El humor como esencia expresiva de lo humano tiene cabida en cualquier género de la literatura. La poesía también admite el juego, el humor y la ironía. Los poetas dicen que esto no es poesía, o mejor que el verdadero poema es otra cosa bien distinta, yo también se la diferencia, pero hoy me permito jugar con las palabras, y con ellas contar un acto tan cotidiano como común, ir al baño con lectura. ¿Dónde mejor que sentados en la taza del wáter podemos entender un manual, o el prospecto de una medicina? y, como no llevar esa novela que no podemos dejar de leer. Se de gente que tienen pequeñas bibliotecas en sus aseos. Leer en el baño es un placer, o si no que se lo pregunten a los lectores, quien no aprovecha esa retirada para no ser molestado y leer una revista, por ejemplo, o para hacer una quiniela o la lista de la compra, en fin concentrarse en algo sin que nadie ni nada nos moleste. Yo y mis libros de poesía somos asiduos a esa cita fisiológica. Muy a menudo elijo para la ocasión el libro de poemas Palabra sobre palabra de Ángel González, a cuya memoria dedico estas letras. Así que aprovechando los días de forzada, obligada y prudente retirada, en que dispongo de más tiempo, me permito una sonrisa escribiendo esta humorada.
Para acabar aprovecho la ocasión para hacer reivindicación personal: + poesía por favor.
Para acabar aprovecho la ocasión para hacer reivindicación personal: + poesía por favor.
UN MOMENTO PLACENTERO
Selecciono con esmero
la lectura que me llevo
al lugar placentero
donde me recojo
con mi trasero.
Para cosas no banales:
el retiro es importante,
echar cerrojo
y como mucho
dejar que pase la gata.
Sin más dilación
ajusto el trasero
por el agujero
y le dejo que haga:
Cojo el manual
de la lavadora,
-que lleva dos días en casa-.
los consejos
de la alerta sanitaria,
que nos tiene a todos
metidos en casa,
la receta
el crucigrama
la revista de Ikea
las ofertas de Caprabo
los apuntes de clase
el extracto del banco,
pero las más de las veces
lo que más me apetece
y hace que mi dicha
sea completa
es, cuando tus palabras
caen en mis manos
y te llevo conmigo
hasta la taza.
Podría pasarme así
toda la quincena
de esta retirada
enredada en tus poemas
escuchando tu palabra.
Perdona la impostura Ángel,
del lugar y el momento,
pero es que
a todas horas
me vienes de ganas.
Elena Larruy