Joan Margarit |
De él se cuenta que su poesía es la más fiel representación de sí mismo. Un retrato según los amigos. Arquitecto de profesión y catedrático de la UPC, defiende que la poesía, como es en su oficio, requiere estructuras sólidas, de ahí la precisión y el cuidadoso hacer de sus letras. Él dice de los fieles de la poesía que más que lectores son intérpretes y que eso explica por qué hay tan pocos adeptos.
La poesía de Margarit es abrigo, y refugio donde retirarse estos días de confinamiento con el Covid19, no tanto por la realidad televisada de los hechos como por la falsedad y manipulación de los mismos. Un baño de dignidad y lucidez humana, ¡tan necesarias!: eso es su poesía.
El pasado mes de Noviembre el ministerio de cultura le concedió el merecido Premio Cervantes de las letras 2019, máximo galardón de las letras en castellano, cuya entrega prevista para el 23 de abril, -díada de Sant Jordi en Catalunya- no fue posible.
Tiene el mérito Margarit, de hermanar en su obra dos lenguas, la castellana y la catalana. Toda su poesía, o casi toda, ha sido escrita en los dos idiomas: no traducida, como él aclara. Y lo ha hecho así con determinación y valentía, no solo por el contexto histórico que vivió sino por convencimiento y sentimiento; dice amar las dos lenguas, la materna y la de sus vivencias. Con ese compromiso de respeto hacia sí mismo y de pensamiento universal, crea cimientos culturales sólidos y valores colaborativos y no enfrentados, haciendo un gran favor a la literatura y a los seres humanos en general.
Personas con su talante y conocimiento dan sentido y engrandecen la vida de muchas otras, y las animan en el empeño de mejorarla: la propia y la de la comunidad del mundo dónde viven, no importa donde.
He intentado por todo ello agradecerle con palabras mi admiración y gratitud, pero no ha sido posible. Desde aquí mi humilde homenaje y cariño. Gracias poeta Joan Margarit, gracias por tu amor a la poesía, por tu sensibilidad y tu talento, por tu dedicación.
Tengo todos tus poemas, donde pienso pasar muchas horas en tu compañía.
Elena Larruy
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Playa desierta, graznan solitarias
las gaviotas, y tú corres al alba,
minúscula figura de un gran friso.
Las olas dejan, cuando se retiran,
velos de agua brillantes como espejos.
Tus pies los rompen, y la huella
vuelve a borrarla el mar, ya convcertido
en borroso recuerdo que te sigue,
diciéndote: aquí fuiste feliz.
El tiempo es una playa donde, con la distancia,
menguas hacia el final del gran arco de arena.
Sin pasado, iría tras de ti.
por la costa de hoteles que cierran en otoño.
Quizá están escuchando nuestros sueños,
como gaviotas en el temporal.
Aléjate, amor mío, por la orilla
de este mar gris, gastado, que hemos sido.
LA ESPERA
Te están echando en falta tantas cosas.
Así llenan los días
instantes hechos de esperar tus manos,
de echar de menos tus pequeñas manos,
que cogieron las mías tantas veces.
Hemos de acostumbramos a tu ausencia.
Ya ha pasado un verano sin tus ojos
y el mar también habrá de acostumbrarse.
Tu calle, aún durante mucho tiempo,
esperará, delante de tu puerta,
con paciencia, tus pasos.
No se cansará nunca de esperar:
nadie sabe esperar como una calle.
Y a mí me colma esta voluntad
de que me toques y de que me mires,
de que me digas qué hago con mi vida,
mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
organizando ya la soledad.
RECONCILIACIONES
Los años ya no pueden aproximarme a ti
y las costumbre que nos desconocen
nos vuelven cada día más extraños.
No yendo a parte alguna, nos alejamos siempre.
La muerte no resuelve este misterio.
A pesar de lo que hay en cada uno
que se encuentra más lejos cada día,
te propongo volver a cruzar juntos
una enojosa vida cotidiana.
Porque el invierno de las nuevas viñas,
el invierno del sol reluciente en la escarcha,
del fuego reflejado en los cristales,
el invierno rojizo del sembrado,
no es mal lugar para acabar el viaje.
NO ESTABA LEJOS, NO ERA DIFÍCIL
Ha llegado este tiempo
cuando ya no hace daño la vida que se pierde,
cuando ya la lujuria es tan sólo
una lámpara inútil, y la envidia se olvida.
Es un tiempo de pérdidas prudentes, necesarias,
y no es un tiempo de llegar
sino de irse. El amor, ahora,
por fin coincide con la inteligencia.
No estaba lejos,
no era difícil. Es un tiempo
que no me deja más que el horizonte
como medida de la soledad.
Un tiempo de tristeza protectora.
Aquí dejo la dirección de su web, -muy recomendable, por cierto-, donde podréis encontrar un amplio repertorio de su trabajo, en diferentes formatos, y conocer a fondo al autor:
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