domingo, 24 de julio de 2016

DIAS


Rafal Olbinski


El día condenado por la pasión
tiene la luz muy alta y una noche
que echa raíces y el olvido no puede olvidar.
Cesar en la pasión, como tiempo
que existió antes, sería
el sueño que se piensa a sí mismo y no ve
la cabeza que sueña entre sábanas
y blanquea el amanecer.
¡Está quieto el fondo del vaso
donde bebí un río con barcos que parpadeaban!
¿Qué es eso?
¿A dónde se fue el caballo que
reconstruía la emoción, o casas
para dormir en el horror?
Es extraña la relación del mundo con el mundo.
Lo que ha dolido es una hierba
que no termina de crecer.
El tiempo la llueve.
Al final de la calle abren el sol
para que nada sea cierto.

JUAN GELMAN

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