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sábado, 28 de enero de 2017

NACER ARROYO


Nacer arroyo, aprovechar los arroyos que se suman a tu caudal y llegar al mar teniendo algo que aportar.


Capullo de Peonía


                                                                                 La poesía de  Begoña Abad

 


Mater Amabilis  


Mi madre no recuerda el nombre de su madre.

Ha olvidado el camino de regreso a la vida,

no sabe usar el peine, ni la cuchara,

se pone, casi siempre, la chaqueta al revés

y revuelve cajones en su memoria,

pero siempre sonríe al escuchar mi nombre.

Mi madre no recuerda si tuvo algún amante,

si ha viajado muy lejos, si ha perdido algún tren,

dónde están sus anillos, si alguna vez fue guapa,

que le gustaba tanto el Chinchón y el café,

que las letras unidas tienen significado

y que el perro que amaba nos dejó ya hace un mes.

Mi madre me recuerda, sin amargura,

lo que yo he olvidado tan tontamente,

la oración de su abuela que me dormía

las canciones de cuna que me cantaba,

y unas romanzas moras que, en letanía,

desgrana mirando por la ventana.

Mi madre y yo sujetamos recuerdos olvidados

como podemos, a veces con dolor,

otras con risas, siempre con esperanza.


 



LA MEDIDA DE MI MADRE


No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos.




NO NECESITO UN HIJO QUE ME QUIERA



No necesito un hijo que me quiera,

ni que sea feliz, ni hermoso,

ni que triunfe y me sonría,
ni un hijo que me cuide,
me proteja, me tutele.
Necesito, simplemente,
un hijo que me sobreviva
y al que poder amar hasta el final.
Si me faltara,
¿qué haría yo con tanto amor
como me crece para él
cada mañana?








 NO TENGO




No tengo hipoteca, no tengo dueño.
No tengo coche, no me conducen.
No tengo título, no me admiran.
No tengo grupo, nadie me retiene.
No tengo deseos, nada me ata.
No tengo sexo, nadie me entiende.
No tengo futuro, soy dueña del hoy.
No tengo resentimiento, nadie me inquieta.
No tengo deudas, nadie me persigue.
No tengo dioses, nadie me condena.
Soy demasiado mayor para estas cosas,

por eso soy obscenamente feliz.



Begoña Abad


Nací para aprender y saberlo me mantiene humildemente feliz y eternamente asombrada.

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