Nos cuenta Blanca Varela en una de las pocas entrevistas que concedió, ya de mayor, que hubo una vez en que un sacerdote le negó la absolución por negarse a seguir leyendo a Emilio Zola. El cura en cuestión la obligó a elegir y ella no dudó: se alejó de la iglesia y la abandonó definitivamente cuando perdió a su hijo Lorenzo a la edad en que un hijo debe vivir y recorrer el largo camino de la vida y sobre todo sobrevivir a sus padres.
Con sangrante dolor de madre se preguntaba porqué ese empeño de Dios en arrebatar lo más hermoso de su vida. No sabemos si Dios le respondió, pero si conocemos lo que en su poema Casa de Cuervos dejó escrito de esa amarga desgracia. No hay desolación de madre que consuelen razones de Dios ni actos de fe.
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme —nada infinita—
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
Pero Blanca, considerada como una de las voces latinas más importantes de la poesía latinoamericana, sí tuvo un convencimiento: su auténtica devoción por la poesía. Poesía aparentemente fácil, sin adornos, pero a la vez compleja y abstracta, con muchos pasajes oscuros; tenía fe en la palabra, que a su decir la iluminaba y le abría caminos que recorría junto a otras importantes figuras de la literatura: Breton, Neruda, Simone de Beauvoir o Cesar Vallejo quienes contribuirían a mostrarle las luces de la supervivencia y junto a su amigo Octavio Paz quien dijo de ella " es una poeta que no se complace con sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a tiempo"
Para los que os gusta su poesía y queráis conocerla un poco más, os dejo este vídeo: