Acostumbro a observar
los pequeños acontecimientos “extraordinarios” que suceden en torno a mi
persona al empezar el día. A esas horas estoy más receptiva y
relajada. Esos pequeños sucesos, o no tan pequeños a veces, me hablan de cómo
van a ser las próximas horas o los próximos días. Se trata pues de información útil y valiosa que me gusta
atender, me coloca en situación de
atención sigilosa y alerta: como una rana. Os pondré algún ejemplo:
Estás en el baño y te cae la ducha en la cabeza. Vas al
armario ropero y no sabes que ponerte ese día, todo son dudas. De repente
suena el teléfono a una hora inusual…
corres a cogerlo y no hay nadie al otro lado. Te acuerdas que por la noche te despertó un sueño, no consigues recordarlo, a modo de flash percibes
imágenes de animales en un bosque y tu sentimiento era de asombro y temor. Tu
coche no arranca, sales malhumorado del parking buscando una solución y chocas de manera aparatosa
con otra persona que quiere entrar. Tomas un taxi, ahora es el móvil, es tu mujer que llama para
felicitarte por tu cumpleaños y tú no te habías enterado. Quieres concentrarte
en la reunión que te espera, y el taxista que escucha gregorianos, frena bruscamnte para dejar pasar a un peatón que le insulta y que tiene más prisa que tu. También suceden cosas
amables, extraordinarias, más sutiles: sientes tu cuerpo en forma, tu mente
clara, te miras al espejo y te creces. Tienes que exponer un diagnóstico
confuso y de repente todo se ordena en tu mente. Abres los mensajes en tu móvil
y alguien especial que no gasta palabras, ese día está generoso y ordena siete letras
que componen una frase “me acuerdo de ti
con especial cariño” También puede sucederte que esa persona ácida que se cruza
contigo cada mañana, ese día esté caramelizada para ti y te ofrezca una sonrisa
dulce y sugerente.
Cada uno de esos acontecimientos, aparentemente cotidianos, y otros cientos más,
especialmente aquellos más relevantes, son simbolismos que nos advierten de lo que está por acontecer, también de cómo puede suceder. Si los analizamos con atención al acabar la jornada podrémos relacionarlos con lo vivido y sacar nuestras propias conclusiones. Una visión objetiva, más intuitiva que razonada, nos ayudará a interpretar los efectos y consecuencias de esas señales, para con la práctica poder manejarlas.
Con una reflexión a tiempo podremos
corregir las desviaciones, llevar a nuestro terreno las situaciones más propicias,
enderezar lo que tiende a caerse, salir corriendo de un peligro, tener una
sonrisa preparada para regalar a alguien que la necesita. Conseguir un triunfo
donde todos los indicios apuntaban fracaso o también esperar como nos va a sorprender
el día, o esa persona “casual” que se cruza en nuestro camino para darnos esa buena
noticia.
No olvides sintonizar el dial cada mañana: ¿QUEMEESTAPASANDO?
Hace muy poquitos días la pequeña rana que veis en la imagen,
de unos cuatro centímetros aproximadamente, apareció en mi baño. Estaba yo de
vacaciones en un entorno rural de La Provenza, cuando asomó su diminuta cabeza
por el respiradero del lavabo mientras me aseaba. Se paró y ante mi insistencia
en querer atraparla fue dando saltos hasta alcanzar la ventana, atravesó el grueso muro de piedra y se quedó
fijada en la pared exterior del jardín
para que yo pudiera tomar la foto.
Ese
simpático animalito verde, casi
esmeralda, que observa y actúa con eficacia, simboliza para mí el saber hacer: la observación y la actuación, también la simpatía y la buena estrella.
Su forma de
mostrarse fue reveladora. Todavía no he completado el mensaje que traía para mí,
pero con certeza desde el primer momento supe que era portadora de algo bueno y
la hice correr entre la familia para que pidieran su deseo.
Ese día que pasamos
en Aix en Provence, sin entrar en detalles, fue un día especialmente extraordinario. Estaba
advertida!!!
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