La poesía de Eugène Guillevic
HE AQUÍ UNA ORUGA
He aquí una oruga.
Y repta.
Repta hacia el alimento,
eso es al menos lo que ella cree,
Y además es cierto,
pero también repta
Hacia su avatar,
hacia su vida de mariposa,
Y este objetivo
ella no lo adivina.
Tú, tampoco adivinas todavía
hacia qué escribes.
Si te amaras
tanto como amas
al poema que buscas,
quizá.
no escribirías más.
BIEN QUISIERA
Bien quisieras
avanzar en tu poema
como un arroyo
sinuoso, apresurado
y tiemblas por volverte
como un estanque
donde quizá, estático,
no te reconocieras.
LAS PALABRAS
Participan
de todo lo otro,
las palabras,
Secretadas, masticadas
por los millones de ancestros
Que han todos confiado:
la esperanza, la cólera, los sueños, las revueltas,
Que los han habitado
como las portadas largamente vestimentas
como las camas
BATIR
Sin ala, sin pájaro, sin viento, pero de noche
Nada más que el batir de una ausencia de ruido
El ÁRBOL
Afuera está el árbol y es bueno que esté allá
Signo constante de las cosas que se hunden en el lodo
Es verde, es grande, tiene armas poderosas
Sus hojas como las manos de un niño dormido
Se mueven y parpadean
RECETA
Tome un tejado de viejas baldosas
Poco antes del mediodía.
Póngalo todo a un lado
De un tilo ya mayor
agitado por el viento.
Coloque sobre ellos
Un cielo azul, lavado
Por las blancas nubes.
Déjelos hacer.
Obsérvelos.
Eugene Guillevic