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miércoles, 27 de diciembre de 2023

MI VIDA EN UN TERRÓN DE AZUCAR

 



Estos primeros días de mi separación tengo cerca muchas manos tendidas y brazos abiertos de gente amiga. Corazones sensibles a quienes agradezco infinito el apoyo que me están dando. Familia y amigos que han sabido ponerse en mi lugar. Os quiero a todos y os necesito en estos momentos que siento que mi vida, la que siempre he tenido, se deshace como un terrón de azúcar.

Mis ojos están empañados como los cristales de la casa de mis padres cuando íbamos en Navidad con nuestros hijos pequeños. Ellos siempre nos recibían de la manera más generosa que pueda uno imaginar. Todo les parecía poco para nosotros. Mi madre preparaba ricas comidas y caldos deliciosos que dejaban los cristales entelados, como están mis ojos ahora. Escribo desde esa humedad del cristal. Fuera hace frío y  en estos momentos no veo más que oscuridad. 

Los padres no deberían morir nunca. Es lo más auténtico, incondicional y amoroso  que ha pasado por nuestras vidas. Cuando más los necesitamos y más capacitados estamos para decirles lo que los queremos, ya no están. Ya no hay un número de teléfono donde llamar a la  madre y decirle: mamá me he separado,  y escuchar su voz diciendo: ¡no te preocupes hija, vente a casa, nosotros cuidaremos de ti!.

Hoy soy como la niña huérfana que no encuentra lugar de acogida para su tristeza.  Pero sé que pasará, no sin dejar huella; pasará y lo contaré sin pudor y sin vergüenza como cuento todo lo mío.  Hay demasiado silencio sobre lo que nos preocupa y atormenta. Silencios atronadores creando tumores y perforando entrañas que enferman los cuerpos. Yo no voy a morir de silencios. 

Pero sí me puede la tristeza de estos días, todo está muy reciente. Me consuela encontraros en esos cruces de caminos humanos, donde todos transitamos, y os paráis a mirarme con cariño y comprensión, y me dejáis en el oído palabras bonitas que recibo con agrado. Frases como tiritas que taponan las heridas y el dolor que siento en estos momentos.  

Cuando asumes lo poco importante que eres para el resto del mundo, el alma se deshace de su ropero y empieza a ser ella misma. Voy a emprender un viaje nuevo con ese equipaje ligero.  

Me siento muy cerca de todos vosotros estos días. Me escribís y me abrazáis por WhatsApp y me mandáis besos desde la distancia más remota. Todos me contáis algo sobre este hecho , de diferente manera. Me consoláis y me decís que me queréis, que me admiráis, no importa si son verdades a medias, o mentiras de consuelo, lo acepto todo de corazón, porque conozco los vuestros, a veces tan necesitados como está el mío ahora. Cada día de nuestra existencia todos sufrimos de muchas maneras alguna perdida o rotura por donde sangramos. 

Yo también siento vuestro dolor.  Vuestras tristezas y vuestros duelos son también los míos. Las personas que más se acuerdan de nosotros cuando estamos necesitados de cariño, son las que más nos necesitan.

Me despido de vosotros, con un Hasta Pronto.  Cuando alivie mi dolor, me ocuparé del vuestro, si me dejáis.

Gracias a todos los que me habéis escuchado, aunque algunos no hayáis podido articular  apenas palabras. Os quiero a todos. 

Elena

domingo, 13 de marzo de 2022

Y ME VOY


Flor de Diente de león



Y ME VOY

Como diente de león
que al aire cede
el lugar que ocupa.

Como pétalo escarlata
que abandona su flor
sin herida.

Como hojas de menta
enhebradas
en verde rama 
marchita,
desgajo mi esencia fruncida
y me voy,
abandono mi nombre
y mi casa.

Elena Larruy



La segunda versión de este poema que acabo de escribir habla de la fragilidad y la transformación. De cómo la vida se nos escapa poco a poco y dejamos de pertenecer a un cuerpo y a su identidad. En su momento lo inspiró la lectura del libro de poemas En voz baja, de Carlos Nadal Gaya. A muchos os sonará este nombre del que durante muchos años fue Redactor jefe de Internacional y de Opinión de La Vanguardia, desde el año 1976 hasta el 2010, publicó una columna dominical sobre política internacional, bajo el epígrafe Week-end político mundial. Fue también profesor de literatura Hispana y de Política Internacional. Un hombre de gran cultura y un extraordinario ser humano cuentan los que le conocieron.

En la intimidad escribía poesía. Para nadie era conocida esta faceta suya. Fue a su muerte que su familia reuniera sus poemas y dedicaran a su memoria este pequeño libro de poesía que recoge la fragilidad de las personas, la humildad del ser: del suyo.
Carlos Nadal cultivó la atención de las pequeñas cosas, poniendo de manifiesto el hondo y callado sentido que tenía de la vida. 


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