Hay gente arrolladora que pasa
por tu vida como un tsunami, dejándote vencida y entregada. ¡A primera vista te
encantan! Gente desplegando hermosos
plumajes turquesas y malvas. ¡Las admiras! ¡Las bendices, las alabas! Son los mismas gentes que se cruzan en tu camino a la hora que tú pasas: y te cantan, y te arrullan, y te tocan
las viejas canciones que te gusta oír. Y extendiendo una alfombra aterciopelada, casi siempre roja, te atraen a sus gélidos y deshabitados corazones.
Y cuando entras por su puerta te das cuenta que no hay NADA.
Hay vidas de mujeres entregadas
al propósito de otras vidas: adiestradas a satisfacer al macho. Que sostienen y
acompañan otras causas. Vidas
aparentemente conformadas, y hasta aceptadas con engañosa alegría sumisa: Vidas
malogradas.
Corazones que esperan ser
habitados
Elena