viernes, 29 de noviembre de 2024
SABER LO QUE TODOS SABEN ES COMO NO SABER NADA
sábado, 26 de octubre de 2024
POESíA ERÓTICA PARA UNA TARDE DE SÁBADO
SÓLO TU MISMA EN EL ÁCTO
Un temblor sin lapso. Sin equívoco. Torbellino en torno de la flor de blando terciopelo, acorazonada, que nace del clima
de tus piernas como un grito nocturno. Flor que se liba.
Sombra de flor. En la sinfonía ciega de las corrientes lozana forma de mis manos sin ojos. Cuerno remoto de los rendimientos.
Llego navegando ondulaciones desesperadas. Soy dichoso.
¿Cuál es el color de esta fruición desencadenada, cómo llamarla, qué dios nos ha entregado esta conjunción? Me iré, Venus,
me iré, pero antes quiero apurar la copa. Ahogar los límites mollares, sofocar los cerrojos albeantes, vencer la sombra leda
de la desnudez, sacrificar el sonrojo numerado.
No me marcharé hasta que esta vegetal confusión de ondas no se haya cumplido. En tanto mi animal lamedor no esté sosegado.
Amo los blandos linderos de inefable tinte, ondulantes en la selva enana y espléndidamente libre que sobresale de tu cuerpo
como mil vocecillas frutales, el letífico aroma, el muelle calor, el ansioso tremar. Toda tú adunada por mareas geométricas
a mi piel. Toda presión, jadeo, huida, retorno, blancor, demencia. Nadadora. Extensión que amamanta mi vicio. Sombra
del láudano bajo mi pesado tiempo.
No partiré sin llevar una hora feliz en la corola, giradora, vencida y celante de los ojos que como al sol te reciben.
ME DESORDENO, AMOR, ME DESORDENO.
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
(…) Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada;
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada;
me desordeno, amor, me desordeno.
EN LA DOLIENTE SOLEDAD DEL DOMINGO
Aquí estoy,
desnuda,
sobre las sabanas solitarias
de esta cama donde te deseo.
Veo mi cuerpo,
liso y rosado en el espejo,
mi cuerpo
que fue ávido territorio de tus besos,
este cuerpo lleno de recuerdos
de tu desbordada pasión
sobre el que peleaste sudorosas batallas
en largas noches de quejidos y risas
y ruidos de mis cuevas interiores.
Veo mis pechos
que acomodabas sonriendo
en la palma de tu mano,
que apretabas como pájaros pequeños
en tus jaulas de cinco barrotes,
mientras una flor se me encendía
y paraba su dura corola
contra tu carne dulce.
Veo mis piernas,
largas y lentas conocedoras de tus caricias,
que giraban rápidas y nerviosas sobre sus goznes
para abrirte el sendero de la perdición
hacia mi mismo centro
y la suave vegetación del monte
donde urdiste sordos combates
coronados de gozo,
anunciados por descargas de fusilerías
y truenos primitivos.
Me veo y no me estoy viendo,
es un espejo de vos el que se extiende doliente
sobre esta soledad de domingo,
un espejo rosado,
un molde hueco buscando su otro hemisferio.
Llueve copiosamente
sobre mi cara
y solo pienso en tu lejano amor
mientras cobijo
con todas mis fuerzas,
la esperanza.
EL DESAYUNO
Me gustas cuando dices tonterías,
Cuando metes la pata, cuando mientes,
Cuando te vas de compras con tu madre
Y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
Y me cubres de besos y de tartas,
O cuando eres feliz y se te nota,
O cuando eres genial con una frase
Que lo resume todo, o cuando ríes
(Tu risa es una ducha en el infierno),
O cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
No puedo resistir lo que me gustas,
Cuando, llena de vida, te despiertas
Y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
Y DE POSTRE
De entre las frutas sabrosas
que a los postres nos esperan
en la mesa del deleite
melocotones
plátanos
fresas
peras.
Descartadas las manzanas,
de entre todas
yo prefiero
ese momento salvaje de
león come a gacela.
miércoles, 11 de septiembre de 2024
UN LUGAR DONDE NO QUEDARSE
jueves, 18 de julio de 2024
CUANDO ¡ESTOY BIEN! ES NO DECIR NADA
CUANDO ¡ESTOY BIEN! ES NO DECIR NADA.
Hay jornadas que deberían descontarse del cómputo general de lo vivido. Esas en las que te levantas para ir al baño por la noche, y al pasar por delante del espejo ves la cara de tu madre cuando tenía tu edad. Regresas a la cama y está vacía. Te enroscas como un feto huérfano en su seno de sábanas blancas, y te entregas al sueño reparador del mañana inmediato. Pasará, te consuelas. Pero la noche pasa lenta, el reloj se para a las cuatro. Te desfragmentas en trocitos de hielo y bagatelas, de un dolor extraño —como nuevo— esperando que se haga la luz. Al rato, de nuevo, siguen siendo las cuatro. Estiras el brazo para alcanzar el Smartphone que está en la mesita. ¡Oh, sorpresa! Aparece una yegua pariendo dos potrillos en TikTok. Renqueantes y ensangrentados se levantan del suelo y empiezan su marcha por caminos distintos, cada uno por el suyo. Cómo tu y yo. Sonríes. Y les pones nombre.
Cuando una relación de pareja, tan larga como ha sido la nuestra, se acaba, dos vidas nuevas comienzan; nacen adultas, cansadas, expertas, canosas, resabiadas, ladeadas y solitarias [...] y también esperanzadas.
Los recuerdos se vuelven amarillos, húmedas las palabras que lo significan. Entendibles los sucesos, porque te hiciste mayor. Has elegido y, tienes la experiencia de los años vividos. Pero al corazón, que es de otra textura y condición, no está para palabrerías ni verbos. Ninguna razón escucha.
Al levantarte por la mañana, te vuelves a inventar para la alegría, para el deseo, para seguir viviendo con un corazón trasplantado. Sobrellevas el duelo de estar sola, y te asomas a la terraza a hablar con las plantas crasas y los geranios. Echas de menos una mascota hembra con la que poder hablar. Inventas nombres que le pondrías, —mientras tomas el primer café. Lila/Jamaica/Odisea. Revisas los WhatsApp, te aseas con desgana. Te vistes para estar en casa. Sacas la lasaña vegetal del congelador, o lo que toque comer ese día, y te sientas a escribir: estoy sola.
Te salva la escritura y el cielo despejado y limpio que encuentras algunos días cuando subes las persianas y descorres las cortinas del cielo. Cuando te centras en la escritura, tu mejor aliada. Entonces no hay ráfagas de tristeza colonizando tu cuerpo. Ni lloro, que no sea de alegría. Ni nada que entele tu mirada, ni resfríe tu corazón al desnudo.
¿Cómo estás, Elena? Estoy bien, le respondo a mi sombra. Pescado o verdura: ¿Qué querrás para cenar? Desvarío por momentos. He de reconfigurar mi programa, modificar sus desajustes.
Conforme pasan los días de verano, se va sedimentando la materia arenisca de la separación. Se queda en nada la fortaleza que fuimos. A los ojos de los otros perdemos valor, como «un todo fragmentado», nos devaluamos. También a nuestra propia mirada, desde un sentimiento de abandono. Lástima y dolor por aquellos días hermosos de verano cuando todo era para dos: tú eras Júpiter y yo Venus. Las cañas, los paseos, las paellas, las reservas, la cama, los billetes de avión, el café, las caricias, los sueños, los proyectos, las lecturas a medias, las cuentas, las preocupaciones, las regañinas, nuestro amor [...].
Las raíces de mi cuerpo/ha bendecido el amor. / He florecido en la espuma/regada por la pasión/Por el semen generoso de la vida/y el dolor.
De todo aquella materia combustible, ahora solo quedan virutas de cariño, celebraciones familiares, besos en las mejillas, llamadas logísticas y álbumes sepia. Y un sabor agridulce en mi boca que fermenta amargor, mientras veo irse de vacaciones de verano a las familias todos juntos y alegres y yo me quedo aquí sola.
¿Cómo estás, Elena? Me preguntan los amigos desde la lejanía más próxima. Y yo les respondes, que bien. Y les digo la verdad, hasta cuando miento. Lo cierto es que no lo estoy, estoy triste y siento un profundo dolor. El dolor tiene el movimiento de una mecedora antigua, no te deja avanzar. Es la hoja de ruta que no te lleva a ningún lugar.
Deshago mis pasos en la noche oscura de mi soledad. Los seres queridos que podrían sujetar mi mano ya no están, se fueron para siempre. Hablo con ellos con las costuras abiertas de mi cuerpo dolorido y les pido que no me abandonen cuando me desgarro. Imploro su amor.
¡Pronto serán las cuatro, otra vez! Cuando estás quieta en la oscuridad la tristeza te encuentra más fácilmente, pero yo no la rehúyo, se que viene de un cielo que acaba mandándote flores y luces y, relojes que funcionan. ¿Cómo si no la alegría? ¿Cómo si no el deseo y la fuerza? a veces detenida, como el busto de una estatua griega, desmembrada, en un jardín de primavera, y otras como la rama extendida al cielo de una preciosa araucaria, esperando a su albatros: sólido y poderoso, viajero del futuro, que me llene de sueños oceánicos y de un amor inconmensurable nuevo. Alta/fuerte/bien vivida/y en plena madurez. Soy yo. Sé que me estás buscando.
Te envío mis coordenadas amor.
Versos de Gioconda Belli
martes, 18 de junio de 2024
SI TE DUELE SOLO EL ALMA NO ES GRAVE
A mediados de los 90 me interesaba mucho la teoría de la complejidad. Cuanto más me adentraba en ella más comprendía los límites de nuestro conocimiento y de nuestra capacidad de predicción. La complejidad me ha sido muy útil. Me ha ayudado a alcanzar un sistema que funciona frente a la ignorancia. Creo que somos fundamentalmente ignorantes y muy, muy malos para predecir el futuro. Teoría de la complejidad/Naval Ravikant
El pensamiento discursivo no es fuente de luz:Tratamos de resolver un problema, y no hay respuesta. Entonces lo dejamos tranquilo. En el momento en que hacemos eso, hay una respuesta, porque la mente superficial ya no está luchando. Está quieta. Solo cuando la mente está tranquila -gracias al conocimiento propio- solo entonces, en esa serenidad, en ese silencio, puede manifestarse la realidad. El conocimiento de uno mismo/Jiddu Khrisnamurti
lunes, 6 de mayo de 2024
OLVIDO O CASTIGO
Autor Christian Schloe
Ocurre a veces, sobre todo en los
viajes, a miles de kilómetros de casa. A veces es un gorrión con la cola
amarilla que busca comida en la acera cuarteada por donde pasas, y te saca del
empeño de no romperte la crisma, en un país extranjero, sin ninguna elegancia. Otras
es la zapatilla, como llaman aquí a
la regleta: el soporte donde adaptas los diferentes enchufes de tus aparatos
eléctricos. O el pan macerado, que sirven en todos los restaurantes de la
ciudad donde vas a comer: de miga concentrada, saturada de harina blanca, con
su corteza resistente. O el dolor en el pecho que aparece a las pocas horas de tu llegada, y te alarmas a las cuatro de la tarde y a las nueve de la noche poniéndote en lo peor, hasta
que el estetoscopio de una mano amiga y experta te dice que todo está bien, que
solo era un dolor muscular de subir, bajar y arrastrar maletas y, de más de trece horas de incómodo
vuelo. A veces son las metáforas de la pobreza en el color ceniza de las caras
y las miradas sin brillo. O la letra arrastrada de un vocablo que te resulta
familiar, pero con dramatismo de tango. Otras es el monolito estático de un símbolo
que no te representa ni te dice nada, porque tu firme patriotismo y decisión es
una letra en blanco sobre fondo blanco-nuclear. Otras es el retrato, en la
fachada de un edificio, del tamaño de quince pisos, de un ciudadano de baja cuna
y altos logros, rosarino querido/admirado/proeza/”Messianico”/ una leyenda en vida. Otras es la cercanía de la voz
amiga que te habla desde el otro lado del océano. O cuando te sientes “rebien” como dicen aquí, en un “castellaaaaano
extranjero” que suena “reliiiindo”.
O cuando te salen a esperar tus amigos al aeropuerto, y te reciben con flores y
vino y hacen que te sientas como en tu propia casa. A veces es una “tormenta
eléctrica” que no deja más secuelas que un llanto coral en familia bien llorado
y escurrido. O la ebria alegría de imaginar caricias que nunca llegan. Otras
veces nada, nada de eso pasa y entonces te haces preguntas que te devuelven a
casa, a la tuya de siempre, esa que está donde estás tú. En ti. Entre fuego y cenizas;
consumiendo la vida y sus ciclos, como en una danza interminable que no cesa, arrastrada entre corrientes, -¡tantas veces!- como
el Paraná, el río turbio que atraviesa tu ciudad, del mismo tono que la vida cuando arrastra inmundicias
y lodos, Flor.
A veces hay que sumergirse en las profundidades del Lete para olvidar los pasados, porque nada pertenece al que está de paso a otras vidas. Teselas, Flor, así se llaman los trocitos que el otro día me preguntabas que nombre tenían, y yo te respondí que eran piezas pequeñas con la que los antiguos griegos componían mosaicos. Piezas rotas que los humanos usamos para reconstruir nuestra fortaleza día a día. Porque cada día se nos rompe algo. La vida es eso, una continua construcción y deconstrucción, como las piezas del Lego que montan y desmontan tus hijos pequeños, sin hacerse preguntas; disfrutando, aprendiendo, creciendo… Con la primera mirada. Con la voz limpia, Flor. Como si nada malo hubiera sucedido. Ignorando a otros que pareciendo vivir, quizás están en punto muerto.
Vivir con la memoria vaciada. En una actitud de valor y de constancia, por ti y los tuyos. Sin Castigo, ¿recuerdas? Por tu bien y el de todos los nuestros.
A veces para avanzar no necesitamos
más que… Solo el Olvido.
Elena Larruy
viernes, 26 de abril de 2024
DE LA CONCIENCIA A LA EXCELENCIA
Os sorprendería conocer el talento natural que anda suelto ─sin evaluar ni reconocer─ que se escapa a los medidores de intelecto que conocemos. Personas creativas y valientes asistidas por la gracia de una movida interna sin discurso, de un deseo superior sin freno ni dictados. Capaces de llevar a cabo con éxito cualquier empresa o proyecto.
Me declaro fan de estas personas y del trabajo bien hecho. A ellas me dirijo principalmente por su capacidad de influencia en los medios. Jóvenes, por lo general ─y a veces no tan jóvenes─ movidos por la pasión de todo tipo de conocimiento. Aman lo que hacen. Y son en gran medida emprendedores deseosos de «comerse el mundo». Los observo con mirada crítica y envidia sana.
La mayoría de estas personas tienen preparación académica y títulos universitarios, pero no siempre es así. Los hay más influenciados por el favor del instinto que por el reputado intelecto, que raramente pisaron un instituto y son auténticos ejemplos a seguir, incluso se les puede llamar maestros, como es el caso del copywriter Isra Bravo ─por poner un ejemplo. Autodidactas talentosos, emprendedores efectivos que se formaron ─y lo siguen haciendo─ con tesón y amor propio.
Para unos y otros trabajo y disfrute es la misma cosa. Interactúan de manera rápida y eficaz en las redes. Tienen olfato empresarial para detectar las oportunidades y, cualidades suficientes para atraer aquello que persiguen. Aprenden rápido. Conocen los dinamismos cambiantes de los mercados. Actúan con sus sinergias y sincronías de manera oportuna y confiada. Tienen prisa. Prisa por ser los primeros en “comerse el trozo más grande del pastel”.
Sin embargo, con más frecuencia que menos se observa en sus conductas una falta efectiva y afectiva de la presencia del Alma. Como si el ser humano fuera solo cuerpo y mente, como si el espíritu que lo moviliza y armoniza fuera tan solo un constructor de la mente, en la que sí creen de manera exclusiva, excluyente y hasta reverente, como si de una institución religiosa se tratase.
El terreno sensitivo, lo trascendente, lo metafísico incomoda a muchas personas. Evitan poner nombre a lo que no saben ni pueden controlar con un razonamiento lógico, por incompetencia operativa de lo que saben con lo que sienten. También por temor al desprestigio, a ser descalificados y etiquetados de supersticiosos, beatos, seres emocionales, creyentes, gregarios. Curanderos, descerebrados, santones, gurús, sectarios "personal de tercera clase" que juegan en otra liga.
Una mente sin corazón es como un óvulo sin esperma.
El universo es la expresión de la divinidad. Esta divinidad se manifiesta en infinidad de planos. Nuestro cuerpo humano es uno de ellos. La comprensión de lo que existe y de lo que somos, subyace en cada uno de nosotros y, es a través del silencio, la observación y la meditación que llegamos a la comprensión de su esencia: sin interferencias ni intermediarios, sin argumentos amarillos de la razón.
En todo tipo de trabajo excelente se detecta el sello del alma. Su presencia. Muchas veces sus propios creadores lo desconocen, por todo lo dicho.
Corazón y mente van juntos de la mano para crear vida y enriquecerla. Para hacer de esta una excelencia.
La apasionada carrera de ambición de estas personas a las que me refiero en el encabezamiento, sería reprochable en una sociedad más colaborativa que competitiva, más avanzada que enfrentada, más progresista que retrógrada, cuya lente crítica y esfuerzo estuvieran más enfocados a un reparto más justo del conjunto de riquezas. Pero esto no es así, como todo el mundo ya sabemos. Hemos sido educados en la diferencia, para actuar enfrentados. En un vivir de apariencias. No importa que nos pudramos por dentro de: aislamiento, vergüenza, tristeza, sufrimiento, odio, enfermedad, incomunicación, soledad, miedos […] La cuestión es guardar las formas establecidas, hacer como que no pasa nada. Y seguir con nuestro derrumbe existencial, desconectados de la conciencia del Ser y de su esencia. Del Todo al que pertenecemos.
La prestigiosa y reconocida Mónica Cavallé, doctora en filosofía, nos dice en uno de sus libros: El Coraje del Ser, que no podemos seguir viviendo en la ignorancia. Apegados a todas las falsas adherencias de lo que creemos ser ─y no somos. A las ideas y credos heredados que secuestran nuestra mente con imágenes, pensamientos y arquetipos mentales engañosos. Insiste en la necesidad de indagar más, desde el interior de cada uno de nosotros, para saber quiénes somos realmente y actuar con conciencia de alma, desde la no separatividad.
Una conciencia ejemplar: limpia, lúcida y trasparente es necesaria en todas las personas; especialmente en aquellas que, por su influencia en contextos tan poderosos como internet y el conjunto de medios, llegan a millones de personas. Se necesitan compromisos valientes. UNA DIMENSIÓN REVOLUCIONARÍA DE ELEVADA RESPONSABILIDAD.
Personalmente hablo desde la experiencia que con el paso de los años con lo vivido y por capilaridad, se ha ido conformando lenta y progresivamente en mi interior. He cuidado de mi, procurando forjar un carácter espiritual por convencimiento, sin mediadores ni credos externos. Esa es la naturaleza de mi fe. Y mi certeza. ¿Cuál es la tuya?
Conciencia en acción, lo llama Borja Vilaseca. Otro incansable buscador de la excelencia en el proyecto humano personal, educativo y empresarial que apuesta por el trabajo interior, sin moralismos ni estándares religiosos, desde lo más profundo del Ser.
Finalizo con un fragmento de la autora mencionada: [«Si ese anhelo de verdad es sincero e incondicional, finalmente veremos y comprenderemos, porque «todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla». El camino interior no es un asunto técnico ─como hoy en día parece dar a entender la proliferación de técnicas interiores─; es una cuestión de pureza. Y la pureza reside, entre otras cosas, en esta actitud: la de tener un anhelo de verdad que sea mucho más fuerte que los temores y deseos de nuestro yo superficial.»].
La presencia del Alma es necesaria en nuestras vidas, indispensable en todos los actos. Debemos y podemos actuar con esa inteligencia, si realmente queremos una mayor calidad de vida para todos. De la conciencia a la excelencia.
Cuida de ti ─Cura Sui─
sábado, 9 de marzo de 2024
LA AMISTAD HABITABLE
LA AMISTAD HABITABLEUn amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón y puede cantarla cuando a ti ya se te ha olvidado la letra.
Julio R.Ribeyro
Incluso aquellos de actitud más gatuna ─más esquivos─, pueden llegar a ser grandes amigos desde la distancia más remota.
Del amigo no tienes siempre que saberlo todo. Te das cuenta, cuando uno de ellos falta y te cuestionas cosas que ya no tienen respuesta ni nunca la tendrán.