunca has buscado.
No es más hermoso el sol de otros lugares,
por lejanos que estén:
lo que importa es la luz que da vida a tus ojos.
No fatigues tus días
en recorrer países en busca de otros mundos.
No tardes en emprender el viaje a tu interior,
no vaya a ser que pronto sea tarde:
no estás de ti tan cerca como crees,
ni es tanto el tiempo de que aún dispones
para descubrirte y conquistarte.
Autor: Angel Guinda
Feliz encuentro con la luz en este solsticio de invierno, donde los días crecen, haciendo más largos los momentos de luz. Un nuevo ciclo de vida nos ilumina, despejando las sombras; nos indica el camino a recorrer a cada uno de nosotros, para poder encontrar la divinidad oculta y para proyectar luz a aquellos que mas la necesitan. Feliz celebración de la Navidad. Paz y amor para el mundo.
En su hoja blanca tantea a la duda con precisión polaca,
de su silencio aguarda la pausa.
Es en ese instante de encuentro, que el poema inicia su marcha con andares de gata:
cadente, minucioso, preciso.
Confía en su instinto equilibrista
sorteando el vacío, en la estrecha cuerda del precipicio.
Se recrea en la incertidumbre y el misterio
le da voz a la niña,
para captar así muestra mirada
blanca.
Inocente, atenta,
siempre en vilo,
sosteniendo la templanza, con pisada cautelosa
la andadura del verso avanza; atenta nuestra mirada, sigue el temblor de la cuerda. sin mover una pestaña, ¿Y si te caes?, ¡ni tu ni tu alma lleváis arnés! Ni alas tiene la gata, y siempre cae a cuatro patas,
le contestas con ironía al miedo.
No hay valor sin riesgo,
ni posibilidad sin duda,
ni atención sin escucha,
ni palabra sin regla en ningún comienzo que no se juegue la existencia, cuando todo se acaba. La vida como los poemas tiemblan bajo los pies. Siempre tiemblan. No se avanza sin un "no se"
Elena
Elegante y delicada "gata", estrella de la palabra, poeta polaca, entrañable, inocente. Reconciliable, reconciliada, admirada y querida Wislawa. La mujer talentosa que jugó con las letras y sus reglas para dejarnos una preciada obra poética de extenso conocimiento de vida. Sí, querida amiga, tu poesía nos ensancha y da vuelo, así nos lo expresaste en el magnífico discurso, que aquí dejo, aceptando el prestigioso premio nobel de literatura, que la academia sueca tuvo el acierto de concederte en 1996, como prueba de reconocimiento a tu trabajo y a tu talento, con sello propio. Así eres y serás siempre recordada, querida Wislawa Szymborska.
Siempre he estado mucho más interesada en lo que pasa dentro de mi que en lo de afuera, hablo por boca de mi misma, me lo recuerdo porque a veces hasta lo dudo. Lo de afuera lo atendí, mucho más que lo de afuera a mi, y contra más lo atendía más enmudecía: ¡tanta la falsedad y la mentira, la decepción y la trampa...! Casi todo lo que sé y tiene valor e interés, desde que uso la razón, lo he aprendí observando con todos mis sentidos, y con la boca cerrada: actuando lo necesario hasta "desgañitarme los huesos y la esperanza".
No se si los demás aprendieron mucho o poco de mi, o nada, pero yo si aprendí de ellos. Contra más observaba y escuchaba, y contra más y más observo y escucho, mayor fue y es mi interés por no decir nada: nada -hoy no cuenta- y mucho menos de utilizar la palabra de la manera tan indigna como se la utiliza ahora. La sordera en la calle, con tanto ruido y griterío, va en aumento, la necedad, los narcotraficantes del verbo, los insultos, los insulsos personajes de porexpan, los disparos de los francotiradores, las respuestas soeces, los listos por turnos y temporada, los idiotas anónimos y sus emociones tontas y refritas de mal gusto, con tanto lerdo en acción benéfica atendiendo la tontería.
Yo, que creía en la palabra, -aún no he perdido la esperanza- me descorazono, temo ser contagiada de estúpidas opiniones de tendencias insulsas, de baratijas al uso televisado: quincalla a granel en las redes, en los noticieros, en los juzgados, -"tan serios, ellos las ilustradas señorías, los letrados"- con los políticos de medio pelo y los impostores de todos los oficios y colores.
Tantos, tantos y requetetantos, tonteando con idioteces, debates basura, a diario y por doquier, que esta mudez mía es cada día más profunda. Porque digo yo que a lo mejor no es tan malo, que alguien calle para sanar la palabra, dañada con tanto argumento vulgar, con tanta engreída nueva cultura falsa coleando por las redes y los medios. Alguien habrá que defienda la palabra, la sane y la rescate de analfabetos funcionales y de idiotas al cuadrado.
Reitero mi mudez por estas fechas navideñas, para pedir que con el pavo y los polvorones nos entre la lucidez y entre todos dignificamos la palabra para hacerla lúcida, culta y hermosa y callemos así todas las bocas enfermas y sucias, y a mi se me va de una vez por todas esta afonía.
Amor a la menta, a la taza, de salvia, esperanzado, de romero, deshidratado, nuevo, renovado, para todos, descosido, desenfrenado, o solo desabrochado?. ¿Se te escapa el amor o lo tienes bien guardado?
Todo era amor... amor! No había nada más que amor. En todas partes se encontraba amor. No se podía hablar más que de amor. Amor pasado por agua, a la vainilla, amor al portador, amor a plazos. Amor analizable, analizado. Amor ultramarino. Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche... lleno de prevenciones, de preventivos; lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M, con una M mayúscula, chorreado de merengue, cubierto de flores blancas...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos; con sus faltas de puntualidad, de ortografía; con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes, de los bomberos. Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas, que arranca los botones de los botines, que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto. Amor, incandescente —y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo. Amor-amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!
Oliverio Girondo
¿Tu corazón tiene dueño? o
¿es solo madera esperando un incendio?
¿Cómo es ese amor?
Juguemos a imaginar: si tu amor fuese un alimento ¿cual sería?
Hace algún tiempo que empecé a escribir en este espacio, al que llamé efectoprimavera: así era como me sentía en ese momento de feliz encuentro con mi nueva vida. Atrás dejaba una etapa profesional de cuarenta y tres años. Muchos años de esfuerzo y exigencias: propias y externas, y también extremas. Los primeros años fueron como todos los trabajos deberían ser: estimulantes y apasionantes; pero con la experiencia de la madurez, esa edad en la que pocas cosas se sostienen, empezaron a caerse los ideales, las esperanzas, las máscaras... Los héroes resultaron ser villanos, las princesas de plástico, sus coronas quincalla, y las promesas, como los méritos otorgados, de cartón piedra. Decepcionada y debilitada por el esfuerzo de una mente idealista y luchadora, por que así me sentía, viví esa última etapa de mi vida profesional con más pesar que acierto.
Me llevó mucho tiempo entender que yo era un alma libre que estaba prisionera, desenmascarar a actores y actrices, yo también lo era, y lo que fue peor ya no había retroceso; Cuando se abre de par en par la mente, la conciencia te exige coherencia, y eso fue prácticamente imposible, con lo que mi desesperación fue en aumento. Cuando por fin llegó el momento ansiado, sentí que llegaba agua a mi desierto: fértil, tremendamente dichosa y con grandes deseos de perseguir y cultivar la belleza.
Muchos de los que hoy son mis amigos me tendieron su mano y sus brazos, para estrecharme tan fuerte que podía oír sus latidos. Amigos que para siempre viven instalados en el jardín, sin rejas, de mi nueva vida. Ellos son los que me hablan de mis heridas, los que ponen orden a mi confusión, los que me señalan el color de las puertas del miedo, escuchan atentos, dan voz a mis sentimientos.
Juntos nos hemos celebrado, consolado y juntos seguiremos soñando en los infinitos posibles de la alegría y de la esperanza.
La poesía ha sido estos últimos años de mi vida mi aliada, la mejor amiga, la que cada día despierta mi curiosidad y mis dudas para seguir haciéndome preguntas, la madre amorosa que acompaña y calla. Siempre tiene atenciones conmigo, y yo con ella.
En los pequeños actos de la vida cotidiana encuentro la verdad y su belleza, la que siempre estuvo y yo no veía. También observo mucho dolor a mi alrededor, y gente tremendamente sola esperando ser rescatada de este vacío en el que estamos condenados a vivir. En los corazones de esos náufragos también hay poesía, por que la poesía nace del dolor dicen los poetas, otros creen que nace del amor, y yo pienso que todos tienen razón. Ahora no puedo concebir otra vida que no esté envuelta de esa luz.
Mi agradecimiento y admiración a todos ellos, amigos y grandes poetas, que me han ayudado a volar, arrastrando mi equipaje en este corto trayecto; que me han enseñado que amar es para siempre y que tampoco tiene retroceso, y que el dolor cuando se comparte tocamos a menos. Todos me han desvelado secretos, han estirado las arrugas de mi piel, dejando en ella su perfume y su caricia.
Wislawa Szymborska
Angel Gonzalez
Fernano Pessoa
Gioconda Belli
Diana Bellesi
Begoña Abad
Juan Gelman
Octavio Paz
Betina Edelberg
Federico Garcia Lorca
Jose Luis Borges
Mario Benedetti
Laura Llasan
Olga Elena Mattei
Gabriel Celaya
Amy Lowell
José A.Goytisolo
Katja Perat
Amalia Bautista
Luis Garcia Montero
Oliverio Girondo
Jaime Gil de Biedna
Benjamín Prado
Carilda Oliver
Jose Saramago
Alfonsina Storni
Jaime Sabines
Clarice Lispector
M.Jesus Mingot
Pedro Salinas
Rafael Cadenas
Blanca Varela
Miquel Marti i Pol
Jacinto Benavente
Jose Agustin Goytisolo
Eduardo Galeano
Luis Eduardo Aute
Joaquín Sabina
Itziar Minguez
Joan Manel Serrat
Alejandra Pizarnik
Alaide Foppa
Denise Levertov
Diane di Prima
Manuel Carrasco
Pablo Neruda
Jeanette Miller
Mercedes Escolano
Cristina Peri Rossi
Joan Margarit
Olga Orozco
Walt Whitman
Anna Ajmátova
Antonio Gamoneda
Bob Dylan Ida Vitae
No siempre la poesía la entendemos,
no siempre la leemos en el momento adecuado,
no a todos nos trasmite lo mismo.
Lo que de ella nos llega vale,
a veces es tan solo un desvelo
en un verso.
La poesía, como todo lo intangible en la vida,
se interpreta,
es un acontecimiento, una escucha
una experiencia.
La diferencia con otras lecturas es que esta no se juzga,
se siente,
y la música que de ella llega,
eso es lo que cuenta.
Un Poema deAnna Ajmátova
Hay en la intimidad un límite sagrado que trasponer no puede aun la pasión más loca siquiera si el amor el corazón desgarra y en medio del silencio se funden nuestras bocas.
La amistad nada puede, nada pueden los años de vuelos elevados, de llameante dicha, cuando es el alma libre y no la vence la dulce languidez del goce y la lascivia.
Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas, y a quienes lo trasponen los colma la tristeza. ¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón no late a ritmo debajo de tu diestra?
Sobre la concisión, diría que un poema es como la estructura de un edificio muy particular a la que no le puede faltar ni sobrar ni un pilar, ni una viga: si sacásemos una sola pieza, se desplomaría. Si en un poema se saca una sola palabra, o se cambia por otra y no pasa nada, es que no era un poema. O todavía no era un poema. Sólo llega a serlo cuando no se puede sacar o cambiar pieza alguna de la estructura. Pero entonces tampoco será necesariamente un buen poema: esto es otro tema que tiene más que ver con la otra característica a la que yo me refería: la exactitud. Un poema ha de decir justo lo que necesita (la mayor parte de las veces sin saberlo) su lector o lectora. De esta exactitud viene el poder de consolación de la poesía, porque la poesía sirve para introducir en la soledad de las personas algún cambio que proporcione un mayor orden interior frente al desorden de la vida. A la angustia por este desorden a veces se intenta hacerle frente con los entretenimientos, pero la diferencia es que de un entretenimiento se sale tal como se ha entrado. Sólo se ha pasado un rato. En cambio, al acabar de leer un poema ya no somos los mismos porque ha aumentado nuestro orden interior.
Se llamaba Mercedes, Y era buena. Dicen que todo el mundo la quería. Con su sonrisa ajena una estatua de niebla parecía. Se llamaba Mercedes. Y no existe sin su sol capullo de alegría. Señor, claro es triste este tanto quererla todavía.... Pero nunca sabré dejarla sola: aquí bajo la luz sigo con ella, me saluda la piel en cada ola y se asoma a mirarme en toda estrella... Hasta el llanto que baja a mis rodillas es casi necesario... Tú sabes: he crecido en sus rodillas, y tambien me enseño el abecedario... Lo que duele quizá en esta aurora, lo que sangra mi voz, lo que me aterra, es esto de sentir que a cada hora se está volviendo un poco más de tierra. La recuerdo dormida en su sillón el último verano; todavía tenía corazón a veces suspiraba con la mano... Su mirada venía desde el mar, y no sé, a cada rato, miraba como mira el azahar: con un poco de miedo y recato... Se llamaba Mercedes, Y era pura como el blanco cansado de su pelo. Andará por Allá con su dulzura, saliéndose del cielo... Aquí está su reloj, está su armario, su vestido de lana para el frío; aquí sobra un dedal, sobra un rosario. Señor, el tercer cuarto está vacío.
Dedicada a todos los amantes de la poesía, a Juanky y a Fer especialmente, poetas de fuego y pasión, que me animan con sus atentas palabras y sus visitas. Y a todas aquellas personas que desde este espacio sagrado consiguen un mayor orden interior frente al desorden de la vida, y nos regalan su luz. Os dejo en las cavernas delirantes de esta mujer loba que ama como vive, con instinto y sinceridad fiera. Cinco poemas de la poesía erótica más impresionante, valiente y bella que jamás he leído.
ESE RATO DE SELVA
Anoche me acosté con un hombre y su sombra.
Las constelaciones nada saben del caso.
Sus besos eran balas que yo enseñé a volar.
Hubo un paro cardíaco.
El joven nadaba como las olas.
Era tétrico, suave, me dio con un martillo en las articulaciones.
Vivimos ese rato de selva, esa salud colérica con que nos mata el hambre de otro cuerpo.
Anoche tuve un náufrago en la cama.
Me profanó el maldito.
Envuelto en dios y sábana nunca pidió permiso.
Todavía su rayo lasser me traspasa.
Hablábamos del cosmos y de iconografía, pero todo vino abajo cuando me dio el santo y seña.
Hoy encontré esa mancha en el lecho, tan honda que me puse a pensar gravemente:
la vida cabe en una gota.
Te mando ahora a que lo olvides todo:
aquel seno de nata y de ternura,
aquel seno empinándose de un modo
que te pudo servir de tierra dura;
aquel muslo obediente pero fiero,
que venía de sierpes milenarias;
aquel muslo de carne y de me muero
convocado en las tardes solitarias;
aquel gesto al echarme en la locura;
aquel viaje al amor, de mi cintura;
aquel gusto en la piel a lirio extraño,
aquel nombre pequeño bajo el nombre,
aquel pecado de volverte un hombre
en el vicio feliz de hacerme daño.
De: Memoria de la fiebre
OPCIONES
A veces va una por la calle, triste, Pidiendo que el canario no se muera Y apenas se da cuenta de que existen Un semáforo, el pan, la primavera.
A veces va una por la calle, sola, -ay, no queriendo averiguar si espera- Y el ruido de algún rostro que se inmola Nos pone a sollozar de otra manera.
A veces por la calle, entretenida, Va una sin permiso de la vida, Con un hambre de todo casi fiera.
A veces va una así, desamparada, Como pudiendo enamorar la nada, Y el milagro aparece en una acera.
DECLARACIÓN DE AMOR
Haz el amor, no la guerra...
Pregunto si llevo corazón cuando despierto el peligro entre sus muslos, si me equivoca cuando preparo la única trinchera en su garganta.
Yo sé que la guerra es probable; sobre todo hoy porque ha nacido un geranio.
Por favor, no apuntéis al cielo con vuestras armas: se asustan los gorriones, es primavera, llueve, y está el campo pensativo. Por favor, derretiréis la luna que da sobre los pobres.
No tengo miedo, no soy cobarde, haría todo por mi patria; pero no habléis tanto de cohetes atómicos, que sucede una cosa terrible: lo he besado poco.
COMO UNA MUJER DE ABSORTO
Apenas quedé sin hombre mudaron el dos los pianos, no me bastaban las manos para estrujar aquel nombre.
¿Habrá ya nada que asombre como este beso a traición? Desde entonces mata el son, dicen nunca las arecas, sonando a unas güiras secas anda el poco corazón.
Hoy declaro un amor roto que no logra deshojarme.
Nada ha venido a sanarme el borbotón donde agoto tu siempre soy... ¡Ah, qué ignoto milagro el que se prepara! Me cogió una trampa rara.
Sin esperanza ninguna tengo sed, pido la luna y nadie vive en mi cara.
Pero esta pena la aborto, este dolor me lo quito; destrozo recuerdo y grito, los mando al diablo, los corto.
Como una mujer de absorto polen que siempre se inmola, le doy el turno a la ola porque quiero, porque sí: pues es cierto que perdí, pero el ala vuela sola.
"A mi nadie me ha enseñado a vivir, mucha gente me ha enseñado a morir, pero no lo han logrado" Carilda Oliver
Reír mucho y a menudo, ganarse el respeto de las personas inteligentes y el aprecio de los niños;
... merecer el elogio de los críticos sinceros y mostrarse tolerantes con las traiciones de los falsos amigos; saber apreciar la belleza y hallar lo mejor en el prójimo; dejar un mundo algo mejor, bien sea por medio de un hijo sano, de un rincón de jardín o de una condición social redimida; saber que al menos un vida ha alentado más libremente gracias a la nuestra; eso es haber triunfado.
Será mejor volver a casa y recogerse y empezar a pensar por nuestra cuenta, nos contaba el poeta. Cuando la palabra es auténtica y la sostiene una bandera con los colores de la inteligencia y la humanidad, cuando la mano que la aguanta no la agita sino que deja que lo haga el aire de una libertad renovada: es la palabra del poeta Ángel González; entonces yo, hago de su verdad mi bandera y de su corazón mi patria. Desde ese centro, que es su casa y la mía, y en su compañía, escucho como me cuenta las mentiras que creyó cuando era niño:
Leer, escuchar, vaciarse de engaños, atreverse con la verdad, dejar que pase el miedo, sentir en una voz, en un poema, en la música, en sus tiempos, un sentimiento que nos cuenta algo nuestro. Estar en ese acto de entrega y recibimiento: Ser la comunión, el instante preciso de todas sus partes: los protagonistas etéreos de ese momento, cuando lo auténtico se abre paso sin aviso, y nos roba el corazón, como también lo hace Salvador Sobral, intérprete con vocación de poeta, acompañado por su hermana Luisa a la guitarra, compositora del tema, Amar Pelos Dois , canción ganadora en el festival de Eurovisión 2017..
A menudo me pregunto ... ¿de cuantos vacíos estamos hechos?
Salvador necesita un corazón nuevo, para seguir llenando nuestras vidas de amor y poesía.
Está en espera de un trasplante de un donante compatible.
No dejemos que este corazón se pierda.
Si el vacío lo llenamos con más vacío, siempre estaremos huecos. Lo que no tiene peso es como un corcho a la deriva, que aunque no lo hielen los inviernos, siempre le arrastraran todas las corrientes hasta puntos muertos.
Con arenas ardientes que labran una cifra de fuego sobre el tiempo,
con una ley salvaje de animales que acechan el peligro desde su madriguera,
con el vértigo de mirar hacia arriba,
con tu amor que se enciende de pronto como una lámpara en medio
de la noche,
con pequeños fragmentos de un mundo consagrado para la idolatría,
con la dulzura de dormir con toda tu piel cubriéndome el costado del miedo,
a la sombra del ocio que abría tiernamente un abanico de praderas celestes,
hiciste día a día la soledad que tengo.
Mi soledad está hecha de ti.
Lleva tu nombre en su versión de piedra,
en un silencio tenso donde pueden sonar todas las melodías del infierno;
camina junto a mí con tu paso vacío,
y tiene, como tú, esa mirada de mirar que me voy más lejos cada vez,
hasta un fulgor de ayer que se disuelve en lágrimas,
en nunca.
La dejaste a mis puertas como quien abandona la heredera de un reino del que nadie sale y al que jamás se vuelve. Y creció por sí sola, alimentándose con esas hierbas que crecen en los bordes del recuerdo y que en las noches de tormenta producen espejismos misteriosos, escenas con que las fiebres alimentan sus mejores hogueras. La he visto así poblar las alamedas con los enmascarados que inmolan al amor —personajes de un mármol invencible, ciego y absorto como la distancia—, o desplegar en medio de una sala esa lluvia que cae junto al mar, lejos, en otra parte, donde estarás llenando el cuenco de unos años con un agua de olvido. Algunas veces sopla sobre mí con el viento del sur un canto huracanado que se quiebra de pronto en un gemido en la garganta rota de la dicha, o trata de borrar con un trozo de esperanza raída ese adiós que escribiste con sangre de mis sueños en todos los cristales para que hiera todo cuanto miro. Mi soledad es todo cuanto tengo de ti. Aúlla con tu voz en todos los rincones. Cuando la nombro con tu nombre crece como una llaga en las tinieblas. Y un atardecer levantó frente a mí esa copa del cielo que tenía un color de álamos mojados y en la que hemos bebido el vino de la eternidad de cada día, y la rompió sin saber, para abrirse las venas, para que tú nacieras como un dios de su espléndido duelo. Y no pudo morir y su mirada era la de una loca. Entonces se abrió un muro y entraste en este cuarto con una habitación que no tiene salidas y en la que estás sentado, contemplándome, en otra soledad semejante a mi vida.
Hay un silencio de paz cuando las tribus están reconciliadas, cuando la noche recoge su frescor; es como si hiciéramos alto con las velas recogidas, en un puerto tranquilo. Hay un silencio de mediodía cuando el sol suspende los pensamientos y los movimientos. Hay un silencio falso cuando el viento del norte ha cedido y, la aparición de insectos arrancados, como polen a los oasis del interior, anuncia la tempestad del Este, que trae arena. Hay un silencio de confabulación cuando se sabe, de una tribu lejana, que está fermentando. Hay un silencio de misterio cuando se anudan los indescifrables conciliábulos entre árabes. Hay un silencio tenso cuando el mensajero tarda en volver.
Un silencio agudo cuando se retiene la respiración, por la noche, para escuchar. Un silencio melancólico si se recuerda a quien se ama.