domingo, 29 de agosto de 2021

SIEMPRE MÍA

 

 


Te quiero a la una, a las dos y a las tres

de cada día

de todos los tiempos presentes

y venideros.

Te quiero como siempre te quise,

en mi mundo paralelo,

-estés donde estés-

porque eres Mía:

mi motor

mi verano

mi luna

mi extensión

mi brazo izquierdo

mi ojito derecho,

la razón de existir de mi bazo

de mi cordura insumisa

de mi pecho dolorido,

el motivo más importante

de que yo siga.    

Te quiero los mediodías

cuando el reloj se detiene

en mi tiempo desgastado

a la hora del descanso

y sin saber si son las cinco

o son las cuatro

me despiertas

con tu abrazo

y me tomas presa 

para dejar en mi oído

tus cantos de polluelo

recién salido del nido.

 

Pronto lo abandonarás -me digo-,

tienes raza y estilo

volarás alto

con un vuelo diferente 

serás en apariencia aquella

o la otra,

lo que tu quieras ser,

habrá quien pase por tu lado

y no te reconozca.


Y yo estaré

donde siempre he estado

para seguir siendo tu faro

tu compañía

junto a la orilla del querer

de las horas todas:

siempre tuya

hasta extinguirse tu memoria.

Elena

viernes, 20 de agosto de 2021

CONVERSACIONES AMIGAS

 

Carta para Adriana

He leído estos días Vivir para contarla de Garcia Marquez, uno de esos libros que rescaté de tu altillo, de la caja de los desahucios de Flor. Lo saqué de entre sus preciados y queridos libros de medicina -aún calientes-  con una dedicatoria tuya de la que te envío una imagen, a modo de recordatorio para que no olvides que existieron tiempos felices, que sin ser los mejores, sin saber lo que el destino os tenía preparado eran simplemente maravillosos comparados con los que ahora os toca vivir.

Quería contarte que este libro me está ensanchando el corazón de conocimientos y autenticidad. Este Gabito inmenso, vivaz, intenso y tímido a la vez, contando los pasajes de su historia infantil y juvenil, mostrando los entramados donde se tejió su vida y la de su familia, la que después daría pie a sus grandes obras,  con esa vocación innata de escritor despertando en el, a contracorriente de los intereses paternos que querían de manera insistente convertirlo en abogado, y predestinada a lo que finalmente fue su profesión.   Ese impulso legítimo y auténtico despertando en Garcia Marquez acompañado por lecturas que devoraba con auténtico entusiasmo poco común en jóvenes de su edad, que tanto oficio le dieron para hacer de él lo que finalmente fue, un laureado y prestigioso escritor.  

Este es un libro maestro Adriana, cuyo pecho de autor llenaría de medallas y valores:  ¡cuan pequeña se queda una después de estas lecturas!. Cuantos caminos no recorridos... ¡Cuánto y cuánto por aprender!. El conocimiento es infinito. 

Leo en tu dedicatoria a Flor "De los malos también se aprende" De los malos momentos y de las malas personas también se aprende..., claro, como no, todo nos enseña cuando el propósito no es otro que aprender. No todos lo mismo, cada uno en su contexto, cada cual con sus propias asignaturas. 

Yo creo que hay mucha gente con una asignatura pendiente, la de escuchar el corazón. El corazón siempre nos habla no solo de manera amorosa, también certera. Aprender a escuchar las razones del corazón es atender con la misma escucha y credibilidad que cuando escuchamos a la madre.  Gente inteligente llena de  conocimientos y datos pero incompleta de lecturas, de esas que no están escritas en ningún libro de texto, ni en ningún manual, el mundo está lleno de esas personas, gentes dirigidas por otras mentes. Si observamos actuar la inteligencia en la naturaleza nos daremos cuenta que está regida por programas innatos autónomos. No necesita la inteligencia del hombre para sobrevivir ni reproducirse. Lo hace sola. A una madre tampoco le hace falta un manual para sacar adelante a sus hijos. Amar a los hijos no se aprende en ningún libro.  ¿Cómo podríamos llamar a esa asignatura? Filología aplicada del corazón? Ensayo mudo de la razón del corazón? ¿Pedagogía del corazón? Da lo mismo el nombre, nunca aprenderemos a escucharlo sin acallar los ruidos externos. Es como cuando estás en la cafetería de unos almacenes y se escucha una voz por megafonía tan elevada que no puedes escuchar al que tienes al lado. Hay quien se encarga de que no escuchemos las notas del corazón por miedo a que aprendamos a conducirnos con autotomía propia que nos permita pensar por nosotros mismos. Acuño la frase de la novelista Margaret Drabble «CUANDO NADA ES CIERTO TODO ES POSIBLE». Eso es justo lo que ahora esta sucediendo con el Covid, la pandemia y las vacunas.   

Ojalá nosotros algún día podamos contar nuestra verdad de manera tan clara, bella y amorosa como lo hace la madre tierra. Ojalá algún día podamos resolver nuestros asuntos con el mismo respeto, solvencia y lealtad al entorno, contar que aprendimos con todo y ampliamos nuestra conciencia. Ojalá algún día acabemos nuestros días en paz en medio de tanta oscuridad como nos rodea. No es fácil Adriana, lo se, hablamos mucho en este tiempo de confinamiento que compartimos hace ahora un año. "Nos inscribimos en un curso harto difícil" -algunos más que otros, ¿verdad? - con asignaturas altamente costosas y dolorosas- ¿Pero acaso no es esa, y no otra, la finalidad de la vida?: persistir, aprender y disfrutar: cuando no es así estamos muertos. Desgraciadamente hay muchos muertos en vida y otros viviendo en estado vegetativo. Eso no es vivir.

El corazón nos da respuesta a todo. El corazón está lleno de inteligencia, nos marca el paso, los tiempos, los aciertos. Nos indica cuando es momento de siembra, de cosecha, de abono, de espera, de cuidados... Todo lo sabe. Cuando lo atendemos bien no necesitamos noticieros ni maestros para cuidar de nosotros. Hemos de centrarnos en nosotros mismos con lealtad y voluntad. 

Deseo que estés en esa honda Adriana.



sábado, 24 de julio de 2021

HUELLAS DE LUZ

La náyade Lete bebiendo del agua letea, por Wilhelm Wandschneider


¿Cómo podría la voluntad de vivir soportar esta existencia vacía, hueca y penosa a lo largo de un tiempo infinito si el intelecto no se renovase incesantemente con La muerte y con su hermano -el nacimiento- y no hiciese las veces de Leteo, al servicio de cada voluntad individual, pues el Leteo nos ahorra al menos la monotonía de lo insoportable, en tanto que permite aparecer aquello que se repite millones de veces como si fuera continuamente algo nuevo? Arthur Schopenahaue (El arte de envejecer)



La reencarnación es la creencia consistente en que la esencia individual de las personas (alma o espíritu) empieza una nueva vida en un cuerpo o forma física diferente después de la muerte biológica. En la mitología griega Lete o Letea es el nombre de uno de los ríos de Hades. Beber de sus aguas provocaba un olvido completo. Algunos griegos antiguos creían que se hacía beber de este río a las almas antes de reencarnarlas, de forma que no recordasen sus vidas pasadas.






El leteo un poema de Charles Baudelaire

Ven sobre mi corazón, alma cruel y sorda,
Tigre adorado, monstruo de aires indolentes;
Quiero, por largo rato sumergir mis dedos temblorosos
En el espesor de tu melena densa;

En tus enaguas saturadas de tu perfume
Sepultar mi cabeza dolorida,
Y aspirar, como una flor marchita,
El dulce relente de mi amor difunto.

¡Quiero dormir! ¡Dormir antes que vivir!
En un sueño tan dulce como la muerte,
Yo derramaré mis besos sin remordimiento,
Sobre tu hermoso cuerpo pulido como el cobre.

Para absorber mis sollozos sosegados
Nada equiparable al abismo de tu lecho;
El olvido poderoso mora sobre tu boca,
Y el Leteo corre en tus besos.

A mi destino, en lo sucesivo, mi delicia,
Yo obedeceré como un predestinado;
Mártir dócil, inocente condenado,
Del cual el fervor atiza el suplicio,

Yo absorberé, para ahogar mi tormento,
El nepente y la buena cicuta,
En los pezones encantadores de ese pecho agudo
Que jamás aprisionó un corazón.




En su planteamiento filosófico, Schopenhauer sostenía que mediante la introspección era posible acceder al conocimiento esencial del 'yo', lo que denominó 'voluntad' o 'voluntad de vivir'. Así, la voluntad, se podía manifestar en todos los estratos del mundo natural, desde una piedra hasta el propio hombre, simbolizando en esencia un impulso carente de motivos o fundamentos.


SELECCIÓN DE PENSAMIENTOS DE A.SCHOPENHAUER

“La felicidad es solamente la ausencia del dolor”.

 

“La vida es sólo la muerte aplazada”.

 

“El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”.

 

“Cada partida es una anticipación de la muerte y cada encuentro una anticipación de la resurrección”.

 

“A excepción del hombre, ningún ser se maravilla de su propia existencia”.

 

“De vez en cuando se aprende algo, pero se olvida el día entero”.

 

“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros los que las jugamos”.

 

“Hay seres de los que no se concibe cómo llegan a caminar sobre dos piernas, aunque eso no signifique mucho”.

 

“La soledad es la suerte de todos los espíritus excelentes”.

 

“Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de la oscuridad para brillar”.

 

“No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.

 

“Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos falta”.

 

“Se dice que la maldad se expía en aquel mundo; pero la estupidez se expía en este”.

 

“Toda vida es sufrimiento”.

 

“Los hombres vulgares sólo piensan en cómo pasar el tiempo. Un hombre inteligente procura aprovecharlo”.






sábado, 26 de junio de 2021

PALABRAS DE AVITUALLAMIENTO PARA EL AMIGO

 

Lluis Bartomeu

Hace unos días un antiguo compañero de trabajo al que no veía desde hacía unos años, me mandó este dibujo suyo hecho a plumilla, de un pueblo medieval, con unas palabras que decían "tú en parte has sido la culpable de que este trabajo haya salido adelante": tus palabras de el otro día me emocionaron con el cariño que estaban escritas:  que suerte habernos encontrado Elena. Cuando leí las palabras que Lluis me dedicaba fui corriendo a leer las que yo le había escrito y que hacían mención al trabajo que estaba haciendo en esos momentos y que no le salía: "como una mierda pinchada en un palo" -decía textualmente-:  Querido Lluis, yo también tengo muchos borradores de mis escritos que descarto; conforme sabemos más, somos más críticos, no hay trabajo en balde: pienso que hemos de ser atrevidos y arriesgados, si no no evolucionamos. Al final sale/sale siempre: acaba saliendo aquello que nos bulle en la sangre, y,  ahí está nuestra creación manifiesta -el fruto de nuestra persistencia- Entonces todo se justifica y se entiende, y lo más importante nos deja paz. Todo nos enseña a crecer Lluis. ¿Te has preguntado por qué estamos aquí?: para aprender/ para aprender a amar -no sin dolor, pero a amar. Esos son mis mantras: amar y gozar. Lo demás lo podríamos decir con tus palabras, pero yo prefiero decir: como escribir hamor con h, que aunque lleve falta ortográfica, se perdona porque suena igual de bien que si no la llevara.  Sigue en lo tuyo: creando y amando. 

Estas palabras mías "de avituallamiento" motivaron a Lluis. Le dieron el empuje necesario para acabar lo que tenía entre manos. Las recibió como al atleta que alcanzando la meta con las fuerzas agotadas necesita un último empujón a modo de aliento, ese  "botellín de agua fresca" que una mano amiga le alcanza.

Lluis terminaba diciendo: amiga mía, me acabas de alegrar el día...y los que vendrán. 

Así han sido también para mi estos últimos días de Junio. He sentido muchas manos amigas tendidas quienes con sus palabras sencillas,  amables, conmovedoras algunas,  me han hecho saber  que contaban conmigo, que me querían, que estaban pensando en mi, que me necesitaban...

¿Qué más puedo pedir? Me siento dichosa, afortunada, agradecida por esos "botellines de agua fresca" que a veces nos regalan los amigos en momentos que los necesitamos, que nos hidratan el corazón: especialmente agradecida a las palabras de Juana: yo también te siento en el corazón.

Gracias a todos y cada uno de vosotros por tantas cosas buenas que me hacéis llegar. Os quiero y os  necesito. Yo también os lo hago saber. 

Elena

viernes, 28 de mayo de 2021

TENER ÉXITO

Todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él

Escultura Jaume Plensa



Reír a menudo y mucho; ganar el respeto de gente inteligente y el cariño de los niños, conseguir el aprecio de críticos honestos y aguantar la traición de falsos amigos; apreciar la belleza; encontrar lo mejor en los demás; dejar el mundo un poco mejor, sea con un niño saludable, una huerta o una condición social redimida; saber que por lo menos una vida ha respirado mejor porque tú has vivido. Eso es tener éxito.


Ralp Waldo  Emerson


miércoles, 19 de mayo de 2021

COMO ESTAR MUERTO

 




SIN ALIENTO EN LAS VENAS

 

ni música en la sangre

Ser un hombre plano

como una partitura sin notas

como un calendario sin días de fiesta

como un retrato sepia   

como una cerilla sin leña  

como una mirada de piedra   

como una voz sin cuerdas    

como una piel de ballena

como un oído planchado  

como un corazón con rejas

como un sabor a palo seco

 

como un desierto de arena

donde nunca ir a por agua

ni de visita

ni a por leña.

 

Ser un hombre plano

inclinado

en lo recto

significa no tener “bisagras”  

ni conjeturas

ni una carcoma de duda,

es dejar que los gusanos     

mueran.

 

Es

yacer

en una caja

 

de la misma hechura.

miércoles, 5 de mayo de 2021

ESE MOMENTO SALVAJE

                                         


             Poética Erótica de Elena Larruy




Poema inspirado
en la poesía erótica
de Carilda Oliver


ESPERANDO TU ASALTO

Yo sé
que la guerra hoy es probable

que te tiemblan las piernas
que apuntas al cielo con tu arma.

Aguardaré tu cerco
en el lugar donde se inmolan las gatas
con los senos desnudos,

maullaré con fuerza
esperando tu asalto.

No tengo miedo de tus balas
tus batallas no me asustan.






MENÚ FESTIVO

De entre las frutas sabrosas
que a los postres nos esperan
en la mesa del deleite

melocotones
plátanos
fresas
peras.

Descartadas las manzanas,
de entre todas
yo prefiero
ese momento salvaje de

león come a gacela.




miércoles, 28 de abril de 2021

MIRADA INTERIOR CON VISTAS

          

Marc Chagall


Como cada primavera cuando regreso a mi pueblo, llegando a La Litera, me reciben las cigüeñas sobrevolando los paisajes verdes y dorados de los trigos y la cebada. Este lienzo, tan natural como hermoso, sin excesos ni sobresaltos, es mío, me pertenece, no así el castillo templario que nunca amé, que se divisa al fondo de la carretera, a un lado, "siempre en el mismo", con la misma insistencia en recordándome lo pequeña que soy, que somos todos; las murallas defensivas inmóviles, sin vida, proyectando sombras de una historia que se reescribe, embellece y reinventa para atraer a visitantes y turistas que en escaso número llegan. Con ese Jesús de brazos abiertos que todos quieren: unos quitarlo,  otros dejarlo -donde siempre-, que no se atreve a volar, ¡tan quieto y tan remoto! perpetuando su mudez, sin dar abrigo ni estrechar abrazos, ni dar hospedaje alguno a las cigüeñas. Ellas sin embargo cuando salen a buscarme –así lo siento- no hay cremallera ni botón que se resista, mi corazón atrona y se lanza al tendido como queriendo alcanzar su vuelo. No puedo dejar de mirarlas hasta que se hacen pequeñas y mi vista las pierde en el horizonte. Unas veces van al Cinca otras al Sosa en busca de alimentos y de gusanos para ellas y sus crías, otras al bosque de Los Sotos a por ramas de pinos para hacer sus nidos, en las torres más altas de las iglesias, de los pueblos más cercanos, o en las torretas eléctricas. Acostumbran a estar en pareja. Cuando una vuela, si la otra se queda en el nido es casi seguro que está protegiendo a sus crías. Todas son elegantes y hermosas; las envidian todos los pájaros y el cielo y yo su vuelo. Hace años descubrí que cuando volaban de frente, hacía mí, traían buenos presagios, pronto sucedían acontecimientos buenos en mi vida, sin embargo cuando invertían el vuelo y lo hacían en sentido contrario significaba despedida,  pérdida,  cierre, final o  quizás una muerte. Nunca nada trágico. Ellas simbolizan la vida y sus ciclos, van y vienen de norte a sur, de sur a norte, entre azules y verdes. Recordarlas cada año volando encima de los campos es como mirar cuadros de Renoir con cigüeñas mensajeras. Contemplar enormes extensiones de trigo y de cebada con sus verdes y dorados, salpicados de amapolas y amarillos  pistacho de las flores de la colza, me llena de fuerza, me hace sentir a salvo,  me regala una alegría intensa que me deja sin palabras; la emoción se encumbra con la música que voy escuchando mientras circulo en la voz de Mark Knopfler,  Good On You Son   (bien por ti hijo) me hace entender que esa tierra es mi padre y es mi madre y yo soy hija suya.

          Siempre dos sentimientos, no tan enfrentados como paralelos, por un lado el recuerdo de una vida percibida como un accidente, un descarrilamiento, no mortal, pero si doliente, de esos que cuando pasan te dices no debió suceder –aunque ahora no lo tengo tan claro-  y por otro el legado de la tierra donde uno nace y descubre la vida con asombro, entusiasmo y susto por primera vez, con todo los pequeños detalles enraizando en la piel interna del corazón.

         Con la misma insistencia que amo, la astenia se instala tenaz y persistente en mí, en esta estación de cambio. Me baja la energía, la presión, el desánimo se hace presente, me reduzco muchos días –a ratos- a un pequeño escombro, a una cosa pequeña asustada que se esconde tras el mueble; no es momento de tomar decisiones, de escribir, de iniciar planes, de quedar con los amigos, solo tengo ganas de estar conmigo, en casa. Tampoco doy la barrila a nadie. Ya pasará me digo, pero me voy reduciendo y ensombrando en grises.

         Memorias de dolor me recorren con sus enseres, atravesando esos parajes de mis horas bajas. Sé que se irán, como siempre pasa, como las cigüeñas con su vuelo, unas veces de frente, otras de espalda. No puedo pensar en lo mal que me encuentro porque me acabo hundiendo más y ya no tengo más suelo. Quiero pensar que estoy gestando letras que pronto se convertirán en poemas de dudosa belleza que me harán feliz, me llenaré de vida nueva, reflexionaré, me escucharé por dentro y me contaré relatos, como ahora estoy haciendo, que me ayudarán a comprender los biomagnetismos de mis genes heredados latiendo en mi ADN, sin yo saber que puedo influir en su signo, que todo esto es difícil de entender ¿acaso vivir no lo es? crecer en otra dimensión que no puedo tocar ni ver es posible; practicaré el Ho´oponopono hasta llegar a la parte más íntima y honesta del perdón. Crecer ¡da risa escucharlo! a cierta edad, eso de crecer suena raro, pero yo nunca quiero dejar de hacerlo y volar entre las torres más altas imitando a las cigüeña.

          Nací en el Cinca medio, una comarca de medianías y de aguas del deshielo, así soy yo; también estoy hecha de desvelos y  magias pirenaicas. Cultivo mi cuerpo en todas sus parcelas, con el mismo mimo que se cultivan las viñas del Somontano. Mi corazón está hecho de  cabernet sauvignon, merlot y tempranillo: es alegre, bueno y enredado, unas veces, otras triste y apagado, pétreo, inmóvil, como la muralla del castillo de mi pueblo que nunca amaré. Ahora que memorias invernales lo atraviesan, dominando su paz, no me resisto, estoy quieta, me preparo para el baile que está a punto de empezar. Soy trasportista de vida como las cigüeñas. Cuando mi alma de luz se enhebra con los verdes y los dorados de los campos de mi tierra, pienso con equívoco acierto que esos colores y su luz me fueron robados, pero no fue así, en realidad solo fue un empréstito o un trueque –mejor-,  que pronto volverán,  que cogieron de manera savia y necesaria las fuerzas poderosas que administran la vida: sus bienes y sus ciclos.

          Mientras acabo este relato me siento en paz y agradecida con la vida como la cigüeña en lo alto de la torre del campanario, como la mujer que vuela con el amado sobre los tejados en un cuadro de Chagall: Igual.



miércoles, 21 de abril de 2021

MEMORIAS DE DOLOR

 



Para poder sanar, antes necesitamos decir nuestra verdad, no sólo nuestro dolor, sino también los daños producidos y los sentimientos de cólera y venganza experimentados.


Dice la doctora Clarisa Pinkola en su libro Mujeres que corren con los lobos, que las mujeres que han pasado mucho tiempo superando un trauma, por crueldad, olvido, ignorancia, falta de respeto o por causas del destino, llega un  momento que han de perdonar para que la psique recupere el estado normal de paz y serenidad.

Cuando esa rabia no se libera suele deberse a que utiliza esa cólera para fortalecerse, y esa fortaleza que en un principio puede parecer útil y en cierta manera lo es, más tarde puede convertirse en fuego que quema su energía primaria. Es como pretender vivir una existencia equilibrada pisando a fondo el acelerador. Es vivir en una actitud defensiva permanente que cuando ya no es necesaria para protegerse, cuesta mucho mantener. Cuando esa rabia no es liberada al cabo del tiempo quema, intoxica y contamina, no dejando ver otras maneras de percibir y comprender. Nos resta libertad.

De manera cíclica esas  vivencias afloran a la psique en forma de ansiedad y tormento y aun cuando intentemos purificarlas, de ese dolor siempre quedan residuos a modo de cenizas que no  pueden borrarse por completo. Por consiguiente la limpieza de esa cólera debe llevarse a cabo de manera higiénica y periódica de modo que nos libere. Llevar permanentemente esa pesada carga produce cansancio, agotamiento, ansiedad, porque no podemos vivir siempre con esa máscara de arrogancia, cinismo y victimismo, destrozando todo aquello que es tierno, esperanzador y prometedor.

Cuando sentimos miedo de perder antes de abrir la boca, cuando nos sentimos desvalidos, víctimas, cuando callamos irritadamente, y ese silencio es de carácter defensivo, cuando por dentro alcanzamos ese punto de explosión, necesitamos perdonar.

El perdón es un acto singular, que no se completa en una sesión como nos han enseñado que es. El perdón tiene muchas estaciones. Perdonar no significa olvidar, pasar por alto, disimular.

«No sé si alguna vez podré perdonarte»

«O si lo haré del todo o si lo deseo»

«No estoy segura de querer perdonarte y todavía lo estoy pensando»

«O si me arrepentiré»

«Te perdono de momento…»

«O hasta entonces…»

Hay muchos niveles para el perdón, lo más importante es empezar  y continuar, es ir enfriando ese porcentaje de enfado de más a menos. Esa tarea nos puede llevar toda una vida, contra más comprendamos más fácil nos será perdonar. Desgraciadamente la mayoría de personas necesitan mantenerse en ese estado de resentimiento hasta llegar al perdón. Hay personas que por carácter tienen más facilidad de perdonar, pero en otras se requiere un esfuerzo mayor, y controlado por medio de métodos y técnicas. No eres mala si te cuesta perdonar, como tampoco eres una santa si lo haces.

Para poder sanar, antes necesitamos decir nuestra verdad, no sólo nuestro dolor, sino también los daños producidos y los sentimientos de rabia y venganza experimentados.

Para ello la doctora Clarisa Pinkola propone cuatro fases:

APARTARSE, durante algún tiempo de aquella persona o acontecimiento.

TOLERAR, abstenerse de castigar, tener paciencia, saber canalizar la emoción.

OLVIDAR, soltar la memoria, negarse a pensar, aflojar la presa.

PERDONAR,  el perdón definitivo no es una rendición, es una decisión consciente de dejar de guardar rencor, y se llega recorriendo un camino de comprensión y entendimiento durante el tiempo necesario para evitar actitudes falsas o condescendientes. El perdón es un acto de creación. Se sabe que se ha perdonado cuando se compadece de la circunstancia en lugar de sentir cólera, cuando se compadece de  la persona o situación que la provocó, cuando al respecto de esa causa se tiende a no querer decir nada, a olvidar, cuando se comprende el sufrimiento que dio lugar a la ofensa, cuando se prefiere permanecer al margen y ya no se quiere ni espera nada. Y aunque ese perdón no acabe como el cuento «vivieron felices y comieron perdices», en ese momento con toda certeza se abrirán nuevos capítulos que enriquecerán las vidas y que empezarán por esa frase que todos conocemos  «Había una vez…»




sábado, 17 de abril de 2021

OLVÍDATE DE SER ALGUIEN




Poética (o consejos a un joven poeta)

Trabaja y calla. No pidas. No llames. No cejes. No llores. No mendigues jamás lo que mereces. No escribas a quienes no quieren conocerte. Escribe solo. Olvídate de ser alguien. Estás solo y solo has de llevar a cabo tu trabajo. Eres nadie. Eres un náufrago. Arroja, si lo deseas, tus mensajes al mar, y olvídate de esperar una respuesta. No hay respuestas. Entrégate día y noche, en cuerpo y alma, al amor, a la vida, a la poesía, y lo demás que venga si ha de venir, o que no venga. Olvídate del mundo. Olvídate del siglo. Aleja de ti las pantallas. No publiques hasta que alguien no venga a pedirte tu libro. Y si no viene, nada, prepárate a morir, a ser inédito, a ser leído solo después de muerto, o nunca. La fama no te sirve para escribir mejor. A menudo sucede lo contrario. Lee, escribe, vive, sé feliz, haz feliz, canta. Y calla. Recuerda las palabras de Platón: Lo mejor para la sed es el silencio.




NOMBRES BORRADOS

La mente no es un lápiz para tomar apuntes,
es una goma de borrar.

(Marko Vesovič)


Mi padre fue perdiendo poco a poco el lenguaje.
Y empezó por los nombres. Lo primero
que olvidó su cerebro no fueron los adverbios
ni los pronombres ni los adjetivos,
como uno estaría tentado de creer,
ni las motas de polvo de las preposiciones,
sino los sustantivos.

La manzana dejó de ser manzana,
el vaso pasó a ser eso,
y quienes se acercaban dejaban de llamarse.

La muerte comenzó su labor minuciosa
robándole los nombres,
borrándolos, poniendo
en su lugar un esto o un aquello,
un dame, un balbuceo, un gesto de la mano.

Lo último que se pierde son los verbos,
los verbos que se mueven en la sangre
como si fuesen peces
hasta que acaba el mundo,
hasta que ya no puede el cuerpo con su alma.

Los adjetivos son afectuosos,
visten de amor lo que miran
y por eso perviven.

Pero los nombres se esfuman.
Y la sustancia de los sustantivos
es agua de borrajas, niebla, torres de humo.

La manzana deja de ser manzana.
Yo dejo de llamarme
La palabra dolor no significa nada.




YO QUE TÚ

Yo que tú me amaría, llamaría,
no perdería tiempo, me diría que sí.
No dudaría más, escaparía.
Daría lo que tienes, lo que tengo,
por tener lo que das, lo que me dieras.
Me soltaría el pelo, lloraría
de gozo, cantaría descalza, bailaría,
le pondría a febrero un sol de agosto,
moriría de gusto, no pondría
ningún pero a este amor, inventaría
nombres y verbos nuevos, temblaría
de miedo ante la duda de que fuese
sólo un sueño, me iría
para siempre de ti, de allí, conmigo.
Yo que tú me amaría.
Me diría que sí, me faltaría
tiempo para correr hasta mis brazos,
o al menos, qué sé yo, respondería
a mis mensajes, a mis tentativas
de saber qué es de ti, me llamaría,
qué va a ser de nosotros, me daría
una señal de vida, yo que tú.




PALMERAS

Nacemos de la sed. Somos palmeras
que van creciendo a fuerza de perder
sus ramas. Nuestros troncos son heridas,
cicatrices que el viento y la luz cierran,
cuando el tiempo, el que hace y el que pasa,
ocupa el corazón y lo hace nido
de pérdidas, erige
en él su templo, su áspera columna.

Por eso las palmeras son alegres
como los que han sabido sufrir en soledad
y se mecen al aire, barren nubes
y entregan en sus copas
salomas a la luz, fuentes de fuego,
abanicos a dios, adiós a todo.

Tiemblan como testigos de un milagro
que sólo ellas conocen.

Somos como la sed de las palmeras,
y cada herida abierta hacia la luz
nos va haciendo más altos, más alegres.

Nuestros troncos son pérdidas. Es trono
nuestro dolor. Es malo
sufrir pero es preciso haber sufrido
para sentir, como un nido en la sangre,
el asombro de los supervivientes
al aire agradecidos y estallar
de alta alegría en medio del desierto.






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