LA REFORMA
Actualizar una vida
es necesario,
como quien reforma un baño
alicata una cocina
o repara un tejado.
Mudarse a otra piel
y saciarse de olvidos,
quitar gravedad al dolor
y no echar pulsos
con el pasado
es jugar a ganar.
Éxitos y fracasos
como agua entre las manos
se escapan todos por igual.
Y qué más da
si lo vivido
fue ficción o realidad.
Nada se debe arrastrar
que nos impida
aprender y disfrutar.
Lo que cuenta
es el instante -bien vivido-
nada más.
Cuando la noche te echa de menoste escondes a llorar,
lo mejor es cambiar.
El viaje va de eso
de acostumbrarse a perder
a despedirse y a soltar,
a tirar
para adelante
sin cargas ni pesares.
El Covid deja secuelas sutiles -y otras no tanto- en personas que lo han padecido y que afectan a diferentes órganos y estados del cuerpo. Los trastornos, por un lado, nos hablan de que debemos reforzar nuestro sistema inmune con buena alimentación y complementos vitamínicos y por otro nos inducen a mejorar la condición humana, en todas sus dimensiones. Vivir o Morir, depende en gran medida de nosotros, mucho más de lo que pueda parecer.
No siempre sabemos, pero siempre debemos intentar un vivir mejorado. Yo ahora percibo en mi estado de ánimo secuelas de la enfermedad que pasé hace ocho meses. Me aconsejaba una buena amiga que cambiara mis pensamientos negativos, a lo que le respondí que no creía tenerlos, no soy persona pesimista ni destructiva, pero si admito llevar una considerable carga negativa que me pesa con la edad y que me resta felicidad, como consecuencia de todo lo vivido. Nada diferente a lo que puedan estar viviendo o les pueda pasar a otras personas.
Hay en mí muchas edades no resueltas, que han ido dejando un poso de insatisfacción y de tristeza en los diferentes cuerpos -físico, mental, emocional- en forma de residuos tóxicos, que alimentan a Arnold: el enemigo depresivo al que Manuel Vilas, le pone nombre - el autor de Ordesa y de Alegría- así llama él al personaje fantasma que le fastidia la existencia en muchos momentos de su vida. Ese "individuo temido y poderoso" le arrastra hasta su sombra y le chupa la energía para quedarse con su alegría.
Coincidimos hace unos días con mi amiga M.Dolors por teléfono, que la felicidad hay que trabajarla cada día. Las cosas no nos son dadas fáciles. Hay momentos que cuesta mucho sonreír.
De ahí este poema; de la necesidad -"siempre la necesidad"- de cambiar hábitos y conductas que mejoren la salud y los estados de ánimo. Los cambios siempre favorecen, son buenos y necesarios, despiertan la dinámica del cuerpo, nos obligan a tomar decisiones, a estar creativos, a renunciar a apegos y pensamientos tan inútiles como centrífugos, que no nos llevan a ningún parte.
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