miércoles, 11 de septiembre de 2024
UN LUGAR DONDE NO QUEDARSE
jueves, 18 de julio de 2024
CUANDO ¡ESTOY BIEN! ES NO DECIR NADA
CUANDO ¡ESTOY BIEN! ES NO DECIR NADA.
Hay jornadas que deberían descontarse del cómputo general de lo vivido. Esas en las que te levantas para ir al baño por la noche y al pasar por delante del espejo ves la cara de tu madre cuando tenía tu edad. Regresas a la cama, y está vacía. Te enroscas como un feto huérfano en su seno de sábanas blancas, y te entregas al sueño reparador del ayer inmediato. Pasará, te dices. Pero la noche pasa lenta, y se para a las cuatro. Te desfragmentas en trocitos de hielo y bagatelas de un dolor extraño —como nuevo— esperando que se haga la luz. Pero al rato, de nuevo, siguen siendo las cuatro. Estiras el brazo para alcanzar el Smartphone que está en la mesita. ¡Oh, sorpresa! Aparece una yegua pariendo dos potrillos en TikTok. Renqueantes se levantan y empiezan su marcha por dos caminos distintos, cada uno por el suyo. Sonríes. Les pones nombre: el tuyo y el mío.
Cuando una relación de pareja, tan larga como fue la nuestra, se acaba, dos vidas nuevas comienzan; nacen adultas, cansadas, expertas, canosas, resabiadas, ladeadas y solitarias, [...] y también esperanzadas.
Los recuerdos se vuelven amarillos, húmedas las palabras que lo significan. Entendibles los sucesos porque te has hecho mayor, has elegido y tienes la experiencia de los años vividos, pero el corazón no está para palabrerías ni verbos. El corazón es de otra condición.
Al levantarte por la mañana, te has de volver a inventar para la alegría, para el deseo, para seguir viviendo con los nuevos comienzos de cada día. Sobrellevas el duelo de estar sola y te asomas a la terraza a hablar con los geranios y las plantas crasas. Echas de menos una mascota hembra. Inventas nombres que le pondrías, —mientras tomas tu primer café. Lila/Jamaica/Odisea. Revisas los WhatsApp, te aseas con desgana. Te vistes para estar en casa. Sacas el salmón del congelador, o lo que toque comer ese día, y te sientas en tu escritorio.
Te salva la escritura cuando al levantarte subes la persiana y descorres las cortinas del cielo donde todo está despejado y limpio. Ese es mi lugar y mi centro. La escritura es la mejor de las amigas. Cuando escribo, aunque pueda no parecerlo, no hay ráfagas de tristeza colonizando mi cuerpo. Si lloro, es de alegría. Nada entela mi mirada, ni resfría mi corazón al desnudo.
¿Cómo estás, Elena? Estoy bien. Le respondo a mi sombra. Pescado o verdura: ¿Qué querrás para cenar? Desvarío por momentos, otros sonrío. He de reconfigurar mi programa y modificar sus desajustes.
Conforme pasan los días de verano, va sedimentando la materia arenisca de la separación. Se va deshaciendo en nada la fortaleza que fuimos. A los ojos de los otros, perdemos valor como «un todo», nos devaluamos. También a nuestra propia mirada, desde el sentimiento de abandono. Lástima y dolor por aquellos días de verano, cuando tú eras Júpiter y yo Venus. Cuando todo era para dos: las cañas, las paellas, los paseos, las reservas, la cama, los billetes de avión, las caricias, los sueños compartidos, los proyectos, las conversaciones, las cuentas bancarias, las preocupaciones, el café, nuestro amor [...].
Las raíces de mi cuerpo/ha bendecido el amor. / He florecido en la espuma/regada por la pasión/Por el semen generoso de la vida/y el dolor.
De todo aquello ahora solo quedan virutas de cariño, cumpleaños en familia, besos en las mejillas, llamadas logísticas y álbumes sepia. De ese sabor agridulce que es la vida ahora, [que es tiempo de que las familias se vayan todas de vacaciones, y tú te quedes], aparece un fermento en esta boca que solo a mí me pertenece.
¿Cómo estás, Elena? Me preguntan los amigos desde la lejanía más próxima. Y tú les respondes. Estoy bien. Y les digo la verdad, hasta cuando miento. Sola. Esta es ahora mi hoja de ruta. Donde muchas noches desando los pasos, camino para atrás, y tropiezo con bellos recuerdos de mi pasado remoto. Sonrío en la oscuridad de la noche.
Otras me acuesto con los desgarros del día y sus costuras abiertas. ¡Pronto serán las cuatro otra vez! Cuando estás quieta, te encuentra más fácilmente la tristeza, pero ya no me escondo ni me enfado, siempre hay un cielo que me acaba mandando flores, luces, y relojes nuevos que funcionan.
¿Cómo sino la alegría? ¿Cómo si no el deseo y la fuerza?, a veces detenida, como el busto de una estatua griega de mármol, desmembrada, en un jardín de primavera; y otras como la rama extendida de una araucaria con los brazos abiertos al cielo, para recibir a su albatros; sólido y poderoso, viajero del futuro, que me llene de sueños oceánicos y de un amor nuevo. Alta/fuerte/bien vivida/y en plena madurez. Soy yo. Sé que me estás buscando.
Te envío mis coordenadas.
Versos de Gioconda Belli
martes, 18 de junio de 2024
SI TE DUELE SOLO EL ALMA NO ES GRAVE
A mediados de los 90 me interesaba mucho la teoría de la complejidad. Cuanto más me adentraba en ella más comprendía los límites de nuestro conocimiento y de nuestra capacidad de predicción. La complejidad me ha sido muy útil. Me ha ayudado a alcanzar un sistema que funciona frente a la ignorancia. Creo que somos fundamentalmente ignorantes y muy, muy malos para predecir el futuro. Teoría de la complejidad/Naval Ravikant
El pensamiento discursivo no es fuente de luz:Tratamos de resolver un problema, y no hay respuesta. Entonces lo dejamos tranquilo. En el momento en que hacemos eso, hay una respuesta, porque la mente superficial ya no está luchando. Está quieta. Solo cuando la mente está tranquila -gracias al conocimiento propio- solo entonces, en esa serenidad, en ese silencio, puede manifestarse la realidad. El conocimiento de uno mismo/Jiddu Khrisnamurti
lunes, 6 de mayo de 2024
OLVIDO O CASTIGO
Autor Christian Schloe
Ocurre a veces, sobre todo en los
viajes, a miles de kilómetros de casa. A veces es un gorrión con la cola
amarilla que busca comida en la acera cuarteada por donde pasas, y te saca del
empeño de no romperte la crisma, en un país extranjero, sin ninguna elegancia. Otras
es la zapatilla, como llaman aquí a
la regleta: el soporte donde adaptas los diferentes enchufes de tus aparatos
eléctricos. O el pan macerado, que sirven en todos los restaurantes de la
ciudad donde vas a comer: de miga concentrada, saturada de harina blanca, con
su corteza resistente. O el dolor en el pecho que aparece a las pocas horas de tu llegada, y te alarmas a las cuatro de la tarde y a las nueve de la noche poniéndote en lo peor, hasta
que el estetoscopio de una mano amiga y experta te dice que todo está bien, que
solo era un dolor muscular de subir, bajar y arrastrar maletas y, de más de trece horas de incómodo
vuelo. A veces son las metáforas de la pobreza en el color ceniza de las caras
y las miradas sin brillo. O la letra arrastrada de un vocablo que te resulta
familiar, pero con dramatismo de tango. Otras es el monolito estático de un símbolo
que no te representa ni te dice nada, porque tu firme patriotismo y decisión es
una letra en blanco sobre fondo blanco-nuclear. Otras es el retrato, en la
fachada de un edificio, del tamaño de quince pisos, de un ciudadano de baja cuna
y altos logros, rosarino querido/admirado/proeza/”Messianico”/ una leyenda en vida. Otras es la cercanía de la voz
amiga que te habla desde el otro lado del océano. O cuando te sientes “rebien” como dicen aquí, en un “castellaaaaano
extranjero” que suena “reliiiindo”.
O cuando te salen a esperar tus amigos al aeropuerto, y te reciben con flores y
vino y hacen que te sientas como en tu propia casa. A veces es una “tormenta
eléctrica” que no deja más secuelas que un llanto coral en familia bien llorado
y escurrido. O la ebria alegría de imaginar caricias que nunca llegan. Otras
veces nada, nada de eso pasa y entonces te haces preguntas que te devuelven a
casa, a la tuya de siempre, esa que está donde estás tú. En ti. Entre fuego y cenizas;
consumiendo la vida y sus ciclos, como en una danza interminable que no cesa, arrastrada entre corrientes, -¡tantas veces!- como
el Paraná, el río turbio que atraviesa tu ciudad, del mismo tono que la vida cuando arrastra inmundicias
y lodos, Flor.
A veces hay que sumergirse en las profundidades del Lete para olvidar los pasados, porque nada pertenece al que está de paso a otras vidas. Teselas, Flor, así se llaman los trocitos que el otro día me preguntabas que nombre tenían, y yo te respondí que eran piezas pequeñas con la que los antiguos griegos componían mosaicos. Piezas rotas que los humanos usamos para reconstruir nuestra fortaleza día a día. Porque cada día se nos rompe algo. La vida es eso, una continua construcción y deconstrucción, como las piezas del Lego que montan y desmontan tus hijos pequeños, sin hacerse preguntas; disfrutando, aprendiendo, creciendo… Con la primera mirada. Con la voz limpia, Flor. Como si nada malo hubiera sucedido. Ignorando a otros que pareciendo vivir, quizás están en punto muerto.
Vivir con la memoria vaciada. En una actitud de valor y de constancia, por ti y los tuyos. Sin Castigo, ¿recuerdas? Por tu bien y el de todos los nuestros.
A veces para avanzar no necesitamos
más que… Solo el Olvido.
Elena Larruy
viernes, 26 de abril de 2024
DE LA CONCIENCIA A LA EXCELENCIA
Os sorprendería conocer el talento natural que anda suelto ─sin evaluar ni reconocer─ que se escapa a los medidores de intelecto que conocemos. Personas creativas y valientes asistidas por la gracia de una movida interna sin discurso, de un deseo superior sin freno ni dictados. Capaces de llevar a cabo con éxito cualquier empresa o proyecto.
Me declaro fan de estas personas y del trabajo bien hecho. A ellas me dirijo principalmente por su capacidad de influencia en los medios. Jóvenes, por lo general ─y a veces no tan jóvenes─ movidos por la pasión de todo tipo de conocimiento. Aman lo que hacen. Y son en gran medida emprendedores deseosos de «comerse el mundo». Los observo con mirada crítica y envidia sana.
La mayoría de estas personas tienen preparación académica y títulos universitarios, pero no siempre es así. Los hay más influenciados por el favor del instinto que por el reputado intelecto, que raramente pisaron un instituto y son auténticos ejemplos a seguir, incluso se les puede llamar maestros, como es el caso del copywriter Isra Bravo ─por poner un ejemplo. Autodidactas talentosos, emprendedores efectivos que se formaron ─y lo siguen haciendo─ con tesón y amor propio.
Para unos y otros trabajo y disfrute es la misma cosa. Interactúan de manera rápida y eficaz en las redes. Tienen olfato empresarial para detectar las oportunidades y, cualidades suficientes para atraer aquello que persiguen. Aprenden rápido. Conocen los dinamismos cambiantes de los mercados. Actúan con sus sinergias y sincronías de manera oportuna y confiada. Tienen prisa. Prisa por ser los primeros en “comerse el trozo más grande del pastel”.
Sin embargo, con más frecuencia que menos se observa en sus conductas una falta efectiva y afectiva de la presencia del Alma. Como si el ser humano fuera solo cuerpo y mente, como si el espíritu que lo moviliza y armoniza fuera tan solo un constructor de la mente, en la que sí creen de manera exclusiva, excluyente y hasta reverente, como si de una institución religiosa se tratase.
El terreno sensitivo, lo trascendente, lo metafísico incomoda a muchas personas. Evitan poner nombre a lo que no saben ni pueden controlar con un razonamiento lógico, por incompetencia operativa de lo que saben con lo que sienten. También por temor al desprestigio, a ser descalificados y etiquetados de supersticiosos, beatos, seres emocionales, creyentes, gregarios. Curanderos, descerebrados, santones, gurús, sectarios "personal de tercera clase" que juegan en otra liga.
Una mente sin corazón es como un óvulo sin esperma.
El universo es la expresión de la divinidad. Esta divinidad se manifiesta en infinidad de planos. Nuestro cuerpo humano es uno de ellos. La comprensión de lo que existe y de lo que somos, subyace en cada uno de nosotros y, es a través del silencio, la observación y la meditación que llegamos a la comprensión de su esencia: sin interferencias ni intermediarios, sin argumentos amarillos de la razón.
En todo tipo de trabajo excelente se detecta el sello del alma. Su presencia. Muchas veces sus propios creadores lo desconocen, por todo lo dicho.
Corazón y mente van juntos de la mano para crear vida y enriquecerla. Para hacer de esta una excelencia.
La apasionada carrera de ambición de estas personas a las que me refiero en el encabezamiento, sería reprochable en una sociedad más colaborativa que competitiva, más avanzada que enfrentada, más progresista que retrógrada, cuya lente crítica y esfuerzo estuvieran más enfocados a un reparto más justo del conjunto de riquezas. Pero esto no es así, como todo el mundo ya sabemos. Hemos sido educados en la diferencia, para actuar enfrentados. En un vivir de apariencias. No importa que nos pudramos por dentro de: aislamiento, vergüenza, tristeza, sufrimiento, odio, enfermedad, incomunicación, soledad, miedos […] La cuestión es guardar las formas establecidas, hacer como que no pasa nada. Y seguir con nuestro derrumbe existencial, desconectados de la conciencia del Ser y de su esencia. Del Todo al que pertenecemos.
La prestigiosa y reconocida Mónica Cavallé, doctora en filosofía, nos dice en uno de sus libros: El Coraje del Ser, que no podemos seguir viviendo en la ignorancia. Apegados a todas las falsas adherencias de lo que creemos ser ─y no somos. A las ideas y credos heredados que secuestran nuestra mente con imágenes, pensamientos y arquetipos mentales engañosos. Insiste en la necesidad de indagar más, desde el interior de cada uno de nosotros, para saber quiénes somos realmente y actuar con conciencia de alma, desde la no separatividad.
Una conciencia ejemplar: limpia, lúcida y trasparente es necesaria en todas las personas; especialmente en aquellas que, por su influencia en contextos tan poderosos como internet y el conjunto de medios, llegan a millones de personas. Se necesitan compromisos valientes. UNA DIMENSIÓN REVOLUCIONARÍA DE ELEVADA RESPONSABILIDAD.
Personalmente hablo desde la experiencia que con el paso de los años con lo vivido y por capilaridad, se ha ido conformando lenta y progresivamente en mi interior. He cuidado de mi, procurando forjar un carácter espiritual por convencimiento, sin mediadores ni credos externos. Esa es la naturaleza de mi fe. Y mi certeza. ¿Cuál es la tuya?
Conciencia en acción, lo llama Borja Vilaseca. Otro incansable buscador de la excelencia en el proyecto humano personal, educativo y empresarial que apuesta por el trabajo interior, sin moralismos ni estándares religiosos, desde lo más profundo del Ser.
Finalizo con un fragmento de la autora mencionada: [«Si ese anhelo de verdad es sincero e incondicional, finalmente veremos y comprenderemos, porque «todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla». El camino interior no es un asunto técnico ─como hoy en día parece dar a entender la proliferación de técnicas interiores─; es una cuestión de pureza. Y la pureza reside, entre otras cosas, en esta actitud: la de tener un anhelo de verdad que sea mucho más fuerte que los temores y deseos de nuestro yo superficial.»].
La presencia del Alma es necesaria en nuestras vidas, indispensable en todos los actos. Debemos y podemos actuar con esa inteligencia, si realmente queremos una mayor calidad de vida para todos. De la conciencia a la excelencia.
Cuida de ti ─Cura Sui─
sábado, 9 de marzo de 2024
LA AMISTAD HABITABLE
LA AMISTAD HABITABLEUn amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra.
Julio R.Ribeyro
Incluso aquellos de actitud más gatuna ─más esquivos─, pueden llegar a ser grandes amigos desde la distancia más remota.
Del amigo no tienes siempre que saberlo todo. Te das cuenta, cuando uno de ellos falta y te cuestionas cosas que ya no tienen respuesta ni nunca la tendrán.
viernes, 1 de marzo de 2024
EL AMOR EN MOVIMIENTO NO TIENE EDAD
domingo, 4 de febrero de 2024
LA ESTRATEGIA DE LA PÚA
sábado, 27 de enero de 2024
EL ENFOQUE HUMANO DE LAS EMPRESAS
miércoles, 17 de enero de 2024
EN UN VIVIR APARTE
Cuando escuchaba los poemas que traía Juana a clase, mi voz se quebraba. Me sentía una impostora. Empequeñecía. Sus poemas, de gran calidad y manifiesta cultura, ahondaban por todos los paisajes del Ser. Con ella me trasladaba hasta la misma orilla del mío.
A Juana le gustaba como escribía yo. Quiero imaginar que mi forma decidida y valiente. En cierta ocasión trabajando con la poesía erótica, compuse dos poemas subidos de tono, inspirados en la poeta cubana Carilda Oliver, recuerdo como Juana se ruborizaba al escucharlos, pues decía que ella no se atrevía a escribir así. Admiraba mi atrevimiento. Y eso me gustaba, viniendo de ella.
La poesía de Juana recorría un sin fin de paisajes por templos helénicos, lagunas, bosques, estepas, precipicios... Horizontes amigos comunes que perseguíamos todos los que estábamos allí.
Pablo era otro compañero de "altura". Jugaba con la palabra, hacía juegos malabares. Sus imbricados textos de oraciones y versos convertían sus creaciones en ingeniería poética, difícilmente por mi entendible. Descarrilaba al escucharlos, y me reducía a la mitad. Poemas surrealistas, del que el mismo Dalí hubiera copiado. No alcanzaba a entender lo que escribía a la primera, ni a la segunda, ni en primera fila. ¡Que no! Y además el brillante y agraciado Pablo lo aderezaba todo con un humor e ironía, que yo tampoco tenía.
Jesús, el profesor, admiraba la genialidad de Pablo. Diseccionaba sus poemas con mano de experto cirujano hasta hacerlos entendibles, como quien repara, ajusta y coloca venas y arterias en un corazón, para su buen funcionamiento. Entonces yo sangraba, en una hemorragia interior, y no tenía manera de taponar la herida. Un mes antes de acabar el curso me despedí de las clases.
Todo en Pablo era ingenio y agudeza. Generosidad, además de gran persona. ¿Cómo una mente tan prolija y sobresaliente podía convivir en un mundo tan de baratija y mediocre como el nuestro? !Ah! Por eso estaba ahí: en clase de poesía, me respondía. Porque era un tipo raro sin diagnosticar, como todos los que allí estábamos, de alguna manera. Refugiados. Disidentes sumisos. Marginados por la necedad: trastornados del vacuo vivir cotidiano.
Los poetas sobreviven y se entienden entre ellos en "los apartes" de las vidas. Cómo hago yo ahora que he cambiado de compañía, de casa, de barrio, de ciudad, del que ya no pega su ombligo a mi espalda porque ya no es mi marido, ni mi hombre, ni mi noche, ni mi día. Pese a todo seguimos siendo dos: yo y mi soledad de poeta.
Desde ese lugar donde vivo ahora, en mi recién estrenada vida, tengo la fortuna de contar con gente como Juana, cuya amistad redobla su significado, pues me hace sentir querida y acompañada. Agradezco infinito su amistad, sus acertados consejos con la escritura, y en especial la gran humanidad y cercanía que siempre me demostró. Todo lo de esta persona me nutre. Me siento muy privilegiada.
Os dejo tres poemas de su libro BESTIARIO DEL DESEO.
Adentrarse en la poesía de Juana Gallardo es desvelar sutilmente el misterio que habita en cada uno de nosotros: hilanderos, costureros, zurcidores, tejedores de vida.
AQUÍ ESTOY, ESTA SOY
Poco a poco recobro
a la que he sido.
No a la que he sido en esta vida
o en otras
en las que me cuesta tanto
creer,
sino a la que tejió mi deseo,
a la que, en mi imaginación,
ha vagado,
con el anhelo de ser algún día
algo más que un esbozo.
Aquí estoy, esta soy.
La cobarde y
la que saltó a mil abismos,
la que habló sin cesar
y la más silenciosa.
Soy aquella que,
cuando todo parecía perdido,
logró salvar el amor.
Ahora que la materia pierde
perfiles y formas,
ahora que los ojos impacientes
dejaron de buscar horizontes,
ahora que ya no hay
nada más que el ahora
aquí estoy
esta soy.
EL MIEDO
Te he guardado dentro
como botella
con tapón bien ajustado.
Tienes el sabor a astilla
de las almendras verdes,
su dureza.
y para digerirte he tenido que tragar piedras
igual que los caimanes.
Pero la vida es efímera
como un haz de luz inesperado
y, aunque nosotros, los vivos,
no lo sepamos
nada distingue a un muerto
de otro muerto.
Te dejo aquí, amante vacío
de alcobas clandestinas.
Te dejo con la soledad del vencedor
pues solo los vencidos aprenden
a hacerse compañía.
LA VEJEZ
En cada estación del año
me parece
habitar algo de ella.
No creas que voy a decir
que me convierto
en
tormenta
amapola
ola de mar
hoja seca.
En cada estación
me siento
un poco más vieja
y, como esto de envejecer
cuesta tanto,
me dan ganas de dejarlo todo
y encerrarme en casa a dedicarme
solo a eso:
a hacerme vieja
y a hacerlo bien.
Pero luego entra el sol,
o me da en la calle
una racha de aire fresco
y se me olvidan estas zarandajas.
Me pongo de nuevo
a escuchar al mundo
y a cantar
las canciones
que me llegan de él.
Y se me abren las alas de grulla
y otra vez estoy dispuesta
a viajar donde sea,
a donde el aire me lleve:
sin pensar en nada.
Poesía de Juana Gallardo Diaz