Fotografía E.Larruy |
Será mejor volver a casa y recogerse y empezar a pensar por nuestra cuenta, nos contaba el poeta. Cuando la palabra es auténtica y la sostiene una bandera con los colores de la inteligencia y la humanidad, cuando la mano que la aguanta no la agita sino que deja que lo haga el aire de una libertad renovada: es la palabra del poeta Ángel González; entonces yo, hago de su verdad mi bandera y de su corazón mi patria. Desde ese centro, que es su casa y la mía, y en su compañía, escucho como me cuenta las mentiras que creyó cuando era niño:
A veces,
entre horas,
cualquier día laborable
también regresa y mide,
incógnito y fugaz, con leves pasos
su dominio,
comprueba el orden de todos sus bienes
(bancos, sauces, palomas, fuentes, pétalos, estatuas, urinarios, mariposas),
deja
su luminoso cetro entre las ramas,
y vuelve hacia su sitio de cosas entre las cosas,
dirigido por rótulos y luces,
acosado por claxons y sirenas,
cerrada la esperanza, el miedo abierto,
y el deseo también, y la nostalgia
de todas las mentiras que creyó cuando niño...
Fracmento de Parque con Zoologógico
Palabra sobre palabra
Leer, escuchar, vaciarse de engaños, atreverse con la verdad, dejar que pase el miedo, sentir en una voz, en un poema, en la música, en sus tiempos, un sentimiento que nos cuenta algo nuestro. Estar en ese acto de entrega y recibimiento: Ser la comunión, el instante preciso de todas sus partes: los protagonistas etéreos de ese momento, cuando lo auténtico se abre paso sin aviso, y nos roba el corazón, como también lo hace Salvador Sobral, intérprete con vocación de poeta, acompañado por su hermana Luisa a la guitarra, compositora del tema, Amar Pelos Dois , canción ganadora en el festival de Eurovisión 2017..
A menudo me pregunto ... ¿de cuantos vacíos estamos hechos?
Salvador necesita un corazón nuevo, para seguir llenando nuestras vidas de amor y poesía.
Está en espera de un trasplante de un donante compatible.
No dejemos que este corazón se pierda.
Si el vacío lo llenamos con más vacío, siempre estaremos huecos. Lo que no tiene peso es como un corcho a la deriva, que aunque no lo hielen los inviernos, siempre le arrastraran todas las corrientes hasta puntos muertos.
MI VOCACIÓN PROFUNDA
Yo buceo debajo de las cosas.
La gente dice: buzo,
y yo emerjo desde el fondo de las mesas,
chorreando tallarines como un tritón de alcoba.
Una vez crucé un año debajo de los días.
Cuando llegué de nuevo al mes de enero
tuvieron que hacerme la respiración boca a boca.
Me dio tanto asco que volví a sumergirme.
Nada hay comparable, sin embargo,
al gozo inoxidable de trocearse en dedos,
narices, ojos, penes, labios, cabellos, risas,
y refugiarse en vasos individuales llenos
de ginebra con menta
hasta que alguien nos diga agitando las banderas:
comencemos de nuevo;
la guerra ha terminado con el triunfo de mayo
C O M E N C E M O S D E N U E V O