Este pasaje es un elogio fúnebre de la figura de la madre, del libro UN ALTAR PARA LA MADRE de Ferdinando Camon
Lo he seleccionado por parecerme hermoso y acertado y también porque pudiera estar escrito para la mía, y para tantas otras que sin ser campesinas, fueron y son ejemplos de bondad: así era mi madre.
Madres anónimas, madres olvidadas. Madres que echamos de menos. Madres que merecen ser rescatadas del olvido.
“Una persona buena, por más que sea miserable,
analfabeta, malhablada, vaya mal vestida y descalza, sea casi anónima, alguien
a quien nadie fotografió, escuchó, ni agradeció nada, puede merecer la
inmortalidad más que caudillos, banqueros, políticos, aventureros.
No es la fuerza lo que
salva a la humanidad, sino esa particular forma de amor que se llama “bondad”.
No me cabe ninguna duda de que el personaje que describo aquí se haya salvado,
merezca el recuerdo y esté en la gloria.
No sé cuantos personajes
de la gran historia oficial, los
plutócratas, los superganadores, los amos del mundo, se han salvado y merecen
el recuerdo. Quizás ninguno”
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