Recientemente he conocido a Cincinato, un personaje de la Roma Republicana, ejemplar por su conducta honorable con sus conciudadanos y con su pueblo. En la antigua Roma frente a una situación de caos el senado elegía a un dictador provisional relevante para dar solución rápida a un problema político-militar. Durante seis meses el dictador en cuestión tenía todos los poderes a su mando. No había tiempo que perder en debates y votaciones, el elegido debía dar órdenes inmediatas y tomar decisiones rápidas eficientes para dar fin al conflicto. Esa excepcionalidad no estaba exenta de peligros, pues se arriesgaban a abusos de poder o excesos en decisiones de vida o muerte, incluso a la tentación de que algún elegido quisiera perpetuarse en el mando; claro que el senado siempre se guardaba la autoridad para revocar el poder otorgado. Cuenta la historia que el único dictador elegido para tan noble asunto, que tuvo un comportamiento ejemplar fue Lucio Quincio Cincinato, quien antes había sido cónsul y general romano y ahora por decisión propia había abandonado la política y se dedicaba a las tareas agrícolas. Este hombre audaz, inteligente y resolutivo era capaz de organizar un ejército y ganar una batalla, derrotando al enemigo en tan solo dieciséis días, evitando así una guerra civil, para luego renunciar al cargo y a los honores que le correspondían, y volver con toda la normalidad a sus tareas agrícolas. Esa era su manera de prestar servicio a Roma, así su moral, algo impensable en nuestros días. Cincinnato solo cumplía su deber, no tenía necesidad de asomarse a un balcón para exhibir su patriotismo ni hacer ningún tipo de populismo. El senado, cuando se hizo mayor, seguían depositando en él su confianza y lo buscaban. Fue un auténtico héroe y un patriota que se entregaba a su pueblo sin ningún otro interés que el de servirlo.Esta historia fue muy bien acogida en Estados Unidos, hasta el punto que en honor a su presidente George Washington, le pusieran su nombre a una ciudad de Ohio: Cincinnati, pues les recordaba a este héroe patricio.Personajes de esa categoría humana y política se echan mucho de menos a faltar en nuestros días.
Más de mil quinientos millones de seres humanos estamos confinados, con nuestras libertades limitadas. El futuro en todas las áreas que nos afectan es incierto, un nuevo orden de vida se percibe. No hay claridad, hay muchas dudas y sospechas sobre la manipulación de todo este asunto y sobra las buenas intenciones de los que parecen querer ayudar y que no son otros que los dueños del mundo, en cuyas manos está el futuro y el control de la energía, los alimentos, la salud y la reproducción.
Muchos somos los que por solidaridad y coherencia vivimos obedientes al momento que nos toca; no queremos crear más conflicto, pero somos, repito, muchos los que no nos creemos las noticias, ni los datos tal como nos los cuentan. Debemos no tanto atenderlas como destruir todas aquellas que son falsas, para ver si asoma alguna verdad con creíble que de lugar a pensamientos críticos y no manipulados. Hay una retórica política monopolizadando "la verdad" y creando el dilema de libertad o supervivencia. Hay sobre todo, una voz popular que repite lo que que cada día oye en los noticieros. Mal vamos.
No hay nada que me gustaría más en estos momentos que elegir cinco "expertos Cincinatos" de ética y moralidad sobradamente concluyente que manejaron nuestros asuntos de salud, política, economía, y todo lo relacionado con lo socio cultural, que pusieran fin a esta pesadilla enmascarada de mentiras con soluciones inteligentes y de ningún modo arbitrarias, persiguiendo siempre el bien común y encontrando el punto de equilibrio entre seguridad y libertad.
Buscando estos personajes me encuentro con los 15 sabios elegidos por Pedro Sanchez en la crisis del Coronavirus, todos ellos expertos médicos y altos cargos profesionales que le asesoran, cuya edad media no supera los 46 años. Encuentro a faltar, como es costumbre, la figura sabia de la persona mayor, discriminada por la edad, que considera la vejez como una incompetencia moral por la fragilidad del viejo. Y una vez más me digo: ¡esto no tiene remedio!
La sociedad del futuro, la del bienestar ¿para qué le sirve tanta inteligencia imberbe a corto plazo?. Y no es que la rechace, ojo, la admiro y aplaudo, lo que me moriré sin aceptar es que no se incluya la escucha atenta del viejo sabio que tanto tiene que decir: personas de ética y moral demostrada, con la experiencia de vida que les ha dado el haberse movido en muchos y diferentes ámbitos, al margen de títulos y méritos académicos y profesionales, que también los tienen. Estos excelentes asesores de inteligencia desestimada tienen a sus espaldas un largo recorrido de vida, pueden y deben mejorar la vida, muchos son los que la han vivido en toda su profundidad y extensión. Sinceramente creo que ustedes, los que nos gobiernan no lo hacen mejor, ni quieren. ¡Qué pena! y que condena la nuestra.
Elena Larruy