Mirando las imágenes de este simpático vídeo, a modo de sonrisa, no de crítica, pero sí de reflexión, pienso lo instructivo que seria adaptar una música al movimiento chispeante y singular de esta pequeña y encantadora niña, que lejos de seguir la coreografía, responde a l impulso interno que su propio cuerpo le marca, espontáneo y desinhibido. Hay energías arrolladoras y desbordantes que no se pueden limitar ni se deben acotar, primero deben expresarse para ser encauzadas adecuadamente, atendiendo su individual y particular naturaleza.
Lejos de educar desde la singularidad de cada niño, nuestra sociedad educa colectivos: adiestrándolos en comportamientos, pensamientos y conductas. Así lo creo.
Elena