Te quiero a la una, a las dos y a las tres
de cada día
de todos los tiempos presentes
y venideros.
Te quiero como siempre te quise
en mi mundo paralelo,
-estés donde estés-
porque eres Mía:
mi motor
mi verano
mi luna
mi extensión
mi brazo izquierdo
mi ojito derecho,
la razón de existir de mi bazo
de mi cordura insumisa
de mi pecho dolorido,
el motivo más importante
de que yo siga.
Te quiero los mediodías
cuando el reloj se detiene
en mi tiempo desgastado
a la hora del descanso
y sin saber si son las cinco
o son las cuatro
me despiertas
con tu abrazo
para tomarme presa
y dejar en mi oído
tus cantos de polluelo
recién salido del nido.
Pronto lo abandonarás -me digo-,
tienes raza y estilo,
volarás alto
con un vuelo diferente.
Serás en apariencia aquella
o la otra
lo que tu quieras ser,
habrá quien pase por tu lado
y no te reconozca.
Y yo
estaré donde siempre he estado
para seguir siendo tu faro
tu compañía,
junto a la orilla del querer
de las horas todas:
siempre tuya
hasta extinguirse tu memoria.
Elena