Una, a estas alturas de carrera ha aprendido que "el dinero es el puto amo del mundo". Que la enfermedad y la pobreza son necesarias para sostener el imperio basura donde vivimos. ¡Esto es una escuela, un instituto, una universidad... no una granja bovina!. Que las certezas son cuestionables, que la verdad se hace pequeña y líquida en nuestras manos,. Somos temporales, estamos siempre de paso; seres cambiantes, como un paisaje en marcha que se renueva en cada estación, por eso nunca acabamos de conocernos ni estamos encantados de hacerlo, porque nunca somos los mismos que ayer, salvo aquellos que viven como muertos en los sótanos de sus vidas. Cada experiencia nos transforma.
Una, estas alturas de programa sabe que en el presente todo es posible, funciona, acciona una manera de vivir a voluntad, podemos cambiar memorias dolorosas, podemos proyectar futuros, diseñar destinos, "ser nosotros los putos amos". Porque somos energía en acción, porque tenemos voluntad, amor, determinación: es cierto, lo tengo testado.
Una, a estas alturas de viaje ha aprendido que no todo es malo: funciona la naturaleza, el gran templo humano donde ir a orar, a encontrarse con uno mismo y con Dios. Funcionan los semáforos, los horarios comerciales, el bisturí del cirujano, la radiestesia, los buenos sentimientos, el placer de la mesa y la alegría. funcionan. Siempre tenemos mil cosas que agradecer y celebrar, aunque aprender nos cueste dolor. Dice el escritor de Barbastro Manuel Vilas en Ordesa -extraordinario y laureado libro- que a la alegría se llega por el dolor. Siempre hay algo que aprender, alguien en quien confiar, muy especialmente si no lo dice la la tele.
Una, a estas alturas de vida y ya en mi viaje de vuelta puedo afirmar que el amor es la fuerza más poderosa que existe, el amor sin azúcares añadidos ni aditivos. Ajustarse a su forma, estar en las cosas de manera natural, no forzada, sin debates ni juicios. Sin nada que lo cuestione ni lo ensucie, solo estar en su presencia de una manera pura. Su caudal de vida es fértil, transoceánico, purificante, hace posible el despertar y el cambio evolutivo que tanto necesita la humanidad. Eso sí que ya lo sabía desde que estaba en el vientre de mi madre.
Elena Larruy
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