sábado, 18 de abril de 2020

DE LA INOCENCIA A LA CULPA




DE LA INOCENCIA A LA CULPA

Desobedecía a escondidas,
con la terca inocencia
del que no tiene argumento
que lo libre del castigo,
        con el afinado instinto
del que atiende las señales
que dan en lo cierto.

Cuando cumplí los siete años
me obligaron a aprender
el catecismo
para recibir a Cristo:
           ¡si yo ya lo tenía!:
andaba por mis adentros
como Pedro por su casa,
     -pero ellos, no lo sabían-.

Desobedecía así de niña,
cuando a confesar los pecados
me mandaban, y yo
me escapaba de la fila,
me escondía tras las puertas:
        porque  no mataba
ni robaba, ni mentía
ni incumplía los preceptos
de La Santa Madre Iglesia:
a mi padre ya lo honraba
y madre
     ya tenía.

El noveno mandamiento
¡debía ser muy malo!
a saber: ¿la lujuria?.
un pecado de mayores:
                         me decía.

Al salir del colegio
algunos días,
me compraba en El Cubano
chicles Bazoka,
chufas y pipas
que escondía en la cartera
por si fuera pecado.

Nunca creí en el infierno.
Para el cielo no tenía edad
ni preguntas.
Me quedó grabada la culpa
como señal de la iglesia
como marcan al ganado
para saber que tiene dueño.

Me robaron la sonrisa.
Fui antes que adulta
penitente.

Así de gris y constreñida
en mi uniforme estrecho
crecí de niña,
           aún me parece a veces
que lo llevo puesto.

Elena Larruy



martes, 14 de abril de 2020

ESTOS DÍAS DE INTERMEDIO







Las voces de afuera me sacan de mi encierro, me asomo a la terraza con la cabeza de estar por casa y me encuentro una calle vacía de almas: ni un coche, ni una alarma, no se mueve ni una hoja. En la ante sala de la escena el murmullo de la gente en los balcones fumando, hablando por teléfono con la familia, con los amigos. Entre balcón y terraza también se escuchan, se cuentan anécdotas, se pasan recetas: que ya no encuentran levadura en el súper, que en la farmacia no hay mascarillas... Desde mi casa no se observa ningún drama, la gente relajada, en un receso, como cuando paras en la autopista en el área de servicio a tomarte un descanso. No es mi caso, pero pienso en todos esos oficios, los más explotados, que pone a sus trabajadores a descansar en sus casas, me alegro por ellos: los camareros, los panaderos, los empleados del metro... con el deseo que no tenga graves consecuencias su ya precaria economía.
Unos llevan puesto el delantal, otros van en chándal, los hay que en pijama, los que más ropa cómoda de estar por casa, y los viejos:  cada día con la misma bata. Justo en frente de la mía hay uno sentado en su silla, con una mantita en las piernas,  que toma el sol por las  mañanas, impertérrito y tedioso, me pregunto si será su casa o la de una hija, porque cada tarde a las ocho veo una señora de mi edad aplaudiendo en la terraza. También pongo cara a la señora que cuida a mi vecino Calderón, el que vive justo debajo, es curioso y chocante ver como esta retirada forzosa, lejos de aislarnos, nos pone a todos caras. 

Qué triste visión la del anciano muriendo en una silla, peor la del que muere solo en una residencia, imagino. Veo también, en el tercero de enfrente, a una madre y dos niños, jugar a las cartas, mientras escucho tocar un saxo, es el hijo de los del ático, me dice la vecina del rellano, con la que juego al rummy y charlamos algunas tardes. A la que le cuento que me creo la mitad de todo esto que está pasando y que nos cuentan, que las causas son varias, que escuchamos muchas mentiras, que la alarma no es tal, que si no reaccionamos a tiempo las señales serán cada vez más fuertes. 

Ya casi es medio día, quiero tomar del sol su vitamina, me remango, me cojo una coleta y el libro  y me siento en mi sillón  a pasar el tiempo que queda hasta la comida. Hoy no hice bicicleta: mañana será otro día. Hay días que me preparo un vermouth con unas aceitunas, los festivos, ya llevamos un mes de retiro; me sienta bien, estoy  a gusto, disfruto del murmullo de fondo,  voces que se mezclan con el piar de los pájaros que salen de sus nidos y las primeras notas de olor de la primavera, me parece estar en el balcón de mi pueblo, hace unos años, cuando iba a visitar a la familia y escuchaba desde la terraza de la plaza el ruido alegre y festivo de la gente saliendo de misa de doce, cuando se sentaban a tomar una caña y petaban la charrada. Tampoco habían coches ni más ruido que no fueran  las risas vecinales de una mañana festiva. 

Cuando llega la primavera abrimos las ventanas para que salga el aire viciado del invierno y limpie nuestra casa. Así yo abro el corazón para que se ventile. Me parece tan extraño todo lo que está sucediendo estos días, que no llego a la raíz del asunto con tanta interferencia, eso sí,  disfruto del silencio del momento, cierro los ojos y me escucho más clara.  Ayer oí decir a alguien que era un tiempo de "intermedio" de descanso, así lo vivo. Me dejo envolver por el calorcito suave de los primeros rayos de primavera que ya está aquí, la siento. No tengo miedo de esta travesía, media verdad, media mentira y media, no tengo, por fortuna, en mi familia ningún afectado, ni me siento como un cervatillo asustado.

Ahora viene cuando nos quitamos la ropa y somos más nosotros,  salimos afuera y saludamos al día, a los vecinos y agradecemos a los sanitarios, a los municipales, y nos sentimos bien por el gesto, y satisfechos volvemos para adentro a seguir ordenando nuestros armarios y nuestras vidas, quiero pensar que estamos todos en ello, que no solo estamos por contestar al amigo que nos envió un vídeo gracioso. Qué manera tan extraña tenemos en este tiempo de encierro de relacionarnos, de mirarnos, de besarnos sin tocarnos; de relajarnos.
Por las noches con las luces encendidas, sin que nadie eche las cortinas, vemos el vivir natural de los otros en sus casas, haciendo las mismas cosas y nos sorprende ver que no son tan extraños: miran la tele, se levantan a la nevera, van al baño descalzos,  hojean  una revista, contestan el whatsapp. Por cierto las televisiones cada vez son más grandes, como pantallas de cine.
Todos somos lo mismo en diferente cuerpo, en diferente casa, estos días hasta parecemos que somos hermanos.
Me acuerdo de la gente que nos deja, que se van sin despedirse de los hijos, no todos mueren de lo mismo,  no todos mueren por el virus, también hay amigos que se han ido por otras causas, de los que no nos despedimos. Nadie debería irse así. A nadie ha dejado indiferente esta experiencia de confinamiento, un antes y un después se nos viene encima, con muchos frentes a resolver, con cambios en nuestra manera de pensar  y actuar, a poder ser distanciados de la información que nos trasmiten los medios y beber de fuentes más fiables. Esa es mi conclusión por todo lo que llevo observado. Me gustaría decir lo contrario, estoy expectante por ver qué sucede y cómo transcurre este tiempo de pruebas y oportunidades, pero no tengo mucha esperanza, la verdad,  en que el futuro sea más trasparente y justo. Que por mí no sea.

Elena Larruy





viernes, 10 de abril de 2020

TIEMPO DE RETIRADA CON PESSOA


Fernando Pessoa - Obra de Antonio Faria





Cuando llegue la primavera

si ya me he muerto,
las flores florecerán de la misma manera
y los árboles no serán menos verdes que
la primavera pasada.
La realidad no precisa de mí.
Siento una alegría enorme
al pensar que mi muerte no tiene importancia ninguna.
Si supiese que iba a morirme mañana
y la primavera iba a llegar pasado mañana,
me moriría contento, porque ella llegaría pasado mañana.
Si ése es su tiempo, ¿cuándo había de venir sino en su tiempo?
Me gusta que todo sea real y que todo esté bien;
y me gusta porque sería así aunque no me gustase.
Por eso, si me muero ahora, muero contento,
porque todo es real y todo está bien.
Podéis rezar en latín sobre mi féretro si queréis.
Podéis bailar y cantar a su alrededor, si queréis.
No tengo preferencias para cuando ya no se pueda
tener preferencias.
Lo que sea, cuando sea, es lo que será lo que es.
Si, después de morir, quisieran escribir mi biografía
No hay nada más sencillo.
Tiene sólo dos fechas: la de mi nacimiento
y la de mi muerte.



Tengo tanto sentimiento

que es frecuente persuadirme
de que soy sentimental,
mas reconozco, al medirme,
que todo esto es pensamiento
que yo no sentí al final.

Tenemos, quienes vivimos,
una vida que es vivida
y otra vida que es pensada,
y la única en que existimos
es la que está dividida
entre la cierta y la errada.

Mas a cuál de verdadera
o errada el nombre conviene
nadie lo sabrá explicar;
y vivimos de manera
que la vida que uno tiene
es la que él se ha de pensar.



Nada queda de nada. Nada somos.

Nada queda de nada. Nada somos.
Al sol y al aire libre, un poco, nos atrasamos
Por lo irrespirable de la tiniebla que pesa sobre nosotros,
Por lo húmedo de esta tierra impuesta.
Cadáveres aplazados que procrean.
Leyes decretadas, estatuas vistas, odas ya escritas.
Todo tiene su color. Si nosotros, carne
Al que un íntimo sol brinda sangre, tendremos
Un ocaso, ¿por qué no ellas?
Somos cuentos contando cuentos, nada.





miércoles, 8 de abril de 2020

SOBREVIVIR A CUALQUIER NEGATIVIDAD

Fragmentos extraídos del libro Mujeres que corren con los lobos de Clarisa Pinkola, Es un libro de ensayo que trata sobre la psicología femenina. Enseña, a través de cuentos de la tradición popular, cómo llegar a la parte más profunda e intuitiva de la mujer. Manifiesta la evidencia de su sabiduría innata, de su saber hacer y su creatividad sin límites. Cuestiona los roles que una sociedad patriarcal le ha asignado, reduciendo sus capacidades y los dones que la propia naturaleza le otorga. Cuando la mujer los descubre y conecta con su yo instintivo y lo nutre, cuando arroja luz en la oscuridad de su psique, se transforma y sobrevive a cualquier negatividad. Este es un libro con el que aprender a resurgir, que marca un antes y un después: más allá de las creencias, de los postulados, de todo lo aprendido; valora la intuición como herramienta primordial, como instrumento que responde a nuestras peticiones con total acierto. Y lo hace utilizando la conducta analógica de los lobos.
Mujeres que corren con los lobos es sobre todo una hoja de ruta que enseña a la mujer a saber ver las direcciones equivocadas, a conducirse por la vida, a cómo vivirla desde el alma, desde el amor en su forma más plena: Vida/muerte/vida.
Una lectura ideal para estos días de retirada y un buen regalo que hacer a cualquier mujer buscadora y luchadora.

Elena Larruy



El amor en su forma más plena es una serie de muertes y renacimientos. Soltamos una fase, un aspecto del amor, y entramos en otra fase. La pasión muere y es traída de regreso. El dolor es ahuyentado y resurge en otro momento. Amar significa abrazar y al mismo tiempo soportar muchos, muchos finales y muchos, muchos comienzos.


La diferencia entre vivir desde el alma y vivir sólo desde el ego radica en tres cosas: la habilidad de percibir y aprender nuevas maneras, la tenacidad de atravesar senderos turbulentos y la paciencia de aprender el amor profundo con el tiempo.

Sería un error pensar que se necesitaría ser un héroe endurecido para lograrlo. No es así. Se necesita un corazón que esté dispuesto a morir y nacer y morir y nacer una y otra vez.

Uno de los asuntos menos discutidos de la individuación es que conforme arroja luz en la oscuridad de tu psique tan intensamente como puedas, las sombras, donde no hay luz, se vuelven aún más oscuras. Así al iluminar una parte de la psique, resulta una  oscuridad más profunda con la cual luchar. Esta oscuridad no debe ignorarse. La clave, las preguntas, no pueden esconderse ni olvidarse. Deben ser postuladas. Deben ser respondidas.

Adicción es cualquier cosa que reduce la vida mientras la hace "parecer" mejor.

Quienes no encuentran deleite en aprender, quienes no pueden sentirse atraídos por nuevas ideas o experiencias, no podrán desarrollarse más allá del punto en el camino donde descansan ahora. Si hay una sola fuerza que alimente la raíz del dolor, es el rehusarse a aprender más allá del momento presente.

Ser nosotros mismos nos causa ser exiliados por muchos otros. Sin embargo cumplir con lo que otros quieren nos causa exiliarnos de nosotros mismos.

Si vivimos como respiramos, tomando y soltando, no podremos equivocarnos.



domingo, 5 de abril de 2020

LA DESPEDIDA DE LUIS EDUARDO AUTE


Escultura del autor: Luis eduardo Aute

Mientras escribo estas letras me llega la notificación de Amazon que ya ha salido mi pedido: la obra poética completa en el libro Toda la Poesía de Luis Eduardo Aute,  que compré por internet hace un par de días. No hace ni una hora recibo la noticia de que acaba de fallecer, lo recibo impactada, con la misma tristeza que sentí imaginando su despedida, pues sabía de su frágil salud: nunca se  acabó de recuperar del infarto que sufrió en 2016. 
Aute ha nutrido a toda una generación de sus letras y sus canciones, de su música toda, de su arte poético, pictórico y escultórico donde plasmaba sombras luce. En su haber cuenta con un amplísimo repertorio musical de más de cuatrocientas canciones, llenas de poesía y sentimiento. Se trata sin duda de uno de los cantautores españoles más talentosos y relevantes de las últimas décadas. 
Sus amigos camaradas, de la  misma corriente, siempre hacían  piña en torno a él cuando daba un concierto, publicaba un libro o inauguraba una exposición: admiraban su talento y su talante creativo buscador y generoso. Lo definían como un ser coherente, dotado de un gran aliento poético y una curiosidad intelectual que lo conducía al contínuo cultivo de la poesía, la música. Nunca quiso dedicarse a la canción, sí a la poesía, si lo hizo fue empujado por el poeta y amigo José Manuel Caballero Bonald. Aute siempre consideró que "la poesía no se hace" porque "o nace o dejas que te cace".
Todos lo admiraban como artista y lo definían como un ser coherente y completo, tan ensimismado como expresivo. Sus canciones recorren todo un universo poético de hondo calado vivencial. Arte y belleza le acompañaron siempre. 
Este libro que hoy recibo con gratitud y cariño, que ya tengo en mis manos no llegó por casualidad; todo tiene un origen y un porqué, y a mí solo me queda decirle: 

Amigo Aute,
querido camarada, gracias
descansa en paz, en esta noche larga
para llegar pronto al alba
de un nuevo amanecer
 y cuando llegues
avísame,
como hiciste en tu despedida
esperaré tu señal.   


                                         Mi canción preferida.. QUIEREME



miércoles, 1 de abril de 2020

¿ES EL VIRUS EL VERDADERO CULPABLE?


Cobra cada vez más fuerza la teoría de que el virus COVID19 no es el "bichito" malo culpable de nuestro confinamiento, que tiene más que ver con el 5G: la última generación tecnológica de las comunicaciones móviles para redes mundiales. Este sistema implementado en el 2018 se ha ido extendiendo a lo largo de gran parte de nuestro planeta, produciendo, según voces expertas, radiaciones electromagnéticas muy elevadas que dañan la bioquímica de los cuerpos humanos, que no tienen  capacidad de adaptarse por tener sistemas inmunes debilitados y o con pocas defensas. 

Los virus no están vivos ni viven en el exterior, por lo tanto no se pueden matar, lo explican muchos científicos, entre ellos  la Dra. Ana María Oliva, Doctora en Biomedicina, Máster en ingeniería Biomédica, Ingeniera industrial y apasionada por la vida, como ella se define. Los virus los llevamos todos dentro, son diminutas moléculas de material genético, envueltas por una membrana, que forman nuestros genes: son cadenas de ADN. 

Cuando el cuerpo es sometido a una agresión externa por radiaciones,  por contaminación del aire, por una inadecuada  alimentación o también por causas interna como serían las emociones, los miedos, los malos pensamientos; las células activan una respuesta de doble función: la recuperación y la adaptación  y lo hacen activando esas  moléculas  (los virus), a modo de "telegramas" que manda información a toda la cadena para que activen las defensas de su sistema inmune.

El proceso de adaptación del cuerpo a todos los cambios medioambientales le producen síntomas como resfriados, tos, picores, enfriamientos, molestias varias, que un cuerpo sano y equilibrado las salva de inmediato, pero el de aquellos cuyas defensas están bajas son los primeros en enfermar, porque su material biológico está más debilitado. Si a esto les sumas el miedo que provocan las alarmas sanitarias, las defensas disminuyen todavía más, esto explicaría el fallecimiento principalmente  de las personas mayores. 




¿Cómo protegernos? Con el ejercicio, la respiración, la buena alimentación, procurando evitar los alimentos refinados, los conservantes, comer de la manera más sana posible; cuando tengamos oportunidad, estar en contacto con la naturaleza, andar descalzos para cargarnos de electrones libres que nos llenan de energía, tomar el sol, beber agua de calidad, tener pensamientos positivos, hacer cosas que nos causen alegría, estimular al cuerpo para que active su estado natural, su eficacia protectora y adaptativa. La naturaleza del cuerpo es estar sano. No debemos permitir que la información negativa invada nuestro espacio, hemos de saber mantener nuestro terreno (el cuerpo) ocupado y saludable, sin intoxicaciones, limpio,  para no activar el virus mensajero, no alarmarnos y apagar en las horas de descanso todos los aparatos eléctricos para evitar las  radiaciones del impacto biológico, sobre nuestra salud, que están más que demostradas.

Las radiaciones como los medicamentos en pequeñas dosis no son malos, sin embargo llevadas al extremo pueden matar, eso es justo lo que está pasando ahora con las ondas electromagnéticas de alta frecuencia. Eso es lo que ha pasado a lo largo de la historia con las grandes epidemias del planeta y los diferentes estadios de electrificación, que hay mucha correlación directa y mucha información documentada al respecto, solo tenemos que tirar del hilo. 
El contagio, al parecer,  no se da como nos están contando, de persona a persona, el contagio se da cuando estamos en contacto con esas radiaciones, lo que explica no solo el hecho puntual del COVID19,  también da respuestas al cuestionamiento del por qué de tantas enfermedades raras que proliferan día a día,  y de muchas otras de índole menor a las que estamos tan acostumbrados,  como las migrañas, los dolores musculares, cansancios, arritmias, depresiones, pérdidas de memoria y una larga lista más. 




El planeta está vivo y sufre por la misma razón que lo hacemos los humanos, por las agresiones externas: contaminamos el aire, los mares, quemamos los bosques, llenamos de química los cultivos, los alimentos que nos llevamos a la boca... y ella ¿Cómo responde?: protegiéndose (nos protege) y lo hace con contundencia, como estamos viendo por los últimos desastres naturales, cada vez de más magnitud, que acaecen  en el planeta. Nuestra tierra madre se defiende en su pleno derecho y por nuestro bien, no hay más explicación: recibimos el trato que le damos, todo tiene una correspondencia. Cuidemos de ella, si queremos que ella nos alimente y proteja.
La vida nos exige equilibrio, tenemos la responsabilidad de mantener elevada nuestra frecuencia vibratoria para estar sanos: la bioquímica, la física, la emocional, la mental y la espiritual.
El derecho a estar bien informados, también es una exigencia, como el de filtrar y contrastar la información que nos llega, existen muchos profesionales muy preparados del mundo de la ciencia y la medicina que nos regalan sus conocimientos y experiencias de manera veraz y demostrable. 
No permitamos que nos manejen, como lo hacen las clases políticas dirigentes, nos quieren ignorantes.
No olvidemos que el verdadero propósito de la vida es vivirla: vivirla bien y no morir en los intentos, llenémonos de áurea madurez y disfrutemos de ella y su infinito.  

                                                                                                              Elena Larruy 


Fuente de la información:




Y para acabar, os dejo con un poema de Juan Ramón Jiménez

Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en el verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la tierra,
el fuego, el agua, el aire), el infinito.

domingo, 29 de marzo de 2020

POESÍA NECESARIA



De la poesía se dice que es un diez por ciento inspiración y un noventa  trabajo. Desconozco la proporción, pero sí afirmo que la buena poesía son las dos cosas, lo cual no es mucho decir. Como tampoco es decir mucho  que está  en boca de todos, que se lee poco y viene a ser la triste cenicienta de la literatura. Conozco poetas cuya poesía les fluye, para algunos es como respirar, mientras que para otros es más labor de laboratorio. Cuando se trabaja mucho sobre un poema, pasa a menudo que pierde frescura y espontaneidad, si bien el léxico, los recursos literarios y los versos son más ricos y ocurrentes. Creo que esa manera de componer, como la forma espontánea que parte de un núcleo central para tirar de ese hilo y hacerlo emerger, todo vale si se hace de manera honesta. El poeta de oficio sabe de qué hablo. Otra cosa es que el poema sea bueno, malo o regular. Todo no es poesía, evidentemente. Sin entrar en materia ni demagogias, para que se entienda desde lo coloquial diré que hay una poesía estereotipada, retórica llena de tópicos que debería tener otro nombre, porque la verdadera poesía es otra cosa más humilde y auténtica, Chantal Maillard a eso le llama la poiesis, pero cuando hablamos de verdadera Poesía de la que escuchamos hablar a poetas consagrados, eso son palabras mayores. La auténtica voz poética tiene esa paradoja, grandeza y humildad. Los poetas no vociferan, ni hacen demagogia porque han mordido el alma del poema hasta sus huesos, y saben de sus entrañas. No es fácil hablar de poesía, sin embargo es fácil dialogar con ella -otra posible paradoja-. La buena poesía está  en primera línea de la excelencia literaria, por eso se hace necesaria. Lo dicen todos los poetas ¿Por qué deberíamos leer poesía? Todo el mundo necesita reparar o calmar cosas, es reparadora, balsámica, calmante, cierra heridas. Da patrones de identidad, te devuelve a la vida cuando crees estar muriendo, libera y da paz. La poesía lo hace todo posible, solo requiere silencio, quietud y algo de tiempo; tan generosa ella que a su regreso nos reintegra lo dado por triplicado. 
La poesía da aliento y sentimiento: le pone palabras, te nombra, me nombra, nos ayuda a encontrar nuestro sitio en el mundo.
Os recomiendo estos días que leáis poesía y si no lo hacéis que por lo menos estéis en esa actitud.








La poesía es un arma cargada de futuro. Gabriel Celaya
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas.  Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.


Elegia,  Miguel Hernandez
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón
Sijé con quien tanto quería).

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.



Me gustas cuando callas,  Pablo Neruda


Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.




Palabras para Julia, José Agustín Goytisolo


Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.



El remordimiento, Jorge Luis Borges

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado

La sombra de haber sido un desdichado.

Retrato, Antonio Machado

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,y un huerto claro donde madura el limonero;mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,más recibí la flecha que me asignó Cupido,y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,pero mi verso brota de manantial sereno;y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;mas no amo los afeites de la actual cosmética,ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna.A distinguir me paro las voces de los ecos,y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada:famosa por la mano viril que la blandiera,no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito,el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último vïaje,y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,me encontraréis a bordo ligero de equipaje,casi desnudo, como los hijos de la mar.







Octavio Paz la define así:

Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego, trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo. Analogía: el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal. Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario. Pura e impura, sagrada y maldita, popular y minoritaria, colectiva y personal, desnuda y vestida, hablada, pintada, escrita, ostenta todos los rostros pero hay quien afirma que no posee ninguno: el poema es una careta que oculta el vacío, ¡prueba hermosa de la superflua grandeza de toda obra humana!



lunes, 23 de marzo de 2020

LA BONDAD




Cuando voy a por pan en Blanes salgo con una barra de cereales y una sonrisa puesta, la panadera es amable y me sonríe, no sé su nombre, cruzamos pocos palabras, solo sé qué hace el momento agradable. Cuando me despido ella contesta, no todo el mundo lo hace. "Gracias chica amable por hacer bien tu trabajo", por alegrarme el día solo con tu trato, educado y atento, por el respeto que siempre muestras hacia las personas. No todos valen para estar detrás de un mostrador repartiendo chapatas, baguettes, pan de espelta, viena o cereales, con la naturalidad y alegría que tú lo haces. Ser amable, mirar a los ojos, sonreír cuando se despacha debería ser lo normal, y hacer feliz a la gente también, ¿no os parece? "Hay un germen de bondad en las personas que hacen su trabajo bien" dice la escritora Ana Merino", Premio Nadal 2020. Si, la bondad está en las personas que se comprometen con las demás, en la calidez del trato, como cuando visitas al médico, la gente mayor lo agradece especialmente. La bondad está mal valorada. Hace unos días mientras me atendía una dependienta en unos grandes almacenes se acercó una señora para preguntarle algo, llevaba puesta una mascarilla, a lo que la joven dependienta me miro con gesto despreciativo  exclamando ¡hay gente rara! yo pensé que el comentario sobraba, que una mascarilla nunca sobra, (aunque aquí aún no se hubiera desatado el virus maligno), que la rara era ella: por edad y por responsabilidad no le correspondía ser  tan cortita de entendimiento. A estas alturas de partido visto lo visto imagino que ya estará puesta y la llevará puesta ella misma.




 Y porque hablo de bondad me viene a la memoria una anécdota que me contó mi madre; siendo ya muy mayor: acudía a misa y a los oficios, una tarde de esas al cura debió molestarle que a su iglesia solo acudían abuelas, (viejas beatas, debía pensar) y de manera despreciativa les recomendó que se estuvieran en casa haciendo ganchillo.  No tuve ocasión pero de haberla tenido le hubiese recordado que en la casa de Dios no se reparte desprecio, la palabra es compasiva, buena y amorosa, más cuando sus principales feligreses son gentes despidiéndose de la vida, y buscan a Dios como saben y pueden, están en su derecho: el suyo es respetarles y acompañarles.
Párrocos,  curas o no curas, gentes así, son los que deberían quedarse siempre en casa, ¿no os parece? favor nos harían a todos.

Elena






sábado, 21 de marzo de 2020

LA ALEGRÍA EN EL PEOR DE LOS ESCENARIOS

 


                                                                                       

Que la alegría sea un brote,
una infección, una pandemia,
que contamine los aeropuertos
las ciudades
los caminos
los valles
las camas de los hospitales
las aceras de todos las calles.

Que todos los corazones la tengan
que todos los tejados la filtren
que todas las casas la guarden.

Que inunde las mañanas
los mediodias
las tardes
las escuelas
los colegios médicos
los hospitales
los despachos
los obradores
las mesas electorales.

La cara del triste
la soledad del anciano
el alma de los suicidas
los corazones  huérfanos.

Que nos trastoque
que nos asista
que nos consuele
que nos defienda
que nos encienda
que nos proteja
que nos sane
que ilumine la llama
de los enfermos
que prenda la hoguera
de los desechos

que nunca nos falte..

Que no haya medicina
ni antídoto
ni vacuna que la evite

ni remedio que la calme.



La alegría está mal vista por aquellos que temen lo peor, que se ponen en la peor de las situaciones, que se encierran en casa y se hacen llevar la comida, que apenas asoman la cabeza por la ventana, que temen al miedo, el más mortal de los virus.
No hay otra manera de valorar y abordar  lo que estamos viviendo estos días con la infección del coronavirus desatada por el mundo que el respeto y la prudencia, pero sí hay diferentes actitudes  de estar y de enfrentarlo que nos diferencian a unos de otros. Es con valentía, serenidad y las recomendaciones de la autoridad sanitaria que lograremos superarlo. Prendida la llama de la sonrisa en nuestra cara, al calor de una alegría  responsable y necesaria. Así es como se vive en mi casa, así como yo la vivo.
El pánico no ayuda, tener la cabeza dándole mañana y tarde al tema afirmando lo expuestos que estamos, imaginando que lo vamos a pillar, tampoco. Creo que se nos brinda una oportunidad de hacer cosas extraordinarias que habitualmente no hacemos, porque el momento es extraordinario, y nos pide actitudes y respuestas diferentes. 
Es momento de estar recogidos, tranquilos, retirados con nosotros mismos, y pararnos a escuchar, y hacer bien las cosas: mejor con alegría.
Por fin tenemos tiempo:  nosotros, los siempre apurados, "los estresados del mundo" para planificar nuestro futuro y mejorarlo. 
A aquellas personas que valoran negativamente a los que enfrentan esta situación  con optimismo y cierto humor son de las que debemos preservarnos  porque su miedo y su opinión contaminan el ambiente, su conversación, enredada en el bucle de la alerta, es insana, su discurso agorero suma negatividad. Un temor sostenido con el pensamiento puesto en el contagio atrae la enfermedad, no ayuda ni les ayuda.  
No, como quiera que te llames, la alegría es sana y está bien,  En la actitud de la alegría hay responsabilidad: pensemos en ello, en su contribución y beneficios. El ejercicio, cada uno como pueda en su casa, la normalidad y escucha interior nos ayuda a fortalecer la mente y como consecuencia el cuerpo, a inmunizarlo, a darle un carácter resistente, a saber que con los pensamientos construimos o destruimos lo que somos y cómo lo vivimos: en nuestra mano está. La alegría es como la vitamina C, útil y necesaria: que nunca nos falte. 
¡Permitámonos la alegría!

Elena Larruy


jueves, 19 de marzo de 2020

HUMOR EN TIEMPO DE RETIRADA





El humor como esencia expresiva de lo humano tiene cabida en cualquier género de la literatura. La poesía también admite el juego, el humor y la ironía. Los poetas dicen que esto no es poesía, o mejor que el verdadero poema es otra cosa bien distinta, yo también se la diferencia, pero hoy me permito jugar con las palabras, y con ellas contar un acto tan cotidiano como común, ir al baño con lectura. ¿Dónde mejor que sentados en la taza del wáter podemos entender un manual, o el prospecto de una medicina? y,  como no llevar esa novela que no podemos dejar de leer. Se de gente que tienen pequeñas bibliotecas en sus aseos. Leer en el baño es un placer, o si no que se lo pregunten a los lectores, quien no aprovecha esa retirada para no ser molestado y leer una revista, por ejemplo, o para hacer una quiniela o la lista de la compra, en fin concentrarse en algo sin que nadie ni nada nos moleste. Yo y mis libros de poesía somos asiduos a esa cita fisiológica. Muy a menudo elijo para la ocasión el libro de poemas Palabra sobre palabra de Ángel González, a cuya memoria dedico estas letras. Así que aprovechando los días de forzada, obligada y prudente retirada, en que dispongo de más tiempo, me permito una sonrisa escribiendo esta humorada.
Para acabar aprovecho la ocasión para hacer reivindicación personal:  + poesía por favor.




UN MOMENTO PLACENTERO

Selecciono con esmero
la lectura que me llevo
al lugar placentero
donde me recojo
con mi trasero.

Para cosas no banales:
el retiro es importante,
echar cerrojo
y como mucho
dejar que pase la gata.

Sin más dilación                                             
ajusto el trasero
por el agujero
y le dejo que haga:
Cojo el manual
de la lavadora,
-que lleva dos días en casa-.
los consejos                             
de la alerta sanitaria,
que nos tiene a todos
metidos en casa,
la receta
el crucigrama
la revista de Ikea
las ofertas de Caprabo
los apuntes de clase
el extracto del banco,
pero las más de las veces
lo que más me apetece
y hace que mi dicha
sea completa
es, cuando tus palabras
caen en mis manos
y te llevo conmigo
hasta la taza.

Podría pasarme así
toda la quincena
de esta retirada
enredada en tus poemas
escuchando tu palabra.

Perdona la impostura Ángel,
del lugar y el momento,
pero es que
a todas horas

me vienes de ganas.

Elena Larruy



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