Serenidad en el caos. Autorretrato de Aurelio Huguet
Yo creo querido esposo, que tu ahora a los 70 caminas por la vida con mucha normalidad y ligereza, con el mismo propósito e intención con la que has vivido siempre. Para ti la palabra vejez no existe en tu cabeza, te esfuerzas cada día en mejorar tu estado físico y tu intelecto, en encontrarte mejor, en cuidar tu salud de manera integral. Relativizas las cosas que no te gustan, las pones a un lado, te niegas a entretenerte en lo que te resta, en las personas oscuras, en lo que no te aporta valor, no hay un espacio menos visitado por ti que los lugares banales y grises. Eres una persona a todo color, como tu pintura. No te castigas con cosas inútiles ni eres incisivo en tu manera de relacionarte. La tenacidad y la constancia son atributos de tu personalidad: un arquitecto de vida saludable. Lo mismo que quieres para ti lo promulgas en los otros, a veces de manera insistente y poco adecuada.
Tú eres para ti la primera prioridad. No permites que la tristeza enturbie tus días ni desvíe tus pasos, la dejas que pase. Ahuyentas el dolor. Eres cuidadoso en tus formas, si tú estás bien los que estamos a tu alrededor lo estarán también, así piensas. Casi nunca eres un motivo de preocupación, aunque tu salud, a veces, nos da algún que otro susto.
Reflexionas, estudias, ensayas, diseñas tu vida como quieres que sea, seleccionas los pensamientos. No admites que nadie dirija tu manera de pensar y menos tu persona: eso nunca lo llevaste bien. Cada día que comienza es para ti el inicio de algo bueno. Eres ante todo lo que queda por venir: positivo. Esa es tu actitud ante la vida.
Amas el bienestar, la salud y la familia. Proteges lo tuyo y a los tuyos sin hacer ruido. Actúas desde el silencio, es tu manera de hacer, sin dejarte ver. Ayudas de manera altruista y anónima. Es la parte más generosa que conozco de ti. Casi nadie la conoce. Eres poco o nada exhibicionista. Conservas la inocencia del niño, la manifiestas sin rubor en ocasiones, no la ocultas. No peleas por ser el primero, ni por brillar, aunque por tus conocimientos pudieras hacerlo; sabes de geografía, de historia, de arte, de deportes y de muchas ciencias mucho más que la media. Tienes curiosidad por todo lo que es el conocimiento. Te has formado en tres carreras muy distintas. Se refleja en tu pintura todo esto que cuento de ti. El color, la alegría de la vida, el estudio, el método, la exploración. Cierto que no te adorna el don de la espontaneidad, se puede ver en tus cuadros, porque tú prefieres explorar y arriesgar a conformarte en el acomodo de un estilo.
A tus 70, sigues siendo la persona íntegra que conocí con 19 años, fiel a tu manera de pensar y de vivir. Has mejorado pero poco has cambiado en tus actitudes y en tus defectos, -como el resto de humanos- que sin duda tienes. Solo apunto uno -el que menos soporto- que es cuando te desdoblas en un "cable de alta tensión", disparado como una bala, atropellas de manera centrífuga, no hay ninguna posibilidad contigo, anulas al que está a tu lado, lo aplastas, eso te pasa ante una situación imprevista que no controlas o ante otra que prevés y quieres dominar de inmediato, la falta de control te desestabiliza totalmente y eso es lo que tu haces con el que está a tu lado. Cuando eso pasa eres otro totalmente distinto, te haces odioso: sacas lo mas feo de mi.
No eres una persona almibarada, ni nada amarga, tampoco justiciera. No te gustan las críticas personales. Ni eres políticamente correcto, o más bien diría adecuado para según qué ocasiones, no te mueves con facilidad en el ámbito social, pero tampoco eso te echa atrás ni te preocupa en exceso. Tienes poca pericia, cero picardía, se te ve venir. Como un soldado romano siempre estás en guardia, aunque haya muchas situaciones que te abordan a ti por la retaguardia. Te disparas, como ya he contado, ante imprevistos, sucesos que no esperas o no tienes calculados, y por contra te relajas y ausentas en un estado pacífico y de divinidad cuando entras en ti y te aíslas en tus meditaciones diarias y en tus reflexiones.
Tu cerebro tiene tantos archivos con información almacenada que tu estudiosa cabeza se ha vuelto algo lenta a las respuestas exteriores, y eso hace que a veces te cueste reaccionar. Por otro lado eso te impide una visión intuitiva e inmediata de las cosas, que aunque mejorada y reconocida no la dejas actuar como debieras, tu mente racional, ordenada y estudiosa la frena, la tiene secuestrada como a una cenicienta su madrastra.
Te gusta tenerlo todo bajo control, de ahí tu poca espontaneidad, aunque a veces nos sorprendas con chispa, que también la tienes. Te empleas a fondo en algo que crees firmemente: la espiritualidad, tu crecimiento personal. Vivir a tu lado no da quebrantos, ni motivos de preocupación, como ya he dicho, nunca añades gravedad a los problemas, pero sí tensionas, y te manejas con torpeza cuando lo que escuchas te pilla por sorpresa y a ti te parece un conflicto o problema. A menudo no tienes ganas de atenderlo, lo pospones si incordia tu momento o tu día a día. Hay un exceso de razón lógica en tus argumentos, que con el tiempo ha ido disminuyendo y perdiendo peso, con la edad has ido entendiendo el complejo e importante valor de la intuición y la confianza y atención que esta merece.
Aprecias mucho la amistad y al amigo, y amas la buena conversación y su compañía. Cuando viajamos en coche te gusta que te lea, luego conversamos del tema, es un momento muy placentero para los dos y a ti te hace el viaje más ameno.
Vivir contigo en pareja ha significado para mi crecer, ampliar mis conocimientos, también como persona, sentirme querida, protegida y admirada por ti. Mejorar en muchos aspectos, como puede ser en la lectura, pero también ha significado renunciar a una parte de mis impulsos y mis deseos. Nada en la vida es gratuito, lo diré de otra manera, todo en la vida tiene un precio, pero a sabiendas que hay precios que uno nunca debe estar dispuesto a pagar. Creo que para ti la convivencia no ha significado tanto renuncia como oportunidad. También creo que son muchas las oportunidades nuevas que nuestra vida juntos te ha brindado cada día para seguir mejorando.
Donde estás tú está mi casa, con sus cosas buenas y no tan buenas, como es lógico y normal en todos las casas. Con la edad me he vuelto más tolerante, menos exigente, aunque también lo pongo en duda. Mis demandas han ido perdiendo intensidad, soy una mujer vikinga, luchadora, inquieta, promotora... Tenemos ritmos muy diferentes. No me gustan las rutinas, a las que me he tenido que acostumbrar contigo, intentando aceptarlas, viendo el lado positivo y bueno para mi. Siempre admitiendo y sintiendo, de manera especial, los fuertes valores que nos unían, como pilares fundamentales de nuestro hogar, no tanto familiares como de maneras de sentir, concebir y vivir la vida, en el sentido más hondo. Nos hemos hecho el uno al otro más fuertes, nos hemos dado lo mejor y juntos hemos aprendido a respetar nuestros espacios, nuestra individualidad; nuestros impulsos, no tanto, yo diría que esta es nuestra asignatura pendiente. Somos dos personas de talantes muy diferentes en cuanto a las formas, de carácter fuerte, no nos gusta que nos pisen ni que nos gobiernen, sentir que atropellan nuestro espacio y nuestra mente nos hace reaccionar de manera poco amigable. Sabemos lo que no queremos. Hemos aprendido juntos a aceptar las cosas como vienen, a sacar partido de lo menos bueno. Sabemos que las experiencias nos cambian, que cada día somos diferentes, y hemos aceptado el uno del otro lo que cada uno es y lo que cada uno ha dejado de ser.
Nuestro amor, también se ha transformado con el paso del tiempo, no tiene florituras ni envoltorios, no es espinoso ni tampoco pegajoso, no nos decimos esos "te quiero" que repiten otros, cientos de veces, como el que da los buenos días o habla de su mascota o del tiempo que hace, en el ascensor. También se que nos gustaría escucharlo más a menudo. Somos ante todo aprendices de la vida. Almas sensibles construyendo valor a cada instante. Es nuestra manera de estar bien, de contribuir con el mundo a hacerlo mejor. Gozar y aprender es nuestro lema. No envejecemos, solo nos hacemos mayores para el tiempo. Nos gusta rodearnos de mentes despiertas y positivas de cualquier edad, pero jóvenes de cabeza, de gente inteligente, de almas buenas, de otros que nacieron en nuestra generación y están despiertos y se renuevan día a día, con aquellos que tienen las puertas abiertas al conocimiento, y por supuesto las puertas del corazón.
Sentirnos amados nos da fuerza. Amar nos enriquece y da valor. Así somos, así caminamos juntos por las mismas vías, aunque a veces en distintas aceras. Así nos queremos.
Elena Larruy