Este poema está inspirado en otro que escuche recitado por su autora la poeta Begoña Abad, a la que aprecio y admiro y tuve el gusto de conocer recientemente.
SOY MADRE DE DOS HIJOS
Uno tiene el pelo liso
el otro rizado
los dos son altos
morenos
morenos
y guapos
-que decimos las madres-
-que decimos las madres-
los dos
tienen los ojos castaños.
El mayor se me parece
el menor no tanto,
-es más de su padre-,
la piel tiene blanquita
el nombre romano
y el pelo a lo "afro".
El nombre del primero es griego
la piel tiene morena
el pelo, como los ojos: castaños,
el pelo, como los ojos: castaños,
pasa del metro ochenta,
los dos, al nacer,
pesaron más de cuatro.
El que llegó con prisas
a la vida le echa pulsos
pelea y forcejea
se proyecta con vehemencia
lo mismo que da, exige de ella,
el pequeño, sin embargo...
la torea. Este es sagitario
la torea. Este es sagitario
y pulsos ninguno
¡no vaya a ser que los pierda!.
Los dos van de frente
los dos son rectos y limpios,
en el sentido más amplio,
aunque a veces
jueguen al despiste
como yo misma hago.
El que salió más inquieto
le gusta el deporte
nada, pedalea, escala
le gusta el deporte
nada, pedalea, escala
también le da a la raqueta
siempre va al gimnasio.
El menor es más tranquilo
El menor es más tranquilo
cuida su cuerpo sin prisas
también visita el gimnasio
-aunque no tanto-
no le gusta complicar
ni que le compliquen la vida.
A las cosas llega sin rodeos
ama lo sencillo
ama lo sencillo
le gusta la calle
las terrazas
rodearse de amigos
niños y barbacoas.
.
Los dos cocinan
lo hacen bien y con oficio
el menor nos hace pasteles
el mayor igual confita un pato
que nos hace paella.
Ninguno "come perdices"
pero son felices con sus vidas
sus parejas y sus hijos.
El menor está casado
el mayor juntado,
de cada uno tengo
el mejor de los regalos.
Uno y otro van en moto
y me llevan de paquete
el inquieto por las curvas
el inquieto por las curvas
su hermano por los atajos.
El que nació más herido
el corazón le rompieron
-de eso hace ya unos años-
-de eso hace ya unos años-
le costó repararlo
pero ahora, lo tiene
a buen recaudo,
el otro, más práctico y funcional
el otro, más práctico y funcional
al mal tiempo
buena cara:
como si nada pasara,
en eso se parece
al que al lado mío
duerme en la cama.
Y si hablamos de dinero
uno y otro son distintos
lo disfrutan y administran
de manera diferente:
el menor lo ahorra
al mayor
le gusta más gastarlo.
El que primero llegó al mundo
sacó una oposición
y se hizo funcionario
el otro no.
Ninguno de los dos
trabaja para lo que se preparó
El pequeño es relajado
en su trato es sencillo
templado y sin dobleces
acepta lo que viene
pero ¡ojo! cuidado
que nadie toque lo suyo
porque responde con raza
-tiene a quien parecerse-,
la misma que el mayor tiene:
exigente y flexible cuando toca
de mano tendida y justiciera
lo que da, para sí quiere.
En los dos está mi nombre
mi talento y mi falla.
Saber que están felices,
que son gente sana
que se cuidan por dentro
es lo que más me interesa.
A estas alturas de partido
es lo que más me interesa.
A estas alturas de partido
que hagan y sean
cuanto les venga en gana.
Con los dos me siento en deuda
y no es de cariño
ni financiera,
uno aprende el oficio
y compensa deudas
tirando a vieja.
Ellos son mi biografía
mi mapa y mi bandera
mi país,
mi mapa y mi bandera
mi país,
el espejo
donde cada día me veo.
Como ya se aprecia
los dos son diferentes
tanto es así
que hasta el género
tienen distinto:
uno es varón
y el otro hembra,
a ella no le puse mi nombre
aunque por fuera
sea y es "mi maqueta".
Ironías, juegos, licencias,
diferencias a parte
entre ellos y yo
no hay distancia más larga
que la lógica de la edad
-que tampoco es tanta-
lo que viene a explicar
-aunque mal y poco-
que al varón no le guste la poesía
-cómo es natural-,
a la chica tampoco
.-en eso se parecen-.
Ninguno de los dos lee lo que escribo.
¡Y que le vamos a hacer...!
Elena Larruy
La velocidad del sonido es una cosa extraña. Tus padres te dicen algo cuando tienes 20 años y te llega solo a los 40.
¡Y que le vamos a hacer...!
Elena Larruy
La velocidad del sonido es una cosa extraña. Tus padres te dicen algo cuando tienes 20 años y te llega solo a los 40.