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martes, 25 de junio de 2019

CUANTO MÁS PEQUEÑO EL CORAZÓN, MÁS ODIO ALBERGA







El odio, un poema de Wisława Szymborska

Contemplad, que activo sigue siendo,
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con qué ligereza afronta los grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.
Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo.
Él mismo crea las razones,
que lo despiertan a la vida.
Si se queda dormido no es nunca el suyo un sueño eterno.
El insomnio no le quita fuerza, antes se la da.

Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es lanzarse a correr.
Para empezar no está mal eso de la justicia.
Después ya corre solo.
¡Odio! ¡Odio!
Su rostro lo desfigura una mueca
de éxtasis amoroso.

¡Ay, estos otros sentimientos,
enclenques e indolentes!
¿Desde cuando la fraternidad 

puede contar con las multitudes?
¿Alguna vez la compasión
ha llegado la primera a la meta?
¿Cuántos admiradores arrastra tras de si la incertidumbre?
Arrastra sólo el odio, que sabe lo suyo.

Lúcido, inteligente, muy trabajador.
Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto.
Cuántas páginas de la historia ha numerado.
Cuántas alfombras de gente ha extendido.
en cuántas plazas, en cuántos estadios.

No nos engañemos:
sabe crear belleza.
Son espléndidos sus resplandores en la oscuridad de la noche.
Estupendas las humaredas de sus explosiones de destellos rosados.
Difícil negar a unas ruinas su pathos
y el vulgar humor
de unas columnas vigorosamente erectas entre ellas.

Es  maestro del contraste
entre el estrépito y el silencio,
entre la roja sangre y la blanca nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el tema de un torturador impecable
sobre su victima mancillada.

Listo en todo momento, para nuevos quehaceres.
Si tiene que esperar, espera.
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
y él, sólo él, mira al futuro
confiado.

Traducción de David Carrion Sánchez



A propósito del odio



Cuanto más pequeño es el corazón más odio alberga. Victor Hugo

Cuídate de que nadie te odie con razón. Marco Poncio Catón

Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que un mismo amor. Jacinto Benavente

Cuando nuestro odio es demasiado profundo nos colocamos por debajo de aquellos a quienes odiamos. François de la Rochefoucauld

El odio es un borracho al fondo de una taberna que constantemente renueva su sed con la bebida. Charles Baudelaire

Basta que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera. Jean Paul Sartre

No honres con tu odio a quien no podrías odiar con tu amor. Friedrich Hebbel

Cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen a alguien que está dentro de nosotros. Hermann Hesse

Yo estaba dispuesto a amar al mundo, pero nadie me entendía, así que aprendí a odiar. M. Lermontov

Si las masas pueden amar sin saber porqué, también pueden odiar sin mayor fundamento. Willian Shakespeare





El odio lleva a las tragedias, el alma necesita venganza para satisfacer sus ansias, sus deseos más bajos. El odio es la otra cara del amor, forma parte de la dualidad natural y humana de la vida. Amor y odio pertenecen a una misma naturaleza, solo que se encuentran en extremos opuestos, lo mismo que el frío y el calor: los distancia su grado. A la pregunta qué clase de amor es el de las personas que no odian: se podría pensar que pequeño, templado... Me respondo que satisfecho pero también incompleto; odia el que ama, ama el que primero ha sido amado y lo hace en el mismo grado y medida. Si el amor fuera tan perfecto y elevado estaría integrado en una única unidad, no existiría el odio. Mientras recorremos ese largo camino imaginemos un mundo perfecto, donde los extremos se tocan y unen sus polos equilibrando fuerzas y templanzas... ¡imaginemos! Vamos, vamos. 
                                                                                                    Elena



jueves, 6 de septiembre de 2018

EL ODIO


“Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas…”



Marc Chagall



Un poema de Wislawa Szymborska



EL ODIO


Contemplad que activo sigue siendo,
qué bien se conserva
en nuestro siglo el odio.
Con que ligereza afronta grandes obstáculos.
Qué fácil para él saltar, atrapar.

No es como otros sentimientos.
Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo.
Él mismo crea razones,
que lo despiertan a la vida.
Si se queda dormido, no es nunca el suyo un sueño eterno.
El insomnio no le quita fuerza, antes se la da.

Con religión o sin ella,
lo importante es arrodillarse en la salida.
Con patria o sin ella,
lo importante es lanzarse a correr.
Para empezar no está mal eso de la justicia.
Después ya corre solo.
¿Odio! ¡Odio!
 Su rostro lo desfigura una mueca
de éxtasis amoroso.

¡Ay estos otros sentimientos,
enclenques e indolentes!

¿Dese cuando la fraternidad
puede contar con las multitudes?
¿Alguna vez la compasión
ha llegado primera a la meta?
¿Cuantos admiradores arrastra tras de sí la incertidumbre?
Arrastra sólo el odio, que sabe lo suyo.

Lúcido, muy inteligente, muy trabajador.
¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto?
Cuantas páginas de la historia ha numerado.
Cuantas alfombras de gente ha extendido
en cuantas plazas, en cuantos estadios.

No nos engañemos:
sabe crear belleza.
Son espléndidos sus resplandores en la oscuridad de la noche.
Estupendas las humaredas de sus explosiones de destellos rosados.
Difícil negar a unas ruinas su Pathos
y el vulgar humor
de unas columnas vigorosamente erectas entre ellas.

Es maestro del contraste
entre el estrépito y el silencio,
entre la roja sangre y la blanca nieve.
Y ante todo, jamás le aburre
el tema de un torturador impecable
sobre su víctima mancillada.

Listo en todo momento para nuevos quehaceres.
Si tiene que esperar, espera. 
Dicen que es ciego. ¿Ciego?
Tiene el ojo certero del francotirador
y él, solo él, mira al futuro
confiado. 




"En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes"

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