Este poema que compuse para una nieta, cuenta la alegría del reencuentro, de verla crecer desde la distancia, de nuestras confidencias en las noches de verano. Ella vive en otro país, sus papás están separados, nos visita a menudo, cuando el calendario escolar lo permite. Nunca nos hemos sentido separados, ni creo que jamás lo sintamos por muchas fronteras y kilómetros que se interpongan.
Si tuviera una casa con porche y un jardín, si fuera mayo si tú fueras la flor que siempre has sido
y yo tu jardinera adoptaría un perro de ojos negros
atentos un perro de orejas grandes que supiera guardar secretos, que le gustara el banjo y la música country
sentarse en la escalera del porche para mirar el encendido de luces del cielo anocheciendo la tarde, contigo en mi regazo y en el tuyo, el hocico del perro.
Cuando yo era primavera y tu flor de pitiminí salíamos al fresco a contemplar los fuegos en las noches de Santa Ana Ya entonces me pedías un perro. . .
Fuiste creciendo como cauce de río que ensancha y riega cultivos viejos.
Muchos nombres te llamamos: estrella, princesa, gorrión, bombón, compota de frambuesa, presa de este corazón gastado de tanto uso el que ahora se acelera y frena sin causa ni secuencia.
Todos los nombres te merecieron: hasta el de trucha, ¡nos mira sorprendido el perro! Le contaríamos tus correrías por mi cuerpo para alcanzar la mejilla donde dejar tu beso ¿te acuerdas? Brincabas como un ladronzuelo, huyendo entre carcajadas y prisas, y yo tras de ti me arrancaba tensa como flecha para vengar el lengüetazo del húmedo beso trucho. Ahora que te crecen las alas,
y que sólo te encaramas a mi cuello para abrigarlo con tu abrazo, siento que no importa el mes ni el día ni la estación del año, ni que otras fronteras te habiten ni que te cobije otro techo ni siquiera que otras manos acaricien tu pelo negro. Aunque nos duela no estar en primera fila de tu vida, cuando el avión aterriza y alegres salimos a tu encuentro nos decimos para adentro:
¡ya está aquí la primavera!
Tus ganas de vernos, de contarnos
de medir tu crecida cuerpo a cuerpo en cada reencuentro, las distancias que se acortan
de tu beso a mi beso:
ni tú te aupas ni yo me agacho tanto.
Tu contagiosa alegría siempre floreciendo en los aeropuertos.
Ese abrazo tuyo que se enrosca a mi cuello
como verde enredadera.
No hay flor que luzca tanto ni brazos para mi cuello
El esfuerzo por sobrevivir nos lleva al agotamiento, nos lo cuentan muchos poetas; nos cansamos de repetir insistentemente la palabra y los actos, nos cansamos de las personas. Nos cansamos del amor, de que nos mientan, de que nos engañen, de nuestro propio lamento, de levantarnos cada día, de ponernos la careta y salir al trabajo. Levantar la voz y revelarnos es una forma de protesta, otra es el silencio, cómplices ambas del hastío que como nube sin voluntad transita por los espacios infinitos.
Hoppe Gangloff
El cansancio. De nuevo, el
cansancio. El esfuerzo por
sobrevivir. Reiterado.
Observar las nubes.
Dentro.
Barrer.
Dentro.
Elegir quedar.
Toda nube
lleva una trayectoria. Asumir
la trayectoria. Imposible
barrer todo siempre. Está el
cansancio.
Aunque también el de
las trayectorias. De ver pasar las nubes.
También ese cansancio.
Entonces,
por un momento, ahora.
Sin voluntad. Y casi está bien.
Hasta pensar el estar bien y convertirlo
en nube. En trayectoria.
Chantal Maillard
de su poemario Hilos 2007
Una mente abierta puede ver lo extraordinario en lo aparentemente corriente y cotidiano. En estado creativo, la mente libre de pensamientos inútiles, emite lo poético, deja que se manifieste la belleza.
Cuando la cabeza se recrea en pensamientos que acostumbran a ser del pasado y la llena de ruidos hace que sollocen los espacios, inundándolos de soledad.
Recostada sobre el ladrillo desolado
y en silencio,
busco apoderarme de las sombras que danzan burlonas
sobre el patio rojizo y a la intemperie.
Las paredes cincuentonas del ayer,
crujen solitarias y al desnudo,
descarnando las cicatrices cansadas del recuerdo.
Una porción de historia autografiada,
desata a las muecas desesperadas de la furia,
mientras, sollozan lentamente los espacios
inundando soledades de costumbres apretadas por cimientos.
Un desamparo frío,
destiñe a las alas coloridas de la casa.
Todos marcharon, menos el olvido
que sobre mis huesos, se quedó mirándome.
LA CASA DESOLADA
MARY ACOSTA
Dicen los expertos que cada individuo genera al día cincuenta mil pensamientos, la gran mayoría de esos pensamientos son mecánicos, repetitivos y hasta obsesivos, no llevan a ningún lugar que no sea el agotamiento y la angustia: el cansancio de mí, de ti, de todo cuanto nos rodea. La obra del pintor noruego Edward Munch es una gran manifestación de personajes en actitudes trágicas más allá del cansancio: la desesperación y la soledad.
Edward Munch
No es posible que todos los habitantes de este pueblo,
se levanten, desayunen tranquilamente,
salgan a trabajar, a comprar o al ambulatorio
sin reparar en esta catástrofe.
No puedo entender cómo andan tan tranquilos
y se limiten a mirarme cuando se cruzan por la acera
sin percatarse de tan desatinada mañana.
Es inconcebible que algunos se atrevan a llevar gafas de sol
- de qué sol está usted guardándose- le preguntaría,
O dejen al niño en la escuela, tomar un café con una amiga,
comentar el fin de semana entre risas.
Es absolutamente intolerable que en esta mañana,
en que todo está negro, más aún que anoche,
que sé con certeza que seguiré siendo el cuarenta y uno
(descendiendo al cuarenta y dos) de los cuarenta principales,
que tengo que callarme porque no tengo voto ni soy ninguna,
que si se me ocurre formalizar una petición soy gusano
y que no tengo fuerzas para romper el maldito lazo que me une a ti,
es absolutamente intolerable que los habitantes de este pueblo
sigan viviendo como si no ocurriese nada
LAS COSAS NO DEBERÍAN SER ASÍ
Remedios Álvarez
Otra forma de cansancio y agotamiento es la utilización de tiempos verbales condicionales: "el si yo hubiera hecho o dicho tal cosa o el si yo debería quizás hacer o decir tal otra" Incorporar prácticas que acallen los pensamientos estériles, sería lo correcto, comprender de donde vienen, dejar pasar las nubes, generar espacios mentales fértiles.
Obra de Berndnaut Smilde
Cuando cansancios como el del gran poeta argentino Oliverio Girondo nos llevan a "la extenuación de tantos diálogos bostezables, de tantas resonancias huecas de la madre patria, al extravismo mismo de los huesos, a las recansadísimas de tantas metáforas estanca, a las sirenitas reputitas, al harto y extenso entrenamiento, al engusanamiento y al silencio" suena de esta manera.
Extraordinario poema Cansancio de Oliverio Girondo en la voz de Florencia Saravi Medina
Si has llegado hasta aquí, seguramente como yo, tienes alma y cansancio de poeta, fácilmente vivas hastiado muchos ratos de tu vida a la sombra de una higuera en invierno o en el cuarto de los desencantos, más tiempo del deseado. Pues bien querido, sufrido y amado coetáneo, te recuerdo lo que ya sabes que "todo pasa y todo queda" que lo nuestro es pasar, como nos dejó escrito el gran poeta Antonio Machado pero que nunca olvides seas o no poeta los dos últimos versos: la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar
Por esos caminos nuevos por los que quiero transitar y espero encontrarte algún día, con un libro en tus manos que diga elijo la vida. Levantarás la cabeza y cruzaremos nuestras miradas para decirnos:
No queremos dormir sin sueños.
Elegí la vida un poema deRudyard Kipling
No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
de quien no desea nada más que sobrevivir cada día.
Jardines Mossén Cinto Verdaguer-Montjuic Barcelona
Cuando se abre una flor decía Alejandro Jodorosky que es primavera en todo el mundo. Me resultó curioso recordar esta frase el día que vi abrirse estos nenúfares, el 22 de Septiembre, justo el día que empieza el otoño en la parte del hemisferio donde me encuentro, Barcelona, España. Yo siempre me recuerdo, en tiempos necesarios, que en todas las estaciones hay primaveras o flores abriéndose.
La vida no deja de construirse, obra y se emplea, crece, se sostiene y decae, florece en todas y cada una de las estaciones, en todos nuestros pequeños universos y actos cotidianos. Cuando algo especial sucede en nuestras vidas como es ahora mi caso, -también cuando nada pasa-, ocurre que se nos cae el ánimo por tierra; pensamos que todo está dicho, vivido y expresado, y no, no es cierto. Todo es tan certero y pasajero como nosotros queramos que sea. No es bueno regodearse en los pensamientos que nada bueno aportan, todos de alguna manera hemos sido lastimados y heridos; lo sabe la cabeza y el corazón lo sufre sin remedio, a veces -cierto- Cuando estamos en esos estados de desánimo es fácil que nos invada la tristeza. ¿Qué hacer con ella? ¿Debemos dejar que se acomode? la respuesta es sí, está en su derecho, entendiendo que forma parte de la naturaleza humana, ella necesita también de atenciones y cuidados, su tiempo de descanso es necesario para coger fuerza.
Lo explica muy bien Maurice Maeterlinck en su libro La inteligencia de las Flores: las infinitas huellas del perspicaz e inteligente trabajo de todos los componentes de la flor y de la planta, por crecer y encontrar la luz, en una lucha ingeniosa y valiente. Pues bien, nosotros no somos menos. Crecer y elevarnos en un mundo tan contaminado y tan complejo requiere constancia y fe en la vida. No hay nada que nos sane más que admirar la naturaleza en toda su bondad y belleza.
El genio de la Tierra, que es probablemente el del mundo entero, obra, en la lucha vital, exactamente como obraría un hombre. Emplea los mismos métodos, la misma lógica. Llega al fin por los medios que nosotros pondríamos en práctica; tantea, vacila, suspende y vuelve a empezar varias veces; añade, elimina, reconoce y rectifica sus errores como lo haríamos nosotros en su lugar. Se aplica, inventa penosamente y poco a poco, como los obreros y los ingenieros de nuestros talleres. Lucha, como nosotros, contra la masa pesada, enorme y oscura de su ser. Tiene un ideal muchas veces confuso, pero en el cual se distingue sin embargo una multitud de grandes líneas que se elevan hacía una vida más ardiente, más compleja, más nerviosa, más espiritual. Materialmente, dispone de recursos infinitos, conoce el secreto de prodigiosas fuerzas que ignoramos; pero, intelectualmente parece ocupar de modo estricto nuestra esfera, sin que hasta aquí observemos que rebase sus límites; y si nada busca más allá, ¿no es porque nada hay fuera de esta esfera? ¿No es decir que los métodos del espíritu humano son los únicos posibles, que el hombre no se ha engañado, que no es ninguna excepción ni ningún monstruo, sino el ser por quien pasan, en quien se manifiestan más intensamente las grandes voluntades, los grandes deseos del universo?
El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados, sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo; y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido.
Contemplad que activo sigue siendo, qué bien se conserva en nuestro siglo el odio. Con que ligereza afronta grandes obstáculos. Qué fácil para él saltar, atrapar. No es como otros sentimientos. Es más viejo y más joven que ellos al mismo tiempo. Él mismo crea razones, que lo despiertan a la vida. Si se queda dormido, no es nunca el suyo un sueño eterno. El insomnio no le quita fuerza, antes se la da. Con religión o sin ella, lo importante es arrodillarse en la salida. Con patria o sin ella, lo importante es lanzarse a correr. Para empezar no está mal eso de la justicia. Después ya corre solo. ¿Odio! ¡Odio! Su rostro lo desfigura una mueca de éxtasis amoroso. ¡Ay estos otros sentimientos, enclenques e indolentes! ¿Dese cuando la fraternidad puede contar con las multitudes? ¿Alguna vez la compasión ha llegado primera a la meta? ¿Cuantos admiradores arrastra tras de sí la incertidumbre? Arrastra sólo el odio, que sabe lo suyo. Lúcido, muy inteligente, muy trabajador. ¿Hace falta decir cuantas canciones ha compuesto? Cuantas páginas de la historia ha numerado. Cuantas alfombras de gente ha extendido en cuantas plazas, en cuantos estadios. No nos engañemos: sabe crear belleza. Son espléndidos sus resplandores en la oscuridad de la noche. Estupendas las humaredas de sus explosiones de destellos rosados. Difícil negar a unas ruinas su Pathos y el vulgar humor de unas columnas vigorosamente erectas entre ellas. Es maestro del contraste entre el estrépito y el silencio, entre la roja sangre y la blanca nieve. Y ante todo, jamás le aburre el tema de un torturador impecable sobre su víctima mancillada. Listo en todo momento para nuevos quehaceres. Si tiene que esperar, espera. Dicen que es ciego. ¿Ciego? Tiene el ojo certero del francotirador y él, solo él, mira al futuro confiado.
Ayer 29 de agosto, a los 96 años de edad, falleció la prestigiosa poeta Cubana Carilda Olivier en su pueblo natal de Matanzas. Impresionante poetisa, defensora incansable de la feminidad, la sensualidad y el erotismo. Reconocida internacionalmente por su calurosa y caudalosa obra, con más de 40 poemarios publicados. Le fueron otorgados grandes y prestigiosos premios literarios, entre los que se encuentra el Premio Nacional de Literatura. Mujer leal a sus principios, valiente y rompedora de normas y puritanismos, en la misma medida que lo fue su expresión dulce y humana. Resulta difícil separar a la mujer de la poeta.
Fue para mí un placer descubrirla, leer y releer sus poemas. Ardua la tarea de dejar una muestra, de tan rica y extensa obra, por lo que elijo el más emblemático y por el que yo la conocí:
ME DESORDENO AMOR, ME DESORDENO
“No me importa que me critiquen. Solo soy una persona que llevo la vida con franqueza y espontaneidad. He tratado de ser autocrítica, pero nunca otra mujer."
Siempre que nos abandona un artista de su talla, nos queda su obra: "Que suerte la nuestra", me digo para adentro: tenemos su voz, su rastro, su compañía eterna. Gracias Carilda por ese testimonio valioso de vida que como generosa herencia recibimos los que amamos y nos reconocemos en la vida, con todos sus atributos, también a los que buscamos la belleza de la verdad en la poesía. Y gracias a esa manera tuya de contárnosla: tórrida y caudalosa, brava y suave a la vez, con toda la franqueza de un alma transparente, con luz propia, noble y valiente.
Me desordeno, amor, me desordeno
cuando voy en tu boca, demorada,
y casi sin por qué, casi por nada,
te toco con la punta de mi seno.
Te toco con la punta de mi seno
y con mi soledad desamparada;
y acaso sin estar enamorada
me desordeno, amor, me desordeno.
Y mi suerte de fruta respetada
arde en tu mano lúbrica y turbada
como una mal promesa de veneno;
y aunque quiero besarte arrodillada,
cuando voy en tu boca, demorada,
me desordeno, amor, me desordeno.
Guárdame el tiempo, guárdamelo...
Descansa; duerme el sueño eterno en paz mujer, poeta. Fuiste para mí la excelencia. Algo de tu espíritu habita para siempre en mí corazón.
Quizás haya notado que en mis cuadros hay dos características: o bien se trata de superficies expansivas que se dilatan hacia el exterior en todas direcciones, o bien de superficies que se contraen y retraen hacia el interior en todas direcciones. Entre estos dos polos encontrará todo lo que tengo que decir.