miércoles, 12 de agosto de 2020

Proclama de Antonio Machado


LITA CABELLUT La artista de almas


SOÑANDO CAMINOS

Creo que la mujer española alcanza una virtud insuperable y que la decadencia de España depende del predominio de la mujer y de su enorme superioridad sobre el varón. Me repugna la política donde veo el encanallamiento del campo por el influjo de la ciudad. Detesto al clero mundano que me parece otra degradación campesina. En general me agrada más lo popular que lo aristocrático social y más el campo que la ciudad. El problema nacional me parece irresoluble por falta de virilidad espiritual; pero creo que se debe luchar por el porvenir y crear una fe que no tenemos. Creo más útil la verdad que condena el presente, que la prudencia que salva lo actual a costa siempre de lo venidero. La fe en la vida y el dogma de la utilidad me parecen peligrosos y absurdos. Estimo oportuno combatir a la Iglesia católica y proclamar el derecho del pueblo a la conciencia y estoy convencido de que España morirá por asfixia espiritual si no rompe ese lazo de hierro. Para ello no hay más obstáculos que la hipocresía y la timidez. Ésta no es una cuestión de cultura —se puede ser muy culto y respetar lo ficticio y lo inmoral— sino de conciencia. La conciencia es anterior al alfabeto y al pan.
Antonio Machado, Autobiografía


domingo, 9 de agosto de 2020

O CONMIGO O CONTRA MÍ



Soy de la opinión de Isabel Coixet de la inutilidad de los repetidos manifiestos que se llevan a cabo  para revindicar causas juiciosas y razonables que  producen, como ella sospecha, un largo bostezo, además de servir para muy poco, ya que la desatención y el  descarte por aquellos a los que va dirigido es  inmediato.  En especial los asuntos que atañen a intereses de la clase política, como pueden ser los sobresueldos, los abusos y mala gestión en la administración, o el número excesivo de políticos a los que mantenemos con nuestros impuestos. Pero ese no es el tema, el tema es como sostiene la directora de cine catalana, cómo en muchos de esos manifiestos y reivindicaciones prevalece, más que la idea en sí, el conmigo o contra mí. No es necesario para decir esto no me gusta  fusilar las razones del contrario.  Hay cosas que no soporto como puede ser el color caldera,  el Steak tartar, la influencia de las influencers de moda  o el periodismo de investigación de Gloria Serra, y no por eso  pierdo un pestañeo de mi tiempo en machacar esas cuestiones, aunque en el caso de la periodista ganas no me falten. Los gustos, como las ideas y los partidos  están en continua confrontación y enfrentamiento. Si odio la palabra odiar además de todo lo que he nombrado, estaría dispuesta a vestirme de color caldera, degustar un Steak tartar en compañía de una influencer que defendiera el trabajo de la periodista mencionada, si con ello se produjeran cambios fructíferos que favorecieran la exposición de ideas, claras y ordenadas, sin hundir los argumentos contrarios,  sin querer convencer al contrario de que la razón es la nuestra. Pero me temo que eso no va a suceder. Lo vemos cada día en el ámbito político. Pondré un ejemplo taurino: el de la fiesta de los Toros: "sí a los toros", "no a los Toros": dos posturas claramente enfrentadas con argumentos más combativos que convincentes. Estaréis de acuerdo que estamos más entrenados a pelear con la palabra que a hacernos entender, a combatir que a colaborar, a hablar que a escuchar, a manejar la palabra ajena más que la propia. A veces llevamos tan lejos los postulados de las defensas que nos convertimos en auténticos radicales extremistas, subimos tanto la voz queriendo mejorar lo inmejorable que acabamos creyendo que solo con la fuerza insistente de la palabra, incluso violenta prevalecerá la verdad: "la nuestra". Y así nos va... Iré más lejos aún, muchas de esas veces la causa que defendemos por la que nos volvemos arrogantes, justicieros e inmisericordes vale lo mismo que una caquita de perro. ¿No os parece?
Elena Larruy

viernes, 7 de agosto de 2020

RELATO DE UN ACCIDENTE NOCTURNO



Uno nunca sabe cuándo se acuesta que sorpresas le deparará la noche, hace unos días no eran ni las tres de la madrugada que mi habitación se vio invadida de personal del SAMUR, con un equipo médico profesional del que sentirse orgullosa. Mientras atendían al que conmigo duerme en mi cama desde hace más de cuarenta años de lo que parecía un infarto y que resultó ser solo una fuerte subida de tensión, mientras le hacían un electro encima de nuestra cama,  daba las gracias al cielo  por la asistencia recibida y por el equipo de profesionales tan bien preparados y equipados, que lo atendían.  Pensé en la suerte que teníamos de estar en esas buenas manos, pensé también como la vida puede abandonarnos en un suspiro, lo insignificantes que somos en esas circunstancias de fragilidad en la que se nos rompen todos los esquemas. Yo, con mi pijama y mis pelos de dormir en una esquina de la habitación,  aturdida sin máscara alguna, observando en medio de la noche,  -como tirada en una cuneta después de un accidente de tráfico-,  cómo asistían al mal herido: en mi casa, en mi habitación, en mi cama;  con el desamparo del que está solo y desnudo en manos de la vida. Como si esa vida la de él y la mía no nos perteneciera. Supe en esa experiencia lo que era sentir el más absoluto vacío existencial. Toda la fortaleza construida en torno a mi persona y a nuestras vidas se desvanecía,  todo, todo lo que hasta entonces creía importante y que era el motor de nuestra existencia se desmontó en un instante y pasé  a ser nada, una mujer de ceniza, asustada,  de rostro envejecido y cansado que sentía el  cuerpo como una casa vacía. Abandonada al destino, los biorritmos se apagaron en un relente húmedo y fúnebre. Se extinguieron las luces,  el mañana se ocultó;  un tren se escapaba sin mí. 

                                                                                              Elena Larruy


sábado, 1 de agosto de 2020

PEONES DEL GRAN TABLERO HUMANO



Cuando se deja atrás  profesión y trabajo muchos de  los que ostentaban cargos relevantes envanecidos en su mando, crecidos en su "hacer importante",  se vienen abajo. De un día a otro se convierten en ciudadanos de a pie sin  despacho, ni cartera, ni secretaria que despache sus asuntos, ni tarjeta de visitas, ni rótulo que anuncie su nombre en la puerta, incluso sin víctimas inocentes -a veces- con quien despachar rarezas y cólera. Aquellos cuyas formas arrogantes y chulescas -o sin ellas-  que en su función se exceden,  que engañan que "venden la moto" a un ciego, y en especial a aquellos  tan llenos de sí mismos que se alimentan de vacíos: mas pronto que tarde la vida les pincha el globo donde andan subidos y los pone en su sitio: la cola de un servicio médico de urgencias, el atasco interminable en un cinturón,  la camilla de un quirófano,  la lista de espera de una intervención necesaria que nunca llega. Todos somos peones en el gran tablero humano de la vida,  por muchas credenciales, atributos y títulos que nos asignen, obreros en la viña que decía el maestro. Nadie es más que nadie para excederse en su función, para beneficiarse de ella,  sea cual sea su responsabilidad.  
Cuando las luces del gran teatro se apagan, para muchos se acaba la función y los brillos. Acostumbramos a pensar que la vida pone a todos en su sitio, como así es. No hace mucho me crucé con uno de esos "actores" saliendo del supermercado. 


PEONES DEL GRAN TABLERO HUMANO


Sucede a menudo
en el reparto de juego
de este gran tablero humano
donde todos jugamos
que personas "listillas"
se crecen en el cargo,
y como ánades torpes
de pata corta, mucha pluma
y poco vuelo
pierden el trasero
por ser los primeros
en llegar al medallero.
A la carrera
los "don nadie" de peseta
con ensayada sonrisa
seleccionan a la presa 
que comprará "su moto vieja"
.
¡Tan financieros!: ellos
tan astutos y engolados,
tan banqueros Colgate:
dioses de mercadillo
afanados en la obra
de engordar su bolsillo
y el activo de su amo. 

Confiada, la presa fácil
sientan a su mesa,
la invitan a un refresco con gaseosa,
le hablan de mercados
de emprestitos
de las empresas del Ibex,
de la prima de riesgo
del euribor, del techo de las hipotecas
del recorrido de la bolsa
de la acción preferente
de la desconfianza del dolar,
hasta que en una de esas vueltas
sinuosas y sutiles
los clientes confiados
les firman -como churros-
contratos:
el fondo de inversión
"ga-ran-ti-za-do" ¡cómo no caballero!
al cero, 
coma, cero -por cien-
el plan de ahorro imprescindible
el financiero aconsejado
el de pensiones: ¡ojo! ¡al dato!
-¡con su desgravación en renta!-
¡compre!, ¡compre! acciones señora,
caballero:
las mejores del mercado
-están de oferta-
¡una apuesta segura!
y por favor atienda:
no pierda ocasión
de llevarse las maletas
o el robot 
de la quincena
-con garantía de un año-.
La moto del hijo
¡también la financiamos!
¡por supueeeesto!
y el seguro a todo riesgo,
con franquicia o sin ella:
como Usted prefiera caballero
¡Ah y 
el casco!.

Sinergias le llaman
los astutos
tunantes de dos géneros,
pillos y zorros 
dirigidos todos ellos
por control remoto:
vendedores de humo,
voceros de mercadillo,
tan necio, alguno 
que compran
su propio humo.

Otros, jugadores de casino
de maquinas traga perras,
que con afilado dominio
de la lengua: juegan
a apostar el dinero
del incauto, del crédulo
del bonachón que se deja.

Tienen oficio
y desparpajo
son actores de primera,
conocen bien las reglas.
Mentiría si no dijera
lo que vi
más de uno
"vendía por entregas"
la dignidad que no tenía.

Y fue con uno de esos
«profesionales»
que me crucé el otro día:
salia del supermercado
con dos barras de pan
bajo el brazo,
llevaba guantes de látex
y una justiciera mascarilla
que le tapaba la boca,
tiraba de un carro
vestía con cazadora tejana
y unas zapatillas de lona.

¡oye!: 
¡hasta parecía persona!

Elena Larruy



Una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja.
Proverbio italiano


sábado, 25 de julio de 2020

SOY MADRE DE DOS HIJOS




Este poema está inspirado en otro que escuche recitado por su autora la poeta Begoña Abad, a la que aprecio y admiro y tuve el gusto de conocer recientemente.


SOY MADRE DE DOS HIJOS


Uno tiene el pelo liso
el otro rizado
los dos son altos
morenos
y guapos
-que decimos las madres-
       los dos
tienen los ojos castaños.

El mayor se me parece
el menor no tanto,
-es más de su padre-,
la piel tiene blanquita
el nombre romano
y el pelo a lo "afro".
El nombre del primero es griego
la piel tiene morena
el pelo, como los ojos: castaños,
pasa del metro ochenta,
los dos, al nacer,
pesaron más de cuatro.

El que llegó con prisas
a la vida le echa pulsos
pelea y forcejea
se  proyecta con vehemencia
lo mismo que da, exige de ella,
el pequeño, sin embargo...
la torea. Este es sagitario
y pulsos ninguno
¡no vaya a ser que los pierda!.

Los dos van de frente
los dos son rectos y limpios,
en el sentido más amplio,
aunque a veces
jueguen al despiste 
como yo misma hago.
     
El que salió  más inquieto
le gusta el deporte 
nada, pedalea, escala
también le da a la raqueta
siempre va al gimnasio.
El menor es más tranquilo
cuida su cuerpo sin prisas
también visita el gimnasio
-aunque no tanto-
no le gusta complicar
ni que le compliquen la vida.
A las cosas llega sin rodeos
ama lo sencillo
le gusta la calle
las terrazas
rodearse de amigos
niños y barbacoas.
.
Los dos cocinan
lo hacen bien y con oficio
el menor nos hace pasteles
el mayor igual confita un pato
que nos hace paella.

Ninguno "come perdices"
pero son felices con sus vidas
sus parejas y sus hijos.
El menor está casado
el mayor juntado,
de cada uno tengo
el mejor de los regalos.

Uno y otro van en moto
y me llevan de paquete
el inquieto por las curvas
su hermano por los atajos.

El que nació más herido 
el corazón le rompieron
-de eso hace ya unos años-
le costó repararlo
pero ahora, lo tiene
a buen recaudo,
el otro, más práctico y funcional
al mal tiempo
buena cara: 
como si nada pasara,
en eso se parece
al que al  lado mío
duerme en la cama. 

Y si hablamos de dinero
uno y otro son distintos
lo disfrutan y administran
de manera diferente:
el menor lo ahorra
al mayor
le gusta más gastarlo.
El que primero llegó al mundo
sacó una oposición
y se hizo funcionario 
el otro no.
Ninguno de los dos 
trabaja para lo que se preparó

El pequeño es relajado
en su trato es sencillo
templado y sin dobleces
acepta lo que viene
pero ¡ojo! cuidado
que nadie toque lo suyo
porque responde con raza
-tiene a quien parecerse-,
la misma que el mayor tiene:
exigente y flexible cuando toca
de mano tendida y justiciera
lo que da, para sí  quiere.

En los dos está mi nombre
mi talento y mi falla.
Saber que están felices,
que son gente sana
que se cuidan por dentro
es lo que más  me interesa.
A estas alturas de partido
que hagan y sean
cuanto les venga en gana.

Con los dos me siento en deuda
y no es de cariño
ni financiera,
uno aprende el oficio
y compensa deudas
tirando a vieja.
Ellos son mi biografía
mi mapa y mi bandera
mi país,
el espejo
donde cada día me veo.

Como ya se aprecia 
los dos son diferentes
tanto es así
que hasta el género 
tienen distinto:
uno es varón
y el otro hembra,
a ella no le puse mi nombre
aunque por fuera
sea y es "mi maqueta".

Ironías, juegos, licencias,
diferencias a parte
entre ellos y yo 
no hay distancia más larga 
que la lógica de la edad
-que tampoco es tanta-
lo que viene a explicar
-aunque mal y poco-
que al varón  no le guste la poesía
-cómo es natural-,
a la chica tampoco
.-en eso se parecen-.
Ninguno de los dos lee lo que escribo.

¡Y que le vamos a hacer...!

Elena Larruy


La velocidad del sonido es una cosa extraña. Tus padres te dicen algo cuando tienes 20 años y te llega solo a los 40.


viernes, 17 de julio de 2020

LA VOZ MAESTRA DE SARAMAGO

SIN IDEAS NO VAMOS A NINGUNA PARTE


José Saramago junto a su esposa, Pilar del Río



Hay hombres cuyas voces nacieron para ser eternas, la de José Saramago fue una de ellas. Repasando sus frases, citas y fragmentos de entrevistas que concedió y que aquí dejo escritas, no puedo dejar de pensar cuanta falta le hace al mundo personas de esa catadura moral, ética y cultural. Sin ser nada mio, lo son sus ideas y pensamientos, me siento orgullosa de este hombre, por encima de todo un pensador y un ciudadano del mundo, libre.


Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.

La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.

El viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje.

Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve.

Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.

No creo en dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona.

No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras.

Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer.

Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El mejor arrepentimiento es sencillamente cambiar.

He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.

Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas llegaremos a comprender las grandes.

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir.

Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.

Entraré en la nada y me disolveré en ella.

Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.

Cuanto más te disfraces más te parecerás a ti mismo

El caos es un orden sin descifrar.

La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos

El éxito a toda costa nos hace peor que alimañas.

Si las conociéramos, las cosas del cielo tendrían otros nombres.

Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar.

Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo

Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia.

Nuestra única defensa contra la muerte es el amor.

Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad.


El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.

Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí.

El poder real es económico, entonces no tiene sentido hablar de democracia.

A lo mejor estoy en un momento de la vida en que me creo tontamente saber algo de la vida.

Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.

Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada.

La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos.

Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.

Dios quiso lo que hizo e hizo lo que quiso.

La alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, sino que coexisten


Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso.


La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad.


Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa.

Actualmente los laboratorios invierten más en mejorar y producir viagra y en desarrollar mejores prótesis mamarias que en medicamentos para el Alzheimer. Esto provocará -en el curso de unos años- que más gente de la tercera edad tendrá mejores erecciones y senos más prominentes, pero no recordarán para que los tienen.


Extractos escogidos de conversaciones con José Saramago:

El día en que sea posible construir sobre el amor no ha llegado todavía...

Quien va a morir está ya muerto y no lo sabe.

Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame.

De esa manera estamos hechos, mitad indiferencia mitad ruindad.

En verdad aún está por nacer el primer humano desprovisto de esa segunda piel que llamamos egoísmo.

Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.

Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él.

En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.


La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo.

La idea de yo no puedo hacer nada, es la excusa, es la coartada para no hacer nada.


Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.


Cuanto más viejo, más libre, y cuanto más libre más radical

Si la literatura pudiera cambiar el mundo, ya lo habría hecho.


Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.

miércoles, 8 de julio de 2020

EN MI CIUDAD, CONMIGO, A SOLAS







MI CIUDAD Y YO

Me gusta mi ciudad en verano,
en su hora blanca

con las luces de la noche apagadas
y el silencio de sus calles vacías,

ajustarme a su paisaje
sin ser vista,

levantar castillos
debajo de un pino,

escuchar el trino
de un pájaro
        -me encantaría-
pero en mi ciudad
        no hay parques
ni escondites 
ni trinos de pájaros
ni pinos con nidos.
 
En mi jardín urbano
de plátanos y asfalto
hay silencios interiores
entre rugidos de coches
semáforos -que hacen guiños-
arrullo de palomas
taxis negros y amarillos
ambulancias con urgencias
peatones con prisas
autobuses de dos pisos

gente extranjera sonriendo
por calles y avenidas,
entre templos
paellas
y fachadas modernistas.

En mi ciudad
    hay días de verano -como hoy-
que me pongo una gorra con visera
y me oculto tras las gafas
para perderme por las calles de Gracia,
como si yo misma
fuera la extranjera.

Me gusta el paseo matutino
sin agobio ni prisas.
Con la mirada primera                             
llegar hasta Las Ramblas 
-sin saber cómo ha sido-

sentarme en una terraza
de La Plaza Real,
pedir una caña
y un par de tapas,
    suspendida  en el aire,
-en el saliente de una cornisa-
con la sonrisa pegada a la cara,
ver pasar la gente
como agua de río,
    fluir en la corriente
de un pensamiento deshelado,
estar conmigo a solas,
un día cualquiera
en mi ciudad,
no ser esta, ni la otra,
no ser nada:
desarmada, 
            liviana.
                 Enamorada.

 Elena Larruy



martes, 30 de junio de 2020

Y TÚ, ¿HACIA DONDE VAS?




La poesía de Eugène Guillevic




HE AQUÍ UNA ORUGA


He aquí una oruga.
Y repta.

Repta hacia el alimento,
eso es al menos lo que ella cree,

Y además es cierto,
pero también repta

Hacia su avatar,
hacia su vida de mariposa,

Y este objetivo
ella no lo adivina.

Tú, tampoco adivinas todavía
hacia qué escribes.

Si te amaras
tanto como amas
al poema que buscas,
quizá.
no escribirías más.



BIEN QUISIERA


Bien quisieras
avanzar en tu poema
como un arroyo

sinuoso, apresurado
y tiemblas por volverte
como un estanque
donde quizá, estático,
no te reconocieras.



LAS PALABRAS

Participan
de todo lo otro,
las palabras,

Secretadas, masticadas
por los millones de ancestros

Que han todos confiado:
la esperanza, la cólera, los sueños, las revueltas,

Que los han habitado
como las portadas largamente vestimentas
como las camas



BATIR

Sin ala, sin pájaro, sin viento, pero de noche

Nada más que el batir de una ausencia de ruido



El ÁRBOL


Afuera está el árbol y es bueno que esté allá

Signo constante de las cosas que se hunden en el lodo

Es verde, es grande, tiene armas poderosas

Sus hojas como las manos de un niño dormido

Se mueven y parpadean



RECETA


Tome un tejado de viejas baldosas

Poco antes del mediodía.

Póngalo todo a un lado

De un tilo ya mayor

agitado por el viento.

Coloque sobre ellos

Un cielo azul, lavado

Por las blancas nubes.

Déjelos hacer.

Obsérvelos.





Eugene Guillevic



martes, 23 de junio de 2020

LA CONQUISTA INTERIOR




Aprender a conquistarse a uno mismo, cara a cara, a quererse, a tratarse, no es tarea fácil. A veces lo logramos, solo a veces porque a la que nos descuidamos un poco nos perdemos por callejones oscuros donde la noche y sus sombras nos alcanzan, nos llevan de la mano a su terreno. Para todos es lo mismo, claro que no todos lo vivimos con la misma intensidad. Una cosa que sí tengo clara es la consecuencia que una baja autoestima, unida a problemas y preocupaciones de todo tipo, tiene sobre la enfermedad. No hemos sido educados en términos de salud, nos han enseñado que cuando del cuerpo se trata son otros los que deben ocuparse, dejándonos totalmente al margen.
Hace unos días una amiga me comentaba un trastorno digestivo puntual que tuvo y cómo al tratarlo con el medicamento "de solución rápida", al que está tan acostumbrada, le agravó más el problema e hizo que le durara unos cuantos días. Corrió al médico y de paso que lo visitaba  aprovechó la ocasión para hablarle de su dolor de espalda y de cadera y que este le mandara repetir pruebas diagnósticas  de resonancia y radiaciones. Le recordé el conflicto familiar que estaba viviendo, que le había preocupado meses atrás, los temas pendientes que tenía que resolver al respecto, un nudo importante por deshacer al que se enfrentaba recientemente y como ese desencadenante le había provocado la indisposición con sus posteriores consecuencias. Lo hice solo por encima, sin poner ningún dedo en la llaga.  No me contestó, en otro momento lo hará, lo sé, pero esta vez siguió con su costumbre de acudir al botiquín, a la farmacia y al médico de cabecera y al especialista, todo un protocolo de actuación al que en general se está tan acostumbrado. Así he visto crecer infinitos problemas de salud en muchas personas, agravar la enfermedad, convertir pequeños trastornos en asuntos serios, crear dependencias con los medicamentos que conllevan otro tipo de lesiones, a veces irreparables. Veo, en general, mucha incultura y falta de conocimiento, tratamos al cuerpo como si fuera la carrocería de un coche, corremos a repararlo como quien lo lleva al mecánico. El cuerpo en efecto es un vehículo, es el vehículo del alma, del espíritu, del ser, cada uno que le ponga el nombre que quiera y más le guste. El cuerpo es algo serio e importante, está dotado de inteligencia natural, actúa con autonomía y así se le ha de tratar, con respeto y cuidado. Nos habla a través de la enfermedad, nos cuenta cuando algo interno no funciona, qué clase de pensamientos debemos identificar en nuestra mente. Lo sé por experiencia propia, por observación de vida, por ver a muchas personas sufrir y morir como consecuencia de esta desatención. Cronificamos la enfermedad por ignorancia, por falta de cuidado y atención, por esta urgencia inmediata que requerimos de tratamiento. No hemos sido educados en temas de salud, hay demasiados intereses en juego. Tratamos al cuerpo como lo dicho: la carrocería de un vehículo.
Cuando nos comemos la cabeza y nos rallamos con problemas de trabajo o de familia, con asuntos que nuestra mente magnifica y que en muchos casos crea, aparece el dolor y su trastorno con efecto inmediato a veces, otras no tan inmediatos pero sí detectables;  de repente aparece un brote en la piel, un trastorno en la cabeza, una alteración nerviosa, una indisposición intestinal, una alergia, una manifestación clara que pide a gritos ser reparada. Donde primero miramos es afuera, ¿qué cosa me ha provocado esa indisposición?: craso error, la mirada ha de ser interior. Cuando se trata de otro  es fácil observarlo y detectarlo, señalar con el dedo y decirle ¡ahí, ahí está el origen de tu problema! pero cuando se trata de nosotros: el mal de cadera, el dolor de estómago, una subida de tensión, una bajada de azúcar, hasta una infección de orina resistente tiene que ver con un conflicto interno por resolver cuyo origen hemos de saber buscar en nuestra cabeza, en nuestra manera de pensar y procesar.
El estado emocional de malestar tiene una clara evidencia de repercusión en el cuerpo. ¿Alguien tiene dudas, acaso? Asomarnos a ese abismo interior de conflicto interno nos asusta, es más fácil acudir a la farmacia o al médico de cabecera para que diagnostiquen y nos mediquen: un omeprazol, un jarabe gástrico, una radiografía, cualquier cosa con tal de no enfrentarnos a nuestra realidad.  Cuando lo hacemos  la mayoría de veces  no hemos de correr a ningun sitio, solo hemos de quedarnos quietos un rato, en casa, guardar silencio,  escuchar y actuar. El cuerpo nos habla, cierto que no nos educan para escucharlo, más bien todo lo contrario, pues empecemos a saber qué nos dice, a atender sus necesidades y a tratarlo adecuadamente. El cuerpo siempre nos da respuestas inocuas y sabias: si persisten los conflictos, el temor, la rabia, los desencuentros, eso mismo recogeremos en el cuerpo, ¿qué es lo que  estamos haciendo mal? porqué se repiten los dolores intestinales, los dolores de espalda, la irritación de garganta ¿qué es lo que estamos sembrando? La casualidad no existe, es  fruto de la inconsciencia, el efecto es consecuencia de la causalidad. Todo tiene un origen, todo conflicto una causa. Tomemos cartas en el asunto, con responsabilidad, nadie lo hará por nosotros. 

Elena Larruy




jueves, 18 de junio de 2020

LA CUALIDAD MEDIADORA DE LA PALABRA


Pablo Picasso


Imágenes y palabras no deben perder su cualidad de mediadoras entre el presente y el pasado, entre nuestra racionalidad y nuestras emociones. Porque son el vínculo más profundo y estrecho entre lo que sabemos y lo que  reconocemos de nosotros mismos. Porque generan emociones que se convierten en nuevas imágenes y palabras. Porque crean memoria en quienes las ven o las escuchan. Y de nosotros depende que cuando nos recuerden lo hagan con alegría o con tristeza. Que las palabras que pronunciamos sanen o lastimen.


EL LIBRO DE LAS EMOCIONES
son de la razón sin corazón
Laura Esquivel
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