Rafal Olbinski |
El día condenado por la pasión tiene la luz muy alta y una noche que echa raíces y el olvido no puede olvidar. Cesar en la pasión, como tiempo que existió antes, sería el sueño que se piensa a sí mismo y no ve la cabeza que sueña entre sábanas y blanquea el amanecer. ¡Está quieto el fondo del vaso donde bebí un río con barcos que parpadeaban! ¿Qué es eso? ¿A dónde se fue el caballo que reconstruía la emoción, o casas para dormir en el horror? Es extraña la relación del mundo con el mundo. Lo que ha dolido es una hierba que no termina de crecer. El tiempo la llueve. Al final de la calle abren el sol para que nada sea cierto. JUAN GELMAN |
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