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domingo, 14 de mayo de 2023

ENTENDERSE MAS Y MEJOR CON EL MUNDO



Cuando me preguntan sobre qué escribo, contesto que sobre mi. Escribir pone en orden los pensamientos. Siempre escribo sobre mi, hasta cuando no lo parece. Orhan Pamuk "cree que escribir es descubrir, batallando con paciencia durante años, la segunda persona escondida en el interior de uno mismo, ese ser encerrado en una habitación y sentado a una mesa, que se repliega a si mismo, a solas, para soltar las palabras que hagan del mundo otra cosa diferente de lo que es sin ellas".

Mientras que otros eligen la botánica, la fotografía o la jardinería, yo elijo conocerme mejor, ordenarme, poner letra a mi historia personal, a mis descubrimientos, a la música que suena en mi.  Ocuparse de uno implica responsabilidad, prestar atención a los cambios que se van produciendo, despertar la curiosidad de los otros, en ese basto universo que somos todos,  y aprender a aceptar aquello que no podemos impedir, aquello que hay que dejar pasar, como dice el Budismo Zen. Quitarle al mundo retórica y gravedad, desvelar la mentira. 

El conocimiento a veces produce malestar y dolor cuando nos aleja de los otros, cuando nos hace más críticos y sabedores. El saber, al contrario de lo que dice el refrán, sí ocupa lugar, y desplaza  a las personas,  pues el conocimiento siempre está en acción,  y nosotros con él. Hay personas que parecen estar siempre activas y sin embargo no van a ninguna parte,  porque su manera de estar y sus ideas solo dan vueltas en círculo, repitiendo hábitos y conductas, las mismas de siempre. Estas personas "de movimiento mecedora", no avanzan.

El saber conlleva una corriente interior que nos mueve más lejos. Si no hay cambios no hay crecimiento, si no hay duda, no hay reflexión ni progresión.  Me lo repito cada día, ahora que me estoy haciendo mayor, por que la tendencia del adulto es  repetir y circular por las mismas vías de siempre, donde se siente uno a salvo. 

De la misma manera que corrijo y mejoro los textos que escribo, me esfuerzo por entender la vida que se renueva,  y mejorarla. Viajando se amplia la mirada, la visión de las cosas, de las personas, de la propia existencia. Nunca somos los mismos cuando regresamos. Todo el mundo debería poder viajar a lugares distintos.

Hace apenas unos días que regresé de Zurich. Pasé allí dos semanas en casa de mi nieta. Estuvimos las dos solas. Nos adaptamos la una a la otra sin ninguna norma, de manera natural, nadie impuso ni dio ordenes a nadie: ni yo me puse a organizar el caos de su habitación -tentada estuve-, ni ella reprochó que no me quisiera adaptar  a sus horarios suizos. "Allí donde fueres haz lo que vieres". Yo vi en ese espacio mi casa, -así me lo hizo sentir- e hice lo que hago en la mía, convivir y compartir felizmente, de la misma manera que lo hacen dos saetas en el mismo reloj, y marcan tiempos diferentes.

Habían transcurrido apenas dos horas desde que me recogieron del aeropuerto, cuando me vi subida encima de un patinete eléctrico que mi nieta había alquilado. Me paseo por los alrededores de su casa primero, luego me dejó sola y finalmente acabó ella subida detrás de mi, enganchada a mi cintura -a lo que queda de ella. Subir en patinete era algo que yo tenía pendiente, algo que pensaba que ya no iba a ocurrir a mis años; ella conocía mis ganas y lo hizo posible, fue una auténtica gozada, y una preciosa locura que nunca olvidaré.  "Elena ya no tienes edad para estas cosas" me decía, y también "Ole tú".  Recorrimos el trayecto de unos mil quinientos metros hasta el pie del funicular que nos subió a una montaña próxima, donde se podía disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad de Zúrich,  y del impresionante lago de 90 kilómetros atravesando la ciudad.  Allí iniciamos una caminata de noventa minutos que se convirtió en otro momento placentero, mientras íbamos conversando y poniéndonos al corriente de todas nuestras cosas. Pasamos por una granja donde nos dieron a probar leche recién ordeñada, previamente tratada claro, se podían comprar huevos que acababan de poner  las gallinas. Nos hicimos fotos con los animales, un selfi con una vaca que se aproximó tanto a mi oreja que se podía percibir su aliento. Curiosamente también había alpacas y llamas que parecían vivir en su medio natural, como auténticas reinas, en sus cabañas, rodeadas de hermosas lomas y prados verdes. Si hubiera aparecido Heidi en esos momentos le habría preguntado por su abuelo, nada extrañada.  

De cada viaje uno trae siempre algo nuevo, por pequeño que sea. Os conté en mi anterior carta cómo me sorprendió descubrir las escaleras para gatos en las paredes exteriores de las casas, me pareció algo extraordinario y nada común.  Pues bien, una de las cosas que más me impresionó de Zurich, en esta ocasión, algo que ya sabía pero no hasta el punto que sí pude comprobar, fue la pulcra organización que tienen con los horarios en los transportes públicos, siempre en hora, perfectamente coordinados, precisos y exactos. Me encanta la puntualidad suiza y la información extraordinaria de los servicios. No hay caos circulatorio ni ruidos molestos, el sonido en el centro de la ciudad es del deslizamiento que hacen los tranvías cuando discurren por las vías. Eso sí es pacificar una ciudad y no lo que está sucediendo en estos momentos en la mía, Barcelona, donde las calles se colapsan en horas punta, se cargan de estrés circulatorio las vías principales.  Soy crítica con este tema, porque recojo el malestar y el enojo de muchos conductores que sufren las consecuencias de lo que la alcaldesa Ada Colau, responsable del proyecto, llama "pacificar la ciudad". En los últimos meses se han suprimido demasiadas vías y calles al tránsito de vehículos, convirtiéndolas en zonas peatonales, mejorando barrios que sí han salido beneficiados cuyos vecinos están muy satisfechos. Cambiar una estructura viaria en una ciudad como Barcelona es arto difícil y complejo, son proyectos que llevan mucho esfuerzo de todo tipo, yo de lo que me quejo es de la poca información que tenemos como ciudadanos por un lado y por el otro, que cada vez que cambian un gobierno o una alcaldía cambian los proyectos, a veces de extremo a extremo. El urbanismo de una ciudad ha de ser pensado con mucha antelación y detalle, con mucha responsabilidad para que las ciudades, efectivamente, sean más habitables y pacíficas para el bien común de todos los ciudadanos. Estos cambios de los que hablo han dado lugar a muchos accidentes con los patinetes, entre otros, con la creación de vías en las aceras que siempre han sido tránsito peatonal. Así no se pacifica una ciudad, antes hay que poner normas de circulación exigentes, para que se cumplan, bajo pena de sanción. Si desde el inicio las cosas se hacen bien después no hay tanto que lamentar. 

Estas cosas y otras son las que comparas y te cuestionas cuando viajas por el mundo. Cuales son los cambios, las tomas de decisiones administrativas y políticas que mejoran las ciudades para un mayor bienestar y convivencia.   

Elena Larruy


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