Escultura Margot Homan |
ELOGIO A MI MARIDO
Supongo que tampoco habrá sido fácil vivir conmigo,
mis rencores, mis altibajos, mis exigencias de intimidad,
orgullo de leo sollozando en la cama mientras intentas dormir
y tú, interrumpiéndome en medio de mil poemas
¿has llamado al seguro? esa vez que detuviste un poema
a medio camino entre las colinas de Nebraska y
Colorado, Odetta cantando, el mundo entero cantando en mi interior
el triunfo de nuestra revolución en el aire
yo a punto de anotarlo, y tú
tú diciendo algo sobre el carburador
para que todo se esfumara
pero nos aferramos el uno al otro
creyendo hallar la balsa
aunque estamos los dos a la deriva, como en esta casa de barro
demasiado pequeña, las paredes polvorientas a nuestro alrededor, una fina lluvia de polvo
contrarresta el alto, puro aire y machaca nuestras fosas nasales
colgamos nuestras fotos de los múltiples mundos:
collage de nueva york, y pósters de san francisco,
colocados los platos japoneses, los cuchillos chinos
martillean diminutas telas indias sobre el adobe
nos tambaleamos y chocamos en lo más profundo de la otra persona
caminamos con torpeza de un lugar equivocado al otro
como niños que salen a jugar de noche sobre un barco
y el barco se escapa de sus amarras, y ellos observan las estrellas
sobre las que todo desconocen, intentando descifrar
hacia dónde se dirigen
Diane Di Prima
Supongo que tampoco habrá sido fácil vivir conmigo,
mis rencores, mis altibajos, mis exigencias de intimidad,
orgullo de leo sollozando en la cama mientras intentas dormir
y tú, interrumpiéndome en medio de mil poemas
¿has llamado al seguro? esa vez que detuviste un poema
a medio camino entre las colinas de Nebraska y
Colorado, Odetta cantando, el mundo entero cantando en mi interior
el triunfo de nuestra revolución en el aire
yo a punto de anotarlo, y tú
tú diciendo algo sobre el carburador
para que todo se esfumara
pero nos aferramos el uno al otro
creyendo hallar la balsa
aunque estamos los dos a la deriva, como en esta casa de barro
demasiado pequeña, las paredes polvorientas a nuestro alrededor, una fina lluvia de polvo
contrarresta el alto, puro aire y machaca nuestras fosas nasales
colgamos nuestras fotos de los múltiples mundos:
collage de nueva york, y pósters de san francisco,
colocados los platos japoneses, los cuchillos chinos
martillean diminutas telas indias sobre el adobe
nos tambaleamos y chocamos en lo más profundo de la otra persona
caminamos con torpeza de un lugar equivocado al otro
como niños que salen a jugar de noche sobre un barco
y el barco se escapa de sus amarras, y ellos observan las estrellas
sobre las que todo desconocen, intentando descifrar
hacia dónde se dirigen
Diane Di Prima
Diane di Prima, Nueva York, 1934. Su única obra traducida al español es Memorias de una Beatnik, memoria autobiográfica erótica escrita por encargo y en la que describe, entre otras aventuras sexuales, una curiosa experiencia en una orgía –por otro lado, muy poco excitante– que incluye a Ginsberg y a Kerouac, entre otros.
The Floating Bear (1961-1971), la revista que fundó junto con Amiri Baraka también hubo de enfrentarse a cargos de obscenidad.
Diane fue una de las poetas más activas de su tiempo.