domingo, 27 de agosto de 2023

Entrantes de verano con Miscelaneas





Una de las cosas buenas que tiene mi ciudad en verano, cuando las temperaturas son compasivas, es poder pasear por sus calles vacías, o semi vacías de gente: sin ruidos, sin tráfico, sin prisas. El centro es diferente, recibe muchos turistas, a veces demasiados. En los barrios, sin embargo,  sus pequeñas arterias se trasforman, cambian su pulso; el bombeo del vivir cotidiano fluye en movimientos más lentos. En las persianas de los establecimientos cuelgan cartelitos con letreros que dicen: volvemos el 27, no estamos. Los desconchados con humedades en las paredes son más evidentes, lo mismo que nuestros cuerpos semi desnudos, despojados de ropa:  muestra de nosotros lo más auténtico y vulnerable; más frescos, con menos envolturas engañosas.

   Disfruto de los paseos matutinos cuando me acerco al mercado y me cruzo por el camino con los perros que tiran de la correa de sus amos, a los que han sacado de la cama. La mirada del descontento se activa cuando veo en las esquinas y paredes las meadas, el líquido amarillo discurriendo por las aceras,  pequeños ríos y afluentes que he de ir sorteando. A veces vuelvo a casa con salpicaduras en los bajos del pantalón, otras en los tobillos. No queda otra que fastidiarse con J, que dice mi amigo J.A., y esperar a Septiembre a ver si Jaume Collboni, el nuevo alcalde de mi ciudad, Barcelona «hace llover el milagro» que limpie de una vez  nuestras calles de suciedad y de meadas.
 
  En todos los Septiembres hay despedidas y esperanzas.  Es el mes de los reinicios y los comienzos, de volver a retomar los trabajos y las rutinas, de activar las pilas y ponerse la coraza para salir a pelear con la vida, con el jefe, con la competencia ─nos enseñaron a combatir más  que a colaborar, (para desgracia de todos)─. Es el momento de buscar ideas, de encontrar soluciones, de construir estructuras nuevas y servicios que solucionen el problema. Necesitamos a las mascotas en nuestras vidas, cumplen una función social de primera: acompañan, dan cobertura a los ancianos, a los niños, a la gente sola que necesita cariño...  Rompa barreras, si hay que derribar esquinas para que dejen de mearse los perros: se derriban Sr. Collboni. Para obtener resultados distintos, hay que hacer las cosas de diferente manera,  poner intención y ganas, esfuerzo, voluntad y compromiso. Por favor denos pronto buenas noticias. Septiembre está al caer, y se acaba muy pronto.     

  Lo que también finaliza en Septiembre, según las estadísticas, son las convivencias de pareja,  es el mes de más demanda. ¿El motivo? los roces y fricciones por una mayor convivencia vacacional. ¡Ay el amor de las parejas! -romántico, aclaro- que poco se sostiene con el tiempo. El amor romántico no existe, lo dice la escritora Espido Freire, premio Planeta 1999. «El amor romántico en las parejas es una falacia la mayoría de veces, pues las relaciones están más basadas en el interés y el cariño ─por supuesto─ que en el amor auténtico». Explica como a la vuelta de una vida, cuando desaparecen los padres, los hijos se van de casa; cuando se acaba el trabajo, o te separas de la pareja de siempre, como Elena la protagonista de su novela De la Melancolía, el mundo se te viene abajo.  En su caso es abandonada por el marido después de veinte años de matrimonio y le obliga a  volver a empezar, a reinventarse como persona, a construir otro modo de amar, para seguir viviendo. Y lo hace sin  dramatismos:
Bendice tu destino, cumple con aquello que has venido a hacer, que dicen los estoicos.
Y como el drama de ciertas soledades me motiva, recojo la opinión desafiante de otro escritor que admiro, cuya lengua es tan afilada como atinada, Arturo Pérez Reverte. Dice que las mujeres inteligentes a partir de los cuarenta años viven solas, "incluso las casadas y felices" lo están. Ahí lo dejo mujeres. ¿Os sentís reconocidas? ¿Acompañadas en vuestra convivencia? ¿Amadas de verdad?

  La poda en la escritura como en la jardinería ─y el silencio a veces prudente─ es de vital importancia, hacerlo cuando toca también. Ahora es el momento de pasar las tijeras para que brotes nuevos traigan pensamientos renovados y crezcan de manera armónica en sus ramas. De paso le hago un favor a Carmen que me lee en varias veces,  porque dice que mis textos son muy largos, y no le quito razón, aunque me derramo y desparramo de muchas maneras no voy con la corriente. Me gustan los descansillos, las entrelíneas, los remansos, los paréntesis donde detenerme y pararme a pensar. Sentarme a la fresca en verano  en los márgenes del tiempo y el espacio. 
Mi escritura es lenta y meditada. Centrífuga. Observadora. Miscelánea: lleva mi nombre. Me gusta tomar apuntes desde las cornisas de la vida, ampliar la visión general que tengo del mundo y de las personas, para luego llegar aquí y contarlo. 

   A menudo la mente se nos distrae con tanta información como le llega. Nos pasa a todos. Se mueve como pollo sin cabeza en una nube. De ahí la importancia que la  meditación tiene en nuestras vidas. Ahora dicen practicarla todos los modernos recién llegados a la jaula, donde andamos todos metidos. Se erigen en iconos de la moda y las tendencias y discursean con inconsistencias de espuma. Creadores de contenido, de pensamientos subvencionados, robados y subrogados a los de la misma condición. Embajadores de fruslerías en un país rendido a la incultura y las  bagatelas.   

   Tengo varios libros entre manos este verano, alguno en la espera de que llegue el momento,  como el que sabe que tiene un rico postre en la nevera y aguarda para más tarde el delicioso bocado.  Empecé a leer tarde, no puedo recuperar ese tiempo. No importa, lo que sí me importa es elegir bien las lecturas y las escuchas. En un pasado me interesaron las biografías, los libros de autoayuda, los que contaban lo que a mi me pasaba y cómo era. No soy lectora de novela, hay muy pocas historias que despierten mi atención, ─en parte porque he leído poco─ me considero culturalmente bastante ignorante. Lo que sí me gusta, es ver con que psicología abordan los autores los personajes y sus tramas. Disfruto leyendo  ensayos de buenos autores, me sorprende  la cantidad de argentinos que lo escriben, aprendo mucho de ellos.  No soporto la paja y la hojarasca de la narrativa, y cada día menos de las personas.  Me entretienen los Haykus, me justa jugar con la métrica de sus tres versos 7/5/7 y el logro y la atmósfera que consiguen de sus poemas. Los aforismos son mi debilidad, siempre tengo a mano los de Benjamín Prado:  todos de geniales para arriba. Él y Sabina son viejos amigos,  componen juntos desde hace muchos años. Son únicos, saben como construir frases cortas, recrearlas con ingenio y agudeza, con sensibilidad de artista y decir mucho. Contaban la anécdota que alguna vez son tan tercos y cabezones cuando escriben sus letras que discuten por una coma, se pueden pasar dos días sin hablar, con portazo incluido, defendiendo cada uno su postura. 


   Y para acabar cierro esta miscelánea con un postre poético delicioso. Un poema de mi amiga Juana Gallardo, de su libro recién publicado Bestiario del Deseo.  La buena poesía, como la de Juana, es néctar para el alma. No todos gustan de ese fruto delicado y reparador. No es nada extraño, en temas de cultura nos tienen a dieta de mortadela y refritos grasos, procesados por el televisor.  
Para los que os quedéis a leerla sin prisas, alejados de cualquier atención negativa: recrearos en cada verso, ─como el que mira sin ver─ sin pensar en nada. Todo a nuestro alrededor se apacigua y se vuelve manso y aquietado.
Que nada le reste pureza. Conectaros con la inocencia del momento en la naturaleza. Seamos la cebra joven o el cervatillo asustado que busca como cruzar a la otra orilla. Confía. Esto también es meditar.

   Cuando se lee poesía como cuando se observa un cuadro,  no importa tanto lo lo que el autor nos cuenta como la sensación que trasmite en cada uno de nosotros; puede o no coincidir. No estamos ante una prueba de conocimiento, ni queramos atrapar la figura, el sujeto... todo es más sutil. Es un sentimiento que se acoge, sin quererlo retener, sin pretender convertirlo en materia de estudio. Eso es otra cosa.
Tenemos necesidad de esponjar el alma, de hacernos más sensitivos. Mostrarnos más humanos. Aflojar los nudos y los ruidos exteriores. Imaginad por un momento ser el cervatillo que acaba de nacer y se enfrenta a la vida como nosotros mismos lo hacemos cada Septiembre.  


Elena Larruy



Como un potrillo de cebra

que ve el reflejo del agua

por primera vez,

sabrás que tienes que cruzar el rio.

Al perder el envoltorio del tiempo

perderás la cáscara de las palabras:

huérfana prudente amante torpe

acacia triste y corazón de ciervo

no querrán decir nada.

Tu vida no quedará

como libro olvidado

si supiste devolver

lo que de ella te vino.

Llegar será un deseo,

igual que deseamos

la voz de nuestra madre.



viernes, 21 de julio de 2023

AMIGOS DEL ALMA




    Una de las cosas buenas del verano, son los momentos de cariño y amistad que compartimos con los amigos que queremos y nos importan, las largas charlas de sobremesa frente al mar -después de  un exquisito arroz caldoso de cangrejo-,  o mientras nos damos un baño o un paseo. Ayer fue uno de esos días entrañables de amistad con M.Dolors y José Ángel, nos invitaron a su casa de vacaciones, fue un día muy agradable en su compañía; cuando estamos con ellos es como estar en casa.  Por la noche cuando volvimos a la nuestra, recordé esta canción: A mis amigos, del gran Alberto Cortez,  que yo escuchaba en mi juventud, junto a Castillos en el aire, cientos y cientos de veces. Os dejo su letra porque describe con acierto y mucho tino lo que es la amistad y lo que son los amigos. Esa cosa entrañable que te envuelve con su abrazo y te llena de atenciones y de ternura, y ese frágil barco de papel, que a veces parece que es  y  que ninguna tempestad tumba; las negligencias, los olvidos, la vanidad y las dudas... todo se olvida cuando estas en el amigo y el amigo está contigo. 
    Cuando nos hacemos mayores, los amigos van desapareciendo de nuestras vidas, nos abandonan,  unos porque les ha llegado la hora, otros porque se retiran para un vivir más recogido. Hace unos días escuché decir por boca del Doctor Karmelo Bizcarra, que conoce mucha gente que muere joven y los entierran a los noventa. La amistad también es imperfeta, yo misma he fallado, como fallaron conmigo, lo se, pero sigo queriendo al amigo que ya no está conmigo: me acuerdo ahora de tres nombres de amigas, a las que sigo evocando y queriendo con la misma intensidad, porque las quise de verdad y amo su recuerdo. 

Por todos vosotros: los amigos, por los que estáis, viejos y nuevos, por los que se fueron, y por los que vendrán y sigo esperando con los brazos abiertos.

A MIS AMIGOS 

A mis amigos les adeudo la ternura
y las palabras de aliento y el abrazo,
el compartir con todos ellos la factura
que nos presenta la vida paso a paso.
A mis amigos les adeudo la paciencia
de tolerarme mis espinas más agudas,
los arrebatos del humor, la negligencia
las vanidades, los temores y las dudas.
Un barco frágil de papel
parece a veces la amistad,
pero jamás puede con él
la más violenta tempestad.
Porque ese barco de papel
tiene aferrado a su timón,
por capitán y timonel.
¡un corazón!
A mis amigos les adeudo algún enfado
que perturbara sin querer nuestra armonía,
sabemos todos que no puede ser pecado
el discutir alguna vez por tonterías.
A mis amigos legaré cuando me muera
mi devoción en un acorde de guitarra,
y entre los versos olvidados de un poema
mi pobre alma incorregible de cigarra.
Amigo mío si esta copla como el viento
a donde quieras escucharla te reclama,
serás plural porque lo exige el sentimiento
cuando se llevan los amigos en el alma.

Alberto Cortéz








domingo, 2 de julio de 2023

MEDICINA CON ALMA

El médico que no entiende de almas no entenderá cuerpos. (José Narosky)


    Hace un par de semanas supe de la enfermedad de una persona conocida a la que le habían diagnosticado cáncer de mama, es el tercer caso de cáncer de mamá que conozco en un mes -preocupante. Cuando llamé a Moli, la llamaré así, me contó que había decidido no tratarse con quimio, tampoco con radioterapia, no quería abrasar su cuerpo, después de mucho pensarlo había tomado la decisión de internarse en Zuhaizpe durante un mes. Para los que no conozcáis este centro de salud  que está en las faldas de la sierra de Andia en Navarra del Dr. Karmelo Bizcarra, os diré que es un Centro De Salud especializado en "cuidados higienistas y antroposóficos".  El y un gran equipo de profesionales médicos altamente preparados ayudan a los pacientes a mejorar y restablecer su salud. Les enseñan a sanarse, y lo hacen de manera holística e integral, esto es atendiendo no solo la parte física del cuerpo, sino también atendiendo la parte mental/espiritual/social y cultural de la persona a tratar. Además de centro de salud, actúan también como escuela de salud, desde el mismo ámbito de la salud y no desde la enfermedad, a lo que estamos tan acostumbrados. Disponen de una línea editorial con todos los temas relacionados con la salud y el bienestar, el ayuno y los tratamientos naturales, cuyo enlace encontrareis aquí .



    Moli, me contó que lo había estado meditando mucho detenidamente y finalmente había decidido internarse, pues era lo que más confianza le ofrecía, sentía que ese era el camino de su recuperación. Le manifesté que su decisión me parecía acertada. No entró en mas detalles y explicaciones, la mayoría de enfermos de cáncer lo viven recogidos desde el círculo familiar más íntimo, evitando la propagación de la noticia y la dispersión. Es comprensible que así sea. Le recordé la importancia que tenía averiguar la causa, y me dijo creer conocerla. Me solidaricé  y  manifesté mi apoyo y le pedí, puesto que estaba interesada, que me contara la experiencia que iba a vivir, quería saber de primera mano de su recuperación y como viviría ella el difícil proceso que estaba a punto de iniciar, me dijo que sí, que durante el mes que iba a permanecer internada, seguramente no sería posible, pues así se lo aconsejaban, pero al regreso lo haría. Estaba deseosa de que llegara el día, decía sentirse bien; desde el primer momento que fue diagnosticada se estuvo cuidando y atendiendo: ahora sí. Nos despedimos con el convencimiento de que iba a volver sana y recuperada.




    Conocía este centro, que lleva funcionando más de tres décadas, hace años, ya que sigo  muy de cerca los trabajos del Dr. Karmelo Bizcarra, al que admiro por su práctica profesional y su carácter humanista. Siempre supe que si alguna vez lo necesitaba yo o mi familia acudiría a él, me pondría sin ninguna duda en sus manos, por su manera de entender y practicar la medicina y su talante honesto y humano.  En el centro Zuhaizpe van más allá de los tratamientos prescritos para cualquier tipo de enfermedad, que las instituciones médicas tradicionales practican, en muchas ocasiones agresivos y no siempre necesarios. La práctica de la medicina que todos conocemos, salva vidas: bienvenida sea, pero es insuficiente.  El equipo médico de Zuhaizpe entiende y atiende el cuerpo como un conjunto de órganos, sistemas y funciones perfectos, que interactúan y se comunican con inteligencia natural. Y desde ese entendimiento holístico actúan para curar, para recuperar la salud de los órganos dañados y sus funciones, en comunión con todas las partes, incluido, como no puede ser de otra manera, el aspecto psíquico.

    Un cuerpo enfermo/trastornado/doliente, cuando inicia su recuperación el primer paso a dar es su purificación. El cuerpo está lleno de toxicidades, en sus cavidades internas físicas, mentales, emocionales... Si perseguimos curas y sanaciones con resultados eficaces, no podemos hacerlo tapando/acallando el síntoma, se ha de ir en busca de la raíz, la causa y las circunstancias que lo ocasionaron, atendiendo todo su conjunto.





    Enfermamos porque algo no estamos haciendo bien, o nos han hecho, también por omisión de responsabilidad, por desconocimiento, por miedo: intervienen muchos factores. El cuerpo es el soporte donde se manifiesta la enfermedad, nos habla así,  y debemos saber que nos está diciendo. No tenemos cultura de salud, nadie nos ha enseñado, no existe esa asignatura. Cuando nos ponemos en ello, generalmente, es por que ya hemos enfermado, lo que trae en muchas ocasiones graves i terminales consecuencias. Otras, las más, el cuerpo se adapta, por su vocación natural de supervivencia, pero sus síntomas se van agravando, la enfermedad se cronifica, y la respuesta de recuperación se hace cada vez más y más difícil.

    Para Vivir en buenas condiciones de salud debemos saber cuidarla, hacernos cargo de ella, intentando entender estos principios, ser más clientes que pacientes cuando vamos al médico; por mucha ayuda que necesitemos, si no nos implicamos en algo tan importante como es la salud de nuestro cuerpo, no llegaremos a ninguna parte, andaremos por los mismos caminos de siempre: poniendo parches, a la pata coja, visitando consultas, farmacias, centros médicos y hospitales, y hablando entre nosotros de "la mala suerte", de cómo la enfermedad "nos ha tocado". Por que así nos han dicho que era.

    Personalmente entiendo el cuerpo como un ente saludable. Creo en la medicina humanista, en su senda. No me cabe en la cabeza tanta enfermedad, tantas dolencias, la continua aparición de enfermedades "raras" y tantísimos tratamientos. A las instituciones empresariales que intervienen en el ámbito de la medicina, y sus socios, les interesa que sea así; si no hay enfermos no hay clientes, si no hay clientes no hay negocio, si no hay negocio alguien no puede mantener su tren de vida y sus lujos. Esa es la realidad. Con los cuidados de la medicina antroposófica y la medicina humana que ejercen en Zuhaizpe, se salvarían muchas vidas, se evitarían más enfermedades, y los gobiernos se ahorrarían mucho dinero. 

    Hace años que sigo de cerca el trabajo de este equipo de profesionales, que se ayudan y trabajan con medicinas alternativas, me considero una buena observadora, conozco esa manera integral y humana de entender la vida, la salud y la medicina, sé donde hay valores sólidos, y donde no los hay. Os dejo enlaces, para aquellos que queráis seguir averiguando y conocer más a fondo qué es la medicina humanista y sus tratamientos naturales.


    Espero al final del verano poder contaros más de lo vivido por Moli en Zuhaizpe, y sobre todo espero en su pronta recuperación y en que toda la experiencia que va a vivir le dé claves y le ayude a conocerse más y mejor, para así enmendar errores y prevenirlos. Os recomiendo el libro Compartires recientemente publicado por la psicóloga y directora actual del centro Amalia Castro donde habla de todo este maravilloso proceso de trasformación y recuperación de la salud mediante la práctica de la medicina con alma.

   

El cuerpo es el soporte del alma que experimenta, cuando lo estresamos y lo dañamos, cuando lo ignoramos o no lo atendemos debidamente nos responde enfermando.  

         

Elena Larruy


martes, 20 de junio de 2023

VIAJAR ES VIVIR


    Un viaje empieza el día que cierras una reserva o contratas un viaje. El mismo día que la imaginación vuela libre al lugar de destino y empiezas a elucubrar qué verás y qué harás. Continúa cuando te levantas por la mañana, a dos días de la marcha, y haces una lista con lo que te vas a llevar, y te subes a la escalera para tirar de la maleta que guardas en el altillo. Cuando llegas al lugar, se borra la imagen que traías, a mi me pasa: lo que ves es distinto, ni mejor ni peor, distinto. Reseteas, te acomodas y te maravillas con lo que estás viendo, como nos sucedió a nosotros hace unos días al llegar a este lugar de Francia, donde nos encontramos ahora:  Sant Medard de Guizieres, una pequeña localidad al suroeste, cerca de Sant Emilión, famoso por sus viñedos y a una hora en coche de Burdeos. 

    Estamos en un bonito entorno rural de naturaleza, rodeados de grandes extensiones de campos, viñas y fincas. Las casas son más sencillas que lujosas, pero todas tienen su encanto, rodeadas de zonas de recreo y jardín, no hay ninguna igual a la otra, y no se ve ni una sola casa pareada.  Por aquí la excepción es encontrar un piso en algún edificio de viviendas, los pocos que se ven son antiguas y no parece vivir nadie en ellos. 




    Hace poco más de un año que pertenecemos a un club de intercambio de casa de vacaciones: HomeExchange, cuya experiencia nos está resultando muy gratificante. Cambiamos nuestro apartamento de la playa en Sitges-Barcelona-España por otros lugares que nos apetece visitar; lo mismo puedes ir a Sri Lanka, que visitar Canadá o solicitar una semana en Paris, y por supuesto ir a cualquier lugar de nuestro preciosa y rica geografía española. En doce meses hemos viajado a cinco países, y a ocho destinos diferentes. Para este verano tenemos previstos dos más. Nuestra casa de Sitges ha recibido a diez invitados/familias de distintas nacionalidades. Los intercambios pueden ser recíprocos y simultáneos, o no, también mediante un sistema de canje de puntos llamados GP (puntos de invitados: a cada casa se le otorga un valor en GP) que es lo que utilizamos nosotros, pues al estar libres de compromisos profesionales podemos viajar en cualquier época del año, además de por ser nuestra casa de intercambio la segunda residencia, lo que hace que esté muy disponible en cualquier época del año para cualquier viajero.  

    Mucha gente nos pregunta si no nos da miedo dejar nuestra casa, sin saber a quien recibimos; la respuesta es sencilla: no. Todos los miembros de esta asociación  están verificados por la organización, en unos mínimos exigentes, por otro lado, después de cada ocupación, tanto los anfitriones como los invitados rellenan una pequeña ficha de valoración que recoge aspectos como la limpieza, la comunicación y la coincidencia de lo publicado con lo que tu has visto. En la página de la organización se publican todas las casas con imágenes, descripciones  y detalles. La gente comenta y explica datos de interés del lugar, también datos personales de presentación, si se quiere puedes hablar con los interesados, todo el mundo muestra respeto y educación; cualquiera no deja su casa a extraños de dudosa conducta, y si alguien no es de tu agrado, por como se define o comenta, o por las valoraciones recibidas, no tienes más que no admitir su propuesta. 
Nada ni nadie te obliga. Nuestras experiencias hasta la fecha, tanto cuando hemos ido, como cuando hemos recibido, han sido todas altamente satisfactorias. Durante las estancias la comunicación es fluida, todo el mundo colabora y está dispuesto a ayudar a su invitado o a ser ayudado. Por otro lado están los benditos traductores, que hace que la comunicación fluya con total facilidad y entendimiento. Esta manera de viajar nos ha permitido conocer diferentes países y también aprovechar estancias cortas, en nuestro territorio,  cuando tenemos compromisos de reuniones o encuentros familiares o de amigos. Pero lo más gratificante es estar en otras casas, experimentar como viven otras personas en sus propios universos, de todos hemos aprendido algo, o hemos cogido una idea. Y a la inversa lo mismo, cuando un huésped se va, se interesan por donde comprar o como obtener algo que han visto en la tuya. En estas convivencias de intercambio das de lo tuyo lo mejor y en la misma  medida lo recibes. No puedo decir otra cosa.
    Para nosotros dejar nuestro apartamento, al que queremos y cuidamos con cariño, es un motivo de satisfacción. Hablar con las personas que se instalan, que llegan siempre contentas de poder compartir esta manera distinta de viajar es muy gratificante, y lo mismo cuando se despiden, siempre muestran su satisfacción y agradecimiento. 



    Mientras escribo estas líneas, han pasado tres días de nuestra llegada, es temprano, llevo el horario de las gallinas, me levanto amaneciendo y me acuesto poco después de las diez. Aquí hay quince gallinas, viven como auténticas reinas en un paraíso natural muy espacioso, al aire libre, tienen una casita de madera para recogerse, a las diez de la noche todas están dentro porque un cuarto de hora más tarde un sistema automático cierra la pequeña puerta de acceso, para resguardarlas de un zorro, que según nos dice M. Ange, la dueña,  anda por aquí. Temprano poco después de las siete se abre la misma puerta y las gallinas campan a sus anchas, comen hierba y se llegan hasta el estanque, un gran estanque verde con patos incluidos. Lo dicho: un paraíso. 

    Todos los viajes han tenido para nosotros algo fantástico, y este no iba a ser menos. Cuando uno cree que va a hacer un viaje, aun no sabe que el viaje es el que nos hace y rehace a nosotros. Viajar nos cambia, decía Mark Twain:  El viajar es malo para la intolerancia, el prejuicio y la estrechez de mente. 
     Al llegar nos encontramos con la agradable sorpresa del lugar, era mucho más grande de lo esperado, la impresión primera fue espectacular. La casa que habíamos visto en las fotos, y la descrita en la página de contacto se quedaba muy corta con lo que estaban viendo nuestros ojos nada  mas llegar, sabíamos que tenía terreno, piscina y zona lúdica pero no contábamos estar rodeados por grandes árboles de todo tipo, sobre una superficie superior a 1 Hectárea: diez mil metros cuadrados de terreno, donde además de la casa, se veían  otras cuatro construcciones: parking, cobertizo, zona de almacenaje y zona de recreo, con mesa de ping pong, futbolín y palas varias de juego. Y como no podía ser de otra manera la barbacoa. Contaría y no pararía. Este es, sin ninguna duda,  un lugar privilegiado para los que vivimos en la ciudad pisando asfalto todo el día, con apenas nada de espacios verdes y rodeados de ruidos y cielos contaminados. 
Francia es un país hermoso de extremo a extremo, todo su suelo es un manto verde, tiene grandes árboles, el campo está cuidado y muy bien delimitado, la mayor parte de la gente que vive en estos entornos lejos de las ciudades lo hace en  casas, como las descritas:  salen y pisan tierra y ven el cielo por las noches, sin contaminación de ningún tipo.
Cada año volvemos, estar en Francia es como estar en casa, es "como llegar a un sitio que te espera", que decía José Saramago. Todo nos parece amable y cuidado, desde el paisaje hasta la arquitectura, no hay nada a la vista ofensivo, lo mismo en los interiores de las casas; los franceses son conservadores en gran medida, de buen gusto, cuidan sus espacios, invitan al respeto y las buenas formas. 

    Cuando me levanto por la mañana, tengo que retenerme, pues mi primer impulso  es ir a ver las gallinas, quiero ver si han puesto algún huevo, pocas cosas hay en estos lugares que me guste más que ir a buscar huevos recién puestos, y llevarles de comer restos vegetales. Mientras camino hacia la "casita de lujo" de las gallinas y atravieso el jardín donde está la piscina, siento la humedad de la hierba en los pies, con el rocío de la noche, los pájaros empiezan a despertar, se escuchan diferentes sonidos en sus cantos, todo es serenidad, el robot de la piscina limpia las pequeñas hojas del fondo y el murmullo del agua que deja se integra en el conjunto armónico del amanecer, como un instrumento musical que se  incorpora a una orquesta y mejora la pieza del conjunto: esa es la escena sinfónica de la primera hora del día, y entonces yo doy las gracias, porque me siento viva y dichosa y la vida me parece más bella. Profundamente hermosa y  bella.

  Hoy es día de mercado en el pueblo de al lado, iremos a dar una vuelta después del desayuno y compraremos verduras, albaricoques y cerezas. Mañana tenemos pensado pasar el día en Burdeos, aunque el tiempo no parece estar con nosotros.  

   Entre los árboles curiosos que hay en la finca hay un arce y un litonero, varios frutales y un par de cedros muy grandes. Flores de todo tipo, unas naciendo otras muriendo, cono nosotros mismos. Todo aquí respira paz y armonía. 
 



    Esta, bien pudiera ser la carta de una niña agradecida a la que los reyes le han dejado uno de sus regalos favoritos: pues así es, así lo siento. Siempre imaginé que el cielo es lo más parecido a esto, un lugar en la naturaleza, donde vivir desde la paz y la creatividad, en conexión con la tierra, abrazando árboles, escribiendo, leyendo, escuchando música, mientras braceo por la piscina como el pez que soy, y acompañada por la persona que quiero, por llenarme de estos espacios que equilibran mis sistemas biológicos, que me armonizan, que me dejan una estela luminosa de luz de largo alcance de gratitud y amor que puedo expresar y hacerte llegar, como hago ahora. Viajar es vivir
 

                                                                   Gracias por leer💖me. Elena



La aventura de viajar consiste en ser capaz de vivir como un evento extraordinario la vida cotidiana de otras gentes, en parajes lejanos a tu hogar.
Javier Reverte, escritor, viajero y periodista


domingo, 11 de junio de 2023

LA GRATITUD COMO ACTITUD


Cada noche me acuesto agradeciendo tres cosas buenas que me han pasado durante el día; ayer me sentí agradecida por ayudar a una amiga que me pidió un favor. Cada vez que puedo echar una mano, a alguien que me lo pide, el sentimiento de agradecimiento es mutuo. «La recompensa de una buena acción está en haberla hecho.» decía Séneca.  El segundo motivo fue el disfrutar de un libro que estoy leyendo, por segunda vez, de María Negroni, El corazón del daño, que me lleva a meterme en las cavernas más profundas de las entrañas: me gustan esos paisajes, que otros rechazan,  y la tercera cosa que agradecí fue el bocadillo crujiente de pan gallego con chorizo ibérico que me comí con deleite en el desayuno; a solas en una cafetería, seguido de un cortado, mientras elucubraba las tareas del día que tenía por hacer. 
El agradecimiento debería ser una actitud frene a la vida, ese tipo de agradecimiento que se guarda en conserva en el corazón, y que siempre se tiene para ofrecer.
¡Tenemos tanto que agradecer! No solo por las cosas que recibimos, también por aquellas otras que no vemos pero que están siempre ahí, embelleciendo el paisaje de nuestra existencia, haciéndola más llevadera. Cómo hace Oliverio Girondo en su poema Gratitud


Gratitud

Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.

Gracias pelo
caballo
mandarino.

Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.

Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.

Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla,
a la sangre
a los toros
a la siesta.

Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.

Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.

Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.

Oliverio Girando,
agradecido


Y a ti ¿Qué cosas te hacen ser agradecido/a?. Cuéntame tres cosas buenas que te han pasado recientemente y te han hecho sonreír y decir: gracias, gracias. ¡Cuéntamelas!


domingo, 4 de junio de 2023

AMARSE EN LOS DESCANSILLOS



Este poema lo escribí para mis primos Conchi y José Luís, en su 34 aniversario de boda (Bodas de Amapola). Lo celebramos ayer 3 de Junio, cayó un aguacero increíble que parecía querer arruinar la fiesta, pero nada de eso pasó, funcionó el plan B como estaba previsto, como funcionan todas las cosas cuando hay propósito y alegría. Fue un día especial para ellos, recibir el abrazo de casi setenta personas, entre amigos y familia. También para nosotros, la familia, pues son más las veces que nos juntamos todos para despedir que para celebrar. Así que mil gracias por esa tarde tan bonita de fiesta y celebración,  de compartir cosas tan hermosas como las charlas y las risas con los nuestros. 
Me gustó ver como se querían, sin edulcorantes ni paliativos, como a mi me gusta el amor. Les deseo lo mejor y que juntos, por mucho aguacero que caiga,  sigan descorriendo las cortinas del cielo todos los días. 


AMARSE EN LOS DESCANSILLOS

El amor está hecho de retazos
de besos y de abrazos,
de cebolla caramelizada
con azúcar de caña
de mil hojas de caricias
de hogueras encendidas
de vuelos de ceniza
de pan de limón
con semillas de amapola.

El amor no es un pastel
de tres pisos
chorreando merengue
por los costados,
con dos pingüinos encima.
El amor que fortalece
es una escalera infinita
de idas y venidas
de revueltas y de corridas
entre sótanos y altillos.

No ama quien no entrena,
quien no se entrega al otro
con heroicidad y con valentía,
quien no sabe sentarse
en el descansillo
a escuchar a su pareja,
echarle al hombro su brazo
y regalarle su bocadillo.

No ama 
quién no sabe volar,
quien con los ojos
no sabe hacer el amor
a su pareja.

Elena 

miércoles, 31 de mayo de 2023

SON RISAS MIL SOBREVIVIENDO





Hoy me gustaría contar algo gracioso de esas cosas inesperadas que a veces nos pasan y nos hacen reír todo el día. Me acuerdo ahora de los andaluces de Cádiz, siempre con su buen humor y sus chirigotas, siempre con un chascarrillo en la boca, ellos sí saben reír a todas horas,  ellos siempre cuentan cosas graciosas y anécdotas divertidas, se podría decir que es una actitud de chispa continua que le echan a la vida, como un pulso para que esta les mantenga en ese estado de humor permanente.
Yo soy más de sonreír, reír no se me da bien, ni tengo una risa fotogénica, pero reír a mandíbula abierta, cuando eso me pasa, es de las cosas que mejor me sientan.  Aquí por donde yo vivo, nos reímos poco, en serio.  
Yo ahora, a mi edad,  procuro estar en modo sonrisa,  a veces con una almendra amarga en la boca, como la de estos días con la resaca de marea azul que han dejado las elecciones municipales y autonómicas del pasado domingo. Esta semana los filibusteros políticos de turno celebran su triunfo. La política están todas enfermas y fracasadas. Son la anti sonrisa. 
Y porque quiero sobrevivir a ese fracaso y no quiero que se me avinagre la cara, saco los pies del jardín donde me he metido sin querer y me voy  al Parque Nacional del Timanfaya en Lanzarote, a contaros una anécdota graciosa que nos pasó hace unos años cuando volvíamos al hotel con mi marido. Nos dirigíamos hacia el norte en el coche y nos perdimos por un pueblecito del que no recuerdo el nombre, queríamos salir a estirar las piernas y paramos el motor para preguntar a un hombre, que pasaba justo en ese momento por allí, para preguntarle qué se podía ver de interés en ese lugar, a lo que el hombre, que debería tener entre cuarenta y cincuenta años, con mucha sorna contestó: "por aquí lo más interesante de ver es mi mujer, y ahora mismo está trabajando" explotamos de la risa los dos a mandíbula abierta con la ocurrente salida del lugareño y la sorna con la que pronunció la frase, estuvimos así toda la tarde, se nos caían las lágrimas, no podíamos parar de reír. 
Hay pocas cosas tan auténticas y favorecedoras como la risa, cuando es espontánea. La sonrisa sin embargo tiene muchas facetas, y no siempre buenas: las hay amables, de postureo, falsas, cordiales, de cordero degollado, de bienvenida, de disimulo, políticas, desganadas, beatas, burlonas, sonrisas de camello, dulces, pegajosas, educadas, edulcoradas, malévolas, amorosas, sensuales, insinuantes, interesadas, ácidas, hipócritas, verticales, sonrisas a granel, a peso, multiusos, de ciruela pasa.  SON RISAS MIL sobreviviendo. 
La auténtica, la que no tiene doble cara, es LA SONRISA INTERIOR, la que ponemos cuando nadie nos mira:  no dejes que nada ni nadie te la amargue. 
 
 


miércoles, 24 de mayo de 2023

HAY PASADOS QUE NO TIENEN FUTURO

 



Hace unos días me sorprendió Susana, una persona a la que conocí hace poco más de un año. Mientras paseábamos por el paseo de la playa con mi pareja, los tres, nos contaba los problemas que tenía con su hija adoptada, que ahora tenía veintitrés años. La había recogido de un orfanato en un país extranjero a la edad de ocho años. La crio sola,  le proporcionó cariño, estudios, una familia y todo cuanto estuvo a su alcance, que no fue poco. La adopción había supuesto una fuente importante de problemas para ella, problemas que fueron aumentando con la edad. El relato que escuchamos de su boca era triste y por momentos  desgarrador: la niña huérfana de padre,  a la edad de ocho años perdió también a la madre, y se quedó al amparo de un orfanato.
Cuando Susana se hizo cargo de la  menor, la puso en manos  de buenos especialistas para que le ayudaran a superar el trauma que la niña arrastraba. Con el paso del tiempo y la educación recibida, la pequeña se convirtió en una joven preparada, estudió idiomas y una carrera universitaria,  pero la convivencia entre ambas no era fácil ni buena, llegada la adolescencia se fue haciendo insufrible.  La dolorosa experiencia de la orfandad la convirtió, ya de adulta, en una persona tirana con su madre adoptiva. Ese dolor lo sacaba por la boca  hiriendo a la madre, la persona que más hacía por ella, la que más la quería. Enfados, peleas, broncas, insultos que se repetían a diario y que hacían el vivir de ambas un infierno.  Susana era una mujer independiente, deportista, con estudios, había recibido una muy buena educación, hablaba cuatro idiomas y tenía mundo, pero la mala relación con su hija la hacía sentir culpable, le producía ansiedad, la fricción continua en la convivencia la iba empequeñeciendo.  
Me sorprendió cuando la escuché decir que su hija era una narcisista. Podría  ser que los beneplácitos, comodidades y atenciones que la pequeña recibió, la convirtieran o ayudaran a formar ese carácter déspota y hostil, insensible a los sentimientos de los otros, como  demostraba la niña,  pero el desgarro de la menor, era entendible que tenía una raíz más profunda. Cuenta Susana que cuando la llevó a casa, el llanto de esa criatura nunca antes lo había escuchado,  era desgarrador y cuenta que le duró mucho, mucho  tiempo hasta que se le apagó.    
El inconsciente de la niña buscaba culpables, alguien que pagara por el daño recibido, por arrancar de sus brazos a edad tan temprana a los seres más importantes de su vida.  Sin proponérselo se convirtió en un verdugo para su madre adoptiva, descargando en ella su ira,  su dolor contenido. Llegó un momento que Susana no sabía como tratarla,  cómo hacer frente al mal trato psicológico que recibía de su hija,  cómo podía ella liberar la sensación de fracaso que sentía en todo su cuerpo. La niña, ya adulta, se negaba a recibir ayuda,  seguía buscando la confrontación y la pelea con la madre.       

Conforme íbamos caminando, la conversación se entrelazaba con otros temas, en parte por kyara, la perra de Susana, un animal inteligente y sociable que al parecer conocía media vecindad, por el gran  número de paseantes que la llamaban por su nombre; la perra iba saludando a todos  y esos todos saludaban a Susana y cruzaban palabras con ella. No se como fue, en referencia a una de estas  personas con la que nos cruzamos, que nos dijo, me gustan las personas así, directas, las que van al grano, sin rodeos, las que dan vueltas a las cosas no me gustan, me confunden, nunca sabes donde quieren llegar,  no las entiendo. Por más que me duela prefiero la verdad.

Susana no sabía mentir, cómo más tarde confesó. Yo iba de sorpresa en sorpresa, pues ya he dicho que no hacía tanto tiempo que nos conocíamos. En mi casa no se mentía nunca, nos dijo. Mis padres nos  acostumbraron a mi y a mis hermanos a hablarlo todo en familia, cualquier tema, cualquier problema de cualquier tipo se debatía y se hablaba entre todos. Creció pensando que todas las personas eran así, que todas las familias hacían lo mismo. Eso explicaba que cuando su hija la insultaba o le hacía reproches, siempre a puerta cerrada,  Susana la recibiera con la actitud natural de: vamos a hablar sobre lo qué te pasa hija, con la mejor de las intenciones  y que eso no fuera suficiente pues la niña llevaba nudos internos muy fuertes de desatar que requerían conocimientos y ayudas de profesionales expertos. 

Susana escuchaba lo que la hija soltaba por la boca y lo interpretaba con horror y con error: al pie de la letra.  Me contó que esa manera suya de entender las cosas, sin vueltas, literales, tal cual las escuchaba, le había ocasionado muchos problemas con las personas. En cierta ocasión, nos contó a modo de ejemplo: unas amistades que vivían en Nueva York me dijeron:  ven cuando quieras a visitarnos Susana, siempre serás bien recibida, y así fue como  un día le dio el arranque, cogió un vuelo sin avisar y se presentó en casa de los amigos, en Manhattan, quien al verla aparecer por la puerta se quedaron a cuadros y ella al darse cuenta quiso que le  tragara la tierra. Así era Susana, una persona sin filtros, ni picardías, directa.  

Yo iba de sorpresa en sorpresa. Ahora entendía cierto comportamiento, la falta de tacto, -que no de educación-  que había mostrado en alguna ocasión conmigo, por supuesto sin ninguna maldad. Los humanos somos todos harto complicados, manuales dignos de ser estudiados y subrayados.  

¿Me estás diciendo que no tienes picardía? le pregunté, y me contestó: cero. Bueno, estoy aprendiendo y lo mío me cuesta. A veces hay que mentir por no herir, le dije, para que alguien no se moleste, son mentiras no premeditadas, sin maldad, hay que tener tacto.  No me queda más remedio que aprender, estoy en ello, pero sigo prefiriendo la verdad, lo espontáneo, no me fio de los que dan vueltas y rodeos. Y esa misma verdad sin filtro ofensiva e hiriente, sin medida ni tacto,  era la que escupía  su  hija por la boca cuando discutían. 

Nunca acabamos de conocer a los otros, ¡qué fuente de riqueza inagotable! pensé, no hay dos iguales. Me confunde y me gusta a la vez.

Al escucharla esa tarde entendí que en ese comportamiento suyo había una forma de pureza que la hacía verdad a mis ojos, se mostraba sin postureo alguno, a cara descubierta, su ignorancia era también la  mía, todos somos de muchas maneras ignorantes.   

La joven no quería trabajar, ni independizarse, quería seguir viviendo a la sopa boba, a costa de la madre. Las dos convenían cuando estaban bien, que era mejor el vivir independiente de cada una, tomar distancia emocional para una mejor relación, pero llegado el momento la joven se resistía a buscar trabajo, a irse de casa, de manera que el conflicto no cesaba.        

Todo en la vida exige un equilibrio entre las partes, en formas y maneras. Susana no tenía destrezas sociales especiales, tener una buena educación no la hacía perfecta. Perdía la vida intentando que la razón le explicara, le argumentara comportamientos que ella pudiera entender, sacaba conclusiones con conocimientos pobres, viajaba a la India en busca de paz y la perdía en el camino de vuelta, quería entenderlo todo de forma académica y reglada  con el discurso de una mente discursiva, dejando así que se le escapara la escucha esencial, aquella que pasa por los costados cuando estamos viviendo -no de frente-  como cuando estamos subidos en un tren en marcha,  con la mente y la mirada relajada y una vocecita amiga, a la que no interpelamos, aparece y nos habla, nos da las respuestas que andamos buscando mientras el tren está en marcha y nosotros en silencio, pero que olvidamos en la primera parada o cuando la noche pasa página.  

Con el mismo propósito, empeño e insistencia que la vida nos plantea mil problemas de todo tipo, deberíamos nosotros insistir en aprender, pero no lo hacemos porque nos asalta la culpa,  tenemos miedo al rechazo, a la confrontación, al fracaso. Sufrimos siempre por las mismas cosas, en el mismo sitio, con las mismas personas, a la misma hora.  Leí en un ocasión algo de Paulo Coelho que decía algo así, cuando una cosa te pasa por primera vez, puede que nunca más te vuelva a pasar, cuando te pasa dos veces es muy probable que te pase una tercera. Ahí empieza nuestro periplo emocional de repeticiones y fracasos. 

Una hija que ha superado la adolescencia, que ha recibido una buena educación, que tiene edad de entender, que cuenta con el apoyo familiar que siempre tuvo, ¿Qué más puede exigir?  nada. Si acaso pedir ayuda, si acaso agradecer, si acaso llorar, si acaso perdonar, si acaso entender, si acaso aceptar, si acaso dejarse ayudar, si acaso respetar, si acaso seguir viviendo y dejando que los otros vivan.  

Lo que no se puede arreglar, lo que no podemos atrapar ni está en nuestras manos hay que dejarlo pasar. "Hay pasados que no tienen futuro" si no hay empeño ni voluntad. Se ha de aprender a vivir con ello, con determinación y tirar para adelante. 

Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre deja de existir -Leonardo da Vinci.

Vivir perturbados en la zozobra permanente, el temblor, el dolor y la angustia no es vivir.

Cada persona adulta ha de cuidar su vida, su casa y su jardín, para dar una mejor vida a los que quiere. Eso sí es vivir con autenticidad. También es heroísmo, no dejar que nadie apague tu luz.  


 

domingo, 14 de mayo de 2023

ENTENDERSE MAS Y MEJOR CON EL MUNDO



Cuando me preguntan sobre qué escribo, contesto que sobre mi. Escribir pone en orden los pensamientos. Siempre escribo sobre mi, hasta cuando no lo parece. Orhan Pamuk "cree que escribir es descubrir, batallando con paciencia durante años, la segunda persona escondida en el interior de uno mismo, ese ser encerrado en una habitación y sentado a una mesa, que se repliega a si mismo, a solas, para soltar las palabras que hagan del mundo otra cosa diferente de lo que es sin ellas".

Mientras que otros eligen la botánica, la fotografía o la jardinería, yo elijo conocerme mejor, ordenarme, poner letra a mi historia personal, a mis descubrimientos, a la música que suena en mi.  Ocuparse de uno implica responsabilidad, prestar atención a los cambios que se van produciendo, despertar la curiosidad de los otros, en ese basto universo que somos todos,  y aprender a aceptar aquello que no podemos impedir, aquello que hay que dejar pasar, como dice el Budismo Zen. Quitarle al mundo retórica y gravedad, desvelar la mentira. 

El conocimiento a veces produce malestar y dolor cuando nos aleja de los otros, cuando nos hace más críticos y sabedores. El saber, al contrario de lo que dice el refrán, sí ocupa lugar, y desplaza  a las personas,  pues el conocimiento siempre está en acción,  y nosotros con él. Hay personas que parecen estar siempre activas y sin embargo no van a ninguna parte,  porque su manera de estar y sus ideas solo dan vueltas en círculo, repitiendo hábitos y conductas, las mismas de siempre. Estas personas "de movimiento mecedora", no avanzan.

El saber conlleva una corriente interior que nos mueve más lejos. Si no hay cambios no hay crecimiento, si no hay duda, no hay reflexión ni progresión.  Me lo repito cada día, ahora que me estoy haciendo mayor, por que la tendencia del adulto es  repetir y circular por las mismas vías de siempre, donde se siente uno a salvo. 

De la misma manera que corrijo y mejoro los textos que escribo, me esfuerzo por entender la vida que se renueva,  y mejorarla. Viajando se amplia la mirada, la visión de las cosas, de las personas, de la propia existencia. Nunca somos los mismos cuando regresamos. Todo el mundo debería poder viajar a lugares distintos.

Hace apenas unos días que regresé de Zurich. Pasé allí dos semanas en casa de mi nieta. Estuvimos las dos solas. Nos adaptamos la una a la otra sin ninguna norma, de manera natural, nadie impuso ni dio ordenes a nadie: ni yo me puse a organizar el caos de su habitación -tentada estuve-, ni ella reprochó que no me quisiera adaptar  a sus horarios suizos. "Allí donde fueres haz lo que vieres". Yo vi en ese espacio mi casa, -así me lo hizo sentir- e hice lo que hago en la mía, convivir y compartir felizmente, de la misma manera que lo hacen dos saetas en el mismo reloj, y marcan tiempos diferentes.

Habían transcurrido apenas dos horas desde que me recogieron del aeropuerto, cuando me vi subida encima de un patinete eléctrico que mi nieta había alquilado. Me paseo por los alrededores de su casa primero, luego me dejó sola y finalmente acabó ella subida detrás de mi, enganchada a mi cintura -a lo que queda de ella. Subir en patinete era algo que yo tenía pendiente, algo que pensaba ya no iba a ocurrir a mis años; ella conocía mis ganas y lo hizo posible, fue una auténtica gozada, y una preciosa locura que nunca olvidaré.  "Elena ya no tienes edad para estas cosas" me decía, y también "Ole tú".  Recorrimos el trayecto de unos mil quinientos metros hasta el pie del funicular que nos subió a una montaña próxima, donde se podía disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad de Zúrich,  y del impresionante lago de 90 kilómetros atravesando la ciudad.  Allí iniciamos una caminata de noventa minutos que se convirtió en otro momento placentero, mientras íbamos conversando y poniéndonos al corriente de todas nuestras cosas. Pasamos por una granja donde nos dieron a probar leche recién ordeñada, previamente tratada claro, se podían comprar huevos que acababan de poner  las gallinas. Nos hicimos fotos con los animales, un selfi con una vaca que se aproximó tanto a mi oreja que se podía percibir su aliento. Curiosamente también había alpacas y llamas que parecían vivir en su medio natural, como auténticas reinas, en sus cabañas, rodeadas de hermosas lomas y prados verdes. Si hubiera aparecido Heidi en esos momentos le habría preguntado por su abuelo, nada extrañada.  

De cada viaje uno trae siempre algo nuevo, por pequeño que sea. Os conté en mi anterior carta como me sorprendió descubrir las escaleras para gatos en las paredes exteriores de las casas, me pareció algo extraordinario y nada común.  Pues bien, una de las cosas que más me impresionó de Zurich, en esta ocasión, algo que ya sabía pero no hasta el punto que sí pude comprobar, fue la pulcra organización que tienen con los horarios en los transportes públicos, siempre en hora, perfectamente coordinados, precisos y exactos. Me encanta la puntualidad suiza y la información extraordinaria de los servicios. No hay caos circulatorio ni ruidos molestos, el sonido en el centro de la ciudad es del deslizamiento que hacen los tranvías cuando discurren por las vías. Eso sí es pacificar una ciudad y no lo que está sucediendo en estos momentos en mi ciudad, Barcelona, donde las calles se colapsan en horas punta, se cargan de estrés circulatorio las principales vías.  Soy crítica con este tema, porque recojo el malestar y el enojo de muchos conductores que sufren las consecuencias de lo que la alcaldesa Ada Colau, responsable del proyecto, llama "pacificar la ciudad". En los últimos meses se han suprimido demasiadas vías y calles al tránsito de vehículos, convirtiéndolas en zonas peatonales, mejorando barrios que sí han salido beneficiados cuyos vecinos están muy satisfechos. Cambiar una estructura viaria en una ciudad como la mía es arto difícil y complejo, son proyectos que llevan mucho esfuerzo de todo tipo, yo de lo que me quejo es de la poca información que tenemos como ciudadanos por un lado y por el otro, que cada vez que cambian un gobierno o una alcaldía cambian los proyectos, a veces de extremo a extremo. El urbanismo de una ciudad ha de ser pensado con mucha antelación y detalle, con mucha responsabilidad para que las ciudades, efectivamente, sean más habitables y pacíficas para el bien común de todos los ciudadanos. Estos cambios de los que hablo han dado lugar a muchos accidentes con los patinetes, entre otros, con la creación de vías en las aceras que siempre han sido tránsito peatonal. Así no se pacifica una ciudad, antes hay que poner normas de circulación exigentes, para que se cumplan, bajo pena de sanción. Si desde el inicio las cosas se hacen bien después no hay tanto que lamentar. 

Estas cosas y otras son las que comparas y te cuestionas cuando viajas por el mundo. Cuales son los cambios, las tomas de decisiones administrativas y políticas que mejoran las ciudades y nos mejoran como sociedad, y cuales nos hacen ir para atrás. 

Elena Larruy


martes, 2 de mayo de 2023

UNA ESCALERA PARA EL GATO

 



Hoy ha amanecido nublado, un día más. Las previsiones del día no son buenas, nunca me acostumbraré a este clima húmedo y gris; resta alegría. El cielo de Zúrich es un encadenado de nubes, cuando no están en marcha lo cubren todo, no dan tregua. Es como vivir tras un cristal o debajo de un paraguas. Hace una semana que llegué y no he visto un solo día el cielo despejado, los próximos cinco son de lluvia. Vivir así ¡es una condena! me digo para adentro, aunque mejor mirado podría decirse que es el precio que pagan los suizos por la seguridad y el bienestar que este país, tan verde y hermoso, les ofrece. Es un "todo incluido". se podría decir. No todos los suizos son ricos y solventes, como pueda parecer desde fuera, pero sí tienen todos buenas comodidades y derechos asegurados, como la educación, la vivienda y las oportunidades de trabajo. Yo diría que administran bien la justicia social. El tema sanitario también lo tienen cubierto. Cuentan con bastantes ayudas estatales, aquí no hay precariedad. Aquí la vida es muy cara, sumamente cara, es una de las economías mundiales más fuertes.

Entre el mal tiempo y los precios tan elevados no se ve mucho turismo. Pero todo no es malo, esta ciudad tiene cosas que suman, y muchas fortalezas, que ya os iré contando. Yo me adapto a sus horarios y quehaceres, ahora mismo hago tiempo mientras espero que mi nieta salga de la cama. Hoy es su día de descanso, es sábado y tenemos programado hacer muchas cosas. Yo me levanto muy temprano, se va pasando el tiempo, luego nos tocará correr, pero no le digo nada, prefiero que descanse, el día da para mucho cuando estamos juntas y seguro que a pesar de la lluvia y de las nubes nosotras veremos salir el sol. El sol, eso somos la una para la otra.

En su casa me muevo como un gato, aunque aquí se podría decir como pez en el agua, eso sí con total libertad y antojo, procuro siempre en las casas donde estoy, hacerlas mías o si no no estoy. Siempre encuentro mi rincón para escribir, donde sentarme a leer o hacer mi clase diaria de inglés; me preparo para la próxima vida, esté donde esté, quiero traerlo aprendido, facilita mucho las oportunidades cuando viajas, cuando quieres saber cosas.  Otras personas a mi edad se entretienen saliendo a pasear, yo también lo hago pero además aprendo. No hay tiempo que perder, me gusta poner intención en todo lo que hago. 

Con el tiempo los libros y yo nos hemos ido haciendo amigos, me gustaría ser más lectora, leo menos de lo que me gustaría. Por las tardes se me aflojan "las pilas", lo mío son las mañanas, en especial de madrugada. Siempre hay algo que aprender de ellos,  y yo ahora, de mayor, me he vuelto mejor estudiante. En mis viajes llevo siempre uno de papel, ayer terminé de leer: Nosotros de Manuel Vilas. Estuve a punto de abandonarlo en la mitad, pero de repente el argumento dio un giro inesperado que hizo que le diera otra oportunidad. Es una novela romántica que cuenta el vivir de una mujer que acaba de quedarse viuda,  de cómo a través de viajes y aventuras sexuales con desconocidos sustituye el amor del hombre que ha perdido. No me gusta este género literario, ni la temática,  y la pareja protagonista de la novela me parecían de mentira, luego todo tuvo su explicación, incluso que le dieran el premio Nadal a Vilas este año, pero lo compré porque él si me gusta y además es poeta y de Barbastro.

Me gustan las personas inteligentes, sensibles y honestas, por el mismo orden. Las personas que no se engañan, que van de frente a cara descubierta. Y Vilas es uno. No puedo concebir una cualidad sin la otra. Hay mucha sensiblería estúpida que no soporto, y mucha inteligencia dada, -por sorteo divino- a personas que no la merecen, por mal uso.  

El mal tiempo, la dificultad del idioma, lo endemoniadamente caro que es todo aquí, y que a mi nieta -absorbida por trabajo y estudios- la veo poco, hace que alguna noche me conecte a Netflix y quiera ver buen cine: misión imposible, ingenua pretensión la mía. Esto si es una inclemencia mayúscula y no la del tiempo en Zúrich, que al final llena lagos y pantanos y hace que se pueda beber agua del grifo, por cierto buenísima. Un horror, un escándalo de violencia gratuita, eso es -en su gran mayoría- el contenido de Netflix. Insana influencia la de esta plataforma, salvando excepciones de algún documental, de alguna comedia de las que no miro por insulsas, el resto es todo violencia, corrupción, sangre, armas y terror. Miro las películas y las series una a una, para elegir la que me entretenga un rato, y es lo mismo que buscar "la aguja del pajar". Este insano y mal cine,  tan pernicioso, debería estar prohibido. Basura, mucha basura, eso es lo que se puede encontrar en Netflix. No renuncio al placer del sofá y la mantita, mientras siga haciendo mal tiempo, así que cuando encuentre algo interesante que ver y recomendar, algo que no ofenda la salud mental,  os lo cuento. El cine, el bueno, es un arte, hay muchas maneras de tocar los temas, de escribir buenos guiones, el "qué" cuando el "cómo" está bien escrito, contado e interpretado, es lo de menos.  Por fortuna tenemos cientos de actores buenos, y muy buenos directores y profesionales de este arte. El entretenimiento de las personas no debería ser un negocio, ni por supuesto un modo de controlarnos.  

Aquí, en las proximidades de Zúrich, donde me encuentro ahora,  los que viven bien son los gatos, atónita me dejó una escalera que vi el primer día que llegué a casa de mi nieta, estaba instalada en la pared exterior lateral de un edificio de viviendas de cuatro plantas. La escalera, de pequeños peldaños, discurría desde un entresuelo hasta el ático. Cuando pregunté por esa cosa extraña que colgaba en la pared, me contestaron que era una escalera de gatos. ¿Una escalera para los gatos? Sí, aquí en Suiza es muy normal, no hay gatos callejeros, todos tienen un dueño y una casa, viven durante el día libres, andan sueltos. Esas escaleras que se ven en edificios de entornos rurales y campestres, están instaladas para que los gatos puedan salir y entrar libremente de sus casas, les facilita el acceso a los pisos altos. Ellos suben y bajan por ahí con suma facilidad, incluso tienen una red protectora por una posible caída, cosa bastante improbable para un gato. Para su instalación los dueños de los gatos piden permiso a la comunidad, que normalmente les conceden. Es muy normal ver a gatos lustrosos tumbados al sol, como reyes, en medio del césped en los bajos de las casas. Soy amante de los gatos, me encanta esa convivencia. Yo así también tendría uno, si no viviera en una ciudad grande como vivo, me produce gran placer la compañía de un gato, me gusta su vivir independiente y el modo en que me busca cuando quiere mis mimos. Mejor os lo cuento en un poema que escribí hace mucho tiempo para Mia, mi nieta.   



PARAMIAHU
(mi música predilecta)

Me gusta su distinción
sus rasgos felinos
su trato justiciero
acariciar su pelo fino,

sus andares elegantes
su manera de esperarme
y ajustarse a mi regazo,
cuando a mi lado se acomoda
y ronronea: me gusta,
o cuando se pone zalamero
y remolón
y me hace la croqueta
para brinca de repente
a toda prisa
y esconderse juguetón
en el primer cajón que encuentra.

Me acomodo
a su vivir independiente,
lo mismo que él hace al mío.
Nunca inoportuna,
al contrario,
me gusta esa caricia suya
que me dice:
¡me gustas mucho, chica!.

A menudo es engreído
ufano y altanero,
así: también lo quiero.

De su higiene y de su pelo
se ocupa a diario con esmero,
de tanto en tanto
sus uñas afila, en un madero.

Exquisito en sus gustos
se alimenta bien y poco,
si se indigesta:
come hierba y ayuna.

Políticamente incorrecto,
inadecuado a las visitas,
no se anda con chiquitas:
si le gustas,
con el lomo se pasea por tus piernas
si no, se da la medía vuelta.

Cuando el radar de su cola
le pone en guardia
porque un peligro acecha
arquea el lomo
huyendo a toda prisa
con los pelos de punta
y dando unos soplidos
muy furos
que la verdad, asustan. 

Más si de amores se trata
se va por los tejados
a otras casas
en busca de gatos.
Maltrecho y despeinado
a su regreso
no hay reproches, ni enfado
bajo este techo,
para este amor correspondido
que cuida y protege
que acompaña y abriga
que asiste y reconforta
en la mejor medida,
que me espera cada día
al volver a casa.

¡Créeme!
¡Hazme caso!:
¡Deja que te adopte un gato!.

Elena Larruy


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