Hace algún tiempo que empecé a escribir en este espacio, al que llamé efectoprimavera: así era como me sentía en ese momento de feliz encuentro con mi nueva vida. Atrás dejaba una etapa profesional de cuarenta y tres años. Muchos años de esfuerzo y exigencias: propias y externas, y también extremas. Los primeros años fueron como todos los trabajos deberían ser: estimulantes y apasionantes; pero con la experiencia de  la madurez, esa edad en la que pocas cosas se sostienen, empezaron a caerse los ideales, las esperanzas, las máscaras... Los héroes resultaron ser villanos, las princesas de plástico, sus coronas quincalla, y las promesas, como los méritos otorgados, de cartón piedra. Decepcionada  y debilitada por el esfuerzo de una mente  idealista y luchadora, por que así me sentía, viví esa última etapa de mi vida profesional con más pesar que acierto.
  
Me llevó mucho tiempo entender que yo era un alma libre que estaba prisionera, desenmascarar a actores y actrices, yo también lo era, y lo que fue peor ya no había retroceso; Cuando se abre de par en par la mente,  la conciencia te exige coherencia, y eso fue prácticamente imposible, con lo que mi desesperación fue en aumento. Cuando  por fin llegó el momento ansiado,  sentí que llegaba  agua a mi desierto: fértil,  tremendamente dichosa y con grandes deseos de perseguir y cultivar la belleza.
Muchos de los que hoy son mis amigos me tendieron su mano y sus brazos, para estrecharme tan fuerte que podía oír sus latidos. Amigos que para siempre  viven instalados en el jardín, sin rejas, de mi nueva vida. Ellos son los que me hablan de mis heridas, los que ponen orden  a mi confusión, los que me señalan el color de las puertas del miedo, escuchan atentos, dan voz a mis sentimientos. 
Juntos nos hemos celebrado, consolado y juntos seguiremos soñando en los infinitos posibles de la alegría y de la esperanza. 
La poesía ha sido estos últimos años de mi vida mi aliada, la mejor amiga, la que cada día despierta mi curiosidad y mis dudas para seguir haciéndome preguntas, la madre amorosa que acompaña y calla. Siempre tiene atenciones  conmigo, y yo con ella.
En los pequeños actos de la vida cotidiana encuentro la verdad y su belleza, la que siempre estuvo y yo no veía. También observo mucho dolor a mi alrededor, y gente tremendamente sola esperando ser rescatada de este vacío en el que estamos condenados a vivir. En los corazones de esos náufragos también hay poesía, por que la poesía nace del dolor dicen los poetas, otros creen que nace del amor, y yo pienso que todos tienen razón.  Ahora no puedo concebir otra vida que no esté envuelta de esa luz. 
Mi agradecimiento y admiración a todos ellos, amigos y grandes poetas, que me han ayudado a volar, arrastrando mi equipaje en este corto trayecto; que me han enseñado que amar es para siempre y que tampoco tiene retroceso, y que el dolor cuando se comparte tocamos a menos. Todos me han desvelado secretos, han estirado las arrugas de mi piel, dejando en ella su perfume y su caricia.
Wislawa Szymborska
Angel Gonzalez
Fernano Pessoa
Gioconda Belli
Diana Bellesi
Begoña Abad
Juan Gelman
Octavio Paz 
 Betina Edelberg 
Federico Garcia  Lorca
Jose Luis Borges
Mario Benedetti 
Laura Llasan 
Olga Elena Mattei 
Gabriel Celaya 
Amy Lowell 
José A.Goytisolo
Katja Perat
Amalia Bautista 
Luis Garcia Montero 
Oliverio Girondo 
Jaime Gil de Biedna 
Benjamín Prado
Carilda Oliver 
Jose Saramago 
Alfonsina Storni 
Jaime Sabines 
Clarice Lispector 
M.Jesus Mingot 
Pedro Salinas 
Rafael Cadenas 
Blanca Varela 
Miquel Marti i Pol 
Jacinto Benavente 
Jose Agustin Goytisolo 
Eduardo Galeano 
Luis Eduardo Aute 
Joaquín Sabina 
Itziar Minguez 
Joan Manel Serrat 
Alejandra Pizarnik 
Alaide Foppa 
Denise Levertov 
Diane di Prima 
Manuel Carrasco
Pablo Neruda
Jeanette Miller
Mercedes Escolano
Cristina Peri Rossi 
Joan Margarit
Olga Orozco
Walt Whitman
Anna Ajmátova
Antonio Gamoneda
Bob Dylan 
Ida Vitae
No siempre la poesía la entendemos,
 no siempre la leemos en el momento adecuado,
 no a todos nos trasmite lo mismo.
 Lo que de ella nos llega vale,
 a veces es tan solo un desvelo
 en un verso.
 La poesía, como todo lo intangible en la vida,
 se interpreta,
es un acontecimiento, una escucha
una experiencia.
  La diferencia con otras lecturas es que esta no se juzga,
 se siente,
 y la música que de ella llega,
 eso es lo que cuenta.
                                              Un Poema de Anna Ajmátova 
 Hay en la intimidad un límite sagrado 
que trasponer no puede aun la pasión más loca 
siquiera si el amor el corazón desgarra 
y en medio del silencio se funden nuestras bocas. 
 La amistad nada puede, nada pueden los años 
 de vuelos elevados, de llameante dicha, 
 cuando es el alma libre y no la vence 
 la dulce languidez del goce y la lascivia. 
 Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas, 
 y a quienes lo trasponen los colma la tristeza. 
 ¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón 
 no late a ritmo debajo de tu diestra?