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miércoles, 25 de septiembre de 2019

CUANDO SUENA MI CANCIÓN



Una de las canciones que más me gusta del panorama musical de todos los tiempos es I Say a Little Prayer de Areta Franklin, venía escuchándola hace unos días en el transcurso de un viaje en tren con la cabeza apoyada en la ventanilla y abstraída de todo cuanto me rodeaba. Este canon de esperanza con sus deliciosas armonías y coros cantándole a la vida... a cada instante que se escapa.. ¡Dios cuanta Paz, cómo me gusta! pensé: esta será la canción de mi funeral, la canción con la que me gustaría ser recordada, con la voz prodigiosa que le grita al cielo: estoy aquí, llena de amor, mi corazón desborda amor, escúchalo, es para ti, para siempre, por siempre, soy eterna, mi amor lo es, nunca morirá... Al hilo de ese sentimiento vibrante que esponjaba mi piel y ensancha me cuestioné ¿Cuánto estoy muriendo hoy? ¿que lucecita se apaga en este instante mientras escribo estas letras, que parte de mi persona se borrará en el recuerdo de los otros, cual  se ocultará para no ser más dañado? Así lo cantaba otra voz prodigiosa que nos ha dejado recientemente,  Camilo Sesto: "algo de mí se va muriendo".
El cuerpo envejece y día a día se deteriora por su propia naturaleza biológica, pero y el alma, ¿que le pasa al alma! el alma se apaga y consume como si una vela fuera.  Ese espíritu que nos anima y nos vive por dentro no tiene edad, lo explica el sentimiento frecuente de esa voz interior  del  quinceañero reclamando desde dentro,  que cuando  mira al espejo se descubre adulto. Tras la muerte se genera de nuevo la vida, así lo creo y así lo siento,  lo vemos en la naturaleza y en sus ciclos evolutivos, nosotros no somos menos, pero ¿De qué manera volvemos a nacer de nuevo? no hay respuesta humana capaz de tener el detalle completo de ese proceso, se sabe que la energía no muere solo se transforma, el cuerpo se extingue hasta convertirse en polvo o en ceniza pero no así el alma de la que se dice es inmortal y  busca otros cuerpos donde renovarse para seguir creciendo y experimentando. La materia -intangible e inalcanzable, para nosotros- de su naturaleza no responde a las leyes matemáticas y biológicas que conocemos,  no está a nuestro alcance, solo sabemos que existe algo en forma de sentimiento superior que va más allá y nos trasciende, y es desde ese algo inalcanzable y bajo un estado superior de conciencia que percibimos entre veladuras y pequeñas revelaciones como se renueva la vida. Mucho me temo que no es en la manera secuencial de tiempo y espacio que nuestra mente racional puede imaginar, si no de formas muchas, no se si infinitas o no, en otros espacios indeterminados de frecuencia donde coexiste la vida de manera simultánea. Existen teorías y conocimientos de gente experta, credos y como no creencias religiosas de cómo volvemos a nacer para seguir viviendo en otro cuerpo pero no es ahí donde quiero llegar ahora, donde quiero ir es a saber porqué llora nuestro planeta.
Todos los seres vivos llevamos incorporado un programa inteligente desde el momento de ser engendrados, cuyos patrones replican y se reproducen de manera espontánea y natural. Así fuimos concebidos, así se nos ofrece la vida, cuando no es así porque la destructora mano del hombre muta y altera estos programas y procesos inteligentes en su propia avaricia, y lo hace de manera antinatural y desmesurada arrasando con la vida y haciendo desaparecer especies animales y vegetales, desforestando  bosques, creando alteraciones en el clima que provocan inundaciones salvajes o sequías que dejan sin alimento a millones de personas, sucede que el cielo se rompe y ruge de dolor, como está sucediendo en estos momentos en nuestro planeta, que llora desolado y con furia, que arremete y castiga con la misma intensidad y desmesura del daño que recibe, ella la tierra madre que nos acoge y nos alimenta. No es de extrañar que el agua se lleve por delante todo lo que encuentra a su paso, incluida la vida humana.
Hoy es un día de esos que la lluvia escribe su peor letra fúnebre en la tierra, me gusta pensar que también la alimenta; de nuevo la voz de Areta suena en mi cabeza y juntas rezamos una oración para que se acaben las acciones de tanta inmundicia. La tierra se está muriendo, y nosotros con ella.

Elena

La música tiene el poder de hacerme sentir bien, como ninguna otra cosa. Me da un poco de paz por un tiempo. Me lleva de vuelta a lo que realmente soy.
Gil Scott Heron







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