Un poema de Elena Anníbali
soy tan de Dios como una hoja
un perro
un tramo de alambre
pero algo en mí
un monito parlante, un monito
ansioso y rebelado, no se conforma
con abrir la granada y ver
chorrear sus jugos
quiere, además, la gracia
del nombre, la gracia
de la garganta sin sus cuerdas
sin el buitre especular del silencio
sin el humo que ahoga, o la niebla
que enturbia el mundo
yo vine a exigir ese derecho
porque nada gano o pierdo
en todo lo perdido
porque no me importa, si en este salto,
el monito que soy, se cae
en la noche
y descubre, en la encía,
el sabor eterno de la sangre
la verdad de la herida
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