domingo, 13 de marzo de 2022

Y ME VOY


Flor de Diente de león



Y ME VOY

Como diente de león
que al aire cede
el lugar que ocupa.

Como pétalo escarlata
que abandona su flor
sin herida.

Como hojas de menta
enhebradas
en verde rama 
marchita,
desgajo mi esencia fruncida
y me voy,
abandono mi nombre
y mi casa.

Elena Larruy



La segunda versión de este poema que acabo de escribir habla de la fragilidad y la transformación. De cómo la vida se nos escapa poco a poco y dejamos de pertenecer a un cuerpo y a su identidad. En su momento lo inspiró la lectura del libro de poemas En voz baja, de Carlos Nadal Gaya. A muchos os sonará este nombre del que durante muchos años fue Redactor jefe de Internacional y de Opinión de La Vanguardia, desde el año 1976 hasta el 2010, publicó una columna dominical sobre política internacional, bajo el epígrafe Week-end político mundial. Fue también profesor de literatura Hispana y de Política Internacional. Un hombre de gran cultura y un extraordinario ser humano cuentan los que le conocieron.

En la intimidad escribía poesía. Para nadie era conocida esta faceta suya. Fue a su muerte que su familia reuniera sus poemas y dedicaran a su memoria este pequeño libro de poesía que recoge la fragilidad de las personas, la humildad del ser: del suyo.
Carlos Nadal cultivó la atención de las pequeñas cosas, poniendo de manifiesto el hondo y callado sentido que tenía de la vida. 


domingo, 6 de febrero de 2022

COSAS QUE HE APRENDIDO EN ESTE VIAJE

   



     Una, a estas alturas de partido se da cuenta que las promesas de fin de año están vencidas, que lo que ayer era verdad hoy es un fake, que todos nosotros somos falsos, falsos y torpes en alguna medida, que damos naturalidad a la mentira, que los maestros no existen si no hay voluntad de aprender, que somos esclavos de un sistema corrupto que nos domina y esclaviza sutilmente; rebaño de ignorantes, panda de inconscientes dominados por la verdad de un televisor.  

     Una, a estas alturas de carrera ha aprendido que "el dinero es el puto amo del mundo". Que la enfermedad y la pobreza son necesarias para sostener el imperio basura donde vivimos. ¡Esto es  una escuela, un instituto, una universidad... no una granja bovina!. Que las certezas son cuestionables, que la verdad se hace pequeña y líquida en nuestras manos,. Somos temporales, estamos siempre de paso; seres cambiantes, como un paisaje en marcha que se renueva en cada estación,  por eso nunca acabamos de conocernos ni estamos encantados de hacerlo, porque nunca somos los mismos que ayer, salvo aquellos que viven como muertos en los sótanos de sus vidas. Cada experiencia nos transforma.

     Una, estas alturas de programa sabe que en el presente todo es posible,  funciona, acciona una manera de vivir a voluntad, podemos cambiar memorias dolorosas,  podemos proyectar futuros, diseñar destinos, "ser nosotros los putos amos". Porque somos energía en acción, porque tenemos voluntad, amor, determinación: es cierto, lo tengo testado.

     Una, a estas alturas de viaje ha aprendido que no todo es malo: funciona la naturaleza, el gran templo humano donde ir a orar, a encontrarse con uno mismo y con Dios. Funcionan los semáforos, los horarios comerciales, el bisturí del cirujano, la radiestesia, los buenos sentimientos, el placer de la mesa y la alegría. funcionan. Siempre tenemos mil cosas que agradecer y celebrar, aunque aprender nos cueste dolor. Dice el escritor de Barbastro Manuel Vilas en Ordesa -extraordinario y laureado libro- que a la alegría se llega por el dolor. Siempre hay algo que aprender, alguien en quien confiar, muy especialmente si no lo dice la la tele. 

     Una, a estas alturas de vida y ya en mi viaje de vuelta puedo afirmar que el amor es la fuerza más poderosa que existe, el amor sin azúcares añadidos ni aditivos. Ajustarse a su forma, estar en las cosas de manera natural, no forzada, sin debates ni juicios. Sin nada que lo cuestione ni lo ensucie, solo estar en su presencia de una manera pura. Su caudal de vida es fértil, transoceánico, purificante, hace posible el despertar y el cambio evolutivo que tanto necesita la humanidad. Eso sí que ya lo sabía desde que estaba en el vientre de mi madre. 

Elena Larruy



Imagen de Mercedes Calvo Escritora Uruguaya


viernes, 28 de enero de 2022

EL DESAMPARO


Hace unos días me contó una persona amiga el caso de una niña de quince años que sufría bullying en la escuela, en este caso psicológico. Laia, así se llama la niña,  se había ausentado del colegio tres días por motivos de unas prácticas que debía realizar. Cuando volvió a la escuela se dio cuenta que sus amigas le daban la espalda. Les pidió explicaciones  y  estas le contestaron que una de ellas -la niña del grupo que ejercía de líder- les había contado que las criticaba y hablaba mal de ellas. 

Laia, una niña tranquila y educada, hacía unos días que había discutido con la líder del grupo y esta aprovechó su ausencia para malmeter y contar mentiras y patrañas a las otras niñas; para aislarla,  ponerla en contra y así llevar al grupo a su terreno. Laia se encontró de un día para otro, sola y decepcionada por el abandono injusto de sus amigas, ya que todo lo que pudo oír de ellas eran mentiras y falsedades, ella no solo era una buena amiga sino también una buena compañera de las que hasta entonces habían sido  durante más de cuatro años su grupo. Cuando se acercó a pedir explicaciones a la que hasta entonces había sido la más cercana, ésta no quiso dárselas, evidenciando el temor a la represalia por parte de la líder.  




Este es un caso entre cientos que venimos escuchando cada día de tantos niños y niñas en edad adolescente sufriendo bullying. Me horroriza que haya un solo niño sufriendo la maldad de otros, que instituciones educativas no ponga fin a este maltrato, que no los protejan como debieran, que no corten de raíz un problema tan grave como es este.

Un niño que sufre el desprecio, el insulto, golpes brutales de todo tipo de otros menores,  debería ser salvaguardado y  protegido de la misma manera y con la misma firmeza que lo hace la ley ante el desamparo, de la misma manera que los asiste con sentencias firmes e inapelables en sus derechos fundamentales, como menores que son.  

Un niño maltratado o abandonado por su grupo, mediante la burla o el desprecio, sufre graves secuelas psicológicas que condicionan y dañan su personalidad. Estos niños pierden autoestima, se hacen pequeñitos, no desarrollan sus capacidades. Desvalorizados y abandonados en la intemperie más absoluta por los suyos, por los que ellos consideran sus referentes más importantes, sus amigos más íntimos, sufren pérdidas irrecuperables.  

La crueldad, incluso la brutalidad de estos comportamientos por jóvenes que ejercen ese tipo de violencia debería erradicarse desde el minuto uno, no solo por las víctimas que lo padecen y sufren sino también por ellos mismos, pues más pronto que tarde ellos serán los receptores de esa violencia; la vida los castigará en la misma medida, de diferentes formas. Esa es a ley de la correspondencia. Toda la maldad ejercida caerá sobre sus espaldas. 

Me resulta incomprensible y doloroso que haya un niño sufriendo cualquier tipo de maldad. Protegemos al tirano, al violento, al que en apariencia parece más fuerte, por miedo a las consecuencias, a los que nos pueda caer y dejamos a las víctimas en el más absoluto desamparo. 

Eso no es la vida, por mucho que puedan decir que se trata de la cruda realidad. Así no se educa. La auténtica y primordial realidad que debemos atender en estos momentos de la vida de un menor es saber que se está formando su personalidad; a estos niños se les debe estima, acogida, no rechazo:  y no lo estamos haciendo. Cómo queremos que estos jóvenes sean gente sana, nos sirvan y sean útiles a una sociedad de la que todos formamos parte, como les vamos a exigir que den lo mejor de sí mismos  si los estamos alimentando de odio, desconfianza, de estrategias defensivas de maldad, en el mejor de los casos. Las consecuencias de estos hechos lamentablemente y en muchos casos les lleva al peor de los desenlaces.

Las familias sufren por sus hijos, sufren de impotencia, enferman, y ¿las instituciones educativas no pueden poner freno a este drama humano? 

Los niños que de alguna manera expresan maldad han de ser tratados y escuchados aparte. Esa maldad no es gratuita, ha de ser tratada como un trastorno de la personalidad, por buenos psicólogos y profesionales, que les ayuden a valorarse, que reflexionen con ellos.  El maltratador también sufre y  sufren sus familiares,  ellos también son o han sido víctimas de alguna manera en algún momento de sus vidas. Una gran mayoría provienen de familias con carencias y desórdenes de todo tipo, con escasez de medios y poca formación. Necesitan víctimas propicias para volcar sus inseguridades y temores; son también víctimas  del desamor, de la falta de atención, del abandono. Se defienden a su manera, intimidando al grupo con su conducta, ejerciendo su influencia y los reclutan para proteger su seguridad. Tenemos la obligación y el deber de escuchar a los niños y entenderlos. 

Los educadores han de actuar con determinación, de manera ejemplarizante, cuando se cometen este tipo de actos, y tomar decisiones valientes. 

Basta ya de bullying. Basta ya de sufrimiento y angustia de nuestros menores.  Basta ya de no saber protegerlos. Devolvámosles la confianza,  principalmente desde la escuela, por supuesto desde las familias -no todas tienen los medios ni las capacidades para poder hacerlo-. No todos los niños tienen padres y educadores que les enseñen valores, que les enseñen respeto y confianza, que los amparen y valoren. Por desgracia hay muchos hijos de familias rotas, desestructuradas y con falta de medios, de ahí mi insistencia en señalar a las instituciones educativas como los principales promotores y responsables de llevar a cabo esta tarea tan primordial. 

La educación es la base de todo, incluso de la salud. Se puede enseñar a un niño resistencia y lucha, trabajar la voluntad, cuando persigue logros y metas,  pero no a resistir en el dolor y la tristeza, eso siempre explota y lo hace de la peor de las maneras. 

Elena Larruy


lunes, 24 de enero de 2022

El VIAJE FRUSTRADO


Sucedió en el 2020 a mediados de Octubre. Dos amigas y yo íbamos a pasar unos días a Palacios de la Sierra, un pueblecito de Burgos, invitadas por una de ellas: Carmen. Llevábamos preparando el viaje desde el verano, teníamos muchos deseos de salir de la ciudad, tocar tierra, ver cielo, conocer nuevos paisajes. Todo estaba preparado, listas las maletas y las ganas. Nuria recogería a Carmen con el coche en un punto estratégico de la ciudad, luego me recogería a mi,  le venía de paso para tomar la Gran Vía dirección Lérida-Zaragoza. Haríamos una parada en Soria para comer algo y descansar, probaríamos los torreznos, típicos de Soria y estiraríamos las piernas por la Alameda de Cervantes donde tomaríamos un café para más tarde continuar con el viaje un par de horas más, hasta llegar a Palacios. Calculamos sería entre cinco y seis de la tarde. Javi, un amigo de Carmen nos tendría calentita la casa, a petición de nuestra amiga. Pero sucedió lo que temíamos y no queríamos que sucediera. A menos de cuarenta y ocho horas de nuestra marcha, el Piqueras en una frase escueta nos pinchó los tres globos anunciando que confinaban Burgos -capital y provincia-. Así que no quedó más remedio que deshacer las maletas y las ganas: todas, y esperar a que llegara la  primavera y se fuera el maldito bicho. 


EL VIAJE FRUSTRADO 

Ropa de abrigo

calcetines de lana

pijama de franela

ropa interior nueva.

En Burgos las temperaturas son muy bajas

me recuerda la amiga. 

No te preocupes si algo te dejas,

en la casa hay de todo,

no lleves secador

ni toallas

ni nada de baño,

tampoco comida,

llevo caldo para la cena

compraremos cecina y morcilla

en la tienda de Ana

todo está estupendo. 


Coge buen calzado

con pantalones de montaña

eso sí es obligado

para pasear por la sierra

y visitar la necrópolis del cerro 

-tiene su interés-

además de hermosas vistas. 

Pasaremos por el cementerio

a llevar flores a Juan,

y al bajar, visitaremos  

"el roble centenario"

al monumento más noble de Palacios.

Poco antes de comer

tomaremos unas cañas en la terraza de  Ana,

en su tienda de la plaza,

compraremos infusiones, tomates y rosquillas

-todo ecológico- de la mejor calidad.


Coge jersey de cuello alto

camisetas 

neceser con las pastillas,

la tarjeta de asistencia -por si acaso-

Que poquito nos queda querida:

¡y qué ganas tengo!

muchos han sido los meses de encierro.


¡A la mierda el viaje y las maletas!

Acaba de anunciar el Piqueras 

que confinan Burgos

desde mañana a las ocho,

que no podemos entrar

los que venimos de afuera,

que nos quedemos en casa,

que no se admiten turistas

ni viajeros, ni gente de paso,

que tiempo  habrá

de conocer La Catedral, El Espolón y La Cartuja,

el Monasterio de las Huelgas,

los paseos por el río Arlanza, 

el caminar por los pinares

o el casco viejo de Burgos.

Castillo, conventos, y cartujas

todo estará en el mismo sitio

en primavera. Solo cabe esperar,

confiar que se vaya este bicho.


Que el que quiera rezar

que rece 

pero que lo haga en su casa.

Que cada cual -en la suya-

se monte la fiesta en la terraza,

se sirva un par de cañas

con un pincho de morcilla

-comprado en el Bon Área-

y le eche ingenio y unas risas,

que para pecar

con un asado de lechazo

no hace falta irse tan lejos.

Ventajas tendrá

no tener que confesarse

aunque de buena mano se

que en Burgos dan indulgencias

a pronto pago,

se dice que el perdón

va incluido en la cuenta del asado.

"Valor añadido es":

¡Se me hace la boca agua!

¡Me consuelo!

Me deshago por dentro!

¡Mejor... no lo pienso!

me voy tan pronto pueda

escapar de este encierro

¡me voy para Palacios!

Tengo asuntos pendientes:

                      varios.

Elena


La primavera llegó siete meses más tarde -el Covid19 nos dió un respiro- y por fin hicimos el deseado viaje. Recorrimos todos los lugares descritos y otros parajes preciosos de la naturaleza Castellana-Leonesa,  porque Burgos es una extensa alfombra verde coronada por un cielo de nubes blancas espectaculares e intensas, caprichosas y viajeras que en los atardeceres por el ocaso se vuelven rojas y naranjas: no podía dejar de mirarlas. Toda la provincia fue fácil de recorrer. La catedral -visita obligada-  una  auténtica joya gótica. Los paseos por las tiendas del casco antiguo entre calles peatonales también son muy agradables. Y qué decir del lechazo a la leña con sus patatitas panaderas y su copa de Rivera...  genuino "placer de dioses" que no puede viajero alguno dejar de probar. 


lunes, 17 de enero de 2022

LA SONRISA DE LA TORTUGA




La Caretta o tortuga boba es un animal que puede llegar a pesar hasta 180 kl. Tiene una gran cabeza con dos grandes ojos, como faros, y un enorme y duro caparazón. Es un animal imponente. Las tortugas son omnívoras, disponen de una gran mandíbula extremadamente fuerte que utilizan para comer crustáceos: cangrejos, langostas, erizos... Tampoco desprecian otros pescados e incluso se alimentan de su verdura preferida, las algas.

Prefieren las aguas cálidas como las del Caribe. Se las puede encontrar repartidas por todos los océanos del mundo, nunca en aguas heladas. 

Tienen una gran capacidad migratoria. Las hembras preñadas pueden recorrer largas distancias hasta 12.000 km. para desovar y anidar sus huevos en la misma playa donde ellas nacieron. Los científicos que las han estudiado dicen de ellas que tienen una gran capacidad de orientación. ¿Pero como lo hacen? Son muy sensibles a los campos magnéticos de la tierra, por ellos se orientan.

Solo las hembras tocan tierra para depositar sus huevos, los machos permanecen siempre en el agua.

Una de las curiosidades respecto al sexo de sus crías viene determinado por la temperatura. Si los huevos maduran en temperaturas altas saldrán más hembras, mientras que si lo hacen en aguas frías eclosionan más machos.

Pasados 60 días las tortuguitas sumergidas en la arena ascienden, pero no asoman la cabeza hasta que se oculta el sol, para no ser vistas por los depredadores. Corren hasta el agua para salvar sus vidas. Pese a todo esfuerzo solo una de cada 1000 llegará a ser adulta. 

Aunque en español se las llama tortugas bobas, su comportamiento denota un nivel evolutivo desarrollado, lo que viene a decir que no son tan bobas: en absoluto. Cuando las pequeñas crías alcanzan las aguas, para sobrevivir, se refugian en el sargazo el alga parda que al mismo tiempo que las oculta y las protege, las alimenta. 


Por un momento creí ser una de ellas.
No somos tan diferentes
ni es tanta la distancia que nos separa.


NAVIDADES 2021


Ayer

me levanté con una sonrisa boba de tortuga.

Por la noche recibí noticias de Juana

con un poema.

Me acabo de comer un huevo

con deleite famélico de náufrago.

Ha remitido la fiebre. Ya no toso.

Todos los indicios son buenos

parece que el okupa se va de  mi casa

pero taaaaaan lentaaaaaaamente

que antes desfallezco.

Es veinticinco

pero no es Navidad en mi escalera:

el silencio es de mármol 

no hay risas de niños

ni algarabías festivas

propias de estas fechas 

ni un triste olor a langostino

se cuela por ningún sitio.


La Soledad de Gabriel me confunde

Me apaga la mía.

Abandono la lectura abrumada.

Cien años son muchos...


No puedo con esta callada

que insiste y persiste en San Esteban.

¡Malditas paredes sin puertas!

Maldito el Covid, que penetra

que posee a los cuerpos

sin permisos ni licencias.

¡Angustia de cuarentena!


Me acerco a la ventana

a estirar la mirada

con mi tristeza a cuestas

un cielo azul con rayas blancas

gotea, sobre inocentes cabezas.

Nada es lo que parece -nos decimos-

nada

      como lo cuentan...

no hay en qué creer.

Pese a toda amenaza

creo que hice bien en salir de la cama

quitarme el pijama

meterme en la ducha

dar por buenos los abrazos

que llegaron por la red,

los "te quiero recibidos"

de allegados y amigos.

Yo también los reparti

-a modo de aguinaldo-

por la misma línea:

claro.


Entre la noche y el día 

voy y vengo deshojando la duda

-margaritas no tengo-

Me gusta mirar al cielo

en la hora que la Luna festeja a Venus,

creo en las señales del amor.


También creo

que el corona se irá de mi cuerpo

como se van las nieves de invierno.

Del espacio ocupado

se borrarán memorias y recuerdos.

¿Cómo si no empezar de nuevo?.


Así de agotada

he llegado yo al día uno de enero

del año nuevo,

como una ola oceánica                      

que entrega su derrota en la arena                                      

           donde desovan

las tortugas bobas.


Elena Larruy



martes, 11 de enero de 2022

ESTAMOS TOCANDO EL FONDO






«Y al fin reina el silencio.
Pues siempre, aún sin quererlo,
guardamos un secreto.»
G.Celaya


Impresionante confesión la de Gabriel Celaya descubriendo que no existe el hombre en este mundo, por insignificante. Su entorno lo reduce,  no le escucha, no le deja explicarse: miente su verdad, la silencia. Gracias a su rica y extensa obra poética conocemos secretos inconfesables, -porque la verdad asusta- nos desvela que con los triunfos recogidos a lo largo de la experiencia vivida debemos ir construyendo un refugio y cavar una tumba. Esa es la verdad de otro hombre íntegro y auténtico que vivio expandiendo su conciencia, metido para adentro: claro. Uno más. 



PASA Y SIGUE

Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre;
va por los bulevares y vuelve por sus versos,
escucha el corazón que, insumiso, golpea
como un puño apretado fieramente llamando,
y se sienta en los bancos de los parques urbanos,
y ve pasar la gente que aún trata de ser alguien.

Entonces uno siente qué triste es ser un hombre.
Entonces uno siente qué duro es estar solo.
Se hojean febrilmente los anuarios buscando
la profesión «poeta» —¡ay, nunca registrada!—.
Y entonces uno siente cansancio, y más cansancio,
solamente cansancio, tiempo lento y cargado.

Quisiera que escucharais las hojas cuando crecen,
quisiera que supierais lo que es abrirse el aire
creyendo que uno colma de evidencia el instante
con su golpe de savia y ascendencia situada,
quisiera que pensarais después de tanto esfuerzo
que esa gloria y sorpresa fueron luz, fueron nada.

Lloraríais conmigo la lágrima o la estrella,
lloraríais verdades de temblor transparente,
caeríais como gotas de lo espeso afligido
y en lo pálido y liso diminutos tambores
sonarían al paso de los números neutros
como largos sumandos de implacable cansancio.

Lloraríais, y, ¡ay!, lloro, yo, plural, yo, horadado,
desalmándome lento, sintiendo ya los huesos
que, sueltos, se golpean, y al fin, desencajados,
baten, baten, aventan —polvo y paja— mi vida.
Lloraríais si vierais cómo pienso en vosotros.
Lloraríais, y, ¡ay!, lloro, lluevo amén mi fatiga.

Da miedo ser poeta; da miedo ser un hombre
consciente del lamento que exhala cuanto existe.
Da miedo decir alto lo que el mundo silencia.
Mas ¡ay! es necesario, mas ¡ay! soy responsable
de todo lo que siento y en mí se hace palabra,
gemido articulado, temblor que se pronuncia.

Pensadlo: ser poeta no es decirse a sí mismo.
Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.

A través de mí pasa: yo irradio transparente,
yo transmito muriendo, yo sin yo doy estado
al hombre que si mira parece que algo exige,
y simplemente mira, me está siempre mirando,
y esperando, esperando desde hace mil milenios
que alguien pronuncie un verso donde poder tenderse.

Sonámbulos acuden a mí los que no saben
si sufren o si sólo por no muertos del todo
aún siguen suspirando sin encontrar su forma,
su expresión absoluta, su descanso y mi olvido.
Y como quien conjura fantasmas yo pronuncio
palabras en que dejo de ser quien soy por ellos.

Cuando grito, no grita mi yo para decirse.
Cuando lloro, quien llora dentro de mí es cualquiera,
y es tan sólo en los otros donde vivo de veras.
Mis cantos son los cantos rodados que una mansa
corriente milenaria suaviza y uniforma,
y el murmullo del agua los va deletreando.

¡Oh jóvenes poetas!, mirad, estoy llamando,
hundido en ese fondo que aún no ha sido expresado
de los muertos y el muerto que yo sumo al fracaso.
Decid lo que no supe, lo que nadie aún ha dicho.
Yo cumplí lo que pude, pero todo fue en vano,
y hoy me siento cansado —perdonadme—, cansado.

No me hagáis preguntas. Cantad cara al mañana
lo común de la sangre, lo perpetuo y corriente.
No, al solo yo atenidos, penséis que vuestra muerte
es la muerte sin vuelta y el fin de vuestro anhelo.
Mientras haya en la tierra un solo hombre que cante,
quedará una esperanza para todos nosotros.



CUÉNTAME COMO VIVES

(Cómo vas muriendo)

Cuéntame cómo vives;
dime sencillamente cómo pasan tus días,
tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
y las confusas olas que te llevan perdido
en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

Cuéntame cómo vives.
Ven a mí, cara a cara;
dime tus mentiras (las mías son peores),
tus resentimientos (yo también los padezco),
y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

Cuéntame cómo mueres.
Nada tuyo es secreto:
la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
la locura imprevista de algún instante vivo;
la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

Cuéntame cómo mueres,
cómo renuncias —sabio—,
cómo —frívolo— brillas de puro fugitivo,
cómo acabas en nada
y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.



PACO IBAÑEZ INTERPRETA
lA POESÍA ES UNA ARMA CARGADA DE FUTURO DE G.CELAYA


ESTAMOS TOCANDO EL FONDO, ESTAMOS TOCANDO EL FONDO...

domingo, 2 de enero de 2022

DESDE EL UMBRAL DEL AMOR SE PIERDE LA SEÑAL



Cuando escribo estas líneas estoy aún convaleciente del Covid 19 del que nos contagiamos yo y mi marido hace unos días. El pasado quince de Diciembre me empecé a encontrar mal, con una fuerte presión a la altura del pecho. Me invadió una sensación intensa de debilidad, como si me hubieran desenchufado de la corriente de la vida. Estábamos celebrando el cumpleaños de mi hija Diana y tuve que abandonar la mesa y acostarme,  alejándome de todos y, evitando cualquier contacto directo. Algo desde dentro me decía que debía ser así. Tan pronto pudimos nos fuimos a nuestra casa, donde permanecimos y seguimos estando incomunicados hasta el día hoy. Han pasado doce días desde esa fecha. Doce días difíciles, de mucho desánimo y decaimiento, no solo físico, sino y principalmente anímico. Él lo está llevando con fuertes dolores de cabeza y una tos persistente que le impiden descansar. Lo mío ha sido como ya he dicho: inoperativa total, en todos los sentidos. Los dos perdimos el gusto por la comida, el hambre y, los dos las ganas de meternos en la boca ningún tipo de alimento ni bebida que no fuera agua. Lo más difícil fue deshacer los planes  familiares con hijos y nietos, encuentros deseados en torno a los días festivos de Navidad y, atender los protocolos establecidos, con todas sus consecuencias.

A decir verdad nunca temimos ser contagiados, nos sentíamos inmunes, jamás pensamos que nos fuera a pasar a nosotros. No teníamos miedo. Sin duda la experiencia nos ha dejado huella, una señal indeleble, una herida que tardará en cicatrizar. Cuando todo esto haya acabado será el momento de hacerse preguntas, de reflexionar y escuchar desde dentro el significado. Las respuestas que vienen de afuera son siempre las mismas, para todos iguales y vienen cargadas de muchas mentiras que suenan a verdad. 

Cuando ha empezado a remitir mi debilidad, me he traído a mí hasta aquí, a este refugio mío que es el Blog,  al que medio abandoné hace unos meses. Estaba en espera, presentía acontecimientos que desconocía y que ahora ya sé con certeza que me invitan a recorrer nuevos caminos. He vuelto a casa, sí,  y lo he hecho de la mano de Joan Margarit. No estaba lejos, no fue difícil. Siempre hay una mano tendida que nos saca de la zona de tinieblas cuando extiendes tus brazos y tus manos para pedir ayuda. Su poesía amiga me ha transmitido paz y confianza. Me da valor para superarlo. Ha hecho que la soledad y la tristeza que he sentido estos días de exilio, abrigada por el silencio del frío, fuera más llevadera. He vibrado en sus palabras, como vibra el nervio de la piedra en la helada, y he sentido lo que ya sabía, que la poesía es mi mejor aliada, la medicina que siempre me salva.

Aquí os dejo con ellas,  para aquellos que necesiteis, como yo, valor y confianza, o para los que solo queráis disfrutar de sus sabias palabras; están extraídas del libro TODOS SUS POEMAS (1975-2015) Sirvan estas de recuerdo póstumo a su persona, de admiración y agradecimiento a ese gran legado de amor que nos dejó con su poesía.





No estaba lejos, no era difícil. Ya está aquí este tiempo que no es el mío, en el que vivo con una mezcla agridulce de proximidad y distancia. Siento como el entorno se me va haciendo extraño. Ya no reconozco algunos valores y conductas que hoy son habituales. Cambian demasiado deprisa los paisajes. No, este tiempo no es el mio. Pero es ahora cuando en gran parte gracias a la poesía, siento una alegría amable que años atrás ignoraba. No estaba lejos esta edad donde nadie duda en considerarme un viejo, aunque siempre con unas preocupaciones que me hacen sonreir, debida a la absurda mala prensa que tiene esta palabra -sobre todo si es un sustantivo-. Tampoco era difícil hacerme cargo con naturalidad, con complacencia incluso, de algunos sentimientos de los que la juventud suele hacer esfuerzos para alejarse o defenderse. La soledad y la tristeza, por ejemplo. Creo que la asunción de estos sentimientos es como un mecanismo de relojería que la  vida va activando para situar a la muerte en un horizonte familiar. He entendido las respuestas más peligrosas que la proximidad de la muerte pueden  generar, y que se sitúan entre dos extremos: la desesperación y la huida hacia adelante, es decir, la sumisión a valores de la juventud. Por lo tanto, también a una forma de desesperación. Equidistante está la lucidez, el paso previo a la dignidad. Y la admiración, el umbral del amor, como la alternativa a la queja y al desprecio.

Estos últimos años me he dado cuenta de que, a la vez que va disminuyendo mi capacidad de aprendizaje, hace su aparición, como contrapunto, otra capacidad que ha acabado por ser la más importante: la de utilizar al límite, en la exploración de los nuevos territorios intelectuales y sentimentales, todo lo que he aprendido a lo largo de la vida. De esta manera puede alcanzarse a si mismo la lucidez necesaria para comprender el miedo. Pero la nueva capacidad depende de cómo ha sido el desarrollo personal hasta entonces. No hay manera de evitar una cierta irreversibilidad de la situación. Es lo que hace que la última etapa pueda ser la más profunda, pero también la más banal, de la vida de una persona. 

El miedo es falta de amor: un pozo que tratamos de llenar inútilmente con las cosas más variadas, en una acción directa, sin sutilezas, que no se acaba nunca, porque el pozo siempre está igual de vacío y oscuro. Cuando no se entiende el miedo, no se puede intentar nada más que esta acción sin matices, que es la del egoísmo. Entonces el amor quizá no está lejos pero es difícil. Hay que volver al tiempo antes del pozo, saber cómo y cuándo comenzó a cavarse. A mi edad esto es algo que resulta ineludible. A la sustitución del miedo por la lucidez, la llamo dignidad. Entonces es cuando resulta que el amor no estaba lejos, ni era difícil.

La palabra "dignidad" viene del latín dignus, "merecedor", y este significado evoluciona hacia los más complejos de  "merecedor de respeto" y, más aún, el de "respeto por si mismo", que es el significado que me interesa. Esta dignidad que es respeto por uno mismos conduce al amor, el cual se adentra a la vez por la inteligencia, el sentimiento y la sensualidad, que sucede dentro de cada uno y que solo tiene que ver circunstancialmente con las actividades públicas de dedicación a los más necesitados, acciones que pertenecen siempre, de una manera explícita o implícita, al territorio de la política. 

Amar es lo bastante complejo como para necesitar de todas las herramientas y maestrías que pusimos a punto en la época del aprendizaje. No he encontrado mejor manera de amar a los demás que el ejercicio de la poesía, una vez como lector y otras como poeta -he dicho en muchas ocasiones que para mi las dos opciones son lo mismo-, y poniendo, tanto en la composición como en la interpretación de un poema, la misma honestidad que procuro practicar en cualquier aspecto de la vida civil y de la vida íntima. Pienso que este planteamiento es posible porque la poesía tiene la intensidad de la verdad. Lo que un poeta es, eso serán sus poemas: y no hay nadie más difícil de engañar que los buenos lectores de poesía. Al fin y al cabo una persona culta es la que sabe distinguir entre Montaigne y un libro de autoayuda. No hay ni un solo buen poema en el que su autor no se haya involucrado de alguna manera hasta el fondo. Esto es lo que lo convierte en un acto de amor. "Somebody loves is all" -Alguien nos ama a todos-, como dice el gran verso final del poema "Filling Station", de Elizabeth Bishop. 

En medio de todo esto, la poesía que más sigue interesándome se mueve en un territorio que yo llamaría sensato, evitando, en su relación con el misterio, los dos extremos en los que la falacia de la originalidad siempre intenta arrinconarla. Por un lado está la devaluación del misterio que ha convertido ya a una parte de las artes plásticas y de la música contemporáneas en algo ajeno al riesgo y a la emoción y, por tanto, a la verdad. El otro extremo consiste en enfatizarlo de una manera exagerada, es decir, ignorar que hasta el misterio, o más que nada el misterio, debe ser tratado con sensatez. Que se conozca el sentido o la explicación de algo, no implica que sea aceptable cualquier explicación por descabellada que sea. La poesía, a pesar de su exactitud y concisión, no puede ser nunca un atajo.

Mi tiempo ha huido y me ha dejado solo en otro tiempo, pero mi soledad es una soledad de lujo. Me hace pensar en el exilio final de Maquiavelo en el mundo rural de su infancia, en aquellas tabernas donde como explica en sus memorias, sólo hablaba con los rudos e incultos campesinos. Pero por la noche ponía una gran mesa con los mejores y más finos manteles, vajillas y cristalerías -que había traído de Florencia- y cenaba y conversaba con los sabios de la Antigüedad.

Por lo que a mi respecta, en este otro exilio que es, por su propia naturaleza, la etapa final de la vida, siento que soy yo mi propio interlocutor. Ya  no se está a tiempo de improvisar. He de haber hablado ya con los que han sido mis propios sabios para que, en muchas ocasiones a través de mis poemas, pueda reencontrarme conmigo mismo en el territorio de la dignidad. La dignidad de no asustarme de mi destino.  

Joan Margarit                                                                                                                                     Verano de 2010


sábado, 16 de octubre de 2021

EN LA GEOMETRÍA TAMBIÉN HAY POESÍA

 


Brócolí Romanescu

exquisito fractal

en verde espiral dorada.

Aúrea pitagórica

en forma sagrada.

Consumas tu acto

en gesta creadora.

Poesía de las formas.

GeometrÍa inspirada

en conCiencia pura.

E. Larruy

jueves, 23 de septiembre de 2021

El POETA COMO ESPEJO DE LA HUMANIDAD


Caricatura de Jose Ángel Valente

El poeta es el ser humano general: todo aquello que conmueve el corazón de un hombre y que la naturaleza humana, en cualquier situación, hace brotar de sí misma, aquello que habita y late en el pecho de un ser humano, así como también toda la naturaleza restante, todo eso constituye su tema y su material. De ahí que el poeta le cante igual de bien a la lujuria como  la mística, que pueda ser tanto Anacreón como Ángelus Silesius, que escriba tanto tragedias como comedias, que representa tanto su convicción sublime como ordinaria, según su humor y sus gustos: cada poeta encauzará, no obstante, su individualidad conforme aquello que le agrade y que, por tanto, mejor comprende. Por esta razón nadie debe ordenar al poeta que sea noble y sublime, moral, devoto, cristiano o esto o lo otro de más allá y, menos aún debe reprocharle que no sea esto o lo otro. Él es el espejo de la humanidad y aporta a ésta, aquello que siente y realiza.

Arthur Schopenhauer

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