viernes, 26 de abril de 2024

DE LA CONCIENCIA A LA EXCELENCIA

 


Os sorprendería conocer el talento natural que anda suelto ─sin evaluar ni reconocer─ que se escapa a los medidores de intelecto que conocemos. Personas creativas y valientes asistidas por la gracia de una movida interna sin discurso, de un deseo superior sin freno ni dictados. Capaces de llevar a cabo con éxito cualquier empresa o proyecto. 

Me declaro fan de estas personas y del trabajo bien hecho. A ellas me dirijo principalmente por su capacidad de influencia en los medios. Jóvenes, por lo general ─y a veces no tan jóvenes─ movidos por la pasión de todo tipo de conocimiento. Aman lo que hacen. Y son en gran medida emprendedores deseosos de «comerse el mundo». Los observo con mirada crítica y envidia sana.

La mayoría de estas personas tienen preparación académica y títulos universitarios, pero no siempre es así. Los hay más influenciados por el favor del instinto que por el reputado intelecto, que raramente pisaron un instituto y son auténticos ejemplos a seguir, incluso se les puede llamar maestros, como es el caso del copywriter Isra Bravo ─por poner un ejemplo. Autodidactas talentosos, emprendedores efectivos que se formaron ─y lo siguen haciendo─ con tesón y amor propio.

Para unos y otros trabajo y disfrute es la misma cosa. Interactúan de manera rápida y eficaz en las redes. Tienen olfato empresarial para detectar las oportunidades y, cualidades suficientes para atraer aquello que persiguen. Aprenden rápido. Conocen los dinamismos cambiantes de los mercados. Actúan con sus sinergias y sincronías  de manera oportuna y confiada. Tienen prisa. Prisa por ser los primeros en “comerse el trozo más grande del pastel”. 

Sin embargo, con más frecuencia que menos se observa en sus  conductas  una falta efectiva y afectiva de la presencia del Alma. Como si el ser humano fuera solo cuerpo y mente, como si el espíritu que lo moviliza y armoniza fuera tan solo un constructor de la mente, en la que sí creen de manera exclusiva, excluyente y hasta reverente, como si de una institución religiosa se tratase.

El terreno sensitivo, lo trascendente, lo metafísico incomoda a muchas personas. Evitan poner nombre a lo que no saben ni pueden controlar con un razonamiento lógico, por incompetencia operativa de lo que saben con lo que sienten. También por temor al desprestigio, a ser descalificados y etiquetados de supersticiosos, beatos, seres emocionales, creyentes, gregarios. Curanderos, descerebrados, santones, gurús, sectarios "personal de tercera clase" que juegan en otra liga.  

Una mente sin corazón es como un óvulo sin esperma.

El universo es la expresión de la divinidad. Esta divinidad se manifiesta en infinidad de planos. Nuestro cuerpo humano es uno de ellos. La comprensión de lo que existe y de lo que somos, subyace en cada uno de nosotros y, es a través del silencio, la observación y la meditación que llegamos a la comprensión de su esencia: sin interferencias ni intermediarios, sin argumentos amarillos de la razón.

En todo tipo de trabajo excelente se detecta el sello del alma. Su presencia. Muchas veces sus propios creadores lo desconocen, por todo lo dicho.

Corazón y mente van juntos de la mano para crear vida y enriquecerla. Para hacer de esta una excelencia. 

La apasionada carrera de ambición de estas personas a las que me refiero en el encabezamiento, sería reprochable en una sociedad más colaborativa que competitiva, más avanzada que enfrentada, más progresista que retrógrada, cuya lente crítica y esfuerzo estuvieran más enfocados a un reparto más justo del conjunto de riquezas. Pero esto no es así, como todo el mundo ya sabemos. Hemos sido educados en la diferencia, para actuar enfrentados. En un vivir de apariencias. No importa que nos pudramos por dentro de: aislamiento, vergüenza, tristeza, sufrimiento, odio, enfermedad, incomunicación, soledad, miedos […] La cuestión es guardar las formas establecidas, hacer como que no pasa nada. Y seguir con nuestro derrumbe existencial, desconectados de la conciencia del Ser y de su esencia. Del Todo al que pertenecemos. 

La prestigiosa y reconocida Mónica Cavallé, doctora en filosofía, nos dice en uno de sus libros: El Coraje del Ser, que no podemos seguir viviendo en la ignorancia. Apegados a todas las falsas adherencias de lo que creemos ser ─y no somos. A las ideas y credos heredados que secuestran nuestra mente con imágenes, pensamientos y arquetipos mentales engañosos. Insiste en la necesidad de indagar más, desde el interior de cada uno de nosotros, para saber quiénes somos realmente y actuar con conciencia de alma, desde la no separatividad.

Una conciencia ejemplar: limpia, lúcida y trasparente es necesaria en todas las personas; especialmente en aquellas que, por su influencia en contextos tan poderosos como internet y el conjunto de medios, llegan a millones de personas. Se necesitan compromisos valientes. UNA DIMENSIÓN REVOLUCIONARÍA DE ELEVADA RESPONSABILIDAD

Personalmente hablo desde la experiencia que con el paso de los años con lo vivido y por capilaridad, se ha ido conformando lenta y progresivamente en mi interior. He cuidado de mi, procurando forjar un carácter espiritual por convencimiento, sin mediadores ni credos externos. Esa es la naturaleza de mi fe. Y mi certeza. ¿Cuál es la tuya?

Conciencia en acción, lo llama Borja Vilaseca. Otro incansable buscador de la excelencia en el proyecto humano personal, educativo y empresarial que apuesta por el trabajo interior, sin moralismos ni estándares religiosos, desde lo más profundo del Ser.

Finalizo con un fragmento de la autora mencionada:  [«Si ese anhelo de verdad es sincero e incondicional, finalmente veremos y comprenderemos, porque «todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla». El camino interior no es un asunto técnico ─como hoy en día parece dar a entender la proliferación de técnicas interiores─; es una cuestión de pureza. Y la pureza reside, entre otras cosas, en esta actitud: la de tener un anhelo de verdad que sea mucho más fuerte que los temores y deseos de nuestro yo superficial.»].

La presencia del Alma es necesaria en nuestras vidas, indispensable en todos los actos. Debemos y podemos actuar con esa inteligencia, si realmente queremos una mayor calidad de vida para todos. De la conciencia a la excelencia.

Cuida de ti ─Cura Sui─  


sábado, 9 de marzo de 2024

LA AMISTAD HABITABLE

 

Escultura de Jaume Plensa



LA AMISTAD HABITABLE

Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra.

Julio R.Ribeyro

Hace unos días siguiendo el rastro del escritor Javier Marías me encontré el homenaje que los amigos le hicieron unos meses más tarde de su fallecimiento, el 11 de Setiembre de 2022. Se escucharon voces de admiración y de respeto al talento de Marías y su obra literaria, pero sobre todo a la amistad que los había unido y al cariño que decían sentir todos por el amigo fallecido; anécdotas entrañables y guiños cómplices que ponían de manifiesto EL GRAN VALOR DE LA AMISTAD.
La verdad de la amistad es muy amplia, imprecisa y extensa. El periodista Antonio Lucas la define así:
La amistad es la más imprecisa de las verdades. La más exacta de las religiones.

En un acto silencioso entre dos amigos, que se entienden solo con mirarse, hay amistad. Sentido de prolongación el uno en el otro. Cuentan la anécdota de Camarón con otro cantaor de flamenco andaluz, Luis de la Pica; sentados uno frente al otro en la barra de un bar de Jerez, sin mediar palabra. Disfrutando el uno del otro solo con la mirada, con una timidez exagerada. Nadie los escuchaba hablar, pero no faltaban a la cita.

Se admiraban y se querían solo con mirarse, como en los versos del poeta chileno Pedro Prado: La amistad es amor. Los/amigos/se/hablan/cuando/están/más/callados.

Algo parecido sucedía entre Pio Baroja y Azorín en sus paseos por el parque del El Retiro de Madrid. De ellos cuentan que eran tan amigos que no cruzaban más que el saludo. Y/por/eso/yo/busco/el/tener/a/mi/lado/el/amigo/que/entienda/cuanto/digo/callado.

Arturo Pérez Reverte, es otro defensor de la teoría del silencio entre los amigos: «Ese saber estar juntos, como se está en un amor silencioso, sin más empeño ni vocación que el estarlo». Afirma, con razón, que no se puede andar por la vida sin gente a tu lado en quien puedas descansar.

A menudo los amigos no se parecen en nada o en casi nada. No comparten nuestros gustos, tienen maneras muy diferentes de ser, de estar en la vida; hasta nos pueden llegar a cansar en algún momento, pero aceptamos sus rarezas y defectos y los queremos sin juicios, de manera natural y sencilla, o no los queremos. Siempre hay algo que admiramos de ellos. Los amigos son hogar cuando más los necesitamos.

Una cualidad que no puede faltar en la amistad es la lealtad. La atención y la lealtad entre amigos deben ser reciprocas: 

No hay amistad sin lealtad. No hay amistad sin atención al otro.

Incluso aquellos de actitud más gatuna ─más esquivos─, pueden llegar a ser grandes amigos desde la distancia más remota. 

Del amigo no tienes siempre que saberlo todo. Te das cuenta, cuando uno de ellos falta y te cuestionas cosas que ya no tienen respuesta ni nunca la tendrán.

Entre buenos amigos artistas cuentan, no exentos de humor, que cuando escriben o sacan una obra no se las muestran entre ellos, precisamente por eso, porque “los amigos son sinceros”. Y es que la amistad está por encima de aquello a lo que te dedicas, a los gustos y aficiones que cada uno tiene, a lo que eres o crees ser. Cuando por oficio o profesión hay rivalidad entre amigos, se mueven muchas vanidades y susceptibilidades. Se ha de ir con tacto y, por supuesto con respeto. Nos debemos al amigo de la misma manera que nos apoyamos.

Porque somos humanos, vulnerables y tenemos pulso, naufragamos en ese mar encrespado de las emociones que nos desbordan tan a menudo y, nos hace sufrir. Los pequeños enfados y las molestias están siempre ahí, como lección de vida, para que ajustemos diferencias y reseteemos egos y credos. La humildad es otra cualidad que enseña la buena amistad. Hay que saber quitar hierro a esos pequeños conflictos que nos separan y hacerlos durar poco. Cuando desaparece el Yo personal entre buenos amigos se establecen vínculos superiores, se envejece juntos y nunca se está solo. 

Un buen amigo siempre nos hace mejor persona. Ríes con él. Con él y por él aprendemos a decir las cosas sin dañar, a dar valor a lo que no se ve, a lo que en apariencia no ocurre; porque vivimos en su guarida y ellos en nuestra trastienda, sin necesidad de poner palabras. Conocemos su canción.

El pájaro tiene su nido. La araña, su tela. El hombre, la amistad. W.Blake

Elena larruy

viernes, 1 de marzo de 2024

EL AMOR EN MOVIMIENTO NO TIENE EDAD



Artista Lita Cabellut

En cualquier momento
un labio encuentra otro labio
y vuelve a empezar el mundo.
Juana Gallardo


   En pocas horas cumplo setenta años. Cualquier persona joven, a quién pudiera interesar o entretener lo que escribo, ya se habrá ido de esta página antes del primer punto. Adiós.  Las personas mayores no interesamos al mundo, salvo a otros de la misma edad y, a veces ni eso.
 
   Un run run constante me ronda por la cabeza estos días que se acerca la fecha. Mi familia me prepara una sorpresa, no se de que tipo. Le tengo dicha  a mis hijos que no me pongan velas con la edad en el pastel. No quiero caras de extraños, desconocidos, camareros, gente entrando y saliendo del restaurante, volviendo sus caras hacia mi persona cuando suena la cancioncita dichosa, que todos desafinan. ¡Tierra, trágame!  
   En ese devaneo molesto de la edad biológica que tengo y me toca asumir (¡que pesado verbo!) con tan pocas ganas, no me salen las cuentas. A veces gente amable me dice ¡ostras Elena, pareces más joven!  abren los ojos  y arquean las cejas en signo de admiración. ¡Qué bien te conservas! qué ágil y despierta se te ve. Ayer incluso me pasó con Fabio un desconocido latino con el que llevo dos días hablando por teléfono y chateando. Fabio tiene una voz bonita, de esas radiofónicas que te envuelven; es educado y amable, hasta me escucha sin interrupción cuando hablo. Te dan ganas de invitarlo a casa a celebrar contigo. Sus servicios son altamente satisfactorios, así se lo digo, y lo valoro con un nueve, cuando Mas móvil me pregunta cómo he sido atendida.

   Cuando Favio me daba explicaciones a cerca de como configurar el amplificador del rúter de media distancia, sin ningún conocimiento tecnológico como yo tengo, le dije que me hablara más despacio, pues el próximo lunes cumplía setenta, pues hablaba como una bala y no me era fácil seguir sus indicaciones. Las personas mayores tenemos otros tiempos.
 ─ ¡Entiéndeme Favio!
 ─ ¡D i s c u l p a  E l e n a! ¡P e r o t u v o z  p a r e c e  m u c h o m a s j o v e n! exclamó.  ¡E s   a d m i r a b l e!. Ralentizó tanto la suya en ese momento que perdió parte del encanto. A punto estuvo de cambiar el tú, con el que me estaba tratando, por el de Usted.
 ─Sí, ya lo sé, le respondí. Parece una voz de cuarenta y cinco, eso me dicen. 

Viene siendo costumbre que las personas mayores tengamos que pedir disculpas por no entender las cosas. Los que nacieron más tarde ignoran en muchas ocasiones que las personas mayores manejamos tiempos distintos. Pero eso no es materia docente ni lo enseñan en los masters, a las personas que atienden servicios. 

   Mucha gente de mi edad y otras edades, más mujeres que hombres, presumen de lo mismo que yo, de ser más jóvenes de la edad biológica que tienen. Pero el aspecto físico no lo es todo. Las hay que solo valoran ese aspecto y olvidan la cabeza y sus atributos y solo la usan a modo de complemento, como quien lleva un sombrero o una gorra a juego con el traje.
   En cierta ocasión un admirador, de esos que se creen irresistibles y seleccionan lo que ellos consideran presas, para sus infidelidades de cama,  me confesó que nunca había leído un libro entero en su vida. Iba de guaperas, buen partido, y pretendía conquistarme de esta manera: ¿mira que guapo y que listo soy, sin haber cogido un libro en mi vida! Me dio una arcada al escucharlo que tuve que disimular del vomito de desprecio que me produjo. ¿Cómo se puede ser tan estúpido, y presumir de eso? No se puede ser más lerdo. 

   Cada uno es lo que es, pero también lo que piensan los demás que es. No se puede ir por la vida con ningún tipo de engreimiento. Tenemos la edad que tenemos y la edad con que los otros nos miran. Me rindo a la evidencia. Otra cosa muy distinta es como yo me miro, me pienso y me siento. Lo orgulloso/a que podamos sentirnos por los logros y los méritos. Ir con la cabeza alta sin estirar demasiado el cuello. Mirarse al ombligo y a la vez mirar al cielo nos da una medida más exacta de lo que somos en todo momento. 

   Yo pienso sobre mis años que tengo la edad de merecer muchas cosas buenas por muchas razones que acabo de borrar en este momento que sonaban vanidosas. No es falsa modestia. Simplemente sobra tanta explicación. Solo diré que no desfallezco fácilmente, estoy despierta y activa y tengo ganas de aprender y no creo en la derrota. Me alío con el tiempo y, acepto las consecuencias de la edad porque así viven los que deciden morir viviendo. Dos tardes por semana, echo una lloradita corta antes del noticiero, a la hora del Pasa Palabra.  Antes lo veía con mi ex y ahora sola. Pero luego, cuando me levanto temprano por las mañanas y me siento ligera, fresca, viva, conmigo a solas, hasta tengo ganas de bailar. Me aseo, como nos gusta a las personas mayores llamarle a la ducha,  me visto y me pongo de medio lado frente al espejo con la báscula a un costado y me digo: ¡qué bien te conservas! ¡Olé tú Elena! ¡tuviste voluntad! Te sentó divino los cuarenta días de ayuno. Soltaste lastre/me reduje/voy quedando menos.
He conseguido mantener a raya mi peso:  ahora no ceno, o lo hago de manera intermitente, o abro la nevera y como algún resto en plato de postre, o un yogurt de soja y mango. Me cuido y me descuido también con intermitencia, más lo primero. Sé quién soy. Tengo hábitos saludables, amigos, familia que se ocupan de mí, dos preciosas nietas (mis complementos: la vitaminas M y S) que me dicen a menudo: ¡te quiero mucho, yaya!. Mi recién ex marido que ahora es mejor amigo, cuando nos juntamos echamos unas risas y bromeamos sobre como nos gustaría que fueran las personas que deseamos encontrar en nuestra nueva vida, como deseamos ser queridos. (...). 
─ Pídela. Me dijo.
─ Ya lo he hecho. Le contesté.
 Y sonreímos uno frente al otro, con una mirada cómplice de cariño, por todo lo vivido juntos durante cincuenta años.  
El próximo lunes cuando apague la vela, a la voz de mi gente: ¡venga Elena, pide un deseo!: te pediré a ti. El amor en movimiento no tiene edad. Me quedaré quieta para que avances, yo soy más de que me encuentren.
El día menos pensado aparecerás tú, con los brazos abiertos y tu sonrisa poderosa, para decirme: «¡Por fin te encontré Elena, vamos!». 
Invadida por un éxtasis de alegría pura/ (que tomo como un vestido prestado, de un  poema de Clarise Lispector) me vestiré para la ocasión. Con una especie de pudor,/el que se tiene ante lo que es muy grande.
¿Eres tú, o solo lo estaba soñando?. 

domingo, 4 de febrero de 2024

LA ESTRATEGIA DE LA PÚA

 


En cierta ocasión hablando con un miembro de mi familia sobre lo difícil relación de las personas, me contó a modo de ejemplo algo que había escuchado sobre los erizos. Cómo por las noches, cuando hacía frío, se arrimaban entre ellos buscando el calor, pero al acercarse mucho se pinchaban con las púas y se lastimaban, por lo que enseguida se alejaban.

Así somos las personas, coincidimos los tres que participábamos de la conversación. Necesitamos el abrigo de los otros, pero a menudo esa distancia nos incomoda. Sin pretenderlo, dañamos al que se acerca demasiado o lo rechazamos. Otras veces somos nosotros los rechazados.

Unos y otros andamos buscando siempre el término medio donde aceptarnos y querernos. Donde entendernos mejor. Nadie dijo que la convivencia de las personas fuera fácil y mucho menos gratuita.

Me viene a la cabeza un poema entrañable de la poeta Burgalesa Begoña Abad, La medida de mi madre, donde cuenta como la hija de pequeña andaba buscando la medida exacta donde quererse con su madre. Primero se empinaba para besarla, pero cuando se hizo mayor y creció se tenía que agachar para dejar su beso.

Cuando los erizos ya conocen los límites del calor y del dolor se emparejan para siempre. La medida al final no debería ser tan importante como el hecho en sí de quererse, de ser amigos y cuidar más los unos de los otros.

Buscando información sobre esta fábula, metáfora de la vida misma, encontré las reflexiones de José Pomares, «profesor de ética empresarial y personal», acerca de lo alejados que estamos los humanos como sociedad familiar y empresarial. Los valores que dan soporte a una vida están a la deriva, incluso aquellos a los que se les atribuye virtud, no lo son tanto -a su manera de ver- como el caso del respeto. Manifiesta que en nombre del respeto actuamos equivocadamente.

El respeto es necesario, por supuesto que lo es, pero el respeto nos hace tomar distancias, nos aleja de los otros. La generosidad, sin embargo, es colaborativa, nos permite ayudar. El respeto no une. La generosidad sí.

Esa clase de generosidad, que hace que hagamos las cosas sin pensar, de manera desinteresada. Esa clase de generosidad nutre y enriquece a la especie humana.

Atendemos poco o nada al que nos necesita, porque siempre andamos con prisas, incluso huyendo de nosotros mismos. Nos olvidamos lo importante que es conocerse y trabajar en lo personal para seguir creciendo y desarrollando nuestra inteligencia y nuestra espiritualidad. Expandiendo una conciencia sana y saludable.

Lo mejor que puedo hacer por otro ser humano es ser mejor yo cada día.

Es una regla sencilla de aplicar, que acortaría distancias, haría de nuestra convivencia un mejor estar y sin duda un mundo mejor.

Los cambios son importantes. Todo en el universo es movimiento y cambio. Lo que cambia y se adapta perdura. Lo que no cambia fenece. Nos corresponde estar en continua trasformación, en continua comunicación. Pero debemos hacerlo bien: no estresados, no atolondrados, no atropellados. A las personas que todo el día corren y no van a ninguna parte yo los llamo “personas mecedoras”. Son cómo los balancines que están siempre en movimiento y la realidad es que no van a ningún sitio.

El diálogo de los cuerpos es la expresión de cómo se comunican las almas, ¡tan descuidadas! ¡tan desvalorizadas! Con las almas no se trafica ni se comercia. No son moneda de cambio.

Con comportamiento erizo busquemos al amigo, al compañero de vida, a la persona afín con la que andar caminos. Encontremos la medida exacta donde entendernos y querernos, donde no hacernos daño, donde cuidarnos. Y porque no, donde admirar la utilidad que una púa tiene por pequeña e insignificante que parezca.

sábado, 27 de enero de 2024

EL ENFOQUE HUMANO DE LAS EMPRESAS

 

Una de las cosas que más me hacía sufrir cuando trabajaba como directiva en una entidad bancaría, era el instrumento en que nos convertían a todos los cargos para obtener resultados. Yo escuché de un superior la conocida frase “No se os paga por pensar, se os paga por obtener resultados” Había momentos que la presión era tan fuerte que a punto estuve de enfermar.

La sensación de fracaso era insufrible; me negaba a ser valorada por los parámetros de venta: tanto haces, tantos vales. No concebía competir y ser utilizada de forma tan deshumanizada. Nos hacían sentir como camellos de feria a la carrera por llegar los primeros al objetivo y tocar la campana.

Se equivocan las empresas cuando tratan a sus empleados como meros instrumentos para sus fines. Antes que nada, son seres humanos.

Una empresa es tan buena como la gente que trabaja en ella. Lo compruebo cada día en el trato que recibo cuando gestiono mis cosas o voy a la compra. La calidad profesional y humana con que soy atendida, la educación, la amabilidad… determina el trato que la empresa, (el jefe, el dueño del establecimiento, la entidad…) da a sus empleados. Todo trabajador ha de ser instruido y considerado en su trabajo.

Cuando una empresa competente invierte en sus trabajadores, los motiva y escucha; cuando se ocupa de potenciar sus habilidades y capacidades, no solo de sus conocimientos, obtiene rendimientos muy superiores. Para conseguir su propósito ha de llegar a las partes más íntimas de sus empleados. Ha de conocerlos. Saber cómo son con sus compañeros, qué pasión les mueve, su grado de generosidad, su humildad, su humanidad, su comportamiento en equipo… Cuando un trabajador se siente escuchado y respetado lo da todo.

No concibo ningún trabajo sin entrega y entusiasmo. Sin pasión en lo que se hace. Un trabajador desmotivado no contribuye a hacer crecer una empresa.

Las empresas las forman equipos humanos, y funcionan o deberían hacerlo cómo funcionan las familias: en equipo. Todos los miembros son importantes, del primero al último. No compiten entre ellos, colaboran y se apoyan. Se cuidan unos a otros. Tienen proyectos comunes. Les mueve la ilusión; el logro de un miembro es el logro de todos. 

miércoles, 17 de enero de 2024

EN UN VIVIR APARTE


Ilustración de Ana Jarén


Conocí a Juana en el 2019, un poco antes de la pandemia. Coincidimos en un curso de poesía que impartía el poeta Jesús Aguado, un buen maestro, y excelente guía poético, del que se podía aprender mucho. Al poco nos recluyeron en casa, y las clases que hasta entonces habían sido presenciales continuaron por Zoom. Para mi, ya no fue lo mismo.

Cuando escuchaba los poemas que traía Juana a clase, mi voz se quebraba. Me sentía una impostora. Empequeñecía. Sus poemas, de gran calidad y manifiesta cultura, ahondaban por todos los paisajes del Ser. Con ella me trasladaba hasta la misma orilla del mío. 

A Juana le gustaba como escribía yo. Quiero imaginar que mi forma decidida y valiente. En cierta ocasión trabajando con la poesía erótica, compuse dos poemas subidos de tono, inspirados en la poeta cubana Carilda Oliver, recuerdo como Juana se ruborizaba al escucharlos, pues decía que ella no se atrevía a escribir así. Admiraba mi atrevimiento. Y eso me gustaba, viniendo de ella.

La poesía de Juana recorría un sin fin de paisajes por templos helénicos, lagunas, bosques, estepas, precipicios... Horizontes amigos comunes que perseguíamos todos los que estábamos allí.  

Pablo era otro compañero de "altura". Jugaba con la palabra, hacía juegos malabares. Sus imbricados textos de oraciones y versos convertían sus creaciones en ingeniería poética, difícilmente por mi entendible. Descarrilaba al escucharlos, y me reducía a la mitad. Poemas surrealistas, del que el mismo Dalí hubiera copiado. No alcanzaba a entender lo que escribía a la primera, ni a la segunda, ni en primera fila. ¡Que no!  Y además el brillante y agraciado Pablo lo aderezaba todo con un humor e ironía, que yo tampoco tenía. 

Jesús, el profesor, admiraba la genialidad de Pablo. Diseccionaba sus poemas con mano de experto cirujano hasta hacerlos entendibles,  como quien repara, ajusta y coloca venas y arterias en un corazón, para su buen funcionamiento. Entonces yo sangraba, en una hemorragia interior,  y no tenía manera de taponar la herida. Un mes antes de acabar el curso me despedí de las clases. 

Todo en Pablo era ingenio y agudeza. Generosidad,  además de gran persona. ¿Cómo una mente tan prolija y sobresaliente podía convivir en un mundo tan de baratija y mediocre como el nuestro? !Ah! Por eso estaba ahí: en clase de poesía, me respondía. Porque era un tipo raro sin diagnosticar, como todos los que allí estábamos, de alguna manera. Refugiados. Disidentes sumisos. Marginados por la necedad: trastornados del vacuo vivir cotidiano.  

Los poetas sobreviven y se entienden entre ellos en "los apartes" de las vidas. Cómo hago yo ahora que he cambiado de compañía, de casa, de barrio, de ciudad, del que ya no pega su ombligo a mi espalda porque ya no es mi marido, ni mi hombre, ni mi noche, ni mi día.  Pese a todo seguimos siendo dos: yo y mi soledad de poeta. 

Desde ese lugar donde vivo ahora, en mi recién estrenada vida, tengo la fortuna de contar con gente como Juana, cuya amistad redobla su significado, pues me hace sentir querida y acompañada. Agradezco infinito su amistad, sus acertados consejos con la escritura, y en especial la gran humanidad y cercanía que siempre me demostró. Todo lo de esta persona me nutre.  Me siento muy privilegiada.  

Os dejo tres poemas de su libro BESTIARIO DEL DESEO.

Adentrarse en la poesía de Juana Gallardo es desvelar sutilmente el misterio que habita en cada uno de nosotros: hilanderos, costureros, zurcidores, tejedores de vida. 


AQUÍ ESTOY, ESTA SOY

Poco a poco recobro

a la que he sido.

No a la que he sido en esta vida

o en otras

en las que me cuesta tanto

creer,

sino a la que tejió mi deseo,

a la que, en mi imaginación,

ha vagado,

con el anhelo de ser algún día

algo más que un esbozo.

Aquí estoy, esta soy.

La cobarde y

la que saltó a mil abismos,

la que habló sin cesar

y la más silenciosa.

Soy aquella que,

cuando todo parecía perdido,

logró salvar el amor.

Ahora que la materia pierde

perfiles y formas,

ahora que los ojos impacientes

dejaron de buscar horizontes,

ahora que ya no hay

nada más que el ahora

aquí estoy

esta soy.


EL MIEDO

Te he guardado dentro

como botella

con tapón bien ajustado.

Tienes el sabor a astilla

de las almendras verdes,

su dureza.

y para digerirte he tenido que tragar piedras

igual que los caimanes.

Pero la vida es efímera

como un haz de luz inesperado

y, aunque nosotros, los vivos,

no lo sepamos

nada distingue a un muerto

de otro muerto.

Te dejo aquí, amante vacío

de alcobas clandestinas.

Te dejo con la soledad del vencedor

pues solo los vencidos aprenden

a hacerse compañía.


LA VEJEZ

En cada estación del año

me parece

habitar algo de ella.

No creas que voy a decir

que me convierto

en

tormenta

amapola

ola de mar

hoja seca.

En cada estación

me siento

un poco más vieja

y, como esto de envejecer

cuesta tanto,

me dan ganas de dejarlo todo

y encerrarme en casa a dedicarme

solo a eso:

a hacerme vieja

y a hacerlo bien.

Pero luego entra el sol,

o me da en la calle

una racha de aire fresco

y se me olvidan estas zarandajas.

Me pongo de nuevo

a escuchar al mundo

y a cantar

las canciones

que me llegan de él.

Y se me abren las alas de grulla

y otra vez estoy dispuesta

a viajar donde sea,

a donde el aire me lleve:

sin pensar en nada.

Poesía de Juana Gallardo Diaz

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