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jueves, 16 de agosto de 2018

DE PARAISOS COMPARTIDOS Y SUS CADENAS

Toulus Lautrec



Estamos tan intoxicados uno del otro


Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.


Un poema de Anna Ajátova
Traducción de Jorge Bustamante García





La voz a ti debida


Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

Pedro Salinas

viernes, 9 de junio de 2017

AMAR POR LOS DOS


Salvador Sobral



La forma de querer tu
es dejarme que te quiera.
El sí con lo que te me rindes
es el silencio. Tus besos
son ofrecerme los labios
para que los bese yo.
Jamás palabras, abrazos,
me dirán que tú existías,
que me quisistes: Jamás.
Me lo dicen hojas blancas,
mapas, augurios, teléfonos;
tú, no.
Y estoy abrazado a ti
sin preguntarte, de miedo
a que no sea verdad
que tú vives y me quires.
Y estoy abrazado a ti
sin mirar y sin tocarte.
No vaya a ser que descubra
con preguntas, con caricias,
esa soledad inmensa
de quererte solo yo.


Pedro Salinas





                                                                      Amar Pelos Dois
A m a r   p o r   l o s   d o s




Salvador y Luisa Sobral son hermanos, ella es la compositora de la letra, de la más esquisita canción que he escuchado en los últimos tiempos. Merecido ganador del último Festival de Eurovisión 2017 el de Salvador,  representando a su país Portugal, por su talento y sensibilidad musical, y más mérito por hacerlo en una lengua que no es la inglesa, lo que demuestra el caracter universal de la buena música, cuando esta trasmite y llega. Disfrutar de ella.





martes, 17 de enero de 2017

LA FELICIDAD INMINENTE

Se la intuye, se la espera, lejana ella, veloz. Te señala, te apunta, te dispara y te acierta. Tomará tu espacio: música, acuarelas, versos. La que no tiene nombre, temblor de piernas, se acerca, imposible unidad, me toma, la quiero, me confío, la apreso, me suelta. Altiva, tentadora: tensando fuerzas. Resaca, olvido, delirio, fuga, vacuidad, amistad... pasajera.
Ni dueño ni sombra que la habite. Todos los grises la quieren.


No se tu nombre pero quizás un día paseando tu tristeza, te encuentre

Artista Margarita Georgiadis


La felicidad Inminente



Miedo, temblor en mí, en mi cuerpo:
temblor como de árbol cuando el aire
viene de abajo y entra en él por las raíces,
y no mueve las hojas, ni se le ve.


Terror terrible, inmóvil.

Es la felicidad. Está ya cerca.
Pegando el oído se la oiría
en su gran mancha subceleste, hollando nubes.

Ella, la desmedida, remotísima,
se acerca aceleradamente,
a una velocidad de luz de estrella,
y tarda
todavía en llegar por que procede
de más allá de las constelaciones.

Ella, tan vaga e indecisa antes,
tiene escogido cuerpo, sitio y hora.
Me ha dicho: "Voy". Soy ya su destinada presa.
Suyo me siento antes de su llegada,
como el blanco se siente de la flecha,
apenas deja el arco, por el aire.

No queda el esperarla
indiferentemente, distraído,
con los ojos cerrados y jugando
a adivinar, entre los puntos cardinales,
cuál la prohijará. Siempre se tiene
que esperar a la dicha con los ojos
terriblemente abiertos:
insomnio ya sin fin si no llegara.
Por esa puerta por la que entran todos
franqueará su paso lo imposible,
vestida de un ser más que entre en mi cuarto.
En esta luz y no en luces soñadas,
en esta misma luz en donde ahora
se exalta en blanco el hueco de su ausencia,
ha de lucir su forma decisiva.

Dejará de llamarse
felicidad, nombre sin dueño. Apenas
llegue se inclinará sobre mi oído
y me dirá: "Me llamo…"
La llamaré así, siempre, aún no sé cómo,
y nunca más felicidad.

Me estremece
un gran temblor de víspera y de alba,
porque viene derecha, toda, a mí.
Su gran tumulto y desatada prisa
este pecho eligió para romperse en él,
igual que escoge cada mar
su playa o su cantil donde quebrarse.
Soy yo, no hay duda; el peso incalculable
que alas leves transportan y se llama
felecidad, en todos los idiomas
y en el trino del pájaro,
sobre mí caerá todo,
como la luz del día entera cae
sobre los dos primeros ojos que la miran.

Escogido estoy ya para la hazaña
del gran gozo del mundo:
de soportar la dicha, de entregarle
todo lo que ella pide, carne, vida,
muerte, resurección, rosa, mordisco;
de acostumbrarme a su caricia indómita,
a su rostro tan duro, a sus cabellos
desmelenados,
a la quemante lumbre, beso, abrazo,
entrega destructora de su cuerpo.

Lo fácil en el alma es lo que tiembla
al sentirla venir. Para que llege
hay que irse separando, uno por uno,
de costumbres, caprichos,
hasta quedarnos
vacantes, sueltos,
al vacar primitivo del ser recién nacidos,
para ella.
Quedarse bien desnudos.
tensas las fuerzas vírgenes
dormidas en el ser, nunca empleadas,
que ella, la dicha, sólo en el anuncio
de su ardiente inminencia galopante,
convoca y pone en pie.

Porque viene a luchar su lucha en mí.
Veo su doble rostro,
su doble ser partido, como el nuestro,
las dos mitades fieras, enfrentadas.
En mi temblor se siente su temblor,
su gran dolor de la unidad que sueña,
imposible unidad, la que buscamos,
ella en mí, en ella yo. Por que la dicha
quiere también su dicha.
Desgarrada, en dos, llega con el miedo
de su virginidad inconquistable,
anhelante de verse conquistada.
Me necesita para ser dichosa,
lo mismo que a ella yo.
Lucha entre darse y no, partida alma;
su lidiar
lo sufrimos nosotros al tenerla.
Viene toda de amiga
porque soy necesario a su gran ansia
de ser
algo más que la idea de su vida;
como la rosa, vagabunda rosa,
necesita posarse en un rosal,
y hacerle así feliz, al florecerse.
Pero a su lado, inseparable doble,
una diosa humillada se retuerce,
toda enemiga de la carne esa
en la que viene a buscar mortal apoyo.
Lucha consigo.
Los elegidos para ser felices
somos tan solo carne
donde la dicha libra su combate.
Quiere quedarse e irse, se desgarra,
por sus heridas nuestra sangre brota,
ella, inmortal, se muere en nuestras vidas,
y somos los cadáveres que deja.
viva, ser viva, en algo humano quiere,
encarnarse, entregada, pero al fondo
su indomable altivez de diosa pura
en el último don niega la entrega,
si no es por un minuto, fugacísima.
En un minuto sólo, pacto,
se la siente total y dicha nuestra.
Rendida en nuestro cuerpo,
ese diamante lúcido y soltero,
que en los ojos le brilla,
rodará rostro abajo, tibio par,
mientras la boca dice: "Tenme".
Y ella, divino ser, logra su dicha
sólo cuando nosotros la logramos
en la tierra, prestándole
los labios que no tiene. Así se calma
un instante su furia. Y ser felices
es el hacernos campo de sus paces.


Pedro Salinas

sábado, 14 de enero de 2017

LA FALSA COMPAÑERA



Con la tristeza de un  niño al que abandona la madre, se siente el dolor de este bello poema de Pedro Salinas, donde nos cuenta con metáforas,  el sentimiento de infinita soledad y desamparo de un hombre que sufre el abandono, de la mano de su compañera, la que  antes le robó su soledad, ahora se la devuelve. Así de nuevo se encierra en el silencio con su pena, en esa cárcel que es su alma.
Elena
Artista - Lotta Blokker


LA FALSA COMPAÑERA


"Yo estaba descansando
de grandes soledades
en una tarde dulce
que parecía casi
tan tierna como un pecho.


Sobre mi, ¡qué cariño
vertían, entendiéndolo
todo, las mansas sombras,
los rebrillos del agua,
los trinos, en lo alto!
¡Y de pronto la tarde
se acordó de sí misma
y me quitó su amparo!
¡Qué extática, mirándose!
en su propia belleza,
se desprendió de aquel
pobre contacto humano
que era yo, y me dejó
también ella, olvidado!
El cielo se marchó
gozoso, a grandes saltos,
azules, grises, rosas-,
a alguna misteriosa
cita con otro cielo
en la que le esperaba
algo más que la pena
de estos ojos de hombre
que le estaban mirando.
La lámina del lago
negándome mi estampa
me dejó abandonado
a este cuerpo hipotético,
sin la gran fe de vida
que da el agua serena
al que no está seguro
de si vive y la mira.
Todo se fue. Los píos
más claros de los pájaros
ya no los comprendía.

Implacable, la tarde
me estaba devolviendo
lo que fingió quitarme
antes: mi soledad.
Y entre reflejos, vientos,
cánticos y arreboles,
se marchó hacia sus fiestas,
transcelestes, divinas,
salvada ya de aquella
tentanción de un instante
de compartir la pena
que un mortal le llevaba.
Aún volvió la cabeza;
Y me dijo, al marcharme,
que yo era sólo un hombre
que buscara a los míos.
Y empecé cuesta arriba,
despacio, mi retorno
al triste techo oscuro
de mí mismo; a mi alma
El aire parecía
un inmenso abandono. "


Pedro Salinas
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