Para Rosa Ramirez:
Toda amor,
refugio de alta montaña.
refugio de alta montaña.
En tu ausencia te imagino,
presente estás en mis días:
en su centro. No es la primera vez
que de mi sale y que de ti lo escucho:
Te quiero.
De ti
tomo la paz que no tengo
cuando me abandono
o me enervo en la cresta.
Cuando me hago torbellino,
un abrazo tuyo me afloja,
colocas en mi cuello una guirnalda,
me envuelves con tu abrazo,
que es arrullo, cálido y sencillo.
Contigo Yo Soy, solo una:
Elena. La que a menudo se pregunta
presente estás en mis días:
en su centro. No es la primera vez
que de mi sale y que de ti lo escucho:
Te quiero.
De ti
tomo la paz que no tengo
cuando me abandono
o me enervo en la cresta.
Cuando me hago torbellino,
un abrazo tuyo me afloja,
colocas en mi cuello una guirnalda,
me envuelves con tu abrazo,
que es arrullo, cálido y sencillo.
Contigo Yo Soy, solo una:
Elena. La que a menudo se pregunta
¿Quien es esa? Cuando lo sabe,
se le escapa, y es en ese recorrido
que cambia, y es otra más completa
la que de nuevo te habla,
la que duda y te interroga,
la que te cree a medías
cuando la encumbras,
la que te dice:
Tú lo haces posible.
Camaradas de caminos,
de estimas, de oteros infinitos:
tu mansa yo brava,
tu afrutada yo salada,
con notas de rocío en la cara.
Nada y todo se nos escapa.
Hilo y aguja tejiendo vidas,
se le escapa, y es en ese recorrido
que cambia, y es otra más completa
la que de nuevo te habla,
la que duda y te interroga,
la que te cree a medías
cuando la encumbras,
la que te dice:
Tú lo haces posible.
Camaradas de caminos,
de estimas, de oteros infinitos:
tu mansa yo brava,
tu afrutada yo salada,
con notas de rocío en la cara.
Nada y todo se nos escapa.
Hilo y aguja tejiendo vidas,
con el ojo precavido
a los pozos y a las sombras
donde habitan los dormidos,
los lerdos y la maldad de los astutos
de peor juicio, los voceros
a los que no les tiembla el discurso,
ni se cuestionan la duda.
Te declaro culpable
de hacer buenas las cosas,
limpias, abundantes
y amables.
En tus bolsillos frutos,
semillas y corazones,
en tu mesa libros, pan y flores,
en tu cara sonrisas,
en tus manos las mías.
Nuestra amistad lo hace todo sencillo.
Confías en tus sueños y en los míos,
hasta hacerlos materia. Por eso
y por cosas que me dejo,
estimada Rosa, te quiero.
En tu cariño me renuevo
cada instante que te pienso.
Sabes que mi abrazo es también tu casa.
Elena Larruy
a los pozos y a las sombras
donde habitan los dormidos,
los lerdos y la maldad de los astutos
de peor juicio, los voceros
a los que no les tiembla el discurso,
ni se cuestionan la duda.
Te declaro culpable
de hacer buenas las cosas,
limpias, abundantes
y amables.
En tus bolsillos frutos,
semillas y corazones,
en tu mesa libros, pan y flores,
en tu cara sonrisas,
en tus manos las mías.
Nuestra amistad lo hace todo sencillo.
Confías en tus sueños y en los míos,
hasta hacerlos materia. Por eso
y por cosas que me dejo,
estimada Rosa, te quiero.
En tu cariño me renuevo
cada instante que te pienso.
Sabes que mi abrazo es también tu casa.
Elena Larruy