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jueves, 21 de mayo de 2020

CON UN LIBRO EN LAS MANOS NUNCA ESTÁS SOLO





Una ventaja de hacerse mayor es que es más difícil engañarse, nos volvemos "más sabios" -entre otras cosas-, también más callados, no solo porque el mundo nos pone una cremallera en la boca  y una fina capa transparente sino también por voluntad propia. Hay una frase de Ernest Hemingway que lo resume muy bien, dice: "se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar".

Estos días de confinamiento que estamos todos tan callados, sorprende asomarte a la calle y no escuchar el murmullo de la gente en la vía y en las terrazas de los bares, o el ruido de los motores de los coches rugiendo. Vivir esta paz me gusta. El cuerpo pide a menudo reposo, quietud para el alma; muchos pensaran que es tristeza, aburrimiento, hastío, pero no, no se trata de eso, es una necesidad del alma, que le pide  serenidad, quietud y expansión creativa.
Felizmente esta es mi experiencia, puedo decir que me he sentido más confinada en muchos otros momentos de mi vida, y por otras razones.



Artista Georg Paulí


Muchos somos los que buscamos la compañía de los libros que nos nutren y alimentan, que nos cuentan cosas que ya vivimos o aventuras que ni soñamos, sentimientos que  emergen, recuerdos del pasado -unos buenos otros enmohecidos-,  historias que nos hacen vibrar:  volver a la infancia con  relatos que nos transportan a otros mundos, conocimientos del vivir cotidiano, avances tecnológicos, científicos que nos enseñan, metodologías  neurolinguísticas: para cambiar malos hábitos, maneras sanas de nutrición, asuntos desclasificados, falsas verdades donde echar tierra encima, mundos paralelos, poesía, ensayo y tantas otras lecturas de la ciencia del conocimiento que engrandecen nuestro saber y nos ensancha la mente y el espíritu.



Imagen Fotomontaje Joan Margarit


El hombre que lee siempre está en condiciones de elegir y mejorar, de que la vida le sea más atractiva. Disfrutando del placer de la lectura contribuimos en hacer un mundo mejor, el hombre que lee no lleva armas en sus manos. La lectura como la música siempre son buenas compañeras.





Un día un comerciante empresario propietario de un negocio que conocí me contó, presumiendo, que nunca en su vida había leído un libro. "El, que era tan listo": cierto que lo era, y su olfato y maneras  le habían llevado a tener una pequeña empresa que le daba beneficios suficientes para permitirse ir de crucero una vez por año con sus palos de golf.  Era un hombre maduro y atractivo de esos  que seducen y van "a la caza de mujeres, a ver quién cae rendida a sus encantos". Cuando me dijo vanidoso que jamás había leído un libro, sentí una especie de vómito: ¿se puede ser más estúpido? -pensé- presumir de no haber leído nunca un libro. Jamás me relacionaría con un hombre tan pobre. Conozco muchos casos de gente no instruida, con escasos conocimientos culturales, que son muy inteligentes, y lo son más aun por su humildad y humanidad, también por su naturalidad. De haber tenido oportunidades, que no tuvieron, seguramente ocuparían hoy otro lugar en la escala social, que tampoco los haría más importantes pero si más libres para elegir, y seguramente más felices. Este hombre plegado de mente y de alas, crecido solo en su vanidad, no sabe lo que se perdió, se quedó sin probar el alcance de su vuelo, nunca sabrá hasta donde le habría  llevado el conocimiento de los libros que nunca leyó. Dice Jesús Quintero de estas personas que son las peores porque en la mayoría de casos han tenido acceso a la educación.






No tuve de niña la fortuna de disfrutar de la lectura, así que los libros y yo nos fuimos conociendo muy poco a poco, hoy son fieles aliados y grandes amigos. En ellos encuentro las respuestas que siempre ando buscando, nunca me defraudan. Siento por esos libros y sus autores constante gratitud.





Estos días  he reforzado la idea de insistir en mi nieta de trece años que se esfuerce más por la lectura, no solo por lo que las materias del curso le  exigen, o por las lecturas que más le gustan, y que son pocas, también por todas aquellas por las que siente curiosidad. Leer ayuda a concentrarse, ensancha la mente, crea hábitos y siempre pide más. Envidio a los niños lectores que para su cumpleaños o en Navidad piden libros. Una persona lectora siempre llega más lejos y no me refiero solo a competencias profesionales o de índole económico, me refiero a la libertad que proporciona el conocimiento, en todos los sentidos: nos quita miedos, nos hace viajar, rompe barreras, crea futuro, nos da criterio, nos cuestiona, nos plantea  dudas, nos ilustra con infinitos datos, nos aclara y da luz.






Hay por otra parte muchas maneras de leer: lectores compulsivos que evacuan la lectura en dos minutos, los hay devoradores de historias y de bestsellers, los estudiosos, los literarios, los que disfrutan hasta con la tapa de la portada, la encuadernación, la traducción si es el caso, como no con la narrativa, las tramas, hasta con el prólogo, el tipo de letra, estos son los que aman de verdad los libros y la lectura -una especie "rara" en extinción-.






Cuando acabamos de leer un buen libro igual que pasa cuando regresamos de un viaje ya no somos los mismos. ¿No os parece apasionante?





Animo a niños y  adultos a crear hábitos saludables de lectura, a insistir en los adolescentes. La lectura es el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos. Animo a los más jóvenes a que se esfuercen en desviar la atención de las redes sociales insulsas y pacatas. Me desarma la superficialidad de tantas mentes poderosas, inteligentes y sensibles expuestas a tanta vulgaridad; corren serio peligro de volverse idiotas de remate y de repetición. ¿No pensáis lo mismo?.

CITAS


“Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”. Nicolás de Avellaneda


“El estudio ha sido para mí el principal remedio contra las preocupaciones de la vida; no habiendo tenido nunca un disgusto que no me haya pasado después de una hora de lectura”.
Montesquieu


“El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor". Rubén Darío


“He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos". Thomas De Kempis


“Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría”. Proverbio árabe


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