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martes, 13 de noviembre de 2018

ENSAYAR LA PALABRA ANTES DE USARLA



Voy buscando poemas  con los que dialogar en la red, como el buscador de metales busca joyas y monedas en la arena de la playa. Rastreo por todas las páginas, me adentro en sus fondos más profundos hasta encontrar aquello que persigo, nunca regreso de vacío. Lo mismo hago con las imágenes y con las musas a las que invito a participar del juego coral de mi página en blanco.
Encadenando movimientos un personaje se me acerca, su gesto me interesa, el acontecimiento que lo rodea, unas palabras que suenan auténticas empiezan a tomar forma Me quedo con un pensamiento, una frase en mi cabeza resuena, un nombre: Rafael, un apunte en mi conciencia; una intuición desencadena otra, que me anima  a seguir en la búsqueda y que acaba en feliz hallazgo; a veces es él, otras, como en esta ocasión, soy yo quien lo encuentra. Leo sus poemas, los ensayos, sus respuestas, lo busco de frente, quiero su mirada y lo que hay detrás de ella, me presento en su trabajo, lo observo, lo sigo con el mismo sigilo que en él y su palabra encuentro, doy con sus huesos, presiento su cara B, todos tenemos una cara B para cada ocasión y ahí estoy yo con mi alegría y mis ganas,  preguntándome de que cabo tirar para contar el acontecimiento y feliz encuentro.
Como bruñir el material, ordenar las palabras precisas, concisas, y elegir las buenas, para presentar a Rafael Cadenas, prestigioso artesano de la palabra, hombre pausado, defensor de lo humano, gran conocedor de sus incertidumbre y fragilidades, como lo presentan y lo presiento. Profesor universitario y gran poeta venezolano que en mayo de este año 2018 la Universidad de Salamanca le concedió el XXVII premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

No seré yo quien lo haga, no me alcanzan las palabras para tanto, mejor que os lo cuente su poesía y sus actos.




ARS POÉTICA


Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir
brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.



MATRIMONIO


Todo, habitual,
sin magia,
sin los aderezos que usa la retórica,
sin esos atavíos con que se suele recargar el misterio.

Líneas puras, sin más, de cuadro clásico.
Un transcurrir lleno de antigüedad,
de médula cotidiana,
de cumplimiento.

Como de gente que abre a la hora de siempre.





DIFICULTAD

El actor destruye todo lo que pueda reflejarlo. En vez de la vía directa prefiere el interminable rodeo. Vive entre dilaciones, aguzando su capacidad de perder de vista, pasando por alto, mirando oblicuamente, escondiendo pruebas, alterando los hechos, elaborando versiones, poniéndole a todo su oscura sal.




A EMILY DICKINSON

¡Soy nadie!

¿Quién eres tu?

Eres nadie también. ¡

Entonces somos dos!

Pero no lo digas, tú sabes,

nos echarían.

¿Por qué preocuparse?

También nadie

vive ahí con ustedes.





TEMOR 

Alguien cierra una puerta a un hombre que enmudece, se mira en su celda de un solo respiradero y duda de que él mismo exista.

Algunas veces, por instantes, es sacado a ver sol, pero vuelve por sus propios pasos a su sitio.

Allí al menos sabe que sufre.


«En torno a Basho y otros asuntos» (2016)

Lo que no digo me persigue
se instala en el día,
lo corroe.

Ácido que iba a ser tinta
me azuza hacia adentro
donde se hastían mudeces.





EL QUE ES

Si alguien me toca, sólo me toca a mí, a ese mí orgulloso, ese mí que no deja franquear su claustro, y no a ese otro alguien, informe, vasto, neutro, que hace gestiones en la oscuridad.
Herirás al que puedes herir, a que no importa defender, al que no es nada.
No lastimarás a nadie, lastimarás a ese nadie que me cierra el paso.
No temas. Sufre mi guardián. El que debe desprenderse como fruto que he cultivado, usé y abandono.
El otro, oscuro, humilde y quieto, no necesita protección.
No será tocado ni herido. Ni padece ni se queja.
No será destruido.
Del libro «Falsas maniobras» (1966)



Rafael Cadenas


Cadenas nos habla en La Estafa Verbal de la importancia de la palabra en el lenguaje. Enhebra razones con su voz sencilla y trasparente y lo hace ayudado por la voz de otro gran nombre de la literatura Pedro Salinas.

Uno de sus poemas más emblemáticos DERROTA que escribió a los 23 años, del que dice ya no identificarse.


Ácto de entrega XXVII edición del Premio 2018 de Poesía Latinoamerica Reina Sofia otorgado por La Universidad de Salamanca al poeta venezolano Rafael Cadenas 





miércoles, 4 de enero de 2017

LA PRESENCIA DE LA POESÍA


La poesía no tiene residencia fija. Suele invadir los demás géneros y casi no hay gran libro donde no esté presente. Hasta puede afirmarse que en última instancia no hay literatura, sino poesía. Su carácter envolvente, ubicuo, usurpador hace pensar que ella no es género sino más bien una presencia detrás de los géneros, una presencia tan insinuante que muchas veces prefiere vestidos que no son los suyos, una presencia que se sirve de todas las actividades creadoras del hombre; como un poder previo a cualquier clasificación. Posiblemente sea una manera que tiene lo esencial de manifestarse en él. En este sentido, durará lo que dure el hombre.

Excelente reflexión sobre la poesía escrita por el poeta y autor Rafael Cadenas cuya lectura podéis completar en el siguiente enlace




Rafael Cadenas





Derrota


Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo que creí
que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte»)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada en cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
qu
e nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi
flotación, mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.


Rafael Cadenas






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