lunes, 12 de febrero de 2018

TE INVITO




JORNADA DE PUERTAS SEMIABIERTAS

Te invito
a mi alegría
a mi mesa
a mis auroras
de todos los días
al placer de mis dudas
a su asombro
al deleite del encuentro
al cerezo de mi padre
a subir por su  recuerdo
donde nadie transita
a jugar a ser niños
a rompernos las rodillas
a curarnos las heridas.
Te invito a la poesía,
a su mesa
a mi curiosidad toda
a mi abrazo sincero
a su calor
a su delirio
a su consuelo
a mi hojaldre de ibéricos,
con queso,
también te invito
a la secreta bondad de mis actos
a su vuelo nocturno
a mi vuelo
a que me busques
a que me encuentres 
a que me quieras
te invito a mi jardín
de belleza condenada,
en su constante efecto de huida,
al banco donde me siento
a escuchar mis torpezas,
a apagar mis incendios
a renovar el vacio
cuando la vida me niega
y desvalija mis sueños.
Pasad, sed bienvenidos
para todos tengo.

Elena




Imagen y menú de Elena


Este es uno de esos poemas que compuse y publiqué hace unos cinco meses, y que hoy de nuevo publico una vez retocado, como dice el poeta Paul Valery, los poemas  nunca se acaban, solo se abandonan. Siempre que se vuelve a un poema se le encuentra nuevas formas para expresar un verso, cambiar una palabra, o simplemente creemos que algo en su musicalidad no suena del todo bien. También el estado de ánimo lo aligera o lo embarra. Me gusta esa cualidad y capacidad  analógica de la poesía con las personas, siempre mejorando. 


martes, 6 de febrero de 2018

JÚRAME QUE NO ESTOY MUERTA


El instinto erótico pertenece a la naturaleza original del hombre ...
 Está relacionado con la más alta forma de espíritu. Carl Gustav Jung




Hoy te saludo brutalmente:
con un golpe de tos
o una patada.
¿Dónde te metes,
a dónde huyes con tu caja loca
de corazones,
con el reguero de pólvora que tienes?
¿Dónde vives:
en la fosa en que caen todos los sueños
o en esa telaraña donde cuelgan
los huérfanos de padre?
Te extraño,
¿sabes?
como a mí misma
o a los milagros que no pasan.
Te extraño,
¿sabes?
Quisiera persuadirte no sé de qué alegría,
de qué cosa imprudente.
¿Cuándo vas a venir?
Tengo una prisa por jugar a nada,
por decirte: «mi vida»
y que los truenos nos humillen
y las naranjas palidezcan en tu mano.
Tengo unas ganas locas de mirarte al fondo
y hallar velos
y humo,
que, al fin, parece en llama.
De verdad que te quiero,
pero inocentemente,
como la bruja clara donde pienso.
De verdad que no te quiero,
pero inocentemente,
como el ángel embaucado que soy.
Te quiero,
no te quiero.
Sortearemos estas palabras
y una que triunfe será la mentirosa.
Amor...
( ¿Qué digo? estoy equivocada,
aquí quise decir que ya te odio. )
¿Por qué no vienes?
¿Cómo es posible
que me dejes pasar sin compromiso con el fuego?
¿Cómo es posible que seas austral
y paranoico
y renuncies a mí?
Estarás leyendo los periódicos
o cruzando
por la muerte
y la vida.
Estarás con tus problemas de acústica y de ingle,
inerte,
desgraciado,
entreteniéndote en una aspiración del luto.
Y yo que te deshielo,
que te insulto,
que te traigo un jacinto desplomado;
yo que te apruebo la melancolía;
yo que te convoco
a las sales del cielo,
yo que te zurzo:
¿qué?
¿Cuándo vas a matarme a salivazos,
héroe?
¿Cuándo vas a molerme otra vez bajo la lluvia?
¿Cuándo?
¿Cuándo vas a llamarme pajarito
y puta?
¿Cuándo vas a maldecirme?
¿Cuándo?
Mira que pasa el tiempo,
el tiempo,
el tiempo,
y ya no se me aparecen ni los duendes,
y ya no entiendo los paraguas,
y cada vez soy más sincera,
augusta...
Si te demoras,
si se te hace un nudo y no me encuentras,
vas a quedarte ciego;
si no vuelves ahora: infame, imbécil, torpe, idiota,
voy a llamarme nunca.
Ayer soñé que mientras nos besábamos
había sonado un tiro
y que ninguno de los dos soltamos la esperanza.
Este es un amor
de nadie;
lo encontramos perdido,
náufrago,
en la calle.
Entre tú y yo lo recogimos para ampararlo.
Por eso, cuando nos mordemos,
de noche,
tengo como un miedo de madre a quien dejaste sola.
Pero no importa,
bésame,
otra vez y otra vez
para encontrarme.
Ajústate a mi cintura,
vuelve;
sé mi animal,
muéveme.
Destilaré la vida que me sobra,
los niños condenados.
Dormiremos como homicidas que se salvan
atados por una flor incomparable.
Ya la mañana siguiente cuando cante el gallo
seremos la naturaleza
y me pareceré a tus hijos en la cama.
Vuelve, vuelve.
Atraviésame a rayos.
Hazme otra vez una llave turca.
Pondremos el tocadiscos para sIempre.
Ven con tu nuca de infiel,
con tu pedrada.
Júrame que no estoy muerta.
Te prometo, amor mío, la manzana.

Discurso de Eva
Carilda Oliver Labra





Más de la poeta Cubana autora del poema "Me desordeno amor, me desordeno"

LIGERO TRASTORNO POÉTICO SIN CONSECUENCIAS

Alicia Martín Escultura


Poética

¿Cómo escribir ahora poesía,
por qué no callarnos definitivamente
y dedicarnos a cosas mucho más útiles?
¿Para qué aumentar las dudas,
revivir antiguos conflictos,
imprevistas ternuras;
ese poco de ruido
añadido a un mundo
que lo sobrepasa y anula?
¿Se aclara algo con semejante ovillo?
Nadie la necesita.
Residuo de viejas glorias,
¿a quién acompaña, qué heridas cura?

Juan Gustavo Cobo Borda


lunes, 5 de febrero de 2018

LOS AMANTES DE RILKE



Rilke el poeta que vive en el otro, en estado permanente de escucha y comunión para desvelarnos el instante, la verdad más intima y secreta. El poeta conectado a la naturaleza que nos cuenta su realidad más profunda y su esencia, la de todos los objetos que toca, con entrenado y profundo conocimiento de sus misterios. 



LOS AMANTES



Mira cómo se cruzan: uno crece hacia el otro

y en sus venas se vuelve todo espíritu.

Las dos figuras vibran como ejes, en torno

a los cuales la rueda irresistiblemente gira y arde.

Tienen sed y reciben la bebida;

mantente alerta y mira: reciben la visión.

Permite que se hunda el uno en el otro,

para que el uno al otro sobrepase.
Rainer María Rilke


Vida y Obra


sábado, 3 de febrero de 2018

EL DESAFÍO NOCTURNO DEL BÚHO Y SUS ZAPATILLAS


Me niego a vivir en serio y en serie


Me deja sin palabras las pintadas de  esta persona que conocí en las redes hace algunos meses. Hoy me he regalado su tiempo para saber más de él. De entre sus vídeos me ha gustado este que dejo aquí, donde se le puede escuchar recitando un poema que dedica a la que fue su amor,  Iratxe.





Fácil etiquetar y colocar adjetivos que ponderen a personas que admiramos por que hablan de lo que nos gusta, porque su discurso es el nuestro, porque nos cautiva su bondad, su inteligencia, o porque nos motivan sus irreverentes verdades en forma de pintadas en los muros y en  los cubos de basura, como es mi caso.
Cuestionable es traspasar al otro  la responsabilidad de estar a la altura de los halagos y etiquetas con que nuestro juicio los adorna. Pese a todo yo lo hago apreciado Alberto porque me pregunto si no deberías hacer valer más tu talento, del que andamos tan escasos.
Admiro la actitud valiente de tus actos y sus desafíos,  sus intenciones pacíficas combatientes. Valoro la manera que tienes de plantar cara a la vida, no sin esa dosis de locura que toda lucidez necesita. Y por eso te aplaudo, porque eres quien ha elegido ser, dejando atrás cargas y ataduras.
Cuando te leo aprendo de ti con esperanza y satisfacción adulta -que no es poco- también con curiosidad infantil. Por eso mi agradecimiento y cariño a ti  y al padre que te motiva y  vive en ti, en tu Batania querida.
Ole tus pintadas, la coherente actitud de tus pensamientos y tu compromiso con ellos. Deseo que no te abandonen las fuerzas y que tus ideas siempre estén a la altura del respeto que mereces, el mismo que tu les das. Ole tus metáforas, tus conjeturas y ocurrencias, el brillo de tus reflexiones. ¿De donde vienes? ¿No te habrás equivocado de planeta? ¿o de tiempo?.
Gracias por el  compromiso de tu ejemplar entrega con los desfavorecidos del mundo, sin afiliarte a sindicatos ni partidos, y a esa manera neorrabiosa irreverente,  inteligente y audaz, siempre respetuosa y humana. Te sigo desde mi propia nocturnidad y me sumo a tu antipatriotismo. A mi tampoco me gustan las banderas, ni las consignas, ni  lo que divide, ni separa, ni anula y desprecia, sea cual sea su color, lengua o territorio. Y mi grito es el tuyo en su modalidad de poema.
Disfruto con la genialidad de tu libre vuelo, de tu pasión por la  lectura y de  tus muchos conocimientos, de tu manera de estar y de querer a los tuyos, de cómo amas a las mujeres. Tú también mereces ser amado de la misma manera.
Necesitamos personas como tú para poder sujetarnos a alguna Verdad:
 "deberías ser bandera Alberto". Muchas gracias por ser quien eres.
  

Elena
















Poco que añadir que no se conozca de ti a través de tus pintadas:



Siempre dudando entre salvar el mundo o salvarnos de él.

Prefiero las personas con ideas no con ideologías.

Nada puede detener a una oveja negra orgullosa de sí misma.

Siempre cambiando el miedo de sitio.

El viento es cruel con el viento que no cree en sus raíces.

Me niego a vivir en serio y en serie.

Algún día encontrarás un corazón a la altura de tu inocencia.

No me preocupo de sentar la cabeza, me preocupo de llenarla.

Siempre que nieva tengo cinco años.

Mi fantasía textual es que me comas y punto.

Basta ya de pintadas: pasemos a los besos.

Menos infantería y más infantilería.

Consiste mi vida en sentir mucho y no enterarme de nada.

Lo único que hemos socializado es el egoísmo.

No quiero tener experiencias quiero tener aventuras.

Dentro de la herida siempre hay un bolígrafo.

Siempre cambiando el miedo de sitio.

Si escribo versos es porque no se escribir aviones.

Charles Chaplin soñaba en color.

Me han robado mi cartera vacía.

De nada te sirvió la escuela si no aprendiste desobediencia.

Venía entrenada: no se puede ser tan bella de repente.

Liberqué, Igualiquién, Fraternicuándo.

No te lo creas tanto: el 90% de tu belleza procede de mi manera de mirarte.

Hace un tiempo espléndido para otra bastilla.

El amor es tan sencillo como llevar un elefante posado en la oreja.

La mayoría de parejas trata de mantener el fuego, nosotros tratámos de extender el fuego.

Dejé de pensar en el futuro para tener más tiempo por delante.




Y si queréis saber un poco más ...

https://www.youtube.com/watch?v=CbZ8zAKm4o8


lunes, 29 de enero de 2018

ALGO PERSONAL CON LA POESÍA


Artista Emma Wesley

La inspiración de un poema llega de muchas maneras: un sonido, una voz, la imagen de una vivencia, una lectura. Toma vida cuando te sientas a escribir, envuelta de una atmósfera propicia, que acostumbra a  ser de silencio.

Dependerá de la necesidad o exigencia de cada cual, pero en mi caso: neófita en estos quehaceres de escribir poemas, me lleva su tiempo componer algo y darlo por válido, y mucho menos por bueno.  Quito y pongo, tomo y retomo los versos, una y otra vez, como un lienzo al que has de dejar secar para continuar pintando.

El poema va adquiriendo forma y ritmo y a menudo me conduce a destinos insospechados; como agua de río que se escapa por su propio cauce. Atraviesa diferentes estados, decía el poeta Mark Strand.

Cuantas veces se gira la historia de la intención inicial y te encuentras recorriendo paisajes distintos, y cuantas otras te recreas en un reguero de emociones que lo enturbian todo. Es muy frecuente también rellenar de palabras vacías los espacios en blanco, con metáforas gastadas, e incluso ser deshonesta y dejarte arrastrar por el engaño. Las más de las veces contamos lo mismo, con idénticas palabras y de la misma forma que otros lo han escrito millones de veces, sin nada más que aportar.

En mi caso tengo muchos más poemas a medias que acabados, algunos se han vuelto totalmente estériles. Casi nunca los elimino, acudo a ellos buscando "retales", otros son como la expresión poética que tanto me gusta: "puertos abandonados",  los elimino cuando después de muchas lecturas ya no me aportan nada.

Hay otra manera de componer, que no es mi caso,  más espontánea: cuando aparecen los versos, inspirados en un momento mágico de conexión con la experiencia del momento. Suelen ser poemas cortos que requieren pocas correcciones. Sea cual sea la forma, estar con la poesía y su actitud siempre me compensa.

En esos caminos poéticos, por donde algunos perdemos la noción del tiempo, a menudo se convierten en laberintos sin salida: me viene a la cabeza la imagen de la cabra que harta de dar vueltas sin encontrar la salida abre una puerta  comiéndose el seto. Esta forma de poda, que conoce cualquier escritor, es una manera inteligente de resolver y acabar muchos textos. En poesía, especialmente, quitar la hojarasca embellece los poemas. Insinuar siempre será mejor que explicar evidencias. Cortar cualquier exceso lo mejora. Saber abandonar a tiempo, si no queremos que pierda espontaneidad y frescura es recomendable. Siempre habrá otro  momento adecuado de retomarla para una escucha atenta, entrar dentro de uno  y mejorarla.  Si eso no sucede siempre es preferible abandonar el poema antes que él te abandone a ti.

La poesía es un trabajo en soledad, cuando hablo de ella, pocas veces lo hago en otro lugar que no sea este: la gente sale corriendo, como yo de los malos poemas de amor, aunque es cierto que la mayoría de las veces llamamos poesía a lo que no lo es. Pero los que disfrutamos de ella, sea buena o regular y hasta a veces mala, nos da mucha satisfacción y comprensión, también consuelo y reflexión. En mi ejerce un poder amistoso y terapéutico muy encomiable, también para mi relación con el exterior, cada vez más decepcionante y pobre.

No hay nada más en estos momentos de mi vida que me apetezca más que leer y escuchar poesía. Me encantaría asistir a clases y aprender escuchando lo que de ella tienen que contarme los buenos poetas. Pero la poesía, tristemente a diferencia de la música, la danza, la pintura, y otras artes, no es materia didáctica, ni se enseña en ninguna facultad.

Componer un buen poema con alma, que trasmita y fluya ligero acompañado de su música, es tarea de corazón, mente y mano maestra, y aun siendo así nunca lo que expresa mejora el sentimiento que lo ha inspirado. Pese a todo, esta forma universal y creadora tan bella de la literatura: tan cenicienta..., mi relación personal con ella siempre  merece y merecerá la pena. Tengo el borrador y mi cabeza lleno de poesía.

  
 Elena 





jueves, 25 de enero de 2018

EL TALENTO OCULTO DEL IDIOTA Y TODOS LOS DEMÁS





“Por todos mostraba el mismo afecto, y si a algunos distinguía más con él era a los más desgraciados y a los que aparecían como más díscolos. Y como hubiera en el pueblo un pobre idiota de nacimiento, Blasillo el bobo, a este es a quien más acariciaba y hasta llegó a enseñarle cosas que parecía milagro que las hubiese podido aprender. Y es que el pequeño rescoldo de inteligencia que aún quedaba en el bobo se le encendía en imitar, como un pobre mono, a su Don Manuel. Su maravilla era la voz, una voz divina, que hacía llorar”.

San Manuel Bueno, Mártir
Miguel de Unamuno
 

Todos guardamos talentos ocultos que necesitan ser rescatados. Un buen maestro inspira y despierta la curiosidad, sabe sacar de la personalidad de cada individuo lo mejor. Con su actitud  apasionada y amigable se gana la confianza y la admiración del alumno que se entrega dando lo mejor. Los que han tenido la suerte de tener un buen maestro nunca lo olvidan y su agradecimiento es eterno. El trabajo de un buen maestro es  determinante para un futuro de éxitos, porque abre caminos de confianza que le hacen madurar, reforzando su personalidad y sus ganas de conocimiento. Inspiran en ellos las ganas de seguir aprendiendo. Cuantas veces, esos talentos no manifestados, malogradamente quedan ocultos. Por eso cuando leí este pequeño fragmento de la novela de Miguel de Unamuno me pareció importante la reflexión de lo importante que es ayudar  a los que más nos necesitan y especialmente a los menores a sacar el diamante en bruto que seguro llevan dentro. ¡Tenemos tanto que ofrecer y tan poco que perder!. 

miércoles, 24 de enero de 2018

LA SALUD, OTRA CARA DE LA BELLEZA

Un visión óptima de la salud es la del  pensamiento que se sabe más sanador que un medicamento. Una actitud armoniosa y sostenida  requiere escasa asistencia médica. Los hábitos saludables nos transforman en  personas sanas de pensamiento y acción, nos hacen dueños de nuestra salud y de nuestro individual universo. La salud es otra forma de belleza.

Somos las únicas criaturas en la superficie de la Tierra capaces de transformar nuestra biología mediante lo que pensamos y lo que sentimos.
Tus células están constantemente observando tus pensamientos y siendo modificados por ellos.
Un ataque de depresión arrasa tu sistema inmunológico. Sin embargo serenarte, fortifica tremendamente.
La alegría y la actividad armoniosa te mantienen saludable y prolongan tu vida.
El recuerdo de una situación negativa o triste libera en ti las mismas hormonas y sustancias biológicas destructivas que el estrés.
Tus células están constantemente procesando todas tus experiencias y metabolizándolas de acuerdo con tus puntos de vista.
En tu cuerpo, la producción de neurotransmisores se altera, el nivel de hormonas varía, tu ciclo del sueño es interrumpido, la superficie externa de tus células se tornan más viscosas y más propensas a formar grumos y hasta tus lágrimas contienen trazas químicas diferentes al de las lágrimas de alegría.
Todo este perfil bioquímico será drásticamente modificado cuando te sientas tranquilo, y hasta tu proceso de envejecimiento se neutralizará cada día.
Shakespeare no estaba siendo metafórico cuando a través de su personaje Próspero, dijo: “Nosotros estamos hechos de la misma materia que los sueños”.
¿Quieres saber cómo está tu cuerpo hoy? Entonces recuerda lo que pensaste y sentiste ayer.
¿Quieres saber cómo estará tu cuerpo mañana? ¡Observa tus pensamientos y emociones hoy!
Al abrir tu corazón y tu mente evitarás que algún cirujano lo haga por ti.
La medicina esta en ti y tú no la usas. La enfermedad viene de ti mismo y no te das cuenta.
Recuerda, no somos lo que creemos ser, sino lo que pensamos y sentimos sin saberlo.
Si sigues dejándote llevar no preguntes a donde.

martes, 23 de enero de 2018

HUELLAS DE NAVAJA

EL PASEO


No envejece
nunca el paseo
que conduce
hasta la ermita.





El agua del río
siempre parece
la misma





y las hileras
de chopos
continúan
su eterna marcha
hacia el santo.





Muchos
aún conservan
viejas inscripciones
de enamorados
hechas a navaja






“Cifras que son fechas”,
que decía Machado




Algunas se pueden
leer perfectamente,
otras las ha ido
borrando el tiempo
a su paso.




Al verlas,
siento una gran
curiosidad
por saber
qué habrá sido
de aquellas navajas

¿Conservarán su filo intacto?

Pedro César Alcubilla

lunes, 22 de enero de 2018

QUIERO SER POETA



Esta es la carta en la que Rainer Maria Rilke respondía a un joven, de diecinueve años, con vocación de poeta, que lo admiraba y al que había enviado sus poemas pidiéndole opinión y consejo. Se daba la coincidencia de que habían sido alumnos en el mismo colegio, solo que Rilque quince años antes. 
Han pasado más de cien años y aunque su contenido pueda parecer un tanto idílico y manido,  siguen vigentes sus reflexiones y consejos. Aportan luz, y confirman reglas necesarias sobre los silencios y las escuchas, el carácter y la voz propia en la expresión, la belleza, la mirada interior,  la comunión con la naturaleza, y más  detalles que  cualquier creador debe atender si su vocación es serlo.



Distinguido señor:

Hace pocos días me llegó su carta, y quiero agradecerle su confianza. Me temo que no sabré hacer mucho más. No puedo entrar en consideraciones sobre sus versos, porque me es totalmente ajena cualquier intención crítica. Y nada resulta menos adecuado, para tomar contacto con una obra de arte, que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a malentendidos más o menos felices. Las cosas no son tan comprensibles ni fáciles de expresar como muchas veces se nos quiere hacer creer. La mayor parte de los acontecimientos son indecibles; suceden en un ámbito al que no llega ninguna palabra. Y lo más inexpresable de todo son las obras de arte: realidades llenas de misterio, cuya vida perdura junto a la nuestra, que desaparece.

Dicho esto, apenas puedo añadir que sus versos no tienen aún carácter propio, aunque sí hay brotes que despuntan iniciando algo personal. Especialmente en el último poema: “Mi alma”. Ahí hay algo propio que quiere manifestarse, y busca encontrar su voz y melodía. Y en los bellos versos “A Leopardi” encuentro una afinidad con ese gran solitario. Aun así, sus poemas no son todavía suficientemente independientes. Tampoco el último ni el que dedica a Leopardi. La amable carta que los acompaña no deja de explicarme algunas deficiencias que percibí al leer sus versos, pero sin que con ello pueda señalarlas, dándoles su nombre.

Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes lo ha peguntado a otras personas. Manda sus versos a revistas literarias. Los compara con otros versos, y se siente inquieto si esas revistas los rechazan. Pues bien –ya que usted me permite aconsejarlo– le pido que renuncie a todo eso. Usted mira hacia fuera, y esto es justo lo que ahora no debe hacer. Nadie puede ayudarlo. Nadie. No hay más que un solo camino: entre en usted. Examine a fondo qué es lo que lo mueve a escribir. Examine si ese deseo está enraizado en lo más profundo de su ser. Pregúntese si moriría si no le fuera posible escribir. Esto, ante todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche “¿debo escribir?” Excave en sí mismo en busca de una respuesta. Y si es afirmativa, si usted sale del encuentro con esa pregunta con una afirmación firme y sencilla, entonces construya su vida conforme a esta necesidad. Que sea su vida, hasta en su hora más insignificante, un signo y un testimonio de ese impulso. Acérquese a la naturaleza y diga, como si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehúya, al principio, las formas y los temas más transitados. Son los más difíciles, porque se necesita una gran madurez para poder decir algo propio ahí donde existen tantos buenos y brillantes aportes. Por esto mismo evite los motivos abstractos. Recurra en cambio a lo que cada día le ofrece su propia vida, sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos y su fe en la belleza; y todo dígalo todo con silenciosa, íntima y humilde sinceridad. Valiéndose, para ello, de lo que lo rodea. De las imágenes de sus sueños. De todo lo que vive en el recuerdo.

Si su vida cotidiana le parece pobre, acúsese usted mismo de no ser lo suficiente poeta para descubrir su riqueza. Porque para un espíritu creador no hay pobreza. Ni tampoco hay lugar que sea pobre o pueda serle indiferente. E incluso si estuviera en una cárcel, en la que no llegara hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no tendría aún su infancia, esa riqueza interminable, ese recinto que guarda los tesoros de la memoria? Vuelva ahí su atención. Trate de hacer resurgir las sensaciones de ese vívido pasado. Verá entonces cómo se afirma su personalidad, cómo se ensancha su soledad y se convierte en una misteriosa morada, mientras lejos, muy lejos, sucede el estrépito de lo demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este ir al fondo de su propio mundo, nacen unos versos, entonces ya no preguntará a nadie si son buenos. Ni se preocupará porque las revistas se interesen por ellos. Porque esos versos serán su riqueza más preciada y natural: fragmento y voz de su vida.

Una obra de arte es buena cuando nace de la necesidad. Ese aspecto de su origen es el único criterio válido para juzgarla, no hay ningún otro. Por eso no sé darle otro consejo que este: entre a usted mismo y explore las profundidades de su vida. Ahí encontrará la respuesta cuando se pregunte si para usted es necesario crear. Acepte esa respuesta tal como le llegue. Sin tratar de buscarle sutiles interpretaciones. Tal vez está usted llamado a ser poeta. Cargue entonces con su destino: cargue con su peso y su grandeza, sin preocuparse de las recompensas externas. El creador debe ser un mundo en sí, y debe encontrarlo todo dentro de sí y de la naturaleza, a la que está unido.

Pero tal vez después de haber entrado en la soledad de usted mismo, deba usted renunciar a ser poeta (basta sentir que se podría vivir sin escribir, repito, para no permitírselo siquiera.) De todos modos este profundo recogimiento no habrá sido inútil: su vida encontrará caminos propios. Que éstos sean buenos, ricos y amplios, se lo deseo más de lo que pueden expresar las palabras.

¿Qué más podría agregar? Me parece que he dicho lo que podía decirle. Al fin y al cabo, solo he querido aconsejarle que crezca desde el impulso de su propio desarrollo. Nada puede causarle más daño que insistir en mirar hacia fuera, esperando que desde ahí llegue la respuesta a esas preguntas que solo en lo más íntimo, en la más silenciosa de sus horas, quizás pueda contestar.

Fue una gran alegría encontrar en su carta el nombre del profesor Horacek. Sigo guardándole una profunda veneración y una gratitud que durará muchos años. Hágame el favor de expresarle esto. Es muy bondadoso al acordarse de mí, y lo sé apreciar.

Le devuelvo los versos que usted me confió tan amablemente. Una vez más le doy las gracias por su gran confianza. Mediante esta respuesta, sincera y exhaustiva, he intentado hacerme digno de ella. Al menos un poco más digno de lo que, como desconocido, soy en realidad.

Con todo afecto,

Rainer Maria Rilke














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