Anudarse la corbata es ponerse cada día el rostro que no toca
Poesía de Carlos Nadal Gaya
En voz baja
Anudarse la corbata
tiene sus riesgos.
Parecer por ejemplo,
no un correcto ejecutivo,
sino un viejo en abandono
que ni se sabe ausente.
Ser uno de tantos en la calle,
visto por mucha gente
sin merecer su mirada.
Anudarse la corbata
es ponerse cada día
el rostro que no toca,
darse el nombre con
el que no te bautizaron.
Hacerlo con voz y mano ajenas
y ni siquiera verlo.
Hemos de esforzarnos
cada instante para ser
pensables, presentables
como si el hecho de estar
visibles no fuera suficiente.
Fugaz, la imagen
nos hace y nos deshace.
Un otro agazapado,
sin lugar desde donde
hacerlo, nos mira
con ojo frío y neutro.
Instalarse a gusto en la vida,
sentir como me hace suya,
segura y lenta, en
retorno suave a las manos
prometidas, al respirar pautado,
a los labios de origen.
Habituarme al vivir,
a su cadencia, a la manera
que tiene de permanecer e irse.
Habituarme a la vida,
que se me haga costumbre,
paisaje y compañía compartidos.
Vida para hacerme en ella,
para hermanarme conmigo
y el entorno.
Despuçes cerrar los párpados
y entrar en la cámara oscura
donde la vida y yo dejamos
de ser nombrables.
Dad una máscara a hombre y os dirá la verdad.
Oscar Wilde
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