sábado, 26 de octubre de 2024

POESíA ERÓTICA PARA UNA TARDE DE SÁBADO





Las lluvias de Octubre mojan las calles con fuerza y humedecen tristezas. Como queriendo penetrar la soledad y la nostalgia de los apagados del mundo. Hoy es sábado, veintiséis de Octubre, cae una intensa lluvia donde me encuentro. La tormenta eléctrica es muy fuerte, ilumina los cielos, poco antes del amanecer. Al poco se hace de día, miro por la ventana y no hay un alma. Todas están al refugio. No hay sospechas de ningún rayo de luz. Ningún indicio de color. Los toldos de las terrazas  se habrán de recoger, cuando dejen de llorar y se sequen. Dejar que que entre la luz y el calor que necesitan los cuerpos, ahora que se acerca el invierno. Mientras tanto podemos jugar a embriagarnos de vida debajo de las sábanas, un sábado como hoy, lluvioso, de otoño. Jugar al amor. El día es propicio; se presta. Además todas las horas, de todas las tardes, de todos los sábados, de todos los otoños, están hechas para darse al placer, al sexo, a la lujuria de un pensamiento que se desborda y quiere morir desecho en la orilla de otro cuerpo. Acariciando sus comisuras y lindes. Deslizándose por pendientes, oquedades y precipicios. Con ternura y suavidad de iniciado primero, con firmeza tensa de amante, después. Susurrar al oído palabras clave, que abren puertas y cavidades. Misterios indescriptibles. Dispuestos a morir en el asedio con su arma de fuego apuntando al cielo. Darlo todo para su deseo y el tuyo. 
No hay mayor placer, que disfrutar del amor con tu pareja, o en su ausencia, con lo que más a mano tengas. Todo está permitido.  El cielo no discrimina.
Amar y gozar, entregarse a boca jarro, sin límites... y dar todos los besos que nos guardamos, los que no dimos. Viajar hasta la terminal del paraíso, en una nube de alta gama, contigo o sin ti. Ese es el plan para esta tarde de sábado.




SÓLO TU MISMA EN EL ÁCTO 

Extendida, carnosa, húmeda.
Un temblor sin lapso. Sin equívoco. Torbellino en torno de la flor de blando terciopelo, acorazonada, que nace del clima
de tus piernas como un grito nocturno. Flor que se liba.
Sombra de flor. En la sinfonía ciega de las corrientes lozana forma de mis manos sin ojos. Cuerno remoto de los rendimientos.
Llego navegando ondulaciones desesperadas. Soy dichoso.
¿Cuál es el color de esta fruición desencadenada, cómo llamarla, qué dios nos ha entregado esta conjunción? Me iré, Venus,
me iré, pero antes quiero apurar la copa. Ahogar los límites mollares, sofocar los cerrojos albeantes, vencer la sombra leda
de la desnudez, sacrificar el sonrojo numerado.
No me marcharé hasta que esta vegetal confusión de ondas no se haya cumplido. En tanto mi animal lamedor no esté sosegado.
Amo los blandos linderos de inefable tinte, ondulantes en la selva enana y espléndidamente libre que sobresale de tu cuerpo
como mil vocecillas frutales, el letífico aroma, el muelle calor, el ansioso tremar. Toda tú adunada por mareas geométricas
a mi piel. Toda presión, jadeo, huida, retorno, blancor, demencia. Nadadora. Extensión que amamanta mi vicio. Sombra
del láudano bajo mi pesado tiempo.
No partiré sin llevar una hora feliz en la corola, giradora, vencida y celante de los ojos que como al sol te reciben.

Poesía de Rafael Cadenas



ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO.

Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;

y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.

Me desordeno, amor, me desordeno
(…) Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.

Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.

Poesía de Carilda Olivier




EN LA DOLIENTE SOLEDAD DEL DOMINGO

Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sabanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.
Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.
Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.
Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.
Llueve copiosamente
sobre mi cara
y solo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza.

Poesía de Gioconda Belli



EL DESAYUNO

Me gustas cuando dices tonterías,

Cuando metes la pata, cuando mientes,

Cuando te vas de compras con tu madre

Y llego tarde al cine por tu culpa.

Me gustas más cuando es mi cumpleaños

Y me cubres de besos y de tartas,

O cuando eres feliz y se te nota,

O cuando eres genial con una frase

Que lo resume todo, o cuando ríes

(Tu risa es una ducha en el infierno),

O cuando me perdonas un olvido.

Pero aún me gustas más, tanto que casi

No puedo resistir lo que me gustas,

Cuando, llena de vida, te despiertas

Y lo primero que haces es decirme:

«Tengo un hambre feroz esta mañana.

Voy a empezar contigo el desayuno».

Poesía de Luis Alberto de Cuenca




Y DE POSTRE

De entre las frutas sabrosas
que a los postres nos esperan
en la mesa del deleite

melocotones
plátanos
fresas
peras.

Descartadas las manzanas,
de entre todas
yo prefiero
ese momento salvaje de

león come a gacela.

Poesía de Elena Larruy



miércoles, 11 de septiembre de 2024

UN LUGAR DONDE NO QUEDARSE

 




Sucede a veces en las redes de contacto que das con una cara que despierta tu interés, lees su perfil y no es para ti. Tú lo que buscas es una persona preparada, cariñosa, con presencia: a poder ser. Pasas al siguiente y no te dice nada, o si te gusta su aspecto, no da la talla: tres centímetros por debajo de la tuya. Puede que tú no le gustes, por edad, imaginas, porque la respuesta, en el mejor de los casos, es la callada. Te gusta que se cuide, que tenga pelo en la cabeza —más que menos─ que no fume y no sea un trasnochado. Los hay que se presentan con seudónimos estrafalarios que de inmediato quedan por mi descartados. A veces son tímidos “descafeinados”, tan callados que apenas tienen un hilo de voz, y no te despiertan nada. No quieres un engreído narcisista, de los que venden humo. Tampoco con los “pechito palomo”, que van tres veces por semana al gimnasio, y ninguna a la biblioteca, porque les queda siempre a desmano. Exhiben su cuerpo maduro, esculpido pretensiosamente a lo “tableta trenzada de treinta”. Otros son “de alta gama” se fotografían con guantes blancos y palos de golf, y/o van subidos en sus esquís o en pequeñas embarcaciones de vela. Bronceados, con ropas y "pose de marca". Tras de sí, fondos marinos y montañas nevadas. Los mismos que van a la ópera o escuchan música barroca. Que tengan la vida resuelta y gustos refinados no te parece mal, si lo que ves es sólido. Hombres sensibles, de valores consistentes y llanas sus formas. Que les gusten las buenas conversaciones y la lectura. Tridimensionalmente buenos, en el sentido más amplio del término. Íntegros, conciliadores, que no llegan "desgastados" a una relación nueva.  A veces a primera vista te parece dar con uno, de los que no llevan gorra que les tape la calva ni gafas la mirada, y te ilusionas, te quita el sueño un par de noches, cruzas dos WhatsApp, y tres correos, y al poco, en menos que canta el gallo, te surge el “pero” y los reparos. ¡Era solo un espejismo, Elena! No encaja en tu mundo, y viceversa. Los hay que van de artistas, independentistas, con sus títulos caducados, trotamundos, sin un duro en la cartera, miembros de fundaciones. Los hay honestos y sinceros ─porque así se describen─ y a la que rascas un poco se les cae la careta y asoman los vicios ocultos, o los egos hinchados. Les asoman los colmillos y las orejas, como al lobo de Caperucita. De inmediato. Hombres que se acaloran y echan fuego por la boca con la señora que les tocó de pareja en su vida pasada. Francotiradores con escopeta de feria que disparan antes de apuntar. De todo me he encontrado. Los de la edad de piedra, que no le crecieron las ideas y se encogen, como un suéter de lana en una secadora, cuando te tienen cara a cara. Algunos me cuentan que lo que ven al otro lado de sus pantallas son señoras con gafas oscuras, de edades que probablemente no tienen, y muchas mascotas y nietos junto a las personas. Pero tú insistes en soñar, en encontrar al tuyo, al bueno, «a tu albatros» al que busca algo más que una compañera de cama, de mesa, o de paseo, al que quiere a su lado alguien con quien seguir creciendo y aprendiendo, de quien tomar su valor y ofrecer el tuyo. "Un hombre vitaminado" sin “óxido de odio”. Mentalmente sano, salubre, que se cuide y sepa cuidar. Con mente abierta y despierta. Que se quiera [...] y sepa querer/me. Bien. Que no confunda la valentía con su "florín" masculino. Ni muestre debilidad en la ternura. Alguien en quien confiar y poder apoyarse cuando lo necesite. Que vea en el futuro un comienzo de oportunidades y proyectos de un Nosotros, sin congojas ni oscuridad de ocasos.


Después de varias citas y bastantes contactos, entre muchos, no encontré a la persona/s con la que me hubiera gustado sostener una amistad estable, con posible futuro afectivo, o no. Descubrí hombres de mi edad muy solos, dañados por el pasado, con historias de enfrentamientos y desengaños, buscando curas paliativas a su dolor. Lo más decepcionante, fue la empresa a la que por mi bien no nombraré, cuyo rigor y profesionalidad brillaba por su ausencia, de carácter tramposo y afán prioritariamente recaudatorio.

Pero no me voy de vacío. Esta experiencia, tan pobremente enriquecedora como frustrante, me ha dado opinión. Ahora se bien lo que es una página de contactos y citas. Un espacio de soledades no elegidas. Donde lo que más se da son los desencuentros.  Un lugar donde mejor no quedarse. 



Música - Rubén Tuesta
Tema - Mejor solo que mal acompañado



jueves, 18 de julio de 2024

CUANDO ¡ESTOY BIEN! ES NO DECIR NADA

 


CUANDO ¡ESTOY BIEN! ES NO DECIR NADA.

Hay jornadas que deberían descontarse del cómputo general de lo vivido. Esas en las que te levantas para ir al baño por la noche y al pasar por delante del espejo ves la cara de tu madre cuando tenía tu edad. Regresas a la cama, y está vacía. Te enroscas como un feto huérfano en su seno de sábanas blancas, y te entregas al sueño reparador del ayer inmediato. Pasará, te dices. Pero la noche pasa lenta, y se para a las cuatro. Te desfragmentas en trocitos de hielo y bagatelas de un dolor extraño —como nuevo— esperando que se haga la luz. Pero al rato, de nuevo, siguen siendo las cuatro. Estiras el brazo para alcanzar el Smartphone que está en la mesita. ¡Oh, sorpresa! Aparece una yegua pariendo dos potrillos en TikTok. Renqueantes se levantan y empiezan su marcha por dos caminos distintos, cada uno por el suyo. Sonríes. Les pones nombre: el tuyo y el mío.

Cuando una relación de pareja, tan larga como fue la nuestra, se acaba, dos vidas nuevas comienzan; nacen adultas, cansadas, expertas, canosas, resabiadas, ladeadas y solitarias, [...] y también esperanzadas. 

Los recuerdos se vuelven amarillos, húmedas las palabras que lo significan. Entendibles los sucesos porque te has hecho mayor, has elegido y tienes la experiencia de los años vividos, pero el corazón no está para palabrerías ni verbos. El corazón es de otra condición.

Al levantarte por la mañana, te has de volver a inventar para la alegría, para el deseo, para seguir viviendo con los nuevos comienzos de cada día. Sobrellevas el duelo de estar sola y te asomas a la terraza a hablar con los geranios y las plantas crasas. Echas de menos una mascota hembra. Inventas nombres que le pondrías, —mientras tomas tu primer café. Lila/Jamaica/Odisea. Revisas los WhatsApp, te aseas con desgana. Te vistes para estar en casa. Sacas el salmón del congelador, o lo que toque comer ese día, y te sientas en tu escritorio. 

Te salva la escritura cuando al levantarte subes la persiana y descorres las cortinas del cielo donde todo está despejado y limpio. Ese es mi lugar y mi centro. La escritura es la mejor de las amigas.  Cuando escribo, aunque pueda no parecerlo, no hay ráfagas de tristeza colonizando mi cuerpo. Si lloro, es de alegría. Nada entela mi mirada, ni resfría mi corazón al desnudo.     

¿Cómo estás, Elena? Estoy bien. Le respondo a mi sombra. Pescado o verdura: ¿Qué querrás para cenar? Desvarío por momentos, otros sonrío. He de reconfigurar mi programa y modificar sus desajustes.    

Conforme pasan los días de verano, va sedimentando la materia arenisca de la separación.  Se va deshaciendo en nada la fortaleza que fuimos. A los ojos de los otros, perdemos valor como «un todo», nos devaluamos.  También a nuestra propia mirada, desde el sentimiento de abandono. Lástima y dolor por aquellos días de verano, cuando tú eras Júpiter y yo Venus. Cuando todo era para dos: las cañas, las paellas, los paseos, las reservas, la cama, los billetes de avión, las caricias, los sueños compartidos, los proyectos, las conversaciones, las cuentas bancarias, las preocupaciones, el café, nuestro amor [...]. 

   Las raíces de mi cuerpo/ha bendecido el amor. / He florecido en la espuma/regada por la pasión/Por el semen generoso de la vida/y el dolor.

De todo aquello ahora solo quedan virutas de cariño, cumpleaños en familia, besos en las mejillas, llamadas logísticas y álbumes sepia. De ese sabor agridulce que es la vida ahora, [que es tiempo de que las familias se vayan todas de vacaciones, y tú te quedes], aparece un fermento en esta boca que solo a mí me pertenece. 

¿Cómo estás, Elena? Me preguntan los amigos desde la lejanía más próxima. Y tú les respondes. Estoy bien. Y les digo la verdad, hasta cuando miento. Sola. Esta es ahora mi hoja de ruta. Donde muchas noches desando los pasos, camino para atrás, y tropiezo con bellos recuerdos de mi pasado remoto. Sonrío en la oscuridad de la noche.

Otras me acuesto con los desgarros del día y sus costuras abiertas.  ¡Pronto serán las cuatro otra vez!  Cuando estás quieta, te encuentra más fácilmente la tristeza, pero ya no me escondo ni me enfado, siempre hay un cielo que me acaba mandando flores, luces, y relojes nuevos que funcionan.  

¿Cómo sino la alegría? ¿Cómo si no el deseo y la fuerza?, a veces detenida, como el busto de una estatua griega de mármol, desmembrada, en un jardín de primavera; y otras como la rama extendida de una araucaria con los brazos abiertos al cielo, para recibir a su albatros; sólido y poderoso, viajero del futuro, que me llene de sueños oceánicos y de un amor nuevo. Alta/fuerte/bien vivida/y en plena madurez. Soy yo. Sé que me estás buscando.

Te envío mis coordenadas.



Música Xoel Lopez



Elena Larruy
Versos de Gioconda Belli


martes, 18 de junio de 2024

SI TE DUELE SOLO EL ALMA NO ES GRAVE

 


La vida es una larga lección de humildad y de conocimientos. Saber, sí ocupa lugar ─al contrario de lo que dicen─ nos da posicionamiento y dirección. Confianza para ocupar un lugar más confortable en el mundo, nos da una visión más extendida, menos expuesta a las falaces mentiras, que escuchamos cada día, aunque a menudo tengamos la sensación ¿ilusoria? de la utilidad del saber para un vivir más auténtico y dichoso.
Vivir de manera sana y equilibrada exige mucho entreno. Conocerse es para mi la aventura más apasionante que conozco.

A mediados de los 90 me interesaba mucho la teoría de la complejidad. Cuanto más me adentraba en ella más comprendía los límites de nuestro conocimiento y de nuestra capacidad de predicción. La complejidad me ha sido muy útil. Me ha ayudado a alcanzar un sistema que funciona frente a la ignorancia. Creo que somos fundamentalmente ignorantes y muy, muy malos para predecir el futuro.  Teoría de la complejidad/Naval Ravikant

Vivir es salirse a menudo de la norma de lo establecido y de las reglas impuestas, cuando tenemos edad y cordura para hacerlo.

El pensamiento discursivo no es fuente de luz:
Tratamos de resolver un problema, y no hay respuesta. Entonces lo dejamos tranquilo. En el momento en que hacemos eso, hay una respuesta, porque la mente superficial ya no está luchando. Está quieta. Solo cuando la mente está tranquila -gracias al conocimiento propio- solo entonces, en esa serenidad, en ese silencio, puede manifestarse la realidad. El conocimiento de uno mismo/Jiddu Khrisnamurti

Vivir es equivocarse y aprender del error, es perderse para encontrarse, es pararse a contemplar la materia de la belleza y su textura, es romperse y recomponerse, es éxtasis y es locura... Vivir es la cosa menos frecuente en el mundo, la mayoría de la gente solo existe, escribía. Oscar Wilde.

Vivir implica dolor, tomar decisiones.  Unas veces se gana otras se aprende. Como toda situación tiene tres opciones: cambiarlo, aceptarlo o dejarlo. Encontrar el deseo o la motivación que te lleve a esa acción es necesario, con valor y coraje.

Y acabo con estos versos del poeta Ángel González que dicen: Y me vuelvo a caer desde mí mismo/al vacío/a la nada/me toco para ver si hubo gran daño/mas no me encuentro/Mi cuerpo ¿Dónde está?/Me duele solo el alma. Nada grave.

Si te duele solo el alma: ¡supéralo!, que diría Santa Teresa. Conócete, entrénate, aventúrate, supérate: quiérete mas.



lunes, 6 de mayo de 2024

OLVIDO O CASTIGO

 

                                                                       Autor Christian Schloe

Este trabajo inspirado en la lectura de Sentido, del libro Teoría de la Gravedad, de la reconocida periodista argentina Leila Guerriero, está dedicado a una persona querida, hija de mi amiga Adriana, que siendo médico de familia, en el año 2018, con treinta y nueve años de edad, una semana después de haber dado a luz a su segundo hijo, sufrió un ictus cerebral que le encharcó el cerebro, dejando n su cuerpo importantes secuelas de movilidad, y un estado de profundo dolor, que supera día a día con la ayuda de familia y amigos, Flor Patitucci Gomez.

 

Ocurre a veces, sobre todo en los viajes, a miles de kilómetros de casa. A veces es un gorrión con la cola amarilla que busca comida en la acera cuarteada por donde pasas, y te saca del empeño de no romperte la crisma, en un país extranjero, sin ninguna elegancia. Otras es la zapatilla, como llaman aquí a la regleta: el soporte donde adaptas los diferentes enchufes de tus aparatos eléctricos. O el pan macerado, que sirven en todos los restaurantes de la ciudad donde vas a comer: de miga concentrada, saturada de harina blanca, con su corteza resistente. O el dolor en el pecho que aparece a las pocas horas de tu llegada, y te alarmas a las cuatro de la tarde y a las nueve de la noche poniéndote en lo peor, hasta que el estetoscopio de una mano amiga y experta te dice que todo está bien, que solo era un dolor muscular de subir, bajar y arrastrar maletas y, de más de trece horas de incómodo vuelo. A veces son las metáforas de la pobreza en el color ceniza de las caras y las miradas sin brillo. O la letra arrastrada de un vocablo que te resulta familiar, pero con dramatismo de tango.   Otras es el monolito estático de un símbolo que no te representa ni te dice nada, porque tu firme patriotismo y decisión es una letra en blanco sobre fondo blanco-nuclear. Otras es el retrato, en la fachada de un edificio, del tamaño de quince pisos, de un ciudadano de baja cuna y altos logros, rosarino querido/admirado/proeza/”Messianico”/ una leyenda en vida. Otras es la cercanía de la voz amiga que te habla desde el otro lado del océano. O cuando te sientes “rebien” como dicen aquí, en un “castellaaaaano extranjero” que suena “reliiiindo”. O cuando te salen a esperar tus amigos al aeropuerto, y te reciben con flores y vino y hacen que te sientas como en tu propia casa. A veces es una “tormenta eléctrica” que no deja más secuelas que un llanto coral en familia bien llorado y escurrido. O la ebria alegría de imaginar caricias que nunca llegan.  Otras veces nada, nada de eso pasa y entonces te haces preguntas que te devuelven a casa, a la tuya de siempre, esa que está donde estás tú. En ti. Entre fuego y cenizas; consumiendo la vida y sus ciclos, como en una danza interminable que no cesa, arrastrada entre corrientes, -¡tantas veces!-  como el Paraná, el río turbio que atraviesa tu ciudad, del mismo tono que la vida cuando arrastra inmundicias y lodos, Flor.

A veces hay que sumergirse en las profundidades del Lete para olvidar los pasados, porque nada pertenece al que está de paso a otras vidas. Teselas, Flor, así se llaman los trocitos que el otro día me preguntabas que nombre tenían, y yo te respondí que eran piezas pequeñas con la que los antiguos griegos componían mosaicos. Piezas rotas que los humanos usamos para reconstruir nuestra fortaleza día a día. Porque cada día se nos rompe algo. La vida es eso, una continua construcción y deconstrucción, como las piezas del Lego que montan y desmontan tus hijos pequeños, sin hacerse preguntas; disfrutando, aprendiendo, creciendo… Con la primera mirada. Con la voz limpia, Flor. Como si nada malo hubiera sucedido. Ignorando a otros que pareciendo vivir, quizás están en punto muerto.

Vivir con la memoria vaciada. En una actitud de valor y de constancia, por ti y los tuyos. Sin Castigo, ¿recuerdas? Por tu bien y el de todos los nuestros.

A veces para avanzar no necesitamos más que… Solo el Olvido.  

Elena Larruy

Rosario/Argentina/ Mayo-2024


FLORES Y VINO de Bely Basarte




viernes, 26 de abril de 2024

DE LA CONCIENCIA A LA EXCELENCIA

 


Os sorprendería conocer el talento natural que anda suelto ─sin evaluar ni reconocer─ que se escapa a los medidores de intelecto que conocemos. Personas creativas y valientes asistidas por la gracia de una movida interna sin discurso, de un deseo superior sin freno ni dictados. Capaces de llevar a cabo con éxito cualquier empresa o proyecto. 

Me declaro fan de estas personas y del trabajo bien hecho. A ellas me dirijo principalmente por su capacidad de influencia en los medios. Jóvenes, por lo general ─y a veces no tan jóvenes─ movidos por la pasión de todo tipo de conocimiento. Aman lo que hacen. Y son en gran medida emprendedores deseosos de «comerse el mundo». Los observo con mirada crítica y envidia sana.

La mayoría de estas personas tienen preparación académica y títulos universitarios, pero no siempre es así. Los hay más influenciados por el favor del instinto que por el reputado intelecto, que raramente pisaron un instituto y son auténticos ejemplos a seguir, incluso se les puede llamar maestros, como es el caso del copywriter Isra Bravo ─por poner un ejemplo. Autodidactas talentosos, emprendedores efectivos que se formaron ─y lo siguen haciendo─ con tesón y amor propio.

Para unos y otros trabajo y disfrute es la misma cosa. Interactúan de manera rápida y eficaz en las redes. Tienen olfato empresarial para detectar las oportunidades y, cualidades suficientes para atraer aquello que persiguen. Aprenden rápido. Conocen los dinamismos cambiantes de los mercados. Actúan con sus sinergias y sincronías  de manera oportuna y confiada. Tienen prisa. Prisa por ser los primeros en “comerse el trozo más grande del pastel”. 

Sin embargo, con más frecuencia que menos se observa en sus  conductas  una falta efectiva y afectiva de la presencia del Alma. Como si el ser humano fuera solo cuerpo y mente, como si el espíritu que lo moviliza y armoniza fuera tan solo un constructor de la mente, en la que sí creen de manera exclusiva, excluyente y hasta reverente, como si de una institución religiosa se tratase.

El terreno sensitivo, lo trascendente, lo metafísico incomoda a muchas personas. Evitan poner nombre a lo que no saben ni pueden controlar con un razonamiento lógico, por incompetencia operativa de lo que saben con lo que sienten. También por temor al desprestigio, a ser descalificados y etiquetados de supersticiosos, beatos, seres emocionales, creyentes, gregarios. Curanderos, descerebrados, santones, gurús, sectarios "personal de tercera clase" que juegan en otra liga.  

Una mente sin corazón es como un óvulo sin esperma.

El universo es la expresión de la divinidad. Esta divinidad se manifiesta en infinidad de planos. Nuestro cuerpo humano es uno de ellos. La comprensión de lo que existe y de lo que somos, subyace en cada uno de nosotros y, es a través del silencio, la observación y la meditación que llegamos a la comprensión de su esencia: sin interferencias ni intermediarios, sin argumentos amarillos de la razón.

En todo tipo de trabajo excelente se detecta el sello del alma. Su presencia. Muchas veces sus propios creadores lo desconocen, por todo lo dicho.

Corazón y mente van juntos de la mano para crear vida y enriquecerla. Para hacer de esta una excelencia. 

La apasionada carrera de ambición de estas personas a las que me refiero en el encabezamiento, sería reprochable en una sociedad más colaborativa que competitiva, más avanzada que enfrentada, más progresista que retrógrada, cuya lente crítica y esfuerzo estuvieran más enfocados a un reparto más justo del conjunto de riquezas. Pero esto no es así, como todo el mundo ya sabemos. Hemos sido educados en la diferencia, para actuar enfrentados. En un vivir de apariencias. No importa que nos pudramos por dentro de: aislamiento, vergüenza, tristeza, sufrimiento, odio, enfermedad, incomunicación, soledad, miedos […] La cuestión es guardar las formas establecidas, hacer como que no pasa nada. Y seguir con nuestro derrumbe existencial, desconectados de la conciencia del Ser y de su esencia. Del Todo al que pertenecemos. 

La prestigiosa y reconocida Mónica Cavallé, doctora en filosofía, nos dice en uno de sus libros: El Coraje del Ser, que no podemos seguir viviendo en la ignorancia. Apegados a todas las falsas adherencias de lo que creemos ser ─y no somos. A las ideas y credos heredados que secuestran nuestra mente con imágenes, pensamientos y arquetipos mentales engañosos. Insiste en la necesidad de indagar más, desde el interior de cada uno de nosotros, para saber quiénes somos realmente y actuar con conciencia de alma, desde la no separatividad.

Una conciencia ejemplar: limpia, lúcida y trasparente es necesaria en todas las personas; especialmente en aquellas que, por su influencia en contextos tan poderosos como internet y el conjunto de medios, llegan a millones de personas. Se necesitan compromisos valientes. UNA DIMENSIÓN REVOLUCIONARÍA DE ELEVADA RESPONSABILIDAD

Personalmente hablo desde la experiencia que con el paso de los años con lo vivido y por capilaridad, se ha ido conformando lenta y progresivamente en mi interior. He cuidado de mi, procurando forjar un carácter espiritual por convencimiento, sin mediadores ni credos externos. Esa es la naturaleza de mi fe. Y mi certeza. ¿Cuál es la tuya?

Conciencia en acción, lo llama Borja Vilaseca. Otro incansable buscador de la excelencia en el proyecto humano personal, educativo y empresarial que apuesta por el trabajo interior, sin moralismos ni estándares religiosos, desde lo más profundo del Ser.

Finalizo con un fragmento de la autora mencionada:  [«Si ese anhelo de verdad es sincero e incondicional, finalmente veremos y comprenderemos, porque «todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla». El camino interior no es un asunto técnico ─como hoy en día parece dar a entender la proliferación de técnicas interiores─; es una cuestión de pureza. Y la pureza reside, entre otras cosas, en esta actitud: la de tener un anhelo de verdad que sea mucho más fuerte que los temores y deseos de nuestro yo superficial.»].

La presencia del Alma es necesaria en nuestras vidas, indispensable en todos los actos. Debemos y podemos actuar con esa inteligencia, si realmente queremos una mayor calidad de vida para todos. De la conciencia a la excelencia.

Cuida de ti ─Cura Sui─  


sábado, 9 de marzo de 2024

LA AMISTAD HABITABLE

 

Escultura de Jaume Plensa



LA AMISTAD HABITABLE

Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra.

Julio R.Ribeyro

Hace unos días siguiendo el rastro del escritor Javier Marías me encontré el homenaje que los amigos le hicieron unos meses más tarde de su fallecimiento, el 11 de Setiembre de 2022. Se escucharon voces de admiración y de respeto al talento de Marías y su obra literaria, pero sobre todo a la amistad que los había unido y al cariño que decían sentir todos por el amigo fallecido; anécdotas entrañables y guiños cómplices que ponían de manifiesto EL GRAN VALOR DE LA AMISTAD.
La verdad de la amistad es muy amplia, imprecisa y extensa. El periodista Antonio Lucas la define así:
La amistad es la más imprecisa de las verdades. La más exacta de las religiones.

En un acto silencioso entre dos amigos, que se entienden solo con mirarse, hay amistad. Sentido de prolongación el uno en el otro. Cuentan la anécdota de Camarón con otro cantaor de flamenco andaluz, Luis de la Pica; sentados uno frente al otro en la barra de un bar de Jerez, sin mediar palabra. Disfrutando el uno del otro solo con la mirada, con una timidez exagerada. Nadie los escuchaba hablar, pero no faltaban a la cita.

Se admiraban y se querían solo con mirarse, como en los versos del poeta chileno Pedro Prado: La amistad es amor. Los/amigos/se/hablan/cuando/están/más/callados.

Algo parecido sucedía entre Pio Baroja y Azorín en sus paseos por el parque del El Retiro de Madrid. De ellos cuentan que eran tan amigos que no cruzaban más que el saludo. Y/por/eso/yo/busco/el/tener/a/mi/lado/el/amigo/que/entienda/cuanto/digo/callado.

Arturo Pérez Reverte, es otro defensor de la teoría del silencio entre los amigos: «Ese saber estar juntos, como se está en un amor silencioso, sin más empeño ni vocación que el estarlo». Afirma, con razón, que no se puede andar por la vida sin gente a tu lado en quien puedas descansar.

A menudo los amigos no se parecen en nada o en casi nada. No comparten nuestros gustos, tienen maneras muy diferentes de ser, de estar en la vida; hasta nos pueden llegar a cansar en algún momento, pero aceptamos sus rarezas y defectos y los queremos sin juicios, de manera natural y sencilla, o no los queremos. Siempre hay algo que admiramos de ellos. Los amigos son hogar cuando más los necesitamos.

Una cualidad que no puede faltar en la amistad es la lealtad. La atención y la lealtad entre amigos deben ser reciprocas: 

No hay amistad sin lealtad. No hay amistad sin atención al otro.

Incluso aquellos de actitud más gatuna ─más esquivos─, pueden llegar a ser grandes amigos desde la distancia más remota. 

Del amigo no tienes siempre que saberlo todo. Te das cuenta, cuando uno de ellos falta y te cuestionas cosas que ya no tienen respuesta ni nunca la tendrán.

Entre buenos amigos artistas cuentan, no exentos de humor, que cuando escriben o sacan una obra no se las muestran entre ellos, precisamente por eso, porque “los amigos son sinceros”. Y es que la amistad está por encima de aquello a lo que te dedicas, a los gustos y aficiones que cada uno tiene, a lo que eres o crees ser. Cuando por oficio o profesión hay rivalidad entre amigos, se mueven muchas vanidades y susceptibilidades. Se ha de ir con tacto y, por supuesto con respeto. Nos debemos al amigo de la misma manera que nos apoyamos.

Porque somos humanos, vulnerables y tenemos pulso, naufragamos en ese mar encrespado de las emociones que nos desbordan tan a menudo y, nos hacen sufrir. Los pequeños enfados y las molestias están siempre ahí, como lección de vida, para que ajustemos diferencias y reseteemos egos y credos. La humildad es otra cualidad que enseña la buena amistad. Hay que saber quitar hierro a esos pequeños conflictos que nos separan y hacerlos durar poco. Cuando desaparece el Yo personal entre buenos amigos se establecen vínculos superiores, se envejece juntos y nunca se está solo. 

Un buen amigo siempre nos hace mejor persona. Ríes con él. Con él y por él aprendemos a decir las cosas sin dañar, a dar valor a lo que no se ve, a lo que en apariencia no ocurre; porque vivimos en su guarida y ellos en nuestra trastienda, sin necesidad de poner palabras. Conocemos su canción.

El pájaro tiene su nido. La araña, su tela. El hombre, la amistad. W.Blake

Elena larruy

viernes, 1 de marzo de 2024

EL AMOR EN MOVIMIENTO NO TIENE EDAD



Artista Lita Cabellut

En cualquier momento
un labio encuentra otro labio
y vuelve a empezar el mundo.
Juana Gallardo


   En pocas horas cumplo setenta años. Cualquier persona joven, a quién pudiera interesar o entretener lo que escribo, ya se habrá ido de esta página antes del primer punto. Adiós.  Las personas mayores no interesamos al mundo, salvo a otros de la misma edad y, a veces ni eso.
 
   Un run run constante me ronda por la cabeza estos días que se acerca la fecha. Mi familia me prepara una sorpresa, no se de que tipo. Le tengo dicha  a mis hijos que no me pongan velas con la edad en el pastel. No quiero caras de extraños, desconocidos, camareros, gente entrando y saliendo del restaurante, volviendo sus caras hacia mi persona cuando suena la cancioncita dichosa, que todos desafinan. ¡Tierra, trágame!  
   En ese devaneo molesto de la edad biológica que tengo y me toca asumir (¡que pesado verbo!) con tan pocas ganas, no me salen las cuentas. A veces gente amable me dice ¡ostras Elena, pareces más joven!  abren los ojos  y arquean las cejas en signo de admiración. ¡Qué bien te conservas! qué ágil y despierta se te ve. Ayer incluso me pasó con Fabio un desconocido latino con el que llevo dos días hablando por teléfono y chateando. Fabio tiene una voz bonita, de esas radiofónicas que te envuelven; es educado y amable, hasta me escucha sin interrupción cuando hablo. Te dan ganas de invitarlo a casa a celebrar contigo. Sus servicios son altamente satisfactorios, así se lo digo, y lo valoro con un nueve, cuando Mas móvil me pregunta cómo he sido atendida.

   Cuando Favio me daba explicaciones a cerca de como configurar el amplificador del rúter de media distancia, sin ningún conocimiento tecnológico como yo tengo, le dije que me hablara más despacio, pues el próximo lunes cumplía setenta, pues hablaba como una bala y no me era fácil seguir sus indicaciones. Las personas mayores tenemos otros tiempos.
 ─ ¡Entiéndeme Favio!
 ─ ¡D i s c u l p a  E l e n a! ¡P e r o t u v o z  p a r e c e  m u c h o m a s j o v e n! exclamó.  ¡E s   a d m i r a b l e!. Ralentizó tanto la suya en ese momento que perdió parte del encanto. A punto estuvo de cambiar el tú, con el que me estaba tratando, por el de Usted.
 ─Sí, ya lo sé, le respondí. Parece una voz de cuarenta y cinco, eso me dicen. 

Viene siendo costumbre que las personas mayores tengamos que pedir disculpas por no entender las cosas. Los que nacieron más tarde ignoran en muchas ocasiones que las personas mayores manejamos tiempos distintos. Pero eso no es materia docente ni lo enseñan en los masters, a las personas que atienden servicios. 

   Mucha gente de mi edad y otras edades, más mujeres que hombres, presumen de lo mismo que yo, de ser más jóvenes de la edad biológica que tienen. Pero el aspecto físico no lo es todo. Las hay que solo valoran ese aspecto y olvidan la cabeza y sus atributos y solo la usan a modo de complemento, como quien lleva un sombrero o una gorra a juego con el traje.
   En cierta ocasión un admirador, de esos que se creen irresistibles y seleccionan lo que ellos consideran presas, para sus infidelidades de cama,  me confesó que nunca había leído un libro entero en su vida. Iba de guaperas, buen partido, y pretendía conquistarme de esta manera: ¿mira que guapo y que listo soy, sin haber cogido un libro en mi vida! Me dio una arcada al escucharlo que tuve que disimular del vomito de desprecio que me produjo. ¿Cómo se puede ser tan estúpido, y presumir de eso? No se puede ser más lerdo. 

   Cada uno es lo que es, pero también lo que piensan los demás que es. No se puede ir por la vida con ningún tipo de engreimiento. Tenemos la edad que tenemos y la edad con que los otros nos miran. Me rindo a la evidencia. Otra cosa muy distinta es como yo me miro, me pienso y me siento. Lo orgulloso/a que podamos sentirnos por los logros y los méritos. Ir con la cabeza alta sin estirar demasiado el cuello. Mirarse al ombligo y a la vez mirar al cielo nos da una medida más exacta de lo que somos en todo momento. 

   Yo pienso sobre mis años que tengo la edad de merecer muchas cosas buenas por muchas razones que acabo de borrar en este momento que sonaban vanidosas. No es falsa modestia. Simplemente sobra tanta explicación. Solo diré que no desfallezco fácilmente, estoy despierta y activa y tengo ganas de aprender y no creo en la derrota. Me alío con el tiempo y, acepto las consecuencias de la edad porque así viven los que deciden morir viviendo. Dos tardes por semana, echo una lloradita corta antes del noticiero, a la hora del Pasa Palabra.  Antes lo veía con mi ex y ahora sola. Pero luego, cuando me levanto temprano por las mañanas y me siento ligera, fresca, viva, conmigo a solas, hasta tengo ganas de bailar. Me aseo, como nos gusta a las personas mayores llamarle a la ducha,  me visto y me pongo de medio lado frente al espejo con la báscula a un costado y me digo: ¡qué bien te conservas! ¡Olé tú Elena! ¡tuviste voluntad! Te sentó divino los cuarenta días de ayuno. Soltaste lastre/me reduje/voy quedando menos.
He conseguido mantener a raya mi peso:  ahora no ceno, o lo hago de manera intermitente, o abro la nevera y como algún resto en plato de postre, o un yogurt de soja y mango. Me cuido y me descuido también con intermitencia, más lo primero. Sé quién soy. Tengo hábitos saludables, amigos, familia que se ocupan de mí, dos preciosas nietas (mis complementos: la vitaminas M y S) que me dicen a menudo: ¡te quiero mucho, yaya!. Mi recién ex marido que ahora es mejor amigo, cuando nos juntamos echamos unas risas y bromeamos sobre como nos gustaría que fueran las personas que deseamos encontrar en nuestra nueva vida, como deseamos ser queridos. (...). 
─ Pídela. Me dijo.
─ Ya lo he hecho. Le contesté.
 Y sonreímos uno frente al otro, con una mirada cómplice de cariño, por todo lo vivido juntos durante cincuenta años.  
El próximo lunes cuando apague la vela, a la voz de mi gente: ¡venga Elena, pide un deseo!: te pediré a ti. El amor en movimiento no tiene edad. Me quedaré quieta para que avances, yo soy más de que me encuentren.
El día menos pensado aparecerás tú, con los brazos abiertos y tu sonrisa poderosa, para decirme: «¡Por fin te encontré Elena, vamos!». 
Invadida por un éxtasis de alegría pura/ (que tomo como un vestido prestado, de un  poema de Clarise Lispector) me vestiré para la ocasión. Con una especie de pudor,/el que se tiene ante lo que es muy grande.
¿Eres tú, o solo lo estaba soñando?. 

domingo, 4 de febrero de 2024

LA ESTRATEGIA DE LA PÚA

 


En cierta ocasión hablando con un miembro de mi familia sobre lo difícil relación de las personas, me contó a modo de ejemplo algo que había escuchado sobre los erizos. Cómo por las noches, cuando hacía frío, se arrimaban entre ellos buscando el calor, pero al acercarse mucho se pinchaban con las púas y se lastimaban, por lo que enseguida se alejaban.

Así somos las personas, coincidimos los tres que participábamos de la conversación. Necesitamos el abrigo de los otros, pero a menudo esa distancia nos incomoda. Sin pretenderlo, dañamos al que se acerca demasiado o lo rechazamos. Otras veces somos nosotros los rechazados.

Unos y otros andamos buscando siempre el término medio donde aceptarnos y querernos. Donde entendernos mejor. Nadie dijo que la convivencia de las personas fuera fácil y mucho menos gratuita.

Me viene a la cabeza un poema entrañable de la poeta Burgalesa Begoña Abad, La medida de mi madre, donde cuenta como la hija de pequeña andaba buscando la medida exacta donde quererse con su madre. Primero se empinaba para besarla, pero cuando se hizo mayor y creció se tenía que agachar para dejar su beso.

Cuando los erizos ya conocen los límites del calor y del dolor se emparejan para siempre. La medida al final no debería ser tan importante como el hecho en sí de quererse, de ser amigos y cuidar más los unos de los otros.

Buscando información sobre esta fábula, metáfora de la vida misma, encontré las reflexiones de José Pomares, «profesor de ética empresarial y personal», acerca de lo alejados que estamos los humanos como sociedad familiar y empresarial. Los valores que dan soporte a una vida están a la deriva, incluso aquellos a los que se les atribuye virtud, no lo son tanto -a su manera de ver- como el caso del respeto. Manifiesta que en nombre del respeto actuamos equivocadamente.

El respeto es necesario, por supuesto que lo es, pero el respeto nos hace tomar distancias, nos aleja de los otros. La generosidad, sin embargo, es colaborativa, nos permite ayudar. El respeto no une. La generosidad sí.

Esa clase de generosidad, que hace que hagamos las cosas sin pensar, de manera desinteresada. Esa clase de generosidad nutre y enriquece a la especie humana.

Atendemos poco o nada al que nos necesita, porque siempre andamos con prisas, incluso huyendo de nosotros mismos. Nos olvidamos lo importante que es conocerse y trabajar en lo personal para seguir creciendo y desarrollando nuestra inteligencia y nuestra espiritualidad. Expandiendo una conciencia sana y saludable.

Lo mejor que puedo hacer por otro ser humano es ser mejor yo cada día.

Es una regla sencilla de aplicar, que acortaría distancias, haría de nuestra convivencia un mejor estar y sin duda un mundo mejor.

Los cambios son importantes. Todo en el universo es movimiento y cambio. Lo que cambia y se adapta perdura. Lo que no cambia fenece. Nos corresponde estar en continua trasformación, en continua comunicación. Pero debemos hacerlo bien: no estresados, no atolondrados, no atropellados. A las personas que todo el día corren y no van a ninguna parte yo los llamo “personas mecedoras”. Son cómo los balancines que están siempre en movimiento y la realidad es que no van a ningún sitio.

El diálogo de los cuerpos es la expresión de cómo se comunican las almas, ¡tan descuidadas! ¡tan desvalorizadas! Con las almas no se trafica ni se comercia. No son moneda de cambio.

Con comportamiento erizo busquemos al amigo, al compañero de vida, a la persona afín con la que andar caminos. Encontremos la medida exacta donde entendernos y querernos, donde no hacernos daño, donde cuidarnos. Y porque no, donde admirar la utilidad que una púa tiene por pequeña e insignificante que parezca.

sábado, 27 de enero de 2024

EL ENFOQUE HUMANO DE LAS EMPRESAS

 

Una de las cosas que más me hacía sufrir cuando trabajaba como directiva en una entidad bancaría, era el instrumento en que nos convertían a todos los cargos para obtener resultados. Yo escuché de un superior la conocida frase “No se os paga por pensar, se os paga por obtener resultados” Había momentos que la presión era tan fuerte que a punto estuve de enfermar.

La sensación de fracaso era insufrible; me negaba a ser valorada por los parámetros de venta: tanto haces, tantos vales. No concebía competir y ser utilizada de forma tan deshumanizada. Nos hacían sentir como camellos de feria a la carrera por llegar los primeros al objetivo y tocar la campana.

Se equivocan las empresas cuando tratan a sus empleados como meros instrumentos para sus fines. Antes que nada, son seres humanos.

Una empresa es tan buena como la gente que trabaja en ella. Lo compruebo cada día en el trato que recibo cuando gestiono mis cosas o voy a la compra. La calidad profesional y humana con que soy atendida, la educación, la amabilidad… determina el trato que la empresa, (el jefe, el dueño del establecimiento, la entidad…) da a sus empleados. Todo trabajador ha de ser instruido y considerado en su trabajo.

Cuando una empresa competente invierte en sus trabajadores, los motiva y escucha; cuando se ocupa de potenciar sus habilidades y capacidades, no solo de sus conocimientos, obtiene rendimientos muy superiores. Para conseguir su propósito ha de llegar a las partes más íntimas de sus empleados. Ha de conocerlos. Saber cómo son con sus compañeros, qué pasión les mueve, su grado de generosidad, su humildad, su humanidad, su comportamiento en equipo… Cuando un trabajador se siente escuchado y respetado lo da todo.

No concibo ningún trabajo sin entrega y entusiasmo. Sin pasión en lo que se hace. Un trabajador desmotivado no contribuye a hacer crecer una empresa.

Las empresas las forman equipos humanos, y funcionan o deberían hacerlo cómo funcionan las familias: en equipo. Todos los miembros son importantes, del primero al último. No compiten entre ellos, colaboran y se apoyan. Se cuidan unos a otros. Tienen proyectos comunes. Les mueve la ilusión; el logro de un miembro es el logro de todos. 
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