Ya sé que nunca me has besado, y nunca
han llegado a tu piel las mil caricias
que imagino ofrecerte, y en mi cuerpo
jamás se han detenido tus miradas.
Nunca nos hemos visto. Nuestras citas
son solo telefónicas. Por eso
siempre espero impaciente tu llamada:
me excita mucho más que un cuerpo a cuerpo,
tu voz me llena de placer, me hace
sentirme satisfecha cada día.
Pero debemos terminar con esto,
mi marido sospecha, me amenaza
con la muerte si vuelves a llamarme,
y ha pinchado el teléfono, amor mío.
Amalía Bautista