Prefieren las aguas cálidas como las del Caribe. Se las puede encontrar repartidas por todos los océanos del mundo, nunca en aguas heladas.
Tienen una gran capacidad migratoria. Las hembras preñadas pueden recorrer largas distancias hasta 12.000 km. para desovar y anidar sus huevos en la misma playa donde ellas nacieron. Los científicos que las han estudiado dicen de ellas que tienen una gran capacidad de orientación. ¿Pero como lo hacen? Son muy sensibles a los campos magnéticos de la tierra, por ellos se orientan.
Solo las hembras tocan tierra para depositar sus huevos, los machos permanecen siempre en el agua.
Una de las curiosidades respecto al sexo de sus crías viene determinado por la temperatura. Si los huevos maduran en temperaturas altas saldrán más hembras, mientras que si lo hacen en aguas frías eclosionan más machos.
Pasados 60 días las tortuguitas sumergidas en la arena ascienden, pero no asoman la cabeza hasta que se oculta el sol, para no ser vistas por los depredadores. Corren hasta el agua para salvar sus vidas. Pese a todo esfuerzo solo una de cada 1000 llegará a ser adulta.
Aunque en español se las llama tortugas bobas, su comportamiento denota un nivel evolutivo desarrollado, lo que viene a decir que no son tan bobas: en absoluto. Cuando las pequeñas crías alcanzan las aguas, para sobrevivir, se refugian en el sargazo el alga parda que al mismo tiempo que las oculta y las protege, las alimenta.
NAVIDADES 2021
Ayer
me levanté con una sonrisa boba de tortuga.
Por la noche recibí noticias de Juana
con un poema.
Me acabo de comer un huevo
con deleite famélico de náufrago.
Ha remitido la fiebre. Ya no toso.
Todos los indicios son buenos
parece que el okupa se va de mi casa
pero taaaaaan lentaaaaaaamente
que antes desfallezco.
Es veinticinco
pero no es Navidad en mi escalera:
el silencio es de mármol
no hay risas de niños
ni algarabías festivas
propias de estas fechas
ni un triste olor a langostino
se cuela por ningún sitio.
La Soledad de Gabriel me confunde
Me apaga la mía.
Abandono la lectura abrumada.
Cien años son muchos...
No puedo con esta callada
que insiste y persiste en San Esteban.
¡Malditas paredes sin puertas!
Maldito el Covid, que penetra
que posee a los cuerpos
sin permisos ni licencias.
¡Angustia de cuarentena!
Me acerco a la ventana
a estirar la mirada
con mi tristeza a cuestas
un cielo azul con rayas blancas
gotea, sobre inocentes cabezas.
Nada es lo que parece -nos decimos-
nada
como lo cuentan...
no hay en qué creer.
Pese a toda amenaza
creo que hice bien en salir de la cama
quitarme el pijama
meterme en la ducha
dar por buenos los abrazos
que llegaron por la red,
los "te quiero recibidos"
de allegados y amigos.
Yo también los reparti
-a modo de aguinaldo-
por la misma línea:
claro.
Entre la noche y el día
voy y vengo deshojando la duda
-margaritas no tengo-
Me gusta mirar al cielo
en la hora que la Luna festeja a Venus,
creo en las señales del amor.
También creo
que el corona se irá de mi cuerpo
como se van las nieves de invierno.
Del espacio ocupado
se borrarán memorias y recuerdos.
¿Cómo si no empezar de nuevo?.
Así de agotada
he llegado yo al día uno de enero
del año nuevo,
como una ola oceánica
que entrega su derrota en la arena
donde desovan
las tortugas bobas.
Elena Larruy