A N O T A C I O N E S
Visión humana
En mi vida personal no soy una persona dramática pero tengo una visión humana muy triste de la existencia. No renuncio a vivir otras vidas. Creo que existen mundos paralelos en otras dimensiones imperceptibles a nuestros sentidos donde energías superiores de conciencia elevada desarrollan inteligencias y humanidades con principios éticos. No pierdo la esperanza de vivir y sentir en ese espacio, este mundo nuestro enfermo y viciado en la mentira me parece una gran estafa.
Me deleita en la madurez el gozo que me proporciona la escritura y la poesía. De pequeña aprendí más que me enseñaron, y lo hice con dolor y miedo. Hay una frase que tomo de un famoso escritor Portugués, Miguel Torga, que decía en un epígrafe "siento miedo al revés". Así era mi miedo: reversible, más para adentro que para afuera. Yo me sentía una niña al revés a la que ningún adulto le preguntaba opinión y qué era lo que le hacía feliz. También es cierto que yo no fui ninguna excepción, en el contexto socio político de los años cincuenta las formas y normas dictaban obediencia y apariencia. Nada de lo interno era relevante. De ahí mi interés y fascinación por ese espacio interior donde se forma el carácter y se deforma la personalidad.
En la adolescencia mi cabeza era como un ovillo de lana enredado por un gatito juguetón. Mi mente confusa, repleta de nudos y cabos sueltos no sabía como ordenar semejante maraña, ni articular una idea; es más ¿Las ideas? ¿Qué eran las ideas? Mi corazón me respondía en clave morse, en un tono consolador y amoroso que no necesitaba traducción ninguna, solo su pálpito hacía que no me sintiera tan naufraga. Empecé a sospechar que había algo más importante que un cuerpo a lo que atender y escuché la voz que me hablaba desde dentro y aprendí a estar sola, con y para esa voz que me daba respuestas y esperanza, aprendí a aceptar los desafíos, a superar los retos, a vencer los miedos, aprendí, aprendí y aprendí a construir fortalezas y murallas. Ahora que me entiendo más o menos y me quiero con ambigua generosidad, he pactado una franquicia con la soledad a modo de sinergias. Con ella y para ella, mi compañera y aliada, de ella y en ella sigo aprendiendo.
Me gusta abrir ventanas que corra el aire, respirar su frescura y dejar que arrastre lo vivido y lo viciado aceptando que en las paredes de la memoria hay huellas imborrables que siempre estarán allí. Mucho más que la geografía, la historia o las matemáticas el paisaje interior es lo que más me gusta con diferencia. Si hubiera podido hacer de ello una profesión, me hubiera llamado Paisajista de Interiores.
El miedo se vive del revés
Me deleita en la madurez el gozo que me proporciona la escritura y la poesía. De pequeña aprendí más que me enseñaron, y lo hice con dolor y miedo. Hay una frase que tomo de un famoso escritor Portugués, Miguel Torga, que decía en un epígrafe "siento miedo al revés". Así era mi miedo: reversible, más para adentro que para afuera. Yo me sentía una niña al revés a la que ningún adulto le preguntaba opinión y qué era lo que le hacía feliz. También es cierto que yo no fui ninguna excepción, en el contexto socio político de los años cincuenta las formas y normas dictaban obediencia y apariencia. Nada de lo interno era relevante. De ahí mi interés y fascinación por ese espacio interior donde se forma el carácter y se deforma la personalidad.
La arquitectura de la soledad
En la adolescencia mi cabeza era como un ovillo de lana enredado por un gatito juguetón. Mi mente confusa, repleta de nudos y cabos sueltos no sabía como ordenar semejante maraña, ni articular una idea; es más ¿Las ideas? ¿Qué eran las ideas? Mi corazón me respondía en clave morse, en un tono consolador y amoroso que no necesitaba traducción ninguna, solo su pálpito hacía que no me sintiera tan naufraga. Empecé a sospechar que había algo más importante que un cuerpo a lo que atender y escuché la voz que me hablaba desde dentro y aprendí a estar sola, con y para esa voz que me daba respuestas y esperanza, aprendí a aceptar los desafíos, a superar los retos, a vencer los miedos, aprendí, aprendí y aprendí a construir fortalezas y murallas. Ahora que me entiendo más o menos y me quiero con ambigua generosidad, he pactado una franquicia con la soledad a modo de sinergias. Con ella y para ella, mi compañera y aliada, de ella y en ella sigo aprendiendo.
Vivir es transformarse
Prefiero pensar que soy más singular que rara. Tengo bastante interés por mi persona y mis logros; me construyo con material de mosaico que tomo de los desechos. Me rompo y reconstruyo como la imagen de una moviola. Prefiero divagar a razonar a la hora de buscar respuestas y soluciones, y sobre todo defiendo la duda, no como indecisión, si no como acción necesaria que nos pone a la escucha para valorar y empatizar con otras ideas, planteamientos y personas, en el saber de que todo es cambio y transformación, que somos como jardines en su continuo morir y vivir.
La identidad
Estoy afiliada al ser humano, sus causas y efectos, su historia personal, su arquitectura, sus actos, sus patrones de conducta; cómo libera sus cadenas y se orienta sin credos ni condicionantes, cómo se condena. Como miembro de ese gran grupo humano me siento comprometida con los afectos y el conocimiento, aunque no sea la mejor aliada, estoy en ello. Admiro a las personas con ideas curvas que se construyen sólidas sin trampas ni mentiras, flexibles como juncos y sobre todo las que ponen en sus vidas música, poesía y belleza.
A propósito del paisaje interior
Me gusta abrir ventanas que corra el aire, respirar su frescura y dejar que arrastre lo vivido y lo viciado aceptando que en las paredes de la memoria hay huellas imborrables que siempre estarán allí. Mucho más que la geografía, la historia o las matemáticas el paisaje interior es lo que más me gusta con diferencia. Si hubiera podido hacer de ello una profesión, me hubiera llamado Paisajista de Interiores.
En clave de Sol
Cada persona toca un instrumento para el que está más dotada, y es su responsabilidad mantenerlo afinado y limpio para que la orquesta de la que forma parte suene bien y su música sea armónica.
Principios sobre la rebeldía y la responsabilidad
Hay muchas maneras de ser rebelde, yo lo soy; Cuando te desmarcas de algo siempre hay alguien que te señala y acusa o te etiqueta y te hace su enemigo. Prefiero la rebeldía activa silenciosa la que se ejerce desde la individualidad, consciente del efecto, no tan inmediato como sí eficaz y decisivo que tiene en el conjunto de una sociedad libre y responsable en la que me gusta vivir. Otra forma de rebeldía es llevar la contraria y querer convencer al otro, a ese respecto José Saramago decía que era invasivo. Me gusta ese pensamiento.
Soy una mujer de mi tiempo
Me gusta escribir sobre el dolor, la perplejidad y el drama humano. Me siento una mujer del presente, llevo conmigo todo lo que viví y heredé, por eso no me gusta recrearme en los detalles del pasado; con demasiada frecuencia observo en la gente que me rodea enganches, trampas, dolor, dependencias, vacíos existenciales y mucho chantaje de todo tipo. Echando la vista atrás se pierden paisajes del presente y horizontes cargados de futuro, ¡hay mucho por hacer!. Yo pertenezco al futuro. Siempre estoy aprendiendo, no concibo otra manera de vivir. Método y trabajo, persistencia y creencia en lo que se quiere, son necesarios para hacer cosas importantes. Vivir de manera saludable con y en la alegría debería ser un estado y no una finalidad y sobre todo un propósito.
Mundo depredador y corrupto sin fecha de caducidad
Hoy ha sido en el desayuno cuando me he vuelto del revés presenciando en los medios la escena del llanto de un niño negro de unos dos añitos, medio desnudo en una charca con sus padres asesinados a sus pies, y no en la cena como noche tras noche presencio mientras me llevo un trozo de pan a la boca: una lapidación, una violación, un asesinato, o una tortura gratuita... No puedo borrar de mi mente la imagen de ese niño: ¿Cómo quitármela de la cabeza?(...igual me acerco en la mañana al corte ingles a distraerme un rato o me uno a una causa que me importe una mierda pero que me llene este vacío existencial y su frío helador de huesos, o ¿y si me compro unos pendientes o un perro? ironías aparte, hoy he sentido el terror y la desolación de ese niño condenado a la cadena perpetua de la orfandad y el desprecio a la vida. ¿Cómo impediremos que ese inocente haga lo mismo y le devuelva al mundo con la misma crueldad su justo precio? No tengo respuesta para eso.
Visto lo visto
El tono es importante cuando se escribe y cuando se vive. ¿En qué nota de ese tono queremos vivir?. La cuestión es si una vez elegido el tono que nos favorezca somos capaces de sostener esa sintonía cuando nadamos contracorriente, cuando luchamos contra lo imposible, cuando se pone a prueba nuestra vulnerabilidad.
Demasiado cobardes para ser ciertos.
Creo en las personas: creo que somos humanos y buenos, importantes y capaces, pero también que somos insustanciales, frívolos, inconstantes, mentirosos, mediocres y cobardes, a los crueles ya los nombré, de esos no formo parte, espero que ninguna fuerza extrema me ponga a prueba.
En las relaciones humanas también intentamos lo imposible, extendemos lazos que nos unan unos, otros de soga que nos aten y hasta nos condenen, nudos gordianos, emocionales, pretenciosos, y también fracasamos, porque nada de lo esencial podemos compartirlo en su totalidad sin salir heridos o trasquilados. Valoramos las cosas desde nuestro propio ombligo, por eso la gloria y la fatalidad se viven en solitario. Hay un pensamiento de Leo Buscaglia, un orador y profesor universitario de origen italiano, que me gusta pensar que es así y que dice: Cada hombre que se acerca más así mismo, en alguna forma, se acerca mayormente a los demás.
Lazos y nudos
En las relaciones humanas también intentamos lo imposible, extendemos lazos que nos unan unos, otros de soga que nos aten y hasta nos condenen, nudos gordianos, emocionales, pretenciosos, y también fracasamos, porque nada de lo esencial podemos compartirlo en su totalidad sin salir heridos o trasquilados. Valoramos las cosas desde nuestro propio ombligo, por eso la gloria y la fatalidad se viven en solitario. Hay un pensamiento de Leo Buscaglia, un orador y profesor universitario de origen italiano, que me gusta pensar que es así y que dice: Cada hombre que se acerca más así mismo, en alguna forma, se acerca mayormente a los demás.