Cuentan de este niño japonés que cuando tenía once años le ofreció a su profesora de música una partitura cuya compleja estructura musical era imposible pudiera venir de su cabeza. Ese prodigio tenía de extraño no tanto la temprana edad como la enfermedad de hidrocefalia severa que padecía desde su nacimiento, el autismo que desarrolló como consecuencia de ese daño cerebral y las intervenciones a la que fue sometido nada más nacer. Los médicos advirtieron a sus padres que su niño estaba destinado a ser un vegetal y que la mejor decisión era que lo dejaran morir. El padre Kenzaburo Oe, premio nobel de literatura en 1994 y la madre Yukari Itami se apoyaron mutuamente y decidieron sacar adelante a ese hijo.
Antes de seguir leyendo recomiendo dar al play para escuchar su música y dar sentido a esta historia.
El niño padecía una aguda discapacidad, apenas hablaba, tenía problemas de desarrollo y psicomotricidad, trastornos epilépticos, no desarrollaba, su visión era limitada. A la edad de seis años apenas articulaba unas pocas palabras.
Un día sus padres observaron como le llamaba la atención el canto de un pájaro al que intentaba imitar, le compraron cintas de pájaros para que las escuchara y fue así que aprendió a distinguir sus diferentes sonidos. Se abrió una puerta de esperanza que más tarde le daría voz a sus sentimientos.
Muchos fueron los momentos de desesperanza y desánimo de estos padres, pero nunca dejaron de luchar por su hijo. Cuentan que aprendieron valiosas enseñanzas de Hikari y que el dolor les hizo comprender muchas cosas, dando un sentido a sus vidas. Ese pesar gradualmente se convirtió en un gran regalo. Una gran parte de la obra literaria del padre estuvo inspirada en su hijo, al que intentaba poner voz a través de su escritura. La madre amante de la música fue la que le había buscado una profesora que le enseñó solfeo y fue a través de ese conocimiento que Hikari pudo expresarse.
Hoy Hikari Oe cuenta cincuenta y cinco años, y los tiene gracias al amor y la perseverancia de sus padres que obraron con tesón y generosidad, sin otras consecuencias que las que cabe esperar de un ejemplo como el de estos padres.
Hoy Hikari Oe cuenta cincuenta y cinco años, y los tiene gracias al amor y la perseverancia de sus padres que obraron con tesón y generosidad, sin otras consecuencias que las que cabe esperar de un ejemplo como el de estos padres.
Elena
Trata a un ser humano como es y seguirá siendo lo que es, pero trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser. Goethe